Iniciado por
raolbo
En lo que vuelve a probarse aquel feroz diagnóstico de Hillaire Belloc: en las antiguas formas de despotismo, el Estado se adueñaba de las grandes compañías; en las nuevas formas de despotismo, las grandes compañías se adueñan del Estado, le imponen sus reglas y, además, lo obligan a actuar como recaudador.
Lo que caracteriza todas las formas de despotismo, antiguas o modernas, es el triunfo del Dinero sobre los gobiernos. Es lo que Pío XI llamaba “la caída de prestigio del Estado, que, libre de todo interés de partes y atento exclusivamente al bien común y a la justicia, debería ocupar el puesto de rector y supremo árbitro de las cosas”; y que, por el contrario, “se hace esclavo, entregado y vendido a la pasión y a las ambiciones humanas”. Esto lo decía un Papa, no un peligroso comunista; de hecho, lo decía el Papa que condenó el comunismo ateo. Pero, a veces –como acaba de decir otro Papa--, son los comunistas los que piensan como cristianos. En realidad, ni siquiera hace falta ser cristiano ni comunista para pensar de este modo; basta con entender, con sentido natural de la justicia, que el bien común no puede humillarse ante las exigencias del Dinero, y que la obligación de los gobiernos consiste en erigirse en supremos árbitros, no en esclavos de las ambiciones humanas, que suben el recibo de la luz cuando deja de llover y no lo bajan cuando llueve a cántaros.
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