“La Clave” fue un programa inolvidable de TVE dirigido por el gran periodista asturiano, José Luis Balbín. Cada semana se presentaba un programa de gran interés. Un sábado de 1980 el tema era «el problema vasco». Los invitados eran de la primera línea política de entónces: el ministro del Interior Rosón (UCD), Carrillo (PCE), Fraga (AP), Guerra (PSOE), Arzallus (PNV) y Olarra (senador). Han pasado 30 años y muchos políticos de hoy dicen lo mismo que entonces. El señor Olarra, empresario vasco con centenares de trabajadores en sus empresas, guardaba silencio; entonces Balbín le invitó a manifestarse y Olarra dijo:
“No coincido con mis compañeros, en el País Vasco nos conocemos todos, donde nos reunimos con nuestra tertulia, donde tomamos el aperitivo o la comida, donde jugamos la partida. Por eso he enviado al presidente de Batasuna-ETA, Jon Idigoras, una lista de posibles víctimas de su partido si ETA atenta contra alguno de mis trabajadores y familiares. También le he enviado copia del depósito bancario de 300 millones de pesetas que garantizan las acciones por profesionales residentes en Marsella”.
La opción Olarra fue eficaz, ETA jamás atentó contra sus trabajadores y familiares. No hubo entierros, funerales y familias destrozadas para siempre, ni por supuesto, condenas de políticos impresentables. La opción Olarra será discutible, pero para sus trabajadores y familiares fue inolvidable.
Luis Olarra Ugartemendia (1926-1994), el empresario que supo parar los pies a ETA
La historia de esa parte de España, las provincias vascongadas que conocemos como País Vasco desde el invento del Estado autonómico, ha sido especialmente amarga en los últimos cuarenta años. Hemos visto como militares, políticos, periodistas y empresarios tenían que vivir -y muchos lo siguen haciendo- protegidos por servicios de seguridad; hemos visto como miles de familiares del cerca del millar de víctimas jamás se han vengado de sus verdugos. Hemos asistido al éxodo de miles de familias que han abandonado la tierra donde nacieron y vivieron. Y todo por un proyecto político que intentó pulverizar la transición democrática española, volviendo al odio y al rencor de los años treinta del pasado siglo. Clima, por cierto, que se está apoderando de la convivencia ciudadana nacional.
Recordamos la época cuando gracias a la Ley de Partidos y el ejemplar trabajo de las Fuerzas de Seguridad, la colaboración de Francia y las condenas del Tribunal de Estrasburgo, ETA estaba contra las cuerdas. Recordamos cuando Zapatero y Rubalcaba, con la colaboración de seis magistrados del Tribunal Constitucional, volvieron a colocar al brazo político de ETA en las instituciones con su proyecto totalitario marxista-leninista, cuyo final es la independencia.
Recordamos el contundente ejemplo del bravo empresario guipuzcoano fallecido en 1994, que tomó la firme decisión -comunicada por televisión- de responder a la extorsión mafiosa de ETA, haciendo entrar en el juego a otra mafia: la mafia marsellesa. Tomó una decisión que le permitió soslayar la incertidumbre del asesinato en su persona, en su familia y en sus empleados; y la tomó con firmeza y, sobre todo, con valentía. Sabía bien que los del tiro en la nuca, la valentía, no la soportan.
https://javierdelcampom.wordpress.co...os-pies-a-eta/
No conocía a este señor, pero la verdad es que me alegra que por lo menos hubiera gente con dos cojones en aquella época que hiciera frente a esta banda de mafiosos que ahora anuncian el abandono de las armas (lógico pues ya están dentro de las instituciones y ahí pueden seguir su programa de lavado de cerebro). Siempre he creído que a ETA solo se la podía combatir con las armas, utilizando sus mismos métodos. Lamentablemente el GAL fue una chapuza que mató a algunas personas que nada tenían que ver con ETA, pero creo que era el único camino a seguir para exterminar a esta panda.
Hoy, desgraciadamente, España ha claudicado ante esta banda mafioso dejando que hagan y deshagan como quieran en Vascongadas.
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