LEGIÓN DE SAN MIGUELARCÁNGEL E HISPANISMO
Estimados Compatriotas; antes que nada me gustaría que leyesen el prólogo que les expongo para centrar más aún la temática que me dispongo a exponer; la cual advierto aína de subjetivismo; pero creo que no voy mal encaminado del todo :
“ LOS LEGIONARIOS RUMANOS MOTZA Y MARIN CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA
PRÓLOGO
Cuando el Conde José de Maistre compuso, con su última sangre contrarrevolucionaria, el Tratado sobre el sacrificio, no podía sospechar siquiera que la Unidad Cristiana de la Europa, cuya agonía le apesadumbraba el ánimo, iba a revivir cien años después con el sacrificio de una generación y de unos hombres providenciales. Cada revolución nacional contemporánea, perfilando entre sí el contorno juvenil y unitaria del mundo que vuelve a convertirse unánimemente en un universo, ha necesitado la oblación de sus paladines o de sus más vaticinantes partidarios ante la muerte, la inmolación y el holocausto. Ungiéndose así de poderes sobrenaturales, han transmitido esta energía, como si fuera una arcangélica gracia, a su país y a su gente, a la masa total y espiritualizada de su pueblo.
La muerte ha vuelto, pues, a recuperar su prestigio y su influencia, fenecido durante el tiempo apocado y confortable de la hegemonía anglosajona, ya que mientras Inglaterra conservaba sus instintos violentos de bucanera y de alimaña feudal, corroía el temple y la moral aristocrática de las demás naciones con lágrimas ante el verdugo, sensiblería en los folletines, opio para los chinos y anestesia para todos los dolores entrañables y germinativos de la Cristiandad, esta época se espantaba, se avergonzaba de la muerte heroica como de un pecado tan morboso, como de un vicio tan infame, que era menester la hecatombe impersonalizada de la guerra para que de cuando en vez se satisfacieran y aplacasen las virtudes militares y generosas del alma humana. Aunque esta coyuntura genérica para la expiación y para el duelo mortal, que nos salva a los hombres, perdía el albedrío de su sentido voluntario al ser todos reclutas al ser todos soldados y combatientes dentro de un servicio impuesto y obligatorio. Morir en la batalla era como vacunarse contra la viruela o recoger la cédula de vecindad de cada uno, actos poco espontáneos y transmutadores.
La transmutación, la subversión creadora de nuestro tiempo se debe a la libérrima actitud de las juventudes actuales, resucitando, gracias a sus genios telúricos, a sus estirpes y a sus antiguas castas, la importancia individual y colectiva de la muerte para plasmar una vida nueva, si la queremos con la volición más honda de nuestro ser.
Hay un linaje entre las soleras de la Europa juvenil que, obedeciendo las palabras del emperador Juliano sobre los dacios de la Edad Clásica, “apréstanse a la muerte con más gozo que para ningún otro viaje”. Me refiero a la Dacia moderna, a la Rumanía, donde la progenie dacio-romana se había esclavizado; pero donde el esclavismo, seductor y enervador, no ha roto la vetérrima fiereza de Decébalo.
Si contempláis la columna trajana en el Foro de nuestro Emperador, aquellos dacios vencidos en el siglo II aún alientan, recobrando con la supervivencia su altiva dignidad, encima de la Rumanía Legionaria. Porque no le temieron a la muerte aun no han muerto, ni morirán jamás. Y aquí se nos presentan con sus cándidas camisas galanas y sus facies con un fervor íntimo y fuerte como Ion Motza, Vasile Marín o el mismo Codreanu, quienes ya habían esperado pétreamente en el Foro Nuevo el retorno primaveral de ese viaje hacia el sacrificio de su sangre.
Aunque Ion Motza no es sólo el campesino dacio-romano cumpliendo desde el canon de la indumentaria hasta las minucias de la conducta, todas las tradiciones de su tierra y de su estirpe, sino también como educado junto a su padre, el protopope Ion, y sus abuelos paterno y materno, los popes ortodoxos Juan y Nicolás, o sea en una atmósfera litúrgica, ritual y eclesiástica, era un alma mística y teológica dentro de un cuerpo, que se asemejaba muchísimo en su rostro, apasionado, y puro, a San Juan Evangelista pintado por el Greco. La existencia entera de Ion Motza fue una preparación y una realización de la Apocalipsis, clamando y reclamando en la Rumanía de los judíos, de los agiotistas y de los cortesanos, un juicio final, un castigo eterno y una eterna y gloriosa salvación para cuantos impávidamente seguían su Buna Vestire; es decir, su Evangelio.
Si en el lenguaje y en la narración de las parábolas evangélicas, Marta y María representan dos tipos de feminidad delante de Dios, también Vasile Marin e Ion Motza son un par de deberes y de caracteres diferentes sirviendo al unísono la idéntica liberación y restauración rumanas. No en vano el primer maestro de Marin fue Maurras, con sus silogismos nacionales y exactos, mientras que Motza se inspiró en mensajes divinos a través de San Miguel Arcángel - el icono de la cárcel de Vacaresti -, San Antonio de Portugal, la bizantina Santa Paraschiva o en la palabra del Capitán sin mácula y sin tacha. Vasile Marin es un intelectual, que por la compresión casi matemática de nuestro tiempo descubre la verdad tremenda de la Guardia de Hierro, mientras que Ion Motza fue siempre un legionario, un vanguardista de la Dacia de Ulpio Trajano y de Miguel el Bravo, porque sus razones polémicas no le venían de la inteligencia, sino que eran sentimentales, fanáticas, religiosas.
Los dos comandantes de la Legión, Ion, el dacio de Orastie, y Vasili Marin, más refinado por la estética y por la vida urbana de Bucuresti, aunque hermanados por la vital coyunda de la generación, hubieron de coincidir en el augurio de que el porvenir de la Rumania legionaria dependerá de su intervención y óbito en la guerra española. Experimentalmente se habían sutilizado sus sentidos y las potencias de su ánima para la percepción de esta verdad futura. Durante muchos años Ion Motza fue el adalid de los estudiantes de las cuatro universidades del Reino Rumano, contrastando en la lucha y en la prisión la supremacía de la acción predicada amorosa, pero férreamente, por Corneliu Zelea Codreanu. Marín fue en la política de la Corte y de los Ministerios, en la burocracia administrativa de la Gran Rumania, purulenta por los masones y los afrancesados, donde comprendió el valor supremo del Credo Legionario, cuyo éxito venidero no se conseguiría comicialmente, sino por las armas y merced a la sangre lustral de los mártires y profetas.
Dentro de la Rumanía, que contorneaban el Nistro y el Ponto Euxino, como fronteras frente al Asia de los Soviets, y al aniquilamiento oriental y catastrófico transmitido en el Anábasis de Jenofonte, en la Rumania de la Dobrogea y de Ardeal, del Banato y de los Cárpatos, donde la Moldavia y la Valaquia medievales eran un corazón más albo que las camisas aldeanas, se habían agotado las razones para que la Legión del Arcángel San Miguel ejemplarizara con sus sacrificios porque ya cuanto era posible para la Legión, se había consumado y opuesto al rey.
Mas en el Occidente de Europa se guerreaba contra el ocaso de esta misma civilización, que se llamaba occidental, o mediterránea, o cristiana, abrazando más bien con la magnanimidad de la Cruz las tierras levantinas y orientales, donde nace el sol y nuestras tierras del postrero crepúsculo o de su tramonto. Esto quiere decir que desde Rumanía hasta España y en medio de ambas extremidades, se levanta una Cruz y hay un camino, que no es estelar, cual la Vía Láctea, ni tampoco el astral camino de Trajano o nuestro Camino de Santiago, sino su itinerario encima de los montes y de las llanuras, de los valles y de los precipicios para ir y venir, para el trajín y el tránsito de las Legiones, de los peregrinos y de los Santos.
Santo Domingo de Guzmán estuvo en Transilvania, y esta visita se la devolvieron, al cabo de centurias y siglos, Ion Motza y Vasile Marin, George Clime, Alecu Cantacuzino, el Pope Dumitrescu, Banica Dobre y Nicola Totu. Los siete legionarios que llegaban según la confesión providencialista de Ionel, «en defensa de la Ley Tradicional, por la felicidad de la patria, por su resurrección, por la reconstrucción que le trae el capitán Corneliu Zelea Codreanu«. Aquí se incorporaron en la Compañía Veintiuna de la VI Bandera del Tercio, para dar señales de vida y de muerte, de presencia y de transfiguración, luminosa y perenne, delante de los suyos. Necesitaban sucumbir para que la Cruz continuase erguida y la estirpe daciorromana no se extinguiera nunca. Sobre todo Ion Motza y Vasile Marin eran los predestinados a perecer en Majadahonda el 13 de enero de 1937, que había de ser el año de la mayor sublimación legionaria. En adelante y después del juramento de la pureza de la Legión en honor de Vasile e Ionel, la sangre de estas víctimas expiatorias, propiciatorias será un Grial y una argamasa para la Restauración de la Cristiana Rumanía.
Los mismos enemigos de Majadahonda asesinaron con pólvora homicida a Alejandro Cantacuzino Nicolás Totu, Jorge Clime y Banica Dobre en la Rumanía, sanguinaria de madame Lupescu. Cruento destino el de nuestra generación, que ha rehabilitado la efusión de la sangre en beneficio de sus patrias para que nuestros muertos sean la infantería imperial de una España Resurrecta para que la Rumanía de Trajano y Codreanu sea indestructible, porque Ion Motza, y Vasile Marin exigieron que los sepultaran junto a sus cimientos.
JUAN APARICIO “
Si bien no concuerdo al 100 %; y por ejemplo con aquello de la “ predestinación “ ( Sin juzgar pues una supuesta mala intención del autor ) me resulta interesantísimo el enlace místico-histórico que se hace entre la España y la Rumanía.
Resulta que uno no es “ fascista “; ni tampoco “ antifascista “; pero, dentro del maremagnum que sumió a la Vieja Europa a comienzos del siglo XX, hay movimientos que me resultan más o menos interesantes.
Dentro de esa corriente “ fascista “; por ejemplo, señalaría a los social-cristianos austriacos, si bien más inspirados en el fascismo por estética, fanáticos corporativistas, seguidores de las doctrinas de la Acción Católica, de las encíclicas de alto contenido social de San Pío X, Benedicto XV o Pío XI. Engelbert Dollfuss acabó asesinado por los nazis al oponerse vehementemente al pangermanismo. Dollfuss lo que defendía es que la idea de Sacro Imperio se había roto con el luteranismo, que el alma mater de esos estados alemanes no sería otra que Austria, y que ésta había salido como nación heredera del Imperio Austro-Húngaro, al cual tanto odiaban los pangermanistas. Por la otra, si bien pudo tener connivencias con Mussolini, al Duce le venía mejor que mejor para campar a sus anchas por sus ansias nacionalistas sobre el Tirol. Muy trágico lo que tuvo que vivir este movimiento patriótico austriaco.
El Rexismo de la Walonia tuvo unos inicios harto interesantes, con una mística católica muy radical; pero, por un lado, sus problemas con ciertas jerarquías y, a posteriori, su inclusión en la Guerra Mundial, y la fascinación acrítica/inexplicable de su líder León Degrelle hacia el nacionalsocialismo, terminaron alejándolo de los postulados más tradicionales.
En la España, la corriente fascista no tuvo nunca gran peso popular y tampoco pudo desarrollar una lógica continuidad histórica. José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, un joven abogado, había ingresado en el año de 1931 en la liberaloide Unión Monárquica Nacional. Decir solía que su entrada en política se debía sobre todo a defender la memoria de su padre, el dictador, el General Miguel Primo de Rivera y Orbaneja. José Antonio cambiaría para mejor, fundando un par de años más tarde la Falange Española, que fusionarse habría con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas. Por aquella época, el carlismo, aún era una viva fuerza popular, pero su resurrección y expansión por las distintas regiones españolas se había debido mayormente a una política integrista, quizá descuidando la honda obra sociopolítica desarrollada teórica y prácticamente por genios, tales como en el Principado de Asturias Juan Vázquez de Mella y Fanjul, y en el Reino de Valencia Antonio Aparisi i Guijarro. Si bien Dios, la Patria, los Fueros y el Rey eran la más preciada premisa; en el Reino de Sevilla entraría más estéticamente, ante el fervor mariano, Dios y la Patria. Las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas surgieron hacia el norte celtibérico; y sus dos cabezas visibles eran leoneses que se creían castellanos : Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo Ortega ( En su juventud ligado a la Acción Católica ). Ligados al sindicalismo remolachero; fusionaron la idea atractiva estética del antiguo anarcosindicalismo enlazado con la vieja tradición gremial, y una idea nacional muy radical. Onésimo más imbuido de la mística católica, y Ramiro embadurnado de totalitarismo. Onésimo incluso llegaba a reclamar una supuesta castellanidad de los pueblos andaluces…..Sin mala intención, presumo; pero ideas frágiles que se caían por su propio peso. Los análisis pseudohistóricos de José Antonio en su Germánicos contra bereberes constituye más de lo mismo. José Antonio, por su lenguaje poetizante, pasa por ser más quizá eso mismo antes que un mero político.
Los “ fascistas “ de acá tuvieron una oportunidad histórica de rescatar las ideas sociales del tradicionalismo; pero quizá se desviaron más hacia las ideas de Ortega y Gasset, hacia la idea del “ estado español “ y “ Castilla como la médula de España “; falsificación frente a Las Españas Forales y a la Hispanidad como Espíritu ( Esto último bien entendiólo Ramiro de Maeztu ); la Hispanidad como consecuencia de la impresión católica desde los Concilios Hispanogodos de Toledo, luz de la Reconquista y del Imperio. José Antonio fue cambiando, y tras los ataques a las ideas monárquicas, los monárquicos derechones que poco lo financiaban lo abandonaron, siendo más bien abanderado de Mussolini. El “ fascismo “ español no llegó a alcanzar un diputado, no pasó más bien del ámbito urbanoide; sus líderes fueron muertos, y su batuta tomada por el régimen franquista, más por manipulación estética que por otra cosa. Fue un corto y trágico periodo.
En cambio, ¿ qué pasó en la Rumanía ?
Ante una nación frágil, surgida de los escombros del Imperio Austro-Húngaro, dominada por la judeomasonería y una “ monarquía “ de pacotilla, un grupo de valientes hombres, acaudillados por Corneliu Zelea Codreanu, crean todo un movimiento original basado en valores inmutables. Fue la carrera de la tradición de la Cristiandad dacio-romana analizando en la práctica una política actual. Algunos popes, estudiantes y campesinos nutrieron las filas de la incipiente Legión de San Miguel Arcángel Arcángel; con la que empezó Codreanu solo con su bandera; la fuerza de la llamada Guardia de Hierro, que en las penurias carceleras gestaron Todo por la Tierra. Estos patriotas rumanos entendieron que su mística, basada en la idea de Legión ( Como los carlistas recuperaron la Borgoñona Cruz de San Andrés y la idea del Tercio frente al afrancesado “ regimiento “ ), impresa en el “ nacionalismo integral “; entendieron que la tierra era la base de la Patria, donde más y mejor florecen los valores eternos cristianos; ellos al gusto helénico “ ortodoxo “ más bien; aunque también había católicos de rito bizantino allá, a los que Horia Sima apoyó. Y es curioso, pues el carlismo ha sido definido como “ movimiento de frailes y campesinos “…..Autosuficiencia en el valor del trabajo, en el campo, en los hospitales, en los comedores….Teoría desarrolla Codreanu, y más en su Manual del Jefe ( Donde su genialidad le hace combinar la precisión del aforismo con la luz asceta ); combinada con ejemplos prácticos; destronando a la usura y demostrando el valor del trabajo. Un nuevo estilo basado en viejas tradiciones. Así de claro.
Y así, cuando Corneliu Zelea Codreanu se encontró con Julius Evola, le dijo que, mientras el fascismo se basaba en el principio estatalista rescatado quizá de la antigua República Romana ( En Hispania se desarrollaría más por nuestra idiosincrasia a partir de la política municipalista; cosa que harto reivindicaba el insigne Marcelino Menéndez y Pelayo ), y el nacionalsocialismo en el radicalismo racista; su idea de Rumanía era, por encima de todo, espiritual. Como espiritual ha de ser por lógica, historia y justicia la idea hispanista.
Mientras que quizá Onésimo se mostraba sin ambages al respecto, José Antonio hablaba del “ sentido católico “ y acuñaba aquello de “ las persecuciones religiosas han terminado….”; sin aclarar del todo su significado….Codreanu es claro : No se puede separar a Dios de lo meramente político; porque la misión a desarrollar es precisamente enarbolar su bandera. Los cristeros de Méjico ( Antiguo Virreinato de la Nueva España ) ya regaron su tierra con su sangre ante la furibunda masonería por la defensa del Reinado Social de Cristo, tal y como se imprime en encíclicas como la Qvas Primas. El carlista Federico Ferrando Roda dice que no se trata de secuestrar a Dios para conveniencia propia, sino, simplemente de ser consecuente, y de estar dispuesto a un hermanamiento con los grupos que lo defiendan como lo que él nos legó : Camino, Verdad, Vida; la Luz al fin y al cabo. Los carlistas dicen aquello de “ Nada sin Dios “ ; algunos falangistas también. El propio Santo Padre Benedicto XVI habla de la Catolicidad ante la “ vida pública “; de no reducir lo religioso a lo puramente “ intimista “; de defender por encima de las circunstancia esos valores. Si somos cristianos, ¿ por qué no defenderlo en todos los ámbitos ? Así lo entendió Codreanu.
Y la verdad; ¿ qué sentido tiene el españolismo sin la defensa de Dios por encima de todo; si España es una Patria lo es a raíz de la calor del altar ?. Y es que Codreanu, a pesar de apelar a la Antigüedad ( Como podemos hacer nosotros, con tartessos, iberos, celtas, vascones, etc.; así como con el legado clásico grecolatino ), entiende que esa construcción nacional ha de basarse por y para el servicio a la Espiritualidad Cristiana.
Y es que es la Moral Católica la mejor base irrefutable ante los desmanes del constitucionalismo liberal. El cuerpo, la Tradición que nos protege por encima del relativismo, del materialismo, del odio. La mejor protección por la unidad e integridad de la Patria. ¿ Cómo, si no, ha de haber ligazón entre el hispanismo y la reclamación de un Estado Confesional ? Es nuestra esencia viva; lo que nos ha unido y hecho grandes; lo que nos recuerda que, a pesar de tanta adversidad, merece la pena seguir luchando. Por la Fe y por las Obras se sabrá de nosotros. Por la verdadera concepción del trabajo y la libertad; aquello que ya nos unió a partir de los resquicios hispanogodos y que en su recuperación ardorosamente luchamos por nuestra Reconquista; aquello que nos hizo codo con codo con el Papado Romano expandir la Misión y la Conquista por todo un Nuevo Mundo; mientras que el Reino Portugués hacia lo propio, también por el África y por el Asia; y una asignatura pendiente nos quedó tras los protectorados de Aragón y las conquistas de Portugal : Los resquicios del Tratado de Monteagudo; Castilla, León, Aragón y el Papado : Por la Reconquista para una África Cristiana, donde el pueblo beréber ha sido masacrado en pro del salvajismo mahometano y de su alianza con la judería. No sólo ello, pues desde la Hispania Romana y Goda legítimamente nos pertenecían tierras de allá. “ Una España hasta el Atlas “ fue defendida por Carlos de Borbón y Austria-Este. Y pensar que de allá era San Agustín; y pensar que fue una perita en dulce de la Cristiandad Romana, desde el Atlántico Mauritano hasta el helenizante Egipto; hasta el Líbano y la Tierra Santa….Por todo ello, siendo hispanistas tradicionales, la conciencia y las miras hacia el destino no pueden ser más claras…..
Por todo ello;¿ será el entronque a partir de la antiquísima Devotio Iberica; para luego cristalizar en el vascón Jaungoikoa eta Lege Zaharra que ya refiere el insigne castellano Francisco de Quevedo y Villegas….? ¿ Será por la Rethorica Christiana transmitida por el Barroco a las Américas; principalmente desde el Puerto de Sevilla y el Condado de Niebla ? ¿ Será por, como observó el ya mencionado Degrelle, por la fatigosa insistencia de los cofrades penitentes que van desde Sevilla hasta Lorca ? ¿ Será el ser de santuarios y romerías que señalaba el portugués António Sardinha ? ¿ Será por la aventura misionera que se desarrolló a través del Guayrá y de los valles del Alto Paraná hasta el Uruguay ? ¿ Será por la aventura californiana ? ¿ Será por nuestra tridentina luminosidad abocada hacia los pantanos de Flandes y cerrando a la barbarie mahometana turcoide las puertas de Viena, Roma y defendiendo hasta los Balcanes….? ¿ Será por los marinos onubenses que bautizaron la Oceanía-Australia del Espíritu Santo- en honor a la habsbúrgica causa, cabeza visible de la Imperialidad Austro-Hispana ?¿ Será por la afirmación del viejo pueblo visigodo en nuestro suelo en base a la Eterna Roma y sus valores….?
O igual por ser tierra de olivares y naranjos, de encinas y robles, de jarosas y lagos, de amplias y bellas costas, de sol ardiente y lluvias, de huertos y ferias…Por ser una tierra donde la complejidad encumbra al misterio a través de sus rutas. Por una tierra de monasterios y complicada orografía; por una tierra patrocinadora de Cruzados; ligada en cuerpo y alma al sueño del Reino de Jerusalén la Celeste.
No sé, veo curiosas coincidencias, con todos los matices que poner queramos. No pretendo pues imponer mi criterio, sino más bien incitar al debate y a la reflexión. Porque, por encima de querellas dinásticas, si algo defendieron las Carlistadas fue precisamente la autenticidad del ser español, logrando en teoría ( Aunque se dio poco a conocer, fallo de su día; y fallo es que, tras Carlos VII, no se desarrollara en el siglo XX por ejemplo una política foral autóctona según qué regiones, como por ejemplo el Reino de Sevilla ) y en práctica un movimiento que, por desgracia, no alcanzó el poder. Pero es curioso como, cuando uno ha tenido el placer de acudir a manifestaciones con carlistas, aun queda mucha gente que le cae simpática la cosa. Aquí en el sur pasa igual. Recuerdo que eso mismo le escuché a mi abuelo materno, un camisa vieja falangista.
Sea como fuere, yo abogo porque, con todos los matices y con todos los gustos, sea la Legión de San Miguel Arcángel un ejemplo más o menos coetáneo ante los embates de la “ Modernidad “. Porque yo lo que aprecio es que encierra grandes ejemplos para el Hispanismo que viene. Eso sin desmerecer pues la Defensa de la Hispanidad del vascongado Maeztu, junto con la Acción Española, la filosofía del Padre Antoni Torró, el tradicionalismo catalán hispanista de los Padres Jacint Verdaguer i Santaló y Josep Torràs i Bagés, los estudios de Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal; los orígenes integralistas en la Corona Portuguesa ( Por ejemplo con António Sardinha; o la misma conversión lógica de Rolâo Preto ); o una de las mejores banderas del tomismo del Cono Sur : El Padre Julio de Meinvielle……Y claro está, todo lo que el carlismo nos ha legado, nos lega y legará : Carlos V, Carlos VI, Carlos VII, el General Tomás Antonio de Zumalakarregi, el General Cabrera, el Cura Merino, el General Gómez, Xuan María Acebal, José María de Iparagirre Balerdi, Juan Vázquez de Mella y Fanjul, Antonio Aparisi i Guijarro, el Capitán Enrique Barrau Salado, Manuel Fal Conde, Francisco Elías de Tejada, Luis María de Ruschi, Álvaro Pacheco Seré, Carlos Ibáñez Quintana, Miguel Ayuso, Rafael Gambra, Federico Ferrando Roda, Santiago Arellano Hernández, Félix Della Costa….. Y en las Dos Sicilias, podríamos empezar con un Maurizio di Giovane o con un Lorenzo Degli Innocenti….
Y es que también Rumanía sabía lo que era pelear contra el islamismo-turco en su caso-y se encontraba aún con el nefando secuestro judeomasónico. Son luchas que vienen de hace mucho. ¿ Cómo, si no, habrían de morir en esta tierra, peleando heroicamente contra el odio marxista, Ion Motza y Vasile Marin…? Así fue la cosa, de los Montes Cárpatos a Lisboa…..
San Miguel Arcángel protegiendo los iconos bizantinos; mientras que San Andrés coronaba nuestra nacionalidad y Santiago Apóstol nuestras huestes…..
¡¡¡ HISPANIDAD ES ESPÍRITU !!!
REITERO :
LAS ESPAÑAS : UNA FE, UNA PATRIA, UN IMPERIO.
Héroes Olvidados: Capitán Codreanu - Alberto Ezcurra
Cornelio Codreanu nace en Lasi (Rumania) el 13 de septiembre de 1899. El ejemplo de su padre, profesor Ion Codreanu, y las lecturas del historiador N. Iorga y del teórico nacionalista profesor Cuza, siembran en su alma joven las primeras semillas de lo que alguien definió “el patriotismo militante de las horas de crisis”. Niño aún, acompaña el regimiento de su padre en el frente de la primera guerra mundial.
Recibe la educación secundaria en el liceo Militar de Manastirea, que dejará en su carácter una impronta indeleble:
“El orden, la disciplina y la jerarquía, impresos en tierna edad en mi sangre, junto con los sentimientos de dignidad militar, marcaron con su trazo rojo toda mi actividad del porvenir [...]. Aquí he aprendido a amar las trincheras y a despreciar los salones”
Su ingreso en la Facultad de Derecho, de Iaşi, coincide con la caótica situación de postguerra. El comunismo triunfante en Rusia amenaza violentamente a Rumania desde su interior, mordiendo en las clases más pobres, víctimas de la miseria y de la explotación. Detrás del comunismo, por un lado, y de la crisis económica, por otro, se extiende el poder de una judería fuerte por su número y su agresividad.
Codreanu hace sus primeras armas en este terreno, junto al obrero Constantin Pancu, jefe de la Guardia de la Conciencia Nacional. Como Corridoni, en Italia, Pancu busca reunir en un solo haz el amor de Patria y la justicia social. Combatiendo a su lado escribe Codreanu:
“Por mucha razón que puedan tener las -clases obreras, no admitimos que se levanten más allá o contra las fronteras del país; nadie admitirá que para lograr tu pan destruyas o entregues a una nación extranjera de banqueros y usureros todo lo que ha acumulado el esfuerzo dos veces milenario de una raza de trabajadores heroicos. Tus derechos, dentro del cuadro de los derechos de la raza. No admitimos que por tu derecho rompas en pedazos el derecho histórico de la nación a que perteneces”
“Pero tampoco admitimos que al socaire de las fórmulas tricolores se instale una clase oligárquica y tiránica sobre las espaldas de los trabajadores de todas las categorías y les arranque literalmente la piel, agitando continuamente las ideas de una Patria que no aman, de un Dios en el que no creen, de una Iglesia en la cual no entran nunca y de un Ejército al que lanzan a la guerra con las manos vacías”
Este doble frente de combate sintetiza ya el programa político de Codreanu. Pero el movimiento que ha iniciado no se detendrá en el plano político, ni se encerrará en los estrechos límites de un programa. Como José Antonio, su gemelo español, no cree Cornelio que ninguna cosa seria, decisiva, eterna, se haya hecho sobre la base de un programa.
La lucha, comenzada en la calle, se traslada a la Universidad. Presidente del Centro de Derecho y luego de la Asociación de Estudiantes Cristianos, Codreanu irá adquiriendo un prestigio que pronto alcanzará dimensiones nacionales. Desde el movimiento estudiantil dirige la lucha por el “numerus clausus”, tendiente a rescatar la Universidad del dominio hebreo, y a devolverle su esencia nacional y cristiana.
El combate universitario encuentra una amplia repercusión popular, indicio de un despertar del alma rumana. Para canalizar las nuevas energías que surgen se funda la liga de Defensa Nacional Cristiana, bajo el impulso de Codreanu y la conducción del profesor Cuza. La Liga llevará a todos los rincones de Rumania la rebeldía nacida en el espíritu de los jóvenes estudiantes.
En 1923, Codreanu es encarcelado por primera vez, con un grupo de jóvenes camaradas complotados para hacer justicia en los traidores y enemigos de la nación rumana. De esta estancia en la prisión de Vacaresti surge, como indestructible fraternidad, el núcleo que ha de convertirse en eje fundacional del Movimiento Legionario.
La dura ascesis de la cárcel lleva al Jefe a profundizar en su interior el alcance de una lucha que no puede ser meramente política. El héroe de la juventud nacional va a ser también su profeta. En la meditación de estos días de encierro comienzan a modelarse en su alma los rasgos del místico y del santo, que conducirá a los suyos al combate bajo la custodia celeste del Arcángel San Miguel. Muchos han hablado de que Codreanu experimentó una revelación o manifestación del Arcángel. Las propias palabras del Capitán parecerían indicarlo:
“Jamás había sido atraído por la belleza de una imagen, pero me sentía ligado a ésta con toda el alma, y tenía la impresión de que el Arcángel estaba vivo. Desde entonces he empezado a amar la imagen. Cada vez que encontrábamos la iglesia abierta, entrábamos y nos arrodillábamos ante ella, y el alma se nos llenaba de calma y alegría”
De rodillas ante la imagen, en la capilla de la cárcel, se ofrece al Señor como víctima propiciatoria:
“Señor, tomamos sobre nosotros todos los pecados de esta raza; acepta nuestros sufrimientos y haz que estos sufrimientos fructifiquen en días mejores para ella”
El Señor recibirá esta plegaria, aceptará el ofrecimiento y lo conducirá hasta el martirio. Los frutos de esta entrega generosa perduran hoy, pese a todo, como motivo de esperanza.
Obtenida la libertad, inicia Codreanu un experimento, que en años venideros extenderá a escala nacional: el de los campos de trabajo, cuya finalidad es doble:
1) La financiación del Movimiento, pues el Jefe rechazará siempre las subvenciones que comprometen y esclavizan, y no cree en la validez de una organización incapaz de hallar en su propio seno los recursos necesarios para su vida y desarrollo.
2) La educación de sus militantes por el trabajo y el sacrificio. Ya se muestra aquí lo que ha de ser nota esencial y distintiva del Movimiento Legionario: su preocupación por el nacimiento de un hombre nuevo.
“El país muere por falta de hombres, no por falta de programas [...] Y por esto no debemos crear programas nuevos, sino hombres, hombres nuevos”
Como si el régimen corrupto que somete la Patria rumana intuyera el peligro que nace y lo amenaza en sus raíces más profundas, la represión arrecia. Codreanu es nuevamente detenido, sus camaradas son torturados. Ya en libertad, interviene como abogado en el proceso a uno de los suyos. Es agredido en la misma sala por el jefe de los torturadores, el prefecto de policía Manciu, al que mata en legítima defensa. Codreanu retorna a la cárcel.
Saldrá absuelto del proceso, que se transforma en acusación contra los verdugos. El triunfal retorno a las¡, durante el cual Codreanu es aclamado como triunfador por decenas de miles de rumanos, en su mayoría estudiantes y campesinos, señala él alto grado de popularidad que su figura ha alcanzado. Las masivas manifestaciones de simpatía se repetirán con motivo de su casamiento con Elena Illinoiu, cuando los novios son acompañados por 2.300 vehículos y una caravana de varios kilómetros. La lucha del joven estudiante ha hecho vibrar las fibras más íntimas de los corazones sanos de su Patria.
Pero todo este despertar debía ser canalizado de manera orgánica, y los responsables de ello no se muestran a la altura de su misión. El profesor Cuza, excelente teórico, no posee pasta de jefe. La Liga de Defensa Nacional Cristiana, tras algunos éxitos iniciales, no marcha como es debido. Los desaciertos de Cuza acabarán por dividirla, frustrando así las esperanzas de la Nación y dejando apagar la luz encendida por el combate juvenil.
Estas desgraciadas circunstancias son las que se presentan ante la vista de Codreanu a su regreso de Francia, donde había ido a completar sus estudios. La división del Movimiento Nacional lo decide a comenzar de nuevo, habida cuenta de los errores cometidos, sobre bases diversas, por un camino original.
El 24 de junio de 1927 reúne al grupo de camaradas que compartieron con él la prisión de Vacaresti y funda, bajo su jefatura, la Legión de San Miguel Arcángel.
“Vengan a estas filas los que crean sin restricción. Queden fuera quienes tengan duda, reza la primera orden del día. Pues lo que reúne a este reducido y animoso núcleo juvenil no es ya la sola lucha universitaria, ni es tampoco un programa partidario. Es la Fe. Fe en Dios, fe en la misión trascendente del hombre y de la nación. Fe en la verdad intuida, más que en doctrina nacida del cálculo o del raciocinio”
“No nos habíamos reunido porque pensásemos de la misma manera, sino porque sentíamos de la misma manera; no teníamos el mismo modo de pensar, sino la misma estructura espiritual. No teníamos [...] ni dinero ni programa, teníamos en cambio, a Dios en el alma, y El nos inspiraba la fuerza invencible de la fe”
Codreanu será el Jefe, el Capitán del movimiento que nace. Su figura irá creciendo hasta transformarse en prototipo del ideal encarnado en una persona, en ejemplar del hombre nuevo, cuyo logro constituirá el eje de la idea legionaria. A su alrededor se irá nucleando la juventud, cada vez más numerosa, acompañada por algunos viejos luchadores, preservados de la corrupción que genera la vida partidocrática. De la noble pureza, innata en los jóvenes idealistas, defendida por la dura ascesis y la lealtad en los ancianos militantes, surgirá la fuerza más pujante que haya conocido la nación rumana.
El carácter introductorio de estas líneas no nos permite describir en detalle la historia del Movimiento Legionario, desde su fundación hasta la muerte del Capitán. Esta historia es tan rica en ejemplos, heroísmo y sufrimiento, que todo intento de síntesis o selección corre el riesgo de mutilarla y empobrecerla. Sirva tanto lo dicho como lo que callamos para estimular la curiosidad del lector y despertar en él deseos de conocerla.
Por mi parte he de confesar que cada vez que la releo me embarga la emoción y siento vibrar en mí las fibras de una profunda identidad espiritual. Vuelvo a ver al Capitán, con el traje regional, la cruz de Cristo sobre el pecho, cruzando a caballo los campos y las villas para anunciar a los campesinos fervorosos la Resurrección de la Patria, empresa vacía de promesas y repleta de exigencias de sacrificio.
Lo veo en el Parlamento -como José Antonio "diputado sin fe y sin respeto para con los mitos liberales"-, propiciando, solo contra todos, la pena máxima contra los asesinos de la estirpe.
Contemplo a aquellos que lo acompañan en la concreción de su sueño heroico:
• A las "Fraternidades de la Cruz", estudiantes secundarios unidos en el juramento de la sangre.
• Los Campos de Trabajo, donde la reconstrucción material del país se une con el renacimiento espiritual de los voluntarios, mediante la dura fatiga y la luz que brota de las palabras con que el Capitán los anima.
• El Batallón de Comercio Legionario, donde el tráfico desinteresado revoluciona el concepto de la economía, liberándola de la sujeción espiritual al dinero.
• El "Nido", estructura básica de la Legión que, más que «célula», es una Familia, unidad de acción, de formación y de plegaria.
Se presenta ante mi vista, finalmente, la “Escuadra de la Muerte”, núcleo de selección de aquéllos que han decidido vivir el ideal hasta la muerte, y lo testimonian recorriendo el país, cantando y rezando, ofreciendo el testimonio de su sola presencia, golpeados una y otra vez hasta perder el sentido, arrastrados por todos los calabozos y todas las cárceles de Rumania.
Imágenes todas tan extrañas para nuestro mundo prostituido por el culto del dinero, de la carne, de la materia. Imágenes diversas, pero unidas todas por idéntico motivo: el sufrimiento, la cruz, que constituyen el centro de la historia Legionaria. No en vano el distintivo del Movimiento (seis barras cruzadas) simboliza a un tiempo la cruz de Cristo y las rejas de la cárcel.
Cuando un pueblo es arrastrado por sus gobernantes a la corrupción, cuando el espíritu de una Nación es prostituido por la degradación de sus jefes y responsables, no queda para la reconquista otro camino que el de la cruz y el del martirio. Para las naciones, como para los hombres, el camino de la Resurrección debe pasar por el Calvario. Codreanu lo ha comprendido. Por eso mide a sus hombres de acuerdo a “su capacidad de sufrimiento y de amor”. Sabe también que el Señor ha aceptado su ofrecimiento de Vacaresti. Este es, pues, el espíritu que anima las páginas de este "Diario", en particular la meditación de la Pasión de Jesús y los párrafos donde descubre su hermandad espiritual con San Pablo, el Apóstol que deseaba completar en su cuerpo lo que falta a los sufrimientos redentores de Cristo.
Señorea la corrupción, en efecto, en la Rumania sometida a la tiranía de Carol 11, rey venal, hipócrita, capaz de todas las traiciones, sensual sometido a los caprichos de su concubina hebrea, Elena Lupescu.
Y esta cúspide corrupta del Estado tenía que sentirse alarmada por el resurgimiento espiritual de la Nación, causado por el tenaz avance de la Guardia y por el eco que va encontrando el testimonio personal del Capitán y de sus seguidores. Difícilmente nos mostrará la historia una suma tal de fraude, violencia, mentira e injusticia como la empleada por Carol, con la complicidad de la prensa judaica y los partidos burgueses y masónicos, para detener la marcha de la Legión.
Pero todo ello será inútil. Como los primeros cristianos, los legionarios surgen fortalecidos de la persecución, y renacen de la tierra regada con la sangre de los caídos. El despertar Legionario de Rumania se manifiesta incluso en un terreno que es propio del adversario: el de los resultados electorales.
Entonces Carol, presionado por las logias y la sinagoga, y por su propia soberbia criminal, pierde la paciencia. Toma en sus manos la suma del poder, y nombra primer ministro al patriarca Mirón Crístea, que desempeñará a la perfección el papel de Caifás.
Somete a la justicia y disuelve todas las organizaciones políticas, medida esta que tiene un solo destinatario real: el Movimiento Legionario.
Miles de legionarios llenan las cárceles. El Capitán rechazando la posibilidad del exilio romano, decide compartir la suerte de los suyos. El gran historiador y ex-nacionalista Nicola Iorga será el Judas de circunstancias. Acusa al Capitán de injurias, permitiendo así que éste sea encarcelado y condenado, en abril de 1938, a seis meses de prisión.
La trampa ya se ha cerrado sobre la víctima elegida. El segundo golpe lo asestará la justicia, sometida a los mandatos del rey. En un juicio infame, Codreanu es acusado de traición y condenado nuevamente, ahora a diez años, a pesar de que la precaria defensa permitida a conseguido refutar todos los cargos y desenmascarado la falsedad de las pruebas.
Durante esta última prisión, en la cárcel de Jilava (cuyo nombre, que significa "humedad", habla bien claro de las condiciones de detención), escribió el Capitán su “Diario de la cárcel”.
No hay que buscar en sus páginas un manifiesto político o un compendio de doctrina. Ella nos muestra el alma despojada y sangrante de un hombre y un Jefe que, al aproximarse al momento del sacrificio supremo, muestra hasta que punto el ideal defendido y proclamado se ha vuelto realidad encarnada en su propia persona.
De la cárcel ya sólo saldrá el Capitán para ser conducido a la muerte.
En la noche del 29 al 30 de noviembre de 1938, con el pretexto de un traslado, agentes personales del rey lo conducirán a la foresta de Tancabesti, en las cercanías de Bucarest. Allí será estrangulado, en compañía de otros trece legionarios. Los verdugos dispararán luego sobre sus cuerpos, para fraguar un intento de fuga, que será anunciado por el comunicado oficial. Así el rey, traidor y corrompido, agente de los poderes ocultos, creerá haber acabado con la Legión del Arcángel San Miguel.
Más de sesenta años han transcurrido desde aquellos sucesos, y podemos afirmar que Comelio Codreanu no ha muerto, sin temor de incurrir en figuras retóricas. El Movimiento Legionario -seis meses en el poder, casi setenta años bajo la persecución- sigue vivo en el exilio y en el silencio de una Rumania sometida hoy a la esclavitud marxista, pero que no ha perdido la esperanza por la que el Capitán combatía en su prisión de Jilava.
Los escritos de Codreanu y las obras de historia y doctrina legionarias se editan hoy en todo el mundo, en rumano, alemán, inglés, francés, italiano, español y portugués. A su alrededor vuelve a despertarse el interés de un amplio círculo de lectores, especialmente jóvenes, que se acercan a ellas no con mero espíritu de curiosidad histórica, sino para descubrir allí la luz que ilumina una idéntica estructura espiritual y militante.
Pensamos que este fenómeno debe atribuirse a las características propias del Movimiento Legionario, que lo destacan con caracteres excepcionales en el variado espectro de los movimientos nacionales surgidos en Europa entre las dos guerras mundiales.
Fue una situación de grave crisis (decadencia de las democracias burguesas, avance amenazador de la revolución comunista) lo que dio origen a estos movimientos. Su denominador común -más allá de diferencias a veces muy notables- fue el de una reacción contra el caos, lo que permite a Bardéche denominarlos "movimientos de salvación pública".
Pero esta reacción -cuyos sostenes ideológicos van desde el conservatismo católico o monárquico hasta los socialismos nacionales de inspiración más o menos pagana- fue, por lo general, parcial. Es decir, cerrada dentro de los límites de un plano determinado, político, económico, cultural tal vez. Sólo Codreanu -aunque en esto lo acompañe en parte la intuición genial de José Antonio- fue capaz de captar las raíces profundas del desorden y las exigencias radicales del remedio. Por eso su figura trasciende la del conductor político, para proyectarse como síntesis ejemplar del santo, del místico y del héroe.
Por ello también el Movimiento Legionario no es un partido -en absoluto-, ni siquiera un Movimiento “político” -en la acepción más o menos restringida del término-. Creemos que sería exacto definirlo como una Orden a la vez religiosa y militar -en la más noble acepción de estas palabras- que procura la transformación revolucionaria, o el reemplazo total de una sociedad en crisis mediante la instauración de un orden nuevo.
Pero la plasmación de este orden nuevo no lo obtendrá mediante un mero cambio de estructuras externas (sociales, políticas o económicas), sino a través de la interior conversión de sus militantes, por un estilo de vida que ha de configurar el hombre nuevo -no en el sentido utópico del marxismo, sino dentro de la concepción paulina y cristiana.
Este hombre nuevo nacerá del trabajo y del combate, del sufrimiento y del sacrificio.
Oigamos las palabras con que el propio Codreanu se refiere a este hombre, que era ya en él una concreta realidad:
“La piedra angular de la que parte la Legión es, no el programa político, sino el hombre; la reforma del hombre, no la reforma de los programas políticos. La Legión del Arcángel San Miguel será, por consiguiente, más una escuela y un ejército que un partido político”
“[...] Un hombre en el cual se encuentren desarrolladas al máximo todas las posibilidades de grandeza humana sembradas por Dios en la sangre de nuestra raza [...]”
“De esta escuela legionaria saldrá un hombre nuevo, un hombre con las cualidades de héroe, un gigante de nuestra historia, que sepa combatir y vencer a todos los enemigos de nuestra Patria. Y su lucha y su victoria deberán extenderse aún más allá, sobre los enemigos invisibles, sobre las fuerzas del mal”
Subrayamos esta última frase, claro indicio de la visión trascendente que el Capitán posee acerca del combate empeñado. El mal no se agota en las formas externas de un sistema político falso o injusto: está en el interior del hombre y tiene raíces en el orden sobrehumano del espíritu. Por ello sólo tiene sentido una lucha que abarque toda la complejidad de estos distintos aspectos. Codreanu es consciente de ello, y nos lo reitera desde las páginas de este Diario:
“La característica de nuestro tiempo es que nos ocupamos de la lucha entre nosotros y otros hombres, no de la lucha entre los mandatos del Espíritu Santo y los apetitos de nuestra naturaleza terrena”
“Nos preocupan y nos complacen las victorias sobre los hombres, no la victoria contra el diablo y el pecado”
“Todos los grandes hombres del mundo de ayer y de hoy [...] se han afanado especialmente por las luchas y triunfos exteriores. El Movimiento Legionario forma excepción, ocupándose también, aunque insuficientemente, de la victoria cristiana en el hombre, con vistas a su salvación”
“La responsabilidad de un jefe es muy grande. El no debe deleitar los ojos de sus ejércitos con victorias terrenales, dejándolos al mismo tiempo impreparados para la lucha decisiva, de la cual el alma de cada uno se puede coronar con la victoria de la eternidad, o con la derrota eterna”
Esta perspectiva trascendente del combate terreno, se ve iluminada con mayor fuerza aún por la afirmación de que la resurrección de los muertos es el fin más alto y sublime que puede tener una raza, la cual, por consiguiente, es una entidad que prolonga su vida más allá de la tierra. A la estirpe rumana como a cualquier otra raza del mundo, Dios le ha dado una misión, Dios le ha señalado un destino histórico. La primera ley que una raza debe seguir es la de caminar sobre la línea de este destino, comprender la misión que le ha sido confiada.
Corneliu Codreanu intuyó esta misión y consagró su vida para que su Patria fuera fiel al destino histórico que Dios le señalaba. Consciente de que la empresa superaba las tuerzas humanas, la confió a la custodia militante del Arcángel Miguel, guerrero victorioso de las fuerzas del mal. Por ello, y porque creemos que el martirio es generador de misteriosas potencias, capaces de cambiar el rumbo de la historia, afirmamos viva y válida la esperanza del Capitán en un mundo donde las tinieblas parecen ganar terreno cada día.
ALBERTO EZCURRA
Cornelio Codreanu: “Diario de la cárcel” – Prólogo de Alberto Ezcurra – Grupo Editorial Occidente
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
Nacionalismo Católico San Juan Bautista: Héroes Olvidados: Capitán Codreanu - Alberto Ezcurra
Última edición por ReynoDeGranada; 27/11/2015 a las 00:22
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘
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