Plaga de langosta
ANIMALES DE COMPAÑÍA
Allá en mi juventud, cada vez que se abría un hipermercado a las afueras de mi pequeña ciudad, siempre escuchaba la misma cantinela: la apertura dinamizaría la economía local, se crearían muchos puestos de trabajo, nuestras compras nos resultarían mucho más baratas, etcétera. Todas estas paparruchas las ponía en circulación la empresa (generalmente multinacional) a la que se había hecho la concesión de terrenos y licencias; y las repetían como loritos los políticos y periodistas sobrecogedores. Aunque mucho más desalentador todavía era escuchar a la pobre gente cretinizada repetir aquella alfalfa de tópicos cínicos que pronto se iba a volver contra ella. Pues la apertura de aquellos centros comerciales arrasó para siempre el comercio local, obligando a muchos tenderos a cerrar sus establecimientos y a dejar sin trabajo a multitud de dependientes que, si deseaban volver a emplearse, tenían que trabajar por la mitad de sueldo y sin esperanza de promoción laboral en el hipermercado de turno. Que tal vez ofreciese los productos ligeramente más baratos (a costa de imponer condiciones leoninas a sus proveedores y oprimir a sus trabajadores), pero obligaba a sus clientes a desplazarse en automóvil y los incitaba, con su aparatoso despliegue de novedades, a hacer gastos superfluos.
Los estragos que aquellos hipermercados y centros comerciales causaron en su día en el comercio local se repiten, a escala planetaria, con la universalización del comercio digital. Algún día alguien debería encargarse de recopilar todas las sandeces que gurús mamarrachos y demás apóstoles de interné ensartaron (los más avispados, después de coger su sobre; los más botarates, por el mero afán de hacerse los modernos), entonando las loas del comercio digital. Nos aseguraron que el comercio digital sería el paraíso de la competencia, donde cualquier ‘emprendedor’ (así designa cínicamente nuestra época al pobre hombre obligado a buscarse la vida a salto de mata) podría competir en igualdad de condiciones con las grandes compañías. Nos dijeron que la proliferación de empresas virtuales disminuiría enormemente los costes de producción, lo que redundaría en una mayor contratación y en mejores sueldos. Nos dijeron que disfrutaríamos de una oferta más variada, de precios más accesibles, de un comercio más justo y sostenible.
Ahora ya sabemos que aquel comercio digital ha favorecido el dominio asfixiante de unas pocas compañías hegemónicas que se han convertido en monopolios mucho más feroces que los existentes en cualquier otra época; y que, después de acaparar los beneficios de sus respectivos negocios, han ampliado su radio de acción, hasta convertirse en ‘contenedores’ que venden los productos más variopintos, obligando a cualquier competidor a allanarse a sus condiciones oprobiosas, si desea hacerse mínimamente visible. Simultáneamente, el comercio digital ha destruido millones de puestos de trabajo; y los pocos que ha creado están mal remunerados y sin posibilidad alguna de promoción. La destrucción de empleos en algunos sectores ha sido devastadora, hasta casi condenarlos a la extinción; y, a la vez, se han generado nuevas categorías laborales por completo desprotegidas, pues las grandes compañías que se reparten el bacalao del comercio digital, al estar ‘deslocalizadas’, pueden permitirse saltarse a la torera las legislaciones que el comercio local tiene que cumplir a rajatabla, tanto en su contratación como en el pago de impuestos. Y, a la vez que devasta las economías nacionales y concentra los beneficios en muy pocas manos, a la vez que acumula plusvalías y arrasa empleos, ha multiplicado exponencialmente los transportes, en una despiadada agresión medioambiental.
¿Y qué hacen los Estados por evitar los estragos de esta nueva economía que ha caído sobre nosotros como plaga de langosta? Nada, por supuesto. Pues están muy ocupados confeccionando leyes sobre diversidad sexual y otras morfinas de bragueta que hagan más llevadera nuestra esclavitud. Así se ha cumplido el designio del Gran Inquisidor de Dostoievski: «Nosotros les enseñaremos que la felicidad infantil es la más deliciosa. (…) Desde luego, los haremos trabajar, pero organizaremos su vida de modo que en las horas de recreo se diviertan como niños. Incluso les permitiremos pecar, ya que son débiles, y por esta concesión nos profesarán un amor infantil. Y ellos nos mirarán como bienhechores al ver que nos hacemos responsables de sus pecados. Y ya nunca tendrán secretos para nosotros».
Plaga de langosta - XL Semanal
Campaña en defensa del pequeño Comercio Local.
Cómo comprar en el comercio local, potencia el desarrollo de la empresas pequeñas:
VENTAJAS DEL COMERCIO LOCAL
Las compras en los comercios locales están ganando terreno en las ciudades de toda la Patria y contribuyen a la supervivencia y éxito de los negocios independientes y libres de las injerencias y abusos de las oligarquías financieras capitalistas judeomasínicas de la Revolución mundial.
CINCO RAZONES PARA COMPRAR EN EL COMERCIO LOCAL:
La primera de ellas es porque los comercios locales producen más ingresos, empleo y aportaciones a la comunidad que las grandes superficies comerciales. Los comercios locales por cada 100€ gastados, 45€ se quedan en la economía local, mientras que en las grandes superficies, por cada 100€ gastados, 15€ de quedan en la economía local.
La segunda razón, es porque los comercios locales son más propensos a usar los servicios que ofrecen empresas locales y anunciarse en los medios locales.
La tercera razón, es que si entre todos apoyamos a las empresas locales, contribuiremos al carácter de generar una comunidad y al mismo tiempo a la diversidad económica. Los comercios locales son una parte distintiva del carácter de una comunidad que rompe con la tendencia de los grandes almacenes homogeneizados.
La cuarta razón ¿Sabéis que los comercios locales son más responsables ante sus propias comunidades? Si. Los comercios locales son propiedad de personas que viven en la comunidad y que además invierten más que nadie en el futuro de la comunidad en la que residen.
Y la quinta razón, el apoyo a las empresas locales es bueno para el medio ambiente. Los comerciantes locales pueden hacer más compras locales, esto significa que éstas requerirán menos transporte de mercancías y por tanto menos emisiones de Co2.
Por todo estos motivos, tenemos que potenciar entre todos el comercio local, para que este vaya en aumento, ya que a pesar de la difícil situación económica, las pequeñas empresas en comunidades con iniciativas de apoyo al comercio local vieron aumentar sus ingresos en 2012 frente a las que residen en comunidades sin este apoyo por parte de sus miembros.
Las campañas que se lanzan sobre el apoyo al comercio local provocaron un aumento de la fidelidad (55%) por parte de los clientes ya existentes además de atraer un 47% de nuevos clientes.
Renunciemos a las grandes superficies...¡Si no se hace en tu ciudad, no lo compres!
DOCE RAZONES PARA COMPRAR EN EL COMERCIO LOCAL Y DEJAR DE ACUDIR A LAS GRANDES SUPERFICIES Y MONOPOLIOS EMPRESARIALES:
1. Ayuda a tus vecinos
Tanto los propietarios como el personal empleado en estos comercios, son normalmente gente relacionada con el barrio. Algunos de ellos lo son además desde varias generaciones. Gente a la que conocemos y saludamos a diario, que tenemos cerca y a la que nos encontraremos día a día ¿cómo no echarles una mano? A nada que el pequeño funcione, repercutirá en nosotros, porque el bienestar de quien está a nuestro alrededor, favorecerá la creación de empleo, ya que los comerciantes necesitarán más personal, habrá que relevarles cuando se jubilen…
2. Generación de empleo/ tejido social
Es sabido que el entramado empresarial de España está constituido por Pymes (más P-s que M-s), motivo por el cual resulta dramático comprobar que en un país con cinco millones de parados, las empresas que más trabajadores emplean son las tiendas de barrio, precisamente las que más sufren el zarpazo de la crisis al no poder competir en igualdad de condiciones con las grandes cadenas de distribución. Según el INE, mientras que empresas unilocalizadas representan el 41,4% del comercio minorista, dan trabajo al 52% del sector. Por el contrario, las grandes superficies, que representan el 15% del comercio al por menor, dan empleo al 8,8% de los trabajadores locales y, normalmente, en condiciones bastante precarias. Echen cuentas señores…
Por tanto, hay que despertar y no permitir que estos grandes depredadores destrocen a los pequeños comercios que todavía subsisten.
3. Dinamizar la economía local
En plena crisis económica, consumir en los comercios de proximidad y fortalecer la economía local, es una buena fórmula para jerarquizar y priorizar actuaciones, y contribuir a su vez a la recuperación de los mismos. Esto ocurre porque el dinero que invirtamos en las tiendas de nuestro barrio, sigue circulando por el mismo contribuyendo a la prosperidad económica de nuestro entorno próximo (hay estudios que demuestran que el dinero gastado en comercios de proximidad circula en el barrio 3 veces antes de desaparecer en la economía general) Ese beneficio, revertirá en nuestro favor redistribuyéndose a personas y familias cercanas, no a grandes empresas. Nuestro estado de bienestar y calidad de vida, crecerá de forma sustancial al activar el consumo, ya que comprar en las tiendas locales es invertir en ti mismo. Así que alegrémonos por el bien del vecino, su bien es nuestro bien aunque no lo creamos.
4. Hacen una contribución al barrio
Los comercios locales, animan la vida cotidiana del barrio, dan ambiente y personalidad a las calles y las llenan de gente convirtiéndolas en zonas transitadas. Contribuyen a la vitalidad de las ciudades y a la mejora del estado de los cascos históricos. Pasear por un barrio con un comercio rico supone ver escaparates y sorprenderse con las actividades e iniciativas organizadas por los comerciantes. Hay que reconocerles además una importante labor, que es la contribución a la seguridad de nuestras calles, al mantenerlas limpias, llenas e iluminadas. Sin comercios, los inmuebles se degradarían, y los barrios serían más peligrosos. Además ¿qué habría en los bajos de nuestras calles si desapareciera el pequeño comercio?
5. Gente que emprende y arriesga
Una pequeña empresa es el sueño y la ilusión de sus responsables, de quienes se esforzaron por construirla, sacarla adelante y atenderla. Muchas de ellas, han ido pasando de generación en generación, de padres a hijos que han crecido en la misma tienda y que en ella han aprendido su oficio.
No deja de ser opcional, pero merece la pena apoyar a gente que arriesga y que emprende la aventura que supone abrir un negocio, poniendo en él mucho tiempo, esfuerzo, dinero y cariño, no frenar el relevo generacional y contribuir al mantenimiento de establecimientos de toda la vida.
6. Calidad productos
El comercio local, es un auténtico motor de consumo de productos locales y fabricados en la zona. Nos está empezando a sorprender el hecho de que los tomates sepan a tomates y que el menú del día no se componga de comida recalentada. En ellos podemos encontrar productos diferenciados, de los cuales conocemos el origen, porque vendrán de granjas y huertos cercanos (que repercute en el plano medioambiental por la reducción y el ahorro del transporte de largas distancias) Además, nos posibilita conectar con los ciclos de la naturaleza, al consumir productos de temporada, comida de nuestra zona, fresca y de la época en la que estamos, a la vez que apoyamos a los agricultores y productores locales.
7. Trato personalizado
Otra de las cosas indiscutibles que nos ofrece el pequeño comercio es confianza y trato personalizado. Detrás del mostrador, nos encontramos un auténtico especialista que podrá aconsejarnos y asesorarnos sin ninguna prisa, y cuyo conocimiento y atención aportan un valor añadido al simple acto de comprar. Esta misma política de exclusividad hace además que en la mayoría de los casos el servicio post venta sea también impecable, y los comerciantes nos faciliten todo cuanto esté en su mano para que salgamos de su establecimiento con ganas de volver.
Esta forma de consumo, hace además que compremos por decisión propia, lo que necesitamos, y frena el consumo compulsivo de productos que nos entran por los ojos en esas estanterías de diseño y tan estudiadamente colocadas.
8. Compiten con grandes superficies
Los comerciantes locales, tienen que competir no sólo por precio, sino por oferta de ocio de los centros comerciales y demás comercios de grandes corporaciones. En estos días, en que los medios de comunicación sólo recogen noticias de despidos masivos en forma de ERE, los pequeños comercios son los grandes perjudicados o la vez que los grandes olvidados de esta crisis. En este punto, pretendo resumir el compromiso en la conducta de la empresa que elabora aquello que consumimos.
La gran baza de estas grandes superficies, es un menor precio en los productos que nos venden, pero ¿nos hemos preguntado alguna vez cómo logran obtener beneficios a la vez que reducen los precios? Tras todo el dinero gastado en publicidad y en programas de ética em¬presarial, para reducir costes, las grandes superficies esconden unas condiciones de trabajo deficientes, unos salarios precarios, explotación a productores y agricultores a los que obligan a vender por debajo del coste de producción, promueven la deslocalización de empresas, llevada a cabo si no de forma directa, subcontratándose a fabricantes en la mayoría de los casos de países subdesarrollados que estén dispuestos a hacerlo y maximizan los beneficios de muchas grandes multinacionales. En otros casos, nos ahorramos unos euros en la compra, pero nos repercuten costes indirectos que asumimos sin darnos cuenta, como pagar el coche, la gasolina, el parking, bolsas…
En la otra cara de la moneda nos encontramos con los pequeños comerciantes, agobiados por llegar a fin de mes y con un menor margen para bajar los precios, que entre otras soluciones han asumido el aumento del 3% del IVA para intentar no asfixiar más al consumidor.
9. Los más desfavorecidos legislativamente
Las administraciones deben ser conscientes de la necesidad de fomentar, ayudar y no entorpecer, la existencia de la pequeña empresa que vemos en el más modesto negocio comercial familiar.
Además de todo lo expuesto, es innegable que existe una pasividad por parte de las administraciones hacia el pequeño comercio. Están faltos de una legislación que les ampare, y hacen falta medidas que les posibiliten competir en el mercado en igualdad de condiciones con las grandes superficies; medidas que regulen cuestiones como el horario, los impuestos, la concesión de licencias de apertura, las condiciones económicas con los proveedores, las normativas higiénico-sanitarias, la financiación, ayudas y subvenciones para el desarrollo de actividades y oficios tradicionales a punto de desaparecer etc; en definitiva, una ley de comercio y una política de ordenación comercial que tengan en cuenta el importante papel económico y social que desempeña el pequeño comercio.
10. Lugares de encuentro
La importancia de las relaciones sociales personales tiene una significación especial en lo que se refiere a las relaciones que comerciantes y clientes mantienen en los pequeños establecimientos. El contacto en los negocios locales fortalece las relaciones entre vecinos y los convierte en centros receptores y difusores de información vecinal, lugares de encuentro y tertulia, ya que bajar a la tienda siempre es una ocasión ideal para ponerte al día de los chascarrillos y rumores del barrio.
Por último, son también canalizadores de favores y ayudas (“esto te lo apunto hasta la semana que viene”, “yo le subo las compras”) a la vez que facilitan la vida de importantes sectores sociales con dificultades para acceder a las grandes superficies: personas sin vehículo, jubilados, y la tercera edad.
11. Alternativas
Ante la mala situación que atraviesa el pequeño comercio, no han tardado en aparecer iniciativas para impulsarlo y promoverlo, así como alternativas a la compra más tradicional para hacerla más atractiva.
Recibir semanalmente cestas ecológicas, formadas por frutas y verduras que nosotros mismos elegimos, provenientes de productores locales que nos traen directamente a casa (con tierra, caracoles y parte de la naturaleza incluida) es una buena forma de comer sano y contribuir al negocio local; igual que participar en un Cash Mob, evento que consiste en acudir a través de una convocatoria realizada mediante redes sociales un día y a una hora establecidos a realizar una compra en pequeños comercios locales de la comunidad donde se crea el evento. Además de esto, cada vez son más los comercios que se han apuntado a la nueva tecnología y atienden a pedidos realizados a través del Whatsapp para facilitárnoslo todo lo posible.
Otra alternativa, consiste en promover el asociacionismo del pequeño comercio, creando redes de pequeños establecimientos de una misma calle o de un mismo barrio, siempre que sean unilocalizados y elaborar una web para darse a conocer.
12. Compromiso
Consumir en el pequeño comercio, supone al fin, una elección, quizá más profunda de lo que nos hayamos parado a pensar. Y ello porque ir de compras, es una de nuestras actividades cotidianas, en la que los ciudadanos tenemos a nuestro alcance una herramienta fundamental de cambio social, el consumo. Como consumidores, último eslabón del sistema económico, tenemos una responsabilidad, pero también tenemos un poder, podemos influir en la marcha de la economía y del mundo de una forma directa. Tenemos la oportunidad de utilizar nuestro criterio de decisión de acuerdo a nuestras convicciones y promover, a través de nuestros patrones de compra e inversión, la construcción de la sostenibilidad.
RESUMIENDO
Los pequeños comercios locales deben protagonizar la recuperación de la ciudad viva, gremial, corporativa, tradicional, segura, amable, multifuncional, comercialmente justa y socialmente equitativa, generadora de empleo estable local. ¿De verdad merece la pena ahorrarse unos pocos euros sacrificando un producto mejor y una atención personalizada?
Por todo ello, se exhorta a apoyar a estos protagonistas insustituibles que dan vida a las ciudades y a reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y sobre nuestra responsabilidad a la hora de contribuir a la generación de riqueza.
Grupo carlista de Consumo Responsable de Avilés y Comarca, a 28 de febrero de 2016, festividad de San Gabriel de la Dolorosa.
Círculo Tradicionalista Pedro Menéndez de Avilés: Campaña en defensa del pequeño Comercio Local.
«¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘
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