LAS MALVINAS: EPICENTRO DE LA IDIOTEZ
El conflicto de las Malvinas reúne todos los requisitos para ser catalogado en una antología de la idiotez histórica. O histérica. Es curiosa la actitud adoptada por muchos ante este conflicto. Por una parte, y ciñéndonos al ámbito español, nos encontramos con una extraña alianza espiritual entre los llamados derechistas y los izquierdistas.
Falangistas y ultranacionalistas de toda la vida dan rienda suelta a su viejo reflejo antibritánico y se ponen al lado de la Junta de militares argentinos simplemente porque en las Malvinas ven una antigua colonia inglesa. Y nada más. Por otra parte, cójase cualquier periódico izquierdista, y se detectará, indiscutiblemente, una actitud pro-Argentina. Y sucede que esa actitud no es privativa de España. En todas partes ocurre igual. Curioso, ¿no?
Inmediatamente se nos ocurre preguntar ¿quién se equivoca? ¿Se equivocan los sedicentes derechistas? ¿Se equivoca toda la Izquierda Mundial, infeudada, sabiéndolo o no, queriéndolo o no, al Kremiin? Porque no hay duda alguna, alguien se equivoca. Centrémonos. Estamos hablando de Política. No de Teología, o de Moral. Se trata de una cuestión de Poder. Y de intereses, no necesariamente económicos, o no exclusivamente económicos. Las Malvinas se hallan en el Planeta Tierra; no son una visión del espíritu. Y en este Planeta, por imperativos geopolíticos, Occidente se encuentra librando una guerra política, es decir existencial. Es así, con toda la tozudez de los hechos. Ante Occidente se alza lo que Spengler, luminosamente llamaba "el Mundo Abisal".
Y resulta que este mundo abisal, unánimenente, se ha puesto al lado de la postura oficial argentina. No voy a insultar la inteligencia del lector amigo sugiriendo que ese apoyo se ha producido por creer justa la causa del entonces General-Presidente Galtieri. La justicia o injusticia de las causas no tienen nada que ver con las posturas políticas de bloques de poder; creer lo contrario es puro infantilismo. Esas posturas --esas tomas de posición-- dependen exclusivamente del interés político. La Izquierda, toda la Izquierda, desde la URSS hasta la Cuba de Castro, desde la prensa comunista radicada en Occidente hasta nuestros partidos comunistas indígenas --"euros" o no—han apoyado a Galtieri. Y los viejos nacionalistas del Nacional-Atomismo, por una vez, coinciden con sus enemigos jurados. Insólito. ¿No?.
Alguien se equivoca. Si la adopción de una postura política depende del interés político de las fuerzas que se enfrentan, lo cual es un axioma, y dos fuerzas antagónicas coinciden al adoptar la misma postura, no cabe la menor duda: una de las dos se equivoca. Es así y es imposible que sea de otra manera. La Lógica tiene, también, sus derechos.
Ahora bien, ¿quién se equivoca? ¿Las Izquierdas o las Derechas? Disponemos de dos caminos para descubrirlo. El del cálculo de probabilidades, no cabe resquicio a la menor duda razonable. Si partimos de la base de que, en 1945, la URSS, que había sufrido los más terribles golpes infligidos por la Wehrmacht, se hallaba circunscrita a los límites de la antigua Rusia zarista, territorialmente hablando, mientras ante ella Occidente había sufrido menos, y su adalid geopolítico, los Estados Unidos, infinitamente menos y en el cenit de su poderío militar, con el monopolio de la bomba atómica, y que, a pesar de ello, desde entonces, el Comunismo se ha extendido por media Europa, la China, dos tercios de Indochina, casi la mitad del Africa e incluso en Cuba y Centro-América; si consideramos que Occidente se ha limitado a intentar contener --repetimos, intentar contener-- el avance inexorable del Comunismo, no logrando casi nunca --ejemplo más reciente: el Afganistán-- y no consiguiendo jamás anotarse una victoria siquiera parcial, algo resulta evidente: el Enemigo acierta. El Enemigo será lo que se quiera, menos estúpido. Tiene un concepto clarísimo de sus intereses. Hace abstracción de "ideologías", “ideales", "constantes nacionales”, irredentismos, imperativos religiosos, "moral política" y demás zarandajas. Sólo cree en un concepto, pero cree en él firmemente: en su misión histórica de destrucción de Occidente. "Sólo hay en el fondo de la cuestión, dos naciones: Oriente y Occidente” decía Napoleón.
El Enemigo ha acertado siempre. Los que se suponen abanderados de Occidente, las Derechas (no es así, pero vamos a aceptarlo en beneficio de una cierta inercia mental) no han acertado nunca, y ponemos a la Historia Contemporánea por testimonio de ello. ¿Es lógico suponer que en el caso de las Malvinas una tradición política, una constante histórica se quebrara excepcionalisimamente? Desde 1945, cuando tras el aplastamiento del monstruo nazi "estalló" la paz, hasta hoy, han habido en el mundo no menos de 200 conflagraciones armadas; fuera cual fuera el pretexto local, en el fondo había siempre un trasfondo de "Gran Política", es decir, de Política Planetaria, en el que se debatían cuestiones relativas a la lucha no por no declarada menos real –Oriente-Occidente. En todas ellas, con la posible excepción de los casos de Corea y Biafra, terminados en "empate", venció Oriente, aún cuando sobre el papel los transitorios vencedores fueran titulados "nacionalistas" e incluso "anticomunistas", subjetivamente hablando. Contando como irresolutos los casos de Corea y Biafra, el cálculo de posibilidades nos dice que el Enemigo acierta en un 99 por ciento de casos. Es superimprobable que en el caso de las Malvinas se hayan equivocado.
Lo lamentamos infinitamente por nuestros entrañables hipernacionalistas, por nuestros impagables antibritánicos sistemáticos, y que quede constancia que quien esto firma no tiene motivos especiales para sentirse anglófilo, precisamente. Pero recalcamos que hablamos de Política, y no de sentimientos, pues decía Talleyrand que con buenos sentimientos se suele hacer muy mala política.
Y vayamos a los resultados inmediatos:
Como consecuencia de la acción argentina de la ocupación de las Malvinas y la consiguiente reconquista inglesa, la débil alianza atlántica se ha resquebrajado un poco más; la Flota Británica, que tenía por misión cubrir el flanco Norte de las costas europeas, se enfrascó en una guerra absurda cerca del polo Sur, dejando desguarnecida la zona europea cuya protección le había sido encomendada; el enjambre de mendigos conocido como países "tercermundistas" aprovechó la oportunidad para volver a escupir las manos occidentales que les alargan las limosnas que les permiten subsistir; la URSS y sus satélites adoptaron el socorrido papel de defensores de los desvalidos, al ponerse al lado de Argentina contra el grandullón (o "exgrandullón") inglés, ganando con ello influencia política, no sólo en Argentina sino en toda Sudamérica. "Os sostendremos" les dijeron Breznev, Castro y compañía a los militares argentinos. Y es cierto: les sostuvieron de la misma manera que la cuerda sostiene al ahorcado. Y como todo se paga, y más en Política, ya ha aparecido el precio de ese sostén, de esa ayuda. Sé ha podido leer en la prensa --en letras pequeñitas, eso sí-- que la junta de militares rioplatenses ha decidido liberalizar" el régimen y autorizar, de nuevo, el llamado libre juego" de los partidos políticos, suponemos que incluido el comunista. Toso eso son resultados. Todo eso son hechos. En cuanto al "apasionante" tema de la soberanía inglesa o argentina sobre un inhóspito archipiélago perdido en las brumas del Atlántico Sur poco importa la transitoria victoria inglesa pues tengo muy claro que argentinos e ingleses, a la larga e incluso a la corta, saldrán, ambos, perdedores.
Lo , siento, pero discrepo de la simplista actitud de los sedicentes "derechistas" y, por supuesto, comprendo la oportunísima toma de posición de los conocidos como “ízquierdistas".
La guerra de las Malvinas es una guerra idiota, y empleamos el presente porque en realidad no ha terminado, que sólo sirve para resquebrajar, un poquito más, la ya de por sí precaria unidad del mundo anticomunista. Ambas fuerzas en presencia son, teóricamente al menos, anticomunistas. Luego también lo son las víctimas que se ha cobrado hasta ahora, esa payasada.
El gasto, en hombres y material, lo hace Occidente. El beneficio moral y político, lo obtiene Oriente, es decir, la Gran Termitera y sus líderes económico-espirituales del Sionismo.
Todo en esa guerra es demencial. Desde la feroz actitud inglesa de defender por las armas unos inhóspitos peñascos sin ningún valor económico ni, al menos para Inglaterra, estratégico, cuando se han entregado, desde Londres, territorios valiosísimos, el último de ellos Rhodesia, hasta
la tartarinada argentina en defensa del honor nacional que exigía "recuperar" las Malvinas. En primer lugar diremos a ese respecto, que nunca se ha hecho una guerra por el honor. Cómo pretexto, aún; como motivo, no. Hay que ir con mucho tiento al manejar conceptos abstractos al incorporarlos a situaciones concretas. Estarnos hablando de Política, repetimos; no de Moral. No queremos sugerir con ello que la Política debe necesariamente ser inmoral; lo que afirmamos rotundamente es que la Política debe ser polótica. Y que conceptos privados, respetabilísimos pero privados, como el amor, el honor, el odio, la simpatía o antipatía, no tienen cabida en política, es axiomático. La Política se ocupa de la disyuntiva Amigo-Enemigo, como el Arte de la dicotomía Belleza-Fealdad, la Religión de la oposición Bueno-Malo o Moral-inmoral, y la Economía del binomio Util-Inútil. El enemigo puede ser simpático, ser moral y económicamente rentables las relaciones con él; pero continuará siendo el Enemigo mientras subsista el problema existencial, agónico, que motiva que sus, intereses, territoriales o estratégicos, entren en conflicto con los nuestros. Que la propaganda presente al Enemigo como pérfido o estúpido no significa más que la propaganda es una herramienta de la Política.
Desde esa óptica,
Inglaterra y Argentina no son enemigas, como no lo eran Alemania e Inglaterra en 1939. Se hizo estallar una guerra entonces, porque al Sionismo y al Comunismo le interesaba. Se ha hecho estallar ahora una miniguerra por escalada, increíblemente grotesca, en los aledaños del Polo Sur, sin que intereses existenciales se hallen en juego. Políticamente, prácticamente, ambos deben perder, a la corta o a la larga. Independientemente de los colores de las telas que ondeen en los mástiles clavados en las rocas de las Falklands-Malvinas al término de esa siniestra chorrada. De momento, ondea al viento la Unión Jack. En un próximo mañana, tal vez lo haga la albiceleste. Una cosa es segura: si en Buenos Aires heredan el poder los demócratas o los marxistas, Londres no dará ni un paso para defender aquellas islas. Londres sólo combate a los anticomunistas. Y si alguien lo duda, que se lo pregunte a los blancos de Rhodesia, vendidos por su exmetrópoli a los marxistas negros de la nueva Zitnbabwe.
Joaquín Bochaca,
CEDADE, N.º 110, Septiembre de 1982.
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