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Tema: Acerca del Carlismo antes y ahora

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    Zumalacárregui está desconectado Miembro novel
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    Acerca del Carlismo antes y ahora

    Lo que es el carlismo


    ¿Qué es el carlismo? Si se le pregunta a alguien, la mayoría no sabría responder a la pregunta. Aquellos que quizá se acuerden de sus años en el colegio dirán que el carlismo representó una disputa dinástica a lo largo del siglo XIX en España y que defendían el Antiguo Régimen. Las personas un poco más informadas dirán que el carlismo es movimiento católico de tipo tradicionalista, que durante el siglo XIX defendió una concepción pre-liberal del Estado, sobre todo los fueros, que fue de enorme importancia en la Guerra Civil Española y que tras el franquismo perdieron toda su fuerza.





    Las definiciones dadas anteriormente, sin ser forzosamente falsas, son incompletas. Quizás hace 60 años (antes del Concilio Vaticano II) esas definiciones estuvieran más ajustadas a la realidad pero hoy no es así. La definición más correcta del carlismo sería, hoy por hoy, la defensa del modo de vida católico en todos sus aspectos.





    El carlismo, a diferencia de otros movimientos legitimistas, logró pervivir en el tiempo y seguir siendo una fuerza a tener en cuenta por parte de los poderes establecidos hasta los años 70 del siglo XX. Esta situación favoreció que los carlistas tomaran conciencia de aquello que estaban defendiendo. En un principio los carlistas se movían por instinto porque para ellos la sociedad católica tradicional era una experiencia vivida y simplemente defendían su modo de vida. En España todavía existía el fuero, cosa que no tenía equivalente en Europa desde hacía siglos. En última instancia los carlistas tomaron conciencia que su deber último era la defensa de la Verdadera Fe porque sin la Verdadera Fe no hay carlismo. Ya hablemos de la agresión directa, como en caso del comunismo o del sabotaje interno como en el Concilio Vaticano II, el carlista debe, en la medida de sus posibilidades y dentro de los campos que le competen, hacer todo lo que esté en su mano para defender la Verdadera Fe.





    Ciertamente, dentro de la historia del sistema liberal la Iglesia Católica ha tenido la actitud contraproducente de posicionarse junto la derecha o la extrema derecha y algunos historiadores liberales han metido al carlismo en el mismo saco que fascistas o absolutistas pero la cosa es bastante más compleja.





    El carlismo en los años 60 sufrió la traición de Carlos Hugo de Borbón-Parma que, privándole del elemento católico y de su doctrina, pasó de ser movimiento aliado de la Falange a convertirse en un movimiento de extrema izquierda. ¿Como fue esto posible? Por la naturaleza misma del carlismo.





    Para poder dar una imagen fidedigna de lo que es el carlismo dentro del esquema mental que nos impone el sistema liberal, hay que tener en cuenta un concepto que el eje derecha-izquierda no toca en profundidad, y ésto es el paso del tiempo.




    Si tenemos en cuenta el paso del tiempo y la actitud que se tiene frente a él, el arco político tiene bastante más lógica porque nos permite ver al sistema liberal como un todo.





    Así pues habría 4 clasificaciones:



    • La derecha política (PP en España) sería conservadora dado que pretende conservar lo que está dado en cualquier momento (sin importar si ésto es bueno o malo), no se opone a los cambios pero tampoco suele promoverlos. Se suelen guiar por la lógica utilitarista. No conservan lo que sea bueno conservar sino lo que es práctico conservar aunque sea nefasto a largo plazo.
    • La izquierda política (el PSOE en España) sería progresista. Sí que propone cambios pero generalmente lo hace con cautela y de manera gradual. Ésto no es algo malo en sí mismo. El problema está en que su idea de progreso pasa por el

      marxismo que tanto en la teoría como en la práctica ha sido un disolvente para la sociedad, sobre todo para las instituciones naturales como la familia.
    • La extrema izquierda (Podemos en España) sería revolucionaria. Los revolucionarios suelen mirar a un futuro casi siempre de una forma casi mesiánica suelen mirar con desdén al pasado y cuando lo hacen sólo valoran como positivos los eventos que ayudaron a destruir el Viejo Orden. Su visión de la historia es muy similar a los progresistas pero, a diferencia de ellos, quieren acelerar la historia para llegar cuanto antes a su futuro mesiánico. Su autocrítica (aunque existe) suele ser mínima porque ´´quieren mejorar el mundo´´.
    • La extrema derecha (Vox, Alternativa Española, etc.) sería reaccionaria. Por norma general, los reaccionarios suelen mirar al pasado y tienen una visión idealizada del mismo. Por eso su ´´reacción´´ ante la degeneración social suele estar basada, no tanto en como fue el pasado sino en como les gustaría que hubiera sido el pasado. Así pues, en sus explicaciones de por qué la sociedad degenera suele haber escasa autocrítica y generalmente se busca algún chivo expiatorio.
    • Se podría, quizás, añadir un quinto grupo que sería el centro (Ciudadanos en España, ¡En Marcha! En Francia) que caracteriza por la vacuidad de contenidos. Teniendo en cuenta que en la sociedad actual la superficialidad es característica principal de todos los grupos políticos, cuando nos referimos al centro, podemos hablar sin ambages de nihilismo puro y duro.



    Sin tener en cuenta el centro, que es un subproducto surgido en los momento de confusión que produce la crisis mezclada con la corrección política, el sistema liberal produce 4 tipos de actitudes conservadora, progresista, revolucionaria y reaccionaria. ¿Donde se podría encuadrar el carlismo dentro del esquema liberal?




    1. ¿Es el carlismo conservador? Ciertamente no. Como su propio nombre indica el conservador quiere conservar lo que está dado y que los cambios se produzcan de una manera lenta y controlada. Si estuviéramos en una sociedad basada en la Ley Natural como sucedió en la Edad Media, probablemente la mayoría de los carlistas sí serían conservadores pero en el momento actual sería absurdo. El carlista por definición quiere derrocar a la monarquía usurpadora y el sistema liberal que la ampara y restaurar el Viejo Orden y sólo es conservador en las cosas que merece la pena conservar (que cada vez son menos, por ejemplo, los conservadores todavía están en contra de la transexualización de los niños o de la pederastia).




    1. ¿Es el carlismo progresista? Tampoco. El carlismo no se opone al paso del tiempo ni a las reformas que obviamente son necesarias cuando una institución se va petrificando y pierde la savia. En ese caso hacen falta cambios que vuelvan a insuflarle espíritu. A lo que sí se opone el carlismo es al concepto mismo de progreso, es decir, al cambio por el cambio. Este modo de operar está basado en la idea de que la naturaleza humana es perfectible y ese progreso conduce a un final de la historia paradisíaco. Los carlistas, como católicos que son, consideran que la naturaleza humana es la que es por el Pecado Original y que sólo la Gracia de Dios puede cambiarla, que se puede intentar mejorar individual o colectivamente (sabiendo que es difícil) pero no borrar el Orden Natural. Que el ser humano está llamado a la grandeza pero que puede caer con relativa facilidad por el Pecado Original.




    1. ¿Es el Carlismo revolucionario? Es una pregunta interesante. Claramente el carlismo no es revolucionario. Por otro lado, sí que es cierto que tanto a nivel teórico como a nivel práctico el carlismo es lo más opuesto que existe al sistema en el que nos ha tocado vivir y ésto nos lleva a una reflexión interesante: hay una coincidencia de intereses (al menos temporal) con los revolucionarios que tampoco quieren mantener el actual sistema. Éste punto debe ser tratado con muchísima cautela y requiere aclaraciones. Probablemente cuando Carlos Hugo acometió su traición utilizó una lógica similar pero sin la precaución debida. Por un lado hay que tener claro que los revolucionarios no solo comparten con los progresistas esa misma idea de progreso hasta llegar a un Nuevo Orden Mundial mesiánico sino que además quieren acelerar el paso del tiempo para que llegue cuanto antes. Los carlistas no quieren acelerar nada. Nuestro Mesías vendrá cuando tenga que venir. Por otro lado los carlistas no están interesados instaurar ningún orden nuevo sino en restaurar el Viejo Orden Católico. Con lo cual podemos ver sólo hay una COINCIDENCIA PUNTUAL DE INTERESES que es el común desprecio al actual sistema. Aún así es importante tenerlo en cuenta, ya que, si en un momento dado los carlistas deciden volver a hacer proselitismo, probablemente encontrarán más gente dispuesta a escucharles entre las filas de Podemos que en las del PP.
    2. ¿Es el carlismo reaccionario? Ésta es la pregunta más interesante. Normalmente cualquiera diría que sí. Incluso quizás los propios carlistas lo acepten a regañadientes. A fin de cuentas ¿no lucharon los carlistas en el 36, lucharon contra ley de libertad religiosa y se opusieron a la democracia neoliberal en el 78? ¿Acaso no hicieron todo eso codo a codo con los falangistas? Y la Falange Española, ¿no es acaso el exponente español del Fascismo (aunque ya nadie quiera usar esta palabra) que es el movimiento reaccionario por excelencia? Pues si. Pero a pesar de todo la respuesta es no. El carlismo no es, no ha sido y no será nunca reaccionario. El reaccionario busca, en oposición al revolucionario, detener el paso del tiempo. Mira a un pasado idílico, una época gloriosa de su patria y salta de repente a un presente desagradable sin preguntarse por qué las cosas han salido así, casi siempre culpando a otros de los errores que han cometido los suyos. El carlista no. El carlista no busca detener el paso del tiempo, sino salvar de la degradación aquello que merezca la pena ser salvado. El carlista mira a la historia de una manera más realista (por influencia de la filosofía tomista) con lo que tiene menos tendencia a buscar chivos expiatorios. Aunque se puede admitir que en algún momento el carlismo se vio intoxicado por ideas de corte reaccionario el grueso de su pensamiento sigue esencialmente intacto. Luego si el carlismo no es reaccionario ¿por qué se aliaron los carlistas tanto tiempo con los reaccionarios? Por una COINCIDENCIA PUNTUAL DE INTERESES mal entendida. En la Primera Guerra Carlista, por ejemplo, los carlistas luchaban al lado de los conservadores porque tenían una COINCIDENCIA PUNTUAL DE INTERESES. En la Guerra Civil Española los conservadores estaban ya muy lejos del carlismo. Los carlistas defendían básicamente lo mismo que un siglo atrás por lo que ya no podían estar junto a los conservadores, tenían que estar junto a los reaccionarios. Por una COINCIDENCIA PUNTUAL DE INTERESES los carlistas combatieron junto a falangistas dándole a la Guerra Civil su verdadero carácter, el de Cruzada o estuvieron junto a Fuerza Nueva, defendiendo la unidad religiosa de España. Los reaccionarios ya no defienden la Verdadera Fe, el liberalismo les ha domesticado. Hoy los reaccionarios serían Donald Trump, Marine Le Pen o Alternativa Española, que muy poco tienen en común con el carlismo. Así es que los carlistas tienen que revisar su relación con ellos.





    Si el carlismo no es reaccionario, ni conservador, ni progresista, ni revolucionario ¿será quizás de centro? Ni muchísimo menos. De hecho en términos conceptuales lo más opuesto al carlismo no sería Podemos, que al menos, como los carlistas, desprecian este sistema, sino Ciudadanos, que representa la aceptación casi absoluta del mismo, cogiendo lo peor de las derechas y las izquierdas. El carlismo es, simple y llanamente, tradicional.





    Lo cierto es que en la díada que forman los conservadores y progresistas es donde se encuentra una concepción más racional del paso del tiempo. Es éste, el único punto que pueden tener en común con el carlismo. La diferencia reside en que unos quieren conservar un sistema podrido y el progreso que buscan los otros es siempre a peor con lo que se lleva a la sociedad a un callejón sin salida. En esa situación es donde surgen los extremos tanto del conservadurismo como del progresismo.





    Pero aún no se ha respondido a la pregunta.¿Donde se podría encuadrar el carlismo dentro del esquema liberal? No se puede. Si el carlismo es tradicional y el modo de vida tradicional es contrario al liberal quiere decir que el carlismo está fuera del sistema. ¿Significa eso que el carlismo no es ni de derechas ni de izquierdas? (como Ciudadanos o UPyD). No. Quiere decir que el carlismo es al mismo tiempo la derecha y la izquierda, pero en otro sistema.




    Si viviéramos en una sociedad basada en la Ley Natural (ésto es católica o si se prefiere, carlista) la actitud de los conservadores y de los progresistas sí que resultaría productiva, se reformarían las instituciones que hubieran perdido la savia y se conservarían aquellas que la mantuvieran. En una situación así no surgirían los extremos porque la sociedad no llegaría al grado de desesperación que les da nacimiento. Tampoco existiría la actitud nihilista que tiene el centro de negar la existencia de los problemas.




    El hecho de que el carlismo se aliara con los conservadores en la Primera Guerra Carlista y con los reaccionarios en la Cruzada, se debe a que el carlismo (que en el fondo no es más que la sociedad católica en España) es anterior al liberalismo. Es la misma sociedad que sale del Tercer Concilio de Toledo, que lucha la Reconquista, que evangeliza América, que va perdiendo terreno lentamente en el siglo XVIII, que se rebela contra Napoleón y que se enfrenta a Rafael de Riego en la Guerra Realista. En 1.833 no nace nada nuevo, simplemente se le pone la (nueva) etiqueta de carlismo. Sin embargo la ruptura que supuso el liberalismo no pudo ser total, eso es imposible. En 1.839 la sociedad seguía siendo católica pero el Estado ya no lo era, por eso era factible y lógica una alianza con los conservadores. En 1.939 la sociedad se había vuelto liberal pero todavía era católica la propia Iglesia y también el pueblo llano por eso tenía sentido una alianza con los reaccionarios, para defender la Verdadera Fe del comunismo. Hoy no queda nada de eso, de modo que hay que revisar las viejas relaciones y no tiene sentido hacer ninguna alianza que no sea temporal y para temas muy concretos.




    La sociedad católica


    A lo largo de su historia, la sociedad católica se enfrentó a toda una serie de problemas y desafíos que fueron afrontados con éxito y a tiempo. En un momento dado, y este momento fue la Peste Negra, empezó a reaccionar tarde ante los desafíos aunque todavía de manera correcta. Después de la Revolución Francesa la Iglesia Católica (ya no podemos hablar de la sociedad católica) se fue viendo cada vez más arrinconada hasta su colapso total con el Concilio Vaticano II. Lo que ha sobrevivido desde entonces, la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ha sido equivalente al último hilo de vida de un moribundo que lucha por sobrevivir.




    La Iglesia Católica se basaba (antes del Concilio Vaticano II) en la Tradición como guía para resolver los nuevos problemas. Desde la literatura anticatólica se vende que la Iglesia se cerraba a cualquier cambio pero esto no es verdad. En la Tradición se sigue una jerarquía que es, aproximadamente, como sigue: la Revelación, la Tradición Apostólica, la Tradición de los Padres de la Iglesia y la Tradición Conciliar. No es que la Iglesia Católica se cerrara a lo nuevo, simplemente exigía que para que una solución nueva a un problema fuera válida, tenía que ser coherente con todo lo anterior. Esta lógica hizo que la Fe Católica se asentara sobre cimientos muy firmes y que incluso en momentos de decadencia total (como hoy en día) siga existiendo un fuerte componente cristiano en la mentalidad de la gente y de las distintas ideologías que ha surgido aunque se encuentre desordenado y distorsionado.




    Los primeros desafíos de la Verdadera Fe comenzaron en el Imperio Romano. El Cristianismo comenzó su desarrollo en el Alto Imperio. En esta época, aunque el Imperio era muy fuerte militarmente, se llevaba un estilo de vida decadente. La mezcla de las distintas culturas unidas por el poder imperial creó un magma de religiones que iban teniendo mas éxito a medida que los viejos cultos romanos perdían fuerza y no podían llenar ese vacío espiritual. El principal desafío del Cristianismo en esta época es el gnosticismo. Cualquier lector dirá, probablemente, que el mayor desafío no eran los gnósticos sino las persecuciones del Imperio y tendrían razón. Pero las persecuciones no obligan afinar la doctrina, no obligan a pensar porqué la fe y la razón son compatibles y como deben conjugarse. La persecuciones obligan a salvar la vida (que ya es mucho).




    El gnosticismo tenía (y tiene) similitudes con el Cristianismo. Era una suerte de Cristianismo distorsionado como hoy lo es lo son los cultos de la nueva era. No es que falte la espiritualidad, es que tiene los conceptos tan desordenados y tan alejados de la realidad que ahí no se puede hablar de creyentes sino de alucinados. Hoy, por desgracia, la Hermandad Sacerdotal San Pío X, que es lo que queda de la Verdadera Iglesia, se encuentra en una situación muy similar a la de los primeros Padres de la Iglesia. Aparte del gnosticismo propiamente dicho surgen toda otra serie de herejías (arrianismo, nestorianismo, monofisismo) que obligan a definir en diversos concilios, entre otras cosas, la naturaleza de Cristo, la Santísima Trinidad o a la Virgen María como Madre de Dios. Por otro lado los primeros cristianos se vieron obligados a separar la paja del grano en lo que respecta al Imperio Romano purgando los elementos degradados del mismo y cogiendo aquellos que podían ser válidos. Cuando en los textos de los primeros Padres de la Iglesia vemos el termino pagano usado de una manera despectiva se refieren más a esos elementos decadentes que al paganismo en sí, que, como todas las culturas, tenía sus virtudes y sus defectos.




    El siguiente reto de la Iglesia Católica fue el islam (La Iglesia tiene retos todos los días pero aquí se trata de aquellos que han incidido de manera más significativa en el curso de la historia). La aparición del islam influyó poco en el dogma católico. El islam tenía una característica, muy similar al protestantismo, que la Iglesia Católica no respondió en su día y ésto es, la relación directa con Dios. El imán, como el pastor, sólo es un guía que interpreta la Revelación. En la fe católica el sacerdote no es solamente un guía sino también la autoridad. Tiene autoridad para guiar al creyente porque lo hace en base a la Tradición, que procede de la Revelación y no hace su interpretación personal. La Fe Católica ha tendido siempre a lo colectivo aunque no niegue lo individual ya que una creencia básica del Cristianismo es el Libre Albedrío y al final de nuestra vida rendimos cuentas a Dios de manera directa, no ante los sacerdotes o la Iglesia. Una filosofía (funesta) que intenta dar una respuesta católica a esta cuestión es el personalismo, pero eso sera en el siglo XX con una Iglesia en descomposición. Un dato curioso es que el islam aparece al mismo tiempo que se da la querella iconoclasta.




    La siguiente etapa de incertidumbre espiritual se da después de las Cruzadas. La toma de Tierra Santa supuso la apertura de rutas comerciales. Europa Central empieza a tener contacto directo con Oriente Medio. Con la llegada del comercio llegan nuevas ideas que supondrán nuevos retos para la Iglesia. Retos que afronta con éxito. Aparece la orden dominica, la orden franciscana y sobre todo Santo Tomás de Aquino inaugurando la filosofía tomista, que será fundamental para el carlismo. Éstas innovaciones darán respuesta a las diversa herejías y errores que irán surgiendo durante la Edad Media.




    La visión que aquí se ofrece es muy general por motivos de espacio. La Iglesia ha tenido que enfrentarse a este tipo de problemas todos días desde que nació pero en esas etapas es cuando se dieron con más intensidad.




    La Edad Moderna


    Fue al final de la Edad Media con la Peste Negra, el Cisma de Occidente (antes había tenido lugar el Gran Cisma, que aunque a largo plazo fue mucho más dañino, no resultó tan traumático para los contemporáneos como los sucesos del siglo XIII) y la aparición de la monarquía autoritaria cuando la Iglesia empezó a reaccionar tarde ante los problemas que se planteaban en el mundo. Todo ese malestar acabó provocando que en el norte de Europa, donde la implantación de la religión católica era menor, acabara teniendo éxito la Revolución Protestante (que no reforma). La respuesta dada por la Iglesia fue el Concilio de Trento, la Reforma Católica (que no contrarreforma), respuesta que fue adecuada pero que llegó cuando media Europa se había perdido.




    La Cristiandad quedó rota. La Iglesia logro atajar el gran mal que se dio en esa época, sobre todo con la creación de la Orden Jesuita, que actuó como un cortafuegos espiritual, pero la sociedad, que seguía siendo católica, era menos cristina que en la Edad Media.




    La degeneración que desembocó en la Revolución Protestante tiene también un carácter de tipo social. Un dato fundamental es que a partir del siglo XIV empiezan a surgir la monarquías autoritarias cuyo paradigma serán los Reyes Católicos. Las distintas rebeliones campesinas de la Baja Edad, que tenían un carácter medievalista, fueron aplastadas, centralizando cada vez más el poder de los monarcas. Las ultimas rebeliones de este tipo fueron la Revuelta Comunera y la Rebelión de las Germanías que coincidieron en el tiempo con la Guerra de los Campesinos Alemanes, ligada ya al protestantismo. Ésta última, diferencia de las revueltas campesinas del siglo XIV, no miraba al pasado con una idea restauradora sino que miraba a un futuro mesiánico con la idea de destruir lo que había en el presente y es la primera de las muchas revoluciones que destruirán el Viejo Orden.




    Otro dato de importancia es que los países que habían mantenido la fe católica se iban volviendo progresivamente más autoritarios, llegando al absolutismo. El aumento del autoritarismo irá parejo a la disminución del sentir católico por parte de la sociedad. A medida que los tentáculos del estado llegan todas partes, la influencia de la Iglesia va desapareciendo. Este proceso alcanzó su cenit con el comunismo.




    Analizando este proceso es donde se ve la contradicción principal de la Iglesia en esta etapa ya que su actitud hacia las monarquías absolutas era tibia cuando no sumisa. Católico significa universal es decir que no sólo debe llegar todos los pueblos del orbe sino también a todas las facetas de la vida tanto individuales como sociales. La organización del estado, por lo tanto, debe hacerse en base a principios católicos. Esos principios están definidos por Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica. Idealmente debe ser una monarquía, no debe existir en ella la usura, etc. Sintetizando, debe ser una forma de gobierno como la que propugna el carlismo. Ésta sólo se dio de manera generalizada en la Edad Media.




    A partir de la Edad Moderna se puede seguir hablando de estados católicos en la teoría, ya que sus instituciones seguían siendo católicas, pero en la práctica cada vez lo eran menos. Si en los siglos XVI y XVII se dan las monarquías autoritarias, en el siglo XVIII aparecerá la monarquía absoluta. En cada país este proceso se dio a su manera. En el caso concreto de España se dio con la Guerra de Sucesión Española y los Decretos de Nueva Planta. En la filosofía aparecen los Ilustrados que no sólo justificaban ese proceso sino que buscaban aumentar los poderes del Estado. Todos estos elementos acabarán dando lugar a la Revolución Francesa. Es necesario señalar que apenas existió oposición a este proceso. Solamente se dio por parte de los Jesuitas, que propugnaban el tiranicidio y los casticistas en España, que estaban contra el afrancesamiento, que percibían como una degradación de los principios católicos. Los Jesuitas fueron disueltos y en España todos los monarcas fueron afrancesados dejando de lado a los casticistas.




    La Revolución Francesa


    La Revolución Francesa tuvo varios efectos de inmenso calado en la sociedad francesa:



    • A nivel religioso la Iglesia fue separada de manera radical del Estado, cuando no perseguida. Si bien en el siglo XVIII hubo roces entre los monarcas absolutos y la Iglesia, el Estado seguía siendo católico aunque fuera de iure y suponía una limitación para en monarca. Con la Revolución se llega a una situación en la que el pueblo se considera a si mismo soberano, tomando así el lugar de Dios. Pero claro, en el mundo real el pueblo es una entelequia y lo que existe es la masa de gente que lo pide no es ni soberanía, ni un gobierno justo, ni nada parecido sino un dictador.
    • A nivel jurídico supuso acabar con lo poco que quedaba de los cuerpos intermedios dándole al Estado un poder una jurisdicción mayor que la que había tenido hasta entonces. La única institución natural a la que el liberalismo permitió subsistir sin problemas durante el siglo XIX y primera mitad del XX ha sido la familia nuclear.
    • A nivel de economía supuso una centralización sin precedentes del poder económico con la creación del Banco de Francia en 1.800. Bien es cierto que ya antes existía el Banco Real, creado en 1.712, con el que los monarcas franceses crearon el germen del futuro sistema capitalista. Es a partir de 1.800 con la creación del citado banco central donde la usura se instala en el poder, se puede hablar ya propiamente de capitalismo y se sientan las bases de un sistema que matará de hambre a la gente común, provocará grandes desplazamientos de población y finalmente traerá el comunismo.





    Es preciso señalar tres cosas:



    1. Antes que en Francia, este proceso se dio con la formación de los Estados Unidos de América. En los EE.UU. es donde la implantación del liberalismo se dio en su forma más completa. La Revolución Francesa como después la bolchevique mostraría la bestialidad del liberalismo pero es en los Estados Unidos donde el liberalismo alcanzó su mayor grado de perfección porque era un ´´territorio virgen´´.




    1. Este proceso se ha acabado dando en todos y cada uno de los países del mundo aunque no siempre en la misma medida. En el caso concreto de España, por ejemplo, en la constitución de 1.812 se dice expresamente que España es un país católico con lo que la separación Iglesia-Estado no es tan nítida. En cualquier caso, todos los países del mundo se rigen, en mayor o menor medida, por los parámetros que surgen en la Revolución.
    2. La Iglesia Católica estará desde ese momento a la defensiva. Si bien es cierto que la Doctrina Social de la Iglesia surge en esta época y se da el Concilio Vaticano I que reforzará le que se asentó en Trento. Será la última vez que la Iglesia actúe bien afrontando un desafío del mundo aunque será muy tarde, con el liberalismo triunfante y el comunismo ya en marcha. Irá lentamente perdiendo terreno hasta ser arrollada por la modernidad en el Concilio Vaticano II.





    Es en este contexto donde surge el carlismo o, mejor dicho, la etiqueta de carlismo. El carlismo es el modo de vida católico aplicado a España. Su fundación está en el Tercer Concilio de Toledo. Sus antepasados serían los payeses, los irmandiños, los comuneros o las germanías. Los maulets en la Guerra de Sucesión Española serían otro antecedente. Finalmente el movimiento popular que hubo en la Guerra de la Independencia, el Manifiesto de los Persas, la Guerra Realista o la Guerra de los Agraviados serían el precedente más inmediato.




    Evolución del carlismo (1.833 – 1.876)


    El carlismo, en un primer momento, era como cualquier movimiento monárquico de Europa. En el Reino Unido existieron los jacobitas que quisieron restaurar a los Estuardos. En Francia apareció el movimiento legitimista en oposición a los revolucionarios. En Italia hubo movimientos populares como el sanfedismo en Nápoles y la Pascua Veronesa que rechazaban al invasor francés. En el Tirol se produjo un movimiento análogo. En Suiza la Guerra del Sonderbund. En Portugal el miguelismo. También serían comparables los realistas en Hispanoamérica e incluso, salvando las distancias religiosas, los lealistas de las trece colonias americanas.




    Todos estos movimientos tienen en común que hicieron frente al liberalismo pero sólo el carlismo tenía las características necesarias para perdurar en el tiempo. Estas características serían:



    • La fe católica. Fundamental. A diferencia de los lealistas americanos o de los rusos blancos, donde su fe tenía un elemento secundario, la fe católica, por ser católica y por lo tanto independiente de cualquier Estado o monarca, sirvió de verdadero pegamento para el movimiento.
    • Había un monarca. A diferencia de otros movimientos populares sin un mando unificado. Una figura a la que mirar que uniese a aquellos que combatían por esa causa.
    • Existían los fueros y otros cuerpos intermedios. A diferencia de los jacobitas. Inglaterra había visto como sus instituciones tradicionales habían sido trituradas. Una monarquía absoluta protestante no es tan diferente de una monarquía absoluta católica.
    • Tuvo toda una serie de intelectuales que no tuvo ningún otro movimiento y que lograron darle al carlismo coherencia interna, dotándolo de una doctrina.
    • Tenía apoyo popular. A diferencia del miguelismo portugués, lo que le dio continuidad en el tiempo.
    • Pero por encima de todo. Era una experiencia vivida, con lo que la gente era más consciente de lo que estaba perdiendo.





    El carlismo luchó a lo largo del siglo XIX en tres guerras. Ya en la primera guerra quedan perfectamente claros algunos puntos del ideario tradicionalista:



    1. El Estado debe regirse por principios católicos. Esto es el rechazo de conceptos como la soberanía nacional o la separación Iglesia-Estado. La soberanía solo la tiene Dios y si bien la Iglesia y el Estado son dos cuerpos diferentes, cada uno con sus ámbitos, el último debe estar subordinado a la primera sin caer en el clericalismo.
    2. Los fueros. Los fueros en un conjunto de derechos y privilegios otorgados por el rey a distintas regiones, municipios, etc. Son una forma de derecho consuetudinario que actúa como contrapeso al absolutismo y que sumándole la existencia de los cuerpos intermedios supone una distribución más orgánica del poder.
    3. La legitimidad, tanto de origen como de ejercicio, en un régimen monárquico.



    Sintetizando, Dios, Patria y Rey.




    A partir del final de la Primera Guerra Carlista (1.833-1.839) cuando desaparezcan del carlismo todos los aspectos absolutistas (conservadores) que en un principio pudiera tener y podemos hablar con propiedad de tradicionalismo.




    Las bases filosóficas del tradicionalismo carlista serán los filósofos del casticismo, como Francisco Alvarado (el Filósofo Rancio), Agustín de Castro, Miguel de Lardizábal, Nicolás Pérez (el Setabiense), José Joaquín Colón de Larreátegui y Ximenez Embún o Fray Diego José de Cádiz, que se oponían a los afrancesados. En su día fueron criticados por ser autores vulgares pero a diferencia de pensadores franceses como Joseph de Maistre, defendían sus ideas a través del tomismo, es decir, se puede establecer una linea más o menos directa de pensamiento hasta Santo Tomás de Aquino. De Maistre en cambio apela a un misticismo vago (como harán todos los reaccionarios después de él) usando a Emanuel Swedenborg como inspiración. Ésta será una diferencia fundamental con el resto de movimientos de tipo legitimista, que tiene una continuidad doctrinal que llega hasta la Edad Media.




    En la primera etapa del carlismo serán Fray Rafael de Vélez, Fray Magín Ferrer y Vicente Pou Marca, algunos de los pensadores que más destaquen en la formación de la doctrina. Es curioso que dos autores conservadores que no estaban relacionados con el carlismo tuvieran gran importancia en la formación de pensamiento tradicionalista: Juan Donoso Cortés y Jaime Balmes.




    El caso de Donoso Cortés es llamativo porque durante toda su vida defendió la monarquía liberal que surgió de la revolución frente al carlismo. Formó parte de una corriente llamada liberalismo doctrinario y es el peldaño más inmediato que hay del carlismo al liberalismo. Sin embargo, aunque fue liberal hasta su muerte supo percibir, lo que podríamos llamar, la metafísica de la revolución.




    Estos autores vivirán en la época entre la Primera Guerra Carlista (1.833-1.839) y la Segunda (1.846-1.849). A pesar de las derrotas los carlistas siguen siendo una fuerza importante, sobre todo a nivel popular. Así en 1.855 tendrán poder para hacer otro levantamiento en Cataluña y en 1.860 el Alzamiento de San Carlos de la Rápita. En 1.869 como resultado del destronamiento de Isabel II se produce un nuevo alzamiento. Esta situación irá decayendo lentamente, a medida que las desamortizaciones y demás reformas liberales, vayan triturando los cuerpos intermedios, dando lugar a movimientos como el socialismo.




    En 1.864 aparece el Syllabus y la encíclica Quanta cura que darán nuevas alas al Catolicismo en política. El principal movimiento que surge en esa época fueron los neocatólicos. Los neocatólicos tenían la contradicción de defender una política católica dentro del sistema liberal. Así foralistas como Fidel de Sagarminaga o Arístides de Artiñano que en un principio no defendían la separación de las Vascongadas de España y en algunos casos cercanos al carlismo, serán el caldo de cultivo para la aparición del nacionalismo vasco tras la derrota en la Tercera Guerra Carlista (1.872-1876).




    Por otro lado la influencia de los neocatólicos favorecerá la aparición de una rama integrista del carlismo.




    La Comunión Tradicionalista


    En 1.868 es destronada Isabel II a partir de ese momento el carlismo decide organizarse politicamente. Hasta ese momento los carlista habían dejado el procedimiento parlamentario a los neocatólicos. En el año 1.869 formarán un grupo (no les gustaba llamarse partido) llamado Comunión Católico-Monárquica. Muchos neocatólicos que en un principio eran Isabelinos se unirán al carlismo, entre ellos Cándido Nocedal. Uno de los periódicos mas famosos que crearán será El Siglo Futuro. En 1.874 el grupo será renombrado como Partido Carlista coincidiendo con la Restauración de Alfonso XII.




    En este tiempo se desarrollará la Tercera Guerra Carlista (1.872-1876) en gran parte debido a la persecución religiosa iniciada en la Primera República. Ésta será la última vez que el carlismo intente tomar el poder en solitario, lo intentará en el futuro pero no tendrá la suficiente fuerza para hacerlo sin aliarse a otras fuerzas políticas.




    Es en esta situación de paz donde la doctrina del carlismo es puesta a prueba. Por un lado los neocatólicos fueristas de las Vascongadas se pasan al nacionalismo vasco después de la derrota en la última guerra carlista. Por otro estallarán las tensiones con los neocatólicos que acabarán formando el Partido Integrista en 1.888 de la mano de Ramón Nocedal (hijo de Cándido Nocedal) de tendencia clericalizante que privaba a la figura del monarca de su lugar legítimo dándoselo a la Iglesia. En esta época aparecerán autores como Antonio Aparisi Guijarro o Félix Sardá y Salvany insuflándole nueva vida a la doctrina.




    Sin embargo, si hay un pensador que destaque de esa época es Juan Vázquez de Mella. Fue con él y no antes cuando todos los aportes de la doctrina que estaban dispersos, empiezan a ser unidos como un todo coherente y compacto. Su influencia fue tan grande, que llegó a rivalizar con el rey Don Jaime III. Se llego a un punto tal, que en el año 1.919 se separó del Partido Jaimista (nombre del Partido Carlista desde 1.909) para crear su propio partido, el Partido Católico Tradicionalista. La razón para esta disputa fue algo tan espureo como que partido se debía tomar en la Primera Guerra Mundial, Vázquez de Mella era germanófilo y Don Jaime aliadófilo.




    A pesar de las rupturas, el carlismo siguió organizándose en su día a día. En 1.907 aparece el requeté como fuerza paramilitar fundada por Juan María Roma. En 1.910 aparecerá la Agrupación Escolar Tradicionalista que jugará un papel fundamental a la hora de reclutar requetés para el alzamiento y que, años después, será una fuerte oposición carlista al franquismo. En 1.919 se crean los Sindicatos Libres, de la mano de Ramón Sales Amenós (cruelmente asesinado por los rojos al inicio de la guerra), que plantarán cara a la CNT durante los años 20.




    A inicios del siglo XX la Comunión Tradicionalista empezaba dar signos de fatiga. El carlismo se encontraba dividido en tres partidos: el integrista, el mellista, y el jaimista (a veces también llamado Comunión Legitimista) El nacionalismo iba ganando terreno en las Vascongadas y también apareció en Cataluña finales del siglo XIX. Pero sobre todo la sociedad lentamente se iba haciendo más liberal y menos católica. España era uno de los países más católicos de Europa pero un siglo de liberalismo había hecho mella.




    Los carlistas se volverían a unir pero esta vez menos por la iniciativa propia y más por la presión externa. En 1.917 se produjo en Rusia la Revolución Bolchevique. El socialismo, que ya había sembrado caos en Europa en general y en España en concreto, se volvería mucho más violento. En el caso de España se llegó a un punto en el que para mantener el orden se instauró la dictadura de la mano de Miguel Primo de Rivera. Cuando cayó se instaló en España la Segunda República.




    Con la 2ª República comenzó la persecución religiosa a gran escala. Eso facilitó que en 1.931 el partido mellista se volviera a integrar en la Comunión. En 1.932 los integristas harían lo mismo.




    Al mismo tiempo, en 1.931 moría Don Jaime sin descendencia. A su muerte fue sucedido por su tío Don Alfonso Carlos, hombre mayor y también sin hijos. En esta situación se planteaba el problema sucesorio ya que se extinguiría la linea sucesoria de Don Carlos María Isidro. Así surgió una nueva linea del carlismo llamada carloctavismo que proclamaba a Carlos Pío de Habsburgo-Lorena y Borbón como rey legítimo de España. Carlos Pío, Carlos VIII para sus seguidores, era nieto de Carlos VII (padre de Don Jaime) por vía materna y por lo tanto sobrino de Don Jaime. Este grupo se agrupó en torno al Núcleo de la Lealtad y publicaron un periódico llamado El Cruzado Español con lo que también se les dio el apodo de cruzadistas. La existencia de este grupo abriría un problema que todavía no se ha resuelto, la cuestión dinástica.




    La llegada de la república aceleró la unificación y la organización del carlismo. En Andalucía apareció un líder organizador venido de las filas del integrismo, Manuel Fal Conde que revitalizó el carlismo en esa región y fue jefe del carlismo en España desde 1.936. A medida que se iban calentando los ánimos por la persecución religiosa el carlismo iba creciendo. Se aliaron con la Falange (FE de las JONS), partido de reciente creación, frente a los rojos. Finalmente con el alzamiento del 18 de julio de 1.936 se volvieron a unir a la Comunión Tradicionalista los carloctavistas.




    Por fin, después de 48 años, el carlismo volvía a ser una fuerza unificada. Por desgracia, ésto duraría muy poco. El 19 de abril de 1.937 Francisco Franco promulgó el Decreto de Unificación fusionando (secuestrando) a carlistas y falangistas en el partido de nombre interminable: Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET de las JONS) que duraría hasta 1.977.




    Es hasta el Decreto de Unificación donde todos los carlistas son unánimes en el análisis de su propia historia. Es a partir de ahí donde surgirán las disputas que llegan hasta hoy.




    Haciendo un repaso del primer siglo de lucha carlista, se pueden apreciar dos problemas de fondo:



    1. El carlismo declina lentamente por el continuo empuje liberal. Lo hace mucho más despacio que cualquier movimiento análogo de Europa, pero declina, en cualquier caso, de manera inexorable.
    2. El hecho de aceptar las reglas del juego liberal, creando un partido, facilitó la fragmentación del carlismo, siendo la más grave y persistente la de los integristas.



    El crecimiento en la época de la república y la victoria en Guerra Civil fueron un espejismo que, momentáneamente, deslumbró a los carlistas de la época y que, en modo alguno, solucionaron los problemas antes citados.




    Además de las dificultades ya existentes que sólo se habían resuelto en apariencia, se suman otros:



    1. Falta de liderazgo con la pérdida de la dinastía original. Sin un rey en el que se represente el ideal monárquico el carlismo carece de lógica.
    2. El carlismo, en teoría, estaba en el poder, formando parte de un sistema, en teoría, no liberal pero que sí lo fue en la práctica. Esta situación era contradictoria, acentuando la división entre un carlismo completamente antifranquista y otro que lo miraba de una manera más tibia.




    1. El más catastrófico de todos. La Iglesia se traiciona a sí misma en el Concilio Vaticano II. Acepta todas las premisas del liberalismo y el carlismo pierde así su razón misma de existir.



    Estos problemas destrozarán al carlismo.




    El primer franquismo


    El problema más inmediato al que se tuvo que enfrentar el carlismo era que no tenía un monarca. Después de la muerte de Don Jaime en 1.931 asumió la sucesión Don Alfonso Carlos. Éste último murió en 1.936 pocos meses después del Alzamiento. Con el fin de la dinastía original hubo tres posibles pretendientes al trono español por la rama carlista:



    1. Javier de Borbón-Parma, pretendiente por vía materna de la hermana de Don Alfonso Carlos.
    2. Carlos Pío de Habsburgo-Lorena y Borbón, pretendiente por vía materna de la hermana de Don Jaime.
    3. Juan de Borbón y Battenberg, pretendiente de la dinastía usurpadora, que se encontró en una situación similar a los reyes carlistas al llegar la república.





    Había un grupo de carlistas liderados por el Conde de Rodezno que cada vez tenían menos interés en la doctrina o la tradición carlista y que vieron en la unión del carlismo con Juan de Borbón la solución definitiva al problema dinástico. Así por ejemplo en las negociaciones anteriores al alzamiento, Fal Conde, la máxima figura del carlismo, no quería meter a luchar a los requetés sin que antes se le asegurara que del enfrentamiento saldría una monarquía tradicional, o sea, carlista. Fue la precipitación y, por qué no decirlo abiertamente, la deserción del Conde de Rodezno lo que forzó a la Comunión Tradicionalista a entrar en la guerra en una situación desfavorable. Cuando la Comunión fue secuestrada con el Decreto de Unificación, mientras Fal Conde era desterrado por oponerse, el Conde de Rodezno accedía al Ministerio de Justicia por aceptarlo.




    Más allá de los vendidos que acabaron uniendo a las filas del franquismo aprovechando ese momento de incertidumbre, los carlistas seguían sin tener un rey. Fue elegido Don Javier de Borbón-Parma 1.936 como regente sin aceptar por ello el título de pretendiente al trono. El fragor de la guerra hizo olvidar momentáneamente el problema.




    Sin embargo, al acabar la guerra el problema continuó ya que Don Javier no aceptó el título de rey hasta 1.953. Esta debilidad en el liderazgo será aprovechada por Franco que reactivará el carloctavismo en 1.943. Utilizarán el antiguo nombre de Comunión Católico-Monárquica. Este movimiento durará hasta la muerte de Carlos Pío en 1.953 sin descendientes masculinos. Hubo intentos de que su hermano mayor accediera pero no tuvo interés. Los carloctavistas que quedaron se unieron posteriormente a otros movimientos dentro del carlismo.




    La Comunión Tradicionalista se vio enfrentada a otro dilema nada más terminar la Cruzada. Se encontraba entre los vencedores pero no pudo capitalizar su victoria. El régimen surgido del alzamiento se parecía más al fascismo que al carlismo. Si bien la falange se vio perjudicada por el Decreto de Unificación nunca sería tan ninguneada como lo fue el carlismo.




    El fascismo fue una forma de reacción frente al liberalismo y el comunismo, que los rechazaba en la teoría pero los asumía en la práctica. Fue una creación de nuevo cuño y de origen extranjero. Carlistas y falangistas sólo tuvieron en común que defendían la fe católica, nada más. Podría decirse que el carlismo era el Viejo Orden Católico luchando por sobrevivir mientras que el fascismo (y en general cualquier movimiento reaccionario) eran las propias fuerzas de la modernidad, que crearon el liberalismo y el comunismo, pero torcidas contra sí mismas. El fascismo pues tiene una serie de características que lo hacen incompatible con el carlismo:



    • Culto al estado, como los comunistas. Llevan la idea de soberanía de los liberales a sus últimas consecuencias pero en vez de la entelequia del pueblo, el poder se le da al Estado, que es muy real.
    • La existencia de un banco central que (como su propio nombre indica) centraliza la economía hasta el extremo, también como los comunistas. En abierta oposición al tipo de economía descentralizada que promueve el carlismo.



    Como se puede ver fascismo y comunismo tienen una idea muy parecida de lo que deben ser el Estado y la economía y ésta es opuesta a lo que busca el carlismo.




    Aparte, el fascismo suele buscar hechos en el pasado pagano que den gloria a la historia del país. En el caso de Italia se recurrió al Imperio Romano. En Alemania, como no tenían un paganismo glorioso, lo inventaron (la raza aria). En el caso de España ésto no fue necesario porque la gloria de España fue la Reconquista y la evangelización de América.




    El franquismo, en resumen fue la versión española del fascismo. Si se ablandó o cambió las formas externas fue porque a partir de 1.945 se quedó prácticamente sólo y tuvo que adaptarse para sobrevivir. Con lo cual era contraproducente una alianza a largo plazo del carlismo con este régimen. La Comunión Tradicionalista se encontró en el callejón sin salida de tener que vivir en la semiclandestinidad o bien encajada dentro del partido único. Si bien sus miembros no eran perseguidos individualmente, sí se les perseguía y hostigaba cada vez que intentaban organizarse politicamente fuera del partido del régimen.




    En 1.942 se produjo un incidente en el barrio de Begoña, Bilbao, que revelaba el malestar de algunos carlistas y la naturaleza del régimen franquista. La Agrupación Escolar Tradicionalista (que estaba en semiclandestinidad) publicó un manifiesto donde llamaba a entablar una nueva cruzada, esta vez contra el falangismo. En respuesta, un falangista lanzó dos granadas a la multitud a la salida de una misa en Begoña en conmemoración por los caídos carlistas en la Guerra Civil Española. La misa estaba presidida por José Enrique Varela, antiguo requeté, que, al igual que el Conde de Rodezno, había aceptado el Decreto de Unificación y un puesto como ministro del ejército en el primer gobierno franquista. Este atentado fue utilizado por Franco para expulsar a los falangistas del poder ya que la Alemania nacionalsocialista empezaba a perder la guerra. De paso también fue cesado Varela y es que franco no recompensaba la deslealtad. Así, tanto falangistas como carlistas quedaron marginados de manera definitiva del régimen.




    Las primeras divisiones no tardaría en aparecer, Mauricio de Sivatte, jefe del requeté catalán se separó de la Comunión Tradicionalista en 1.949 (otras fuentes dicen que fue expulsado). El problema era que la regencia duraba dese 1.936 y ya era hora de que Don Javier asumiera la jefatura del carlismo. Sivatte, aunque probablemente tenía razón, tomó el peor camino posible, eligió que hubiera un carlismo sin rey. En 1.958 fundó la Regencia Nacional Carlista de Estella (RENACE), que durará hasta 1.978. A ella se unieron muchos carloctavistas que tampoco tenían pretendiente al trono.




    Aunque realmente había problemas más graves de fondo. Sivatte era un antifranquista acérrimo y el carlismo no acababa de definir su posición de una manera rotunda frente al franquismo. Fal Conde, jefe del carlismo desde 1.936 mantenía una postura de no colaboración pero no de oposición. Esta actitud se dio por el miedo que había al comunismo o a la vuelta de la república. En 1.945 la Unión Soviética dominaba toda Europa Oriental y en países como Francia e Italia los comunistas obtenían muy buenos resultados electorales. También se temía por un posible ataque de los aliados por haber ayudado a Alemania en la campaña rusa. Nada de ésto sucedió pero el miedo existía.




    En 1.955 Manuel Fal Conde es cesado como jefe del carlismo en España y será elegido José María Valiente que comenzó una política abiertamente colaboracionista con el franquismo.




    Estas contradicciones (y muchas otras) acabaría estallando de manera definitiva con el Concilio Vaticano II.




    El Concilio


    El Concilio Vaticano II tiene toda una serie de problemas. En primer lugar hay que entender el contexto de la Iglesia Católica. En 1.945 el mundo se encontraba repartido entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, que hoy forman el consejo de seguridad de las Naciones Unidas. Aunque este órgano tiene 5 miembros: Estados Unidos, la Unión Soviética (hoy Rusia), el Reino Unido, Francia y China, con el paso de los años se vería que en la práctica sólo 2 de ellos podrían hacer valer su fuerza, EEUU y la URSS.




    Es decir, dominaban el mundo los dos países surgidos de la revolución, el primero nacido de la revolución liberal y el segundo de la revolución socialista. El liberalismo, salvo ocasionales estallidos populares, no perseguía la religión. En Estados Unidos nunca lo hizo y en Francia, tras la bestialidad de la Revolución Francesa, Napoleón Bonaparte, que no representó más que la consagración del liberalismo, apoyó a la Iglesia para mantener el orden interno mientras conquistaba Europa. El comunismo, en cambio, perseguía a la religión con una saña y una violencia que no habían sido vistas antes, ni si quiera en el Terror francés. Los comunistas dominaban la mitad oriental de Europa y existía el miedo de que la dominaran toda.




    En esa incomoda elección, la Iglesia se vio empujada a tomar partido por los Estados Unidos. Cuando llegó el momento en el que se celebró el Concilio hubo una influencia protestante que nunca debió haber existido.




    Otro problema era que la Iglesia había tenido muy buenas relaciones con los regímenes fascistas. El católico de hoy en día suele hacer un ejercicio de autoengaño con este punto con las excusas más absurdas, que si Hitler no era católico sino pagano, que si los católicos fueron perseguidos por esos regímenes, etc. Sin embargo, por mucho que la gente se quiera engañar, la realidad es tozuda:





    • El nacionalsocialismo no nació en Prusia ni ninguna otra zona del norte de Alemania, que era protestante sino en Baviera, Austria y en general el sur del país, que era católico.
    • El concordato actual que tiene la Santa Sede con Alemania fue firmado en 1.933 poco después de la llegada del NSDAP al poder.
    • El estado de la Ciudad del Vaticano fue creado en 1.929 gracias a los pactos de Letrán con el gobierno de Mussolini, corrigiendo el hecho de que el Reino de Italia conquistara los antiguos Estados Papales en 1.870. El Papa dejo de ser un prisionero en el Vaticano.
    • La iglesia mantuvo buenas relaciones o apoyó a diversos regímenes de carácter más o menos fascista en Europa. El régimen de Vichy en Francia, el gobierno de Piłsudski en Polonia, el gobierno de Monseñor Tiso en Eslovaquia, a Ante Pavelić en Croacia, al franquismo en España, al Estado Novo en Portugal, etc. y en el caso de los que sobrevivieron solo empezó a tener malas relaciones con ellos después del Concilio.



    A fin de cuentas la alineación lógica de la Iglesia Católica sería con Alemania, que fue el Sacro Imperio y en general con los reinos de Europa que fueron quienes vieron crecer al cristianismo y lo defendieron en los tiempos más duros. Una alineación en cambio con los Estados Unidos era problemática porque las Trece Colonias surgen de la rebelión contra la fe católica y los propios EEUU nacen como rebelión a la sociedad pre-liberal, ahí la fe católica ha jugado un papel casi subversivo. Con Rusia tampoco sería lógica una alianza (aunque hablemos de una Rusia cristiana) porque es un país que nació de la ortodoxia.




    El problema reside en que las potencias del Eje perdieron de una manera tan aplastante y la propaganda en su contra ha sido tan extrema que hoy tenemos una visión completamente distorsionada de la época. En la actualidad, para el común de los mortales, no existió el Partido Nacionalsocialista sino los nazis de Hollywood.




    Sin embargo, cabe hacerse una pregunta, ¿por qué el franquismo no ha llegado a ser tan demonizado como el nacionalsocialismo? Incluso dentro de los regímenes de la época, ¿por qué el fascismo italiano no ha sido tan demonizado como el nacionalsocialismo alemán? La respuesta a la primera pregunta es bastante obvia. El franquismo ganó la guerra y el nacionalsocialismo la perdió y la Historia la escriben los vencedores. La prueba más evidente es que esta leyenda negra alemana no empezó a desarrollarse inmediatamente después de la guerra, cuando los que habían vivido los hechos estaban presentes, sino mucho después cuando había una generación de jóvenes que no habían conocido la guerra y eran mucho más fáciles de adoctrinar. La respuesta a la segunda pregunta responde a motivos más estratégicos. Alemania ocupa un lugar mucho más importante en Europa que Italia o España, es el centro del continente y fue un adversario mucho más duro que los italianos. Si Alemania hubiera vuelto a resurgir, habría sido un peligro mucho más grande para los vencedores que cualquier otro país de Europa. Si hacemos un análisis de la primera mitad del siglo XX desde esta lógica veremos que el nacionalsocialismo fue un régimen similar a los de su época que simplemente perdió la guerra, nada más.




    Sea como fuere, la Iglesia, dentro de la dinámica general, se vio obligada a hacer tabla rasa de su pasado y a aceptar el relato de los liberales. En fondo éste es el gran problema del Concilio. Según sus defensores, en el Concilio Vaticano II no hay una sola herejía, lo cual, técnicamente, puede ser cierto. El problema es que se hizo como si 20 siglos de Tradición no existieran.




    La Iglesia tuvo que apoyarse en distintos reinos a lo largo de la Historia para sobrevivir. Francisco Elías de Tejada hizo una división de la historia del cristianismo que resulta muy útil para ver este proceso. Tendría 3 fases:





    1. Cristiandad mayor. El Sacro Imperio Romano Germánico. Sencillamente, la Cristiandad como debe ser.
    2. Cristiandad menor. La Monarquía Hispánica, en una Europa ya rota por el protestantismo.
    3. Cristiandad mínima. El carlismo.





    Elías de Tejada describía así el declive de la Cristiandad Verdadera viéndose como los defensores de la Verdadera Fe son cada vez menos. Usando la misma lógica se puede hacer otra clasificación que muestre la progresiva degeneración de la sociedad ''cristiana'' o de la ''Iglesia oficial'' por los defensores que se buscaba:





    1. Cristiandad tradicional. El Sacro Imperio Romano Germánico. En la Edad Media. Sencillamente, la Cristiandad como debe ser.
    2. Cristiandad autoritaria. La Monarquía Hispánica. Siglos XVI y XVII. En una Europa ya rota por el protestantismo y con los países católicos cada vez más autoritarios.
    3. Cristiandad absolutista-liberal. Francia. Siglos XVIII y XIX. La situación de la Iglesia empeoró sensiblemente con la Revolución Francesa. A pesar de todo Francia fue, dentro de los regímenes liberales, en el que más se apoyó.
    4. Cristiandad Fascista. Los distintos estados fascistas de Europa, en especial el Eje. Primera mitad del siglo XX. La Iglesia se alía con unos regímenes con los que, directamente, no tiene nada que ver. Los viejos reinos cristianos hacía mucho que habían desaparecido y existía un miedo enorme a la revolución comunista.




    1. Cristiandad liberal-neoliberal. Estados Unidos. Segunda mitad del siglo XX. El comunismo tiene una fuerza abrumadora en Europa y se busca la ayuda de Estados Unidos. Esta alianza obligará a la Iglesia a perder su esencia, ésto es dejar de ser católica.





    Huelga decir que cada etapa de la Cristiandad fue peor que la anterior. Con esta trayectoria y en el contexto de esa época, podemos ya comprender por qué el Concilio se desarrolló de una manera tan nefasta. Ciertamente la Iglesia Católica necesitaba una revisión acerca de su forma de acercarse al mundo moderno, por desgracia no lo hizo siguiendo la Tradición, que implicaría romper la dinámica, sino continuando la trayectoria antes citada.




    Yendo a los hechos concretos, en la primera mitad del siglo XX se produjeron los que, con el tiempo, se ha dado en llamar, movimientos de renovación preconciliares. Estos movimientos serían 5:



    1. Movimiento bíblico. Buscaba en el estudio de la Biblia nuevos planteamientos para poder dar respuesta a nuevos retos de la Iglesia.
    2. Movimiento patrístico. El estudio de los primeros Padres de la Iglesia y que su ejemplo sirviera de inspiración para los cristianos modernos.
    3. Movimiento litúrgico. Estudiar los textos litúrgicos primitivos, para lograr en los tiempos modernos, el rito mantuviera la esencia pero con sencillez.
    4. Movimiento misionero. Con la idea de evangelizar.
    5. Movimiento histórico. Para profundizar en la eclesiología.
    6. Movimiento ecuménico. La Iglesia Católica es universal y por lo tanto ecuménica y debe llegar a todo el orbe. Este movimiento empezó con ese propósito.





    Estos movimientos, en principio, no tenían por qué haber sido negativos para la Iglesia. De hecho, si las circunstancias hubieran sido otras, quizás podrían haber revitalizado la fe católica en todo el mundo. Sin embargo, la Iglesia había a empezado a aceptar la concepción mesianista de la democracia protestante estadounidense, haciendo tabla rasa de su propia historia, de modo que todo cambio introducido fue para peor. La mentalidad de los primeros Padres de la Iglesia, su forma de evangelizar, la sencillez de sus liturgias, etc. sería muy práctica si uno se fuera a difundir el cristianismo a tierra de infieles pero era absurdo aplicarlo a Europa o Hispanoamérica donde la fe católica llevaba mucho tiempo asentada. Allí los problemas eran otros. Era fingir que veinte siglos de historia y de Tradición no hubieran tenido lugar.




    Por otro lado en los textos del Concilio se encuentran generalmente ambigüedades que no contradicen de una manera directa los dogmas cristianos pero que dejan la puerta abierta casi a cualquier interpretación y esas interpretaciones no se hacen en base a la Tradición católica sino de acuerdo a ese mesianismo democrático que nació en USA. Por poner un ejemplo ficticio de la lógica con la que funcionó el Concilio.




    Si se utilizara la frase:


    haz el bien sin mirar a quien

    como ejemplo de valores cristianos. A fin de cuentas ¿no dice el Nuevo Testamento amarás a tu prójimo como a ti mismo? y ¿no es esa frase lo mismo adaptado a los nuevos tiempos? Si se acepta este argumento así sin más, la conclusión a la que se llega es que el cristianismo es un buenismo absurdo.




    Una interpretación católica, de entrada, diría la frase completa, que es del libro de Mateo capítulo 20, versículos 37-39:


    Y El le dijo: AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: AMARÁS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.

    Sin hacer una interpretación teológica muy sesuda se puede ver que en la frase original se pone a Dios por delante de los hombres. Así que con la interpretación conciliar se ha eliminado el elemento espiritual, que es el principal y, en última instancia, convirtiendo a la Iglesia en una ONG. Si a esa interpretación, que no es, ni mucho menos, exhaustiva, se le añade la Tradición que nos viene dada por la Verdadera Iglesia, se podría llegar a conclusiones como la Doctrina Social de la Iglesia, por ejemplo. La Tradición al final no es más que la experiencia acumulada de siglos que nos dejan nuestros ancestros y que está inspirada por la Revelación.




    El Concilio Vaticano II duró de 1.962 a 1.965 y sus errores empezarían a sentirse con todas sus consecuencias a partir de la década de los 70.




    El carlismo durante el franquismo tardío


    Los carlistas, haciendo la interpretación católica de la sociedad que hacían, nunca se sintieron cómodos en el franquismo. Los sucesos de Begoña o defección de Sivatte lo mostraban y el colaboracionismo que comenzó con José María Valiente empeoró la situación. Quizás si no se hubiera producido el Concilio el carlismo hubiera podido sobrevivir al franquismo o al menos no hubiera tenido una evolución tan trágica.




    Con llegada de Valiente a la dirección del carlismo, el movimiento irá dando bandazos entre la colaboración y la oposición al franquismo. En 1.956 Carlos Hugo llego a España con la idea de reconstruir la organización del carlismo en los siguientes años se verá a carlistas ocupando puestos cada vez de mayor importancia dentro del régimen. En un primer momento la estrategia a seguir fue el acercamiento al régimen franquista. Al no lograr ningún avance, Carlos Hugo hizo un cambio de 180 grados traicionando todos los principios del carlismo. De intentar ser el rey de Franco pasó a intentar ser el rey de los rojos.




    Así pues, a partir de los años 60 se ve un progresivo acercamiento de Carlos Hugo a los movimientos de izquierdas y será en 1.968 cuando haga eclosión. En 1.963 se funda el Movimiento Obrero Tradicionalista que duraría hasta 1.969 que influyó decisivamente en el viraje ideológico del carlismo. La Agrupación Escolar Tradicionalista que llevaba mucho tiempo siendo contraria al franquismo también fue virando lentamente a posiciones de izquierda aunque hubo algunas que posteriormente se adhirieron a la Comunión Tradicionalista reactivada en 1.975. En 1.969 gran parte de las secciones de la AET pasaron a llamarse Comités Estudiantiles Carlistas. Entre 1.968 y 1.973 se da la actividad los Grupos de Acción Carlista, cercanos a la ETA, en la cual algunos de sus miembros ingresaron posteriormente. En 1.971 se funda el Partido Carlista retomando el nombre que había usado la Comunión Tradicionalista entre 1.874 y 1.909. En 1.973 Don Javier sufre un grave accidente de tráfico y abdica en Carlos Hugo en 1.975. En ese año se produce la ruptura definitiva del carlismo.




    En resumen, una vez perdido el elemento sobrenatural que le daba la fe católica al carlismo simplemente quedaron los elementos naturales y cada uno cogió de esos elementos aquellos que se adecuaban más a su carácter o a su entorno. En el caso de los partidarios de Carlos Hugo era el elemento popular.




    Pero había otro sector del carlismo que no estaba conforme con como se estaban desarrollando los acontecimientos. José María Valiente renunció como delegado jefe de la Comunión Tradicionalista en 1.968. A él se unieron antiguos carlistas como José Luis Zamanillo, Antonio María de Oriol Urquijo, Miguel Fagoaga y Juan María de Araluce y aceptarían a Juan Carlos de Borbón como rey de España. En 1.975 formarían un partido llamado Unión Nacional Española con la esperanza de que el nuevo monarca podría ser tradicionalista pero, al igual que el Conde de Rodezno, su deserción no les sirvió de mucho. Otros como Ramón Forcadell formaron el Partido Social Regionalista con igual resultado.




    Durante todo el franquismo, incluso en esos años convulsos, la doctrina tradicionalista se siguió perfeccionando y aquilatando a pesar de todas las dificultades vividas. Entre los autores de la época cabe destacar: Rafael Gambra, Álvaro D'ors, Francisco Elías de Tejada, Vicente Marrero Suárez, Juan Vallet de Goytisolo, Eugenio Vegas Latapié, Fernando Polo, Ignacio Hernando Larramendi o Raimundo de Miguel.




    En 1.975 muere Francisco Franco y los hechos se precipitan. En ese mismo año se vuelve a organizar la Comunión Tradicionalista de la mano de José Arturo Márquez de Prado, Raimundo de Miguel y Juan Sáenz-Díez. Ya desde 1.973 habían mantenido contacto con el hermano menor de Carlos Hugo, Don Sixto Enrique de Borbón-Parma para mantener a la Comunión dentro de los principios tradicionalistas y repudiando a Carlos Hugo.




    En el año 1.976 Zamanillo y otros miembros de la Unión Nacional Española idearon un plan para neutralizar al carlismo de izquierda. Ellos oficialmente no formaban parte del carlismo pero todavía estaban resentidos por el trato que les había dado Carlos Hugo en los 60 y conservaban mucho poder dentro del régimen. Así por ejemplo Antonio María de Oriol Urquijo era presidente del Consejo de Estado. La idea era ir a la romería de Montejurra, que desde finales de los 60 había sido tomada por los carlista de izquierdas, donde dejaban entrar a comunistas y separatistas, y desalojarla como acto simbólico de presencia del carlismo tradicionalista. Se le llamó Operación Reconquista y acabaron convenciendo a los miembros de la Comunión Tradicionalista de que se unieran. En ella murieron dos miembros del Partido Carlista, por desgracia, ésto salpicó a la Comunión.




    Tristemente, había elementos más oscuros detrás de todo esto. La Operación Reconquista se encuadra dentro de la demolición controlada del franquismo. El primer paso fue la muerte de Carrero Blanco. Por otro lado, el régimen tenía la determinación de neutralizar a los elementos de izquierda más peligrosos que empezaban a aparecer en la naciente democracia. Hubo otros muchos sucesos similares en España como por ejemplo el caso Scala o la matanza de Atocha. La idea era que hubiera una izquierda domesticada que siguiera las reglas del juego. Así aparecieron grupos como la Alianza Apostólica Anticomunista, el Batallón Vasco Español, los Guerrilleros de Cristo Rey, los Grupos Armados Españoles, Antiterrorismo ETA o la Acción Nacional Española que hicieron el trabajo de liquidar a la izquierda más violenta. La mayor parte de la lucha se dio en Vascongadas y algunos de los miembros de las organizaciones antes citadas formarían parte del GAL. Ésto a su vez se encontraba dentro del escenario más amplio que era la estrategia de la tensión en plena Guerra Fría, habiendo casos similares como la Operación Gladio en Italia.




    Estos sucesos mancharon la imagen de la Comunión Tradicionalista. Algunos carlistas, que no tomaron parte en estos sucesos, formaron nuevos grupos como Elías de Tejada que creó en 1.977 la Comunión Católico-Monárquica, cogiendo el primer nombre de la Comunión Tradicionalista. Por otro lado Mauricio de Sivatte y sus seguidores fundaron, a partir de la Regencia Nacional Carlista de Estella, un nuevo partido llamado Unión Carlista. A ella se unirían los últimos carloctavistas.




    La democracia


    En 1.979 había 4 fuerzas políticas que se definían como carlistas, la Comunión Tradicionalista, la Comunión Católico-Monárquica, la Unión Carlista y el Partido Carlista.




    El Partido Carlista defendió el sí en la constitución de 1.978. En 1.979 se presentaron a las elecciones generales sin obtener resultados. Obtuvieron un escaño en el parlamento de Navarra en las elecciones autonómicas del mismo año, que mantendrían hasta 1.983. Carlos Hugo se fue del partido en 1.980. En 1.986 estuvieron entre los fundadores de Izquierda Unida de la que serían expulsados meses después. Su último acto político de importancia fue en 1.998 cuando firmaron el Pacto de Estella y en la actualidad apoyan a Podemos. Carlos Hugo muere en 2.010 sucediéndole su hijo Carlos Javier de Borbón-Parma y Orange-Nassau.




    La Comunión Católico-Monárquica y la Unión Carlista no se presentaron a las elecciones y tuvieron un perfil político bajo en aquellas fechas.




    La Comunión Tradicionalista siguió teniendo es estigma de haber participado en los Sucesos de Montejurra y las demás fuerzas del carlismo tradicionalista no quisieron unirse a ella. Hay que señalar que siempre se habla de Montejurra pero raras veces se menciona a las víctimas tradicionalistas del terrorismo de ETA como José María Arrizabalaga, Luis María Uriarte, Jesús María Colomo, Dionisio Imaz o Eloy Ruiz por citar algunos de los muchos asesinados o heridos que superaron en más de 10 veces las muertes de los carlistas de izquierdas. Las Vascongadas sufrieron a finales de los 70 y principios de los 80 un exterminio ideológico del carlismo. La Comunión Tradicionalista tiene mucha más sangre derramada defendiendo España contra el terrorismo que los que la critican.




    Desde 1.976 la Comunión Tradicionalista tuvo contactos con Fuerza Nueva. En las elecciones generales de 1.979 formaron la coalición Unión Nacional a la que también unieron, Falange Española de las JONS, los Círculos Doctrinales José Antonio, la Agrupación de Juventudes Tradicionalistas (formada en 1.977) y la Confederación Nacional de Combatientes. Lograron un escaño que ocuparía Blas Piñar. En 1.981 se produjo el golpe de Tejero que según investigaciones recientes se dice que se organizó con la complicidad de la Casa Real con la idea de dinamitar el búnker y asentar el nuevo régimen. La coalición duraría hasta 1.982 y no renovaría su escaño.




    En 1.986, sin tener ya ninguna posibilidad de influir en la política nacional, los grupos que quedaban del carlismo se reunieron en San Lorenzo del Escorial en el Congreso de la Unidad Carlista. De ahí, los tres grupos ya existentes, la Comunión Tradicionalista, la Comunión Católico-Monárquica y la Unión Carlista, se unieron, integrándose los dos últimos en la primera y dando lugar a la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC). En estos años oscuros y difíciles será la labor intelectual de Rafael Gambra la que logre mantener la doctrina contra viento y marea.




    Sin embargo, había dos contradicciones que harían que la unión no pudiera funcionar en el largo plazo:





    1. Gran parte de los integrantes seguían el catolicismo conciliar que había perdido toda su esencia y cada vez se hacía más irreconocible.
    2. La CTC no ha tenido nunca un pretendiente al trono de España.





    Estas dos posiciones privan al carlismo de su razón de ser. Sin la Verdadera Fe y sin un rey, la CTC está llamada a convertirse en el Club de Amigos de la España Tradicional dado que solamente le queda el folclore. Existían pues dos facciones, una tradicionalista y monárquica y otra vaticanista y sin rey. Poco a poco fueron tomando el poder las facciones vaticanistas que rechazaban a Don Sixto y ésto provocó una división.




    En el año 2.000 los pensadores más destacados de la CTC se separaron formando nuevamente la Comunión Tradicionalista. Defendiendo la Verdadera Fe, que subsiste en la Hermandad Sacerdotal San Pío X y reivindicando a Don Sixto como Abanderado de la Tradición y Príncipe Regente. Se formó la Secretaría Política de Su Alteza Real Don Sixto Enrique de Borbón Parma cuyos Jefes Delegados fueron Rafael Gambra (2.000-2.004), Miguel Ayuso (2.004-2.010) y José Miguel Gambra (desde 2.010).




    La CTC se presentó a las elecciones al parlamento europeo de 1.994 y a las generales 2.004 y 2.008 sin obtener resultados. En 2.014 formó una coalición con los partidos Alternativa Española (heredero de Fuerza Nueva) y Familia y Vida de cara a las elecciones al parlamento europeo de ese año. La coalición se llamó Impulso Social y obtuvo peores resultados que sus miembros por separado. Tras las elecciones se disolvió.




    En 2.016 la Comunión Tradicionalista crea un partido, la Candidatura Tradicionalista con la idea de agrupar a los carlistas tradicionales.




    Los Deberes de la Monarquía


    Llegados a este punto es necesario comprender cual es el papel del monarca. La monarquía siempre se define por la relación que tenga con la autoridad espiritual. Así pues podemos encontrar 4 formas de relación entre los dos poderes:



    • Cesaropapismo. El Poder temporal absorbe a la autoridad espiritual. Este tipo de gobierno se dio en el Imperio Romano (el emperador también era pontífice máximo), en la China Imperial, el Imperio Japonés, los aztecas o en los distintos imperios que se formaron en la antigua Mesopotamia (acadios, asirios, babilonios, etc.)
    • Teocracia. La autoridad espiritual absorbe al poder temporal. Ejemplos serían el antiguo Egipto, los incas o el Tíbet.




    • La forma ortodoxa. La que se da en países de religión cristiana ortodoxa. La autoridad espiritual está separada del poder temporal pero está subordinada a él.
    • La monarquía católica. El poder temporal está encargado de proteger a la autoridad espiritual y está subordinado a ella.



    La fe católica tiene, entre otras características, que es la misma a través de diferentes estados y diferentes culturas, con lo cual, se ve obligada tener presentes distintos puntos de vista y no puede adquirir un enfoque nacionalista ni tiene tendencia a caer en el cesaropapismo. Tiene el poder temporal en los Estados Papales con lo cual no puede abstraerse de la realidad pero al mismo tiempo se encarga de la fe en reinos donde no lo tiene, lo que le obliga al mismo tiempo a ver las cosas desde una cierta distancia. El hecho de disponer de un estado propio hace que no esté sometida a los poderes de ningún gobernante pero al mismo tiempo, depende de los distintos reinos de la cristiandad para su defensa y tiene que lidiar con ellos, con con lo que tampoco puede convertirse en una teocracia (aunque a veces ha caído en el clericalismo que sería su forma atenuada).




    El sentido común nos dice que si la Iglesia no está sometida a los caprichos o las necesidades puntuales de un gobernante y puede ver las cosas desde una relativa distancia sin abstraerse del mundo real se encontrará en el Justo Medio que le ayudará a tratar de la manera más correcta tanto los asuntos más espirituales como los más terrenales. Por esta razón (entre otras muchas) la Fe Católica es la Verdadera Fe.




    La única vez que la Iglesia Católica no cumplió con esa concepción de la sociedad fue en Estado Monástico de los Caballeros Teutónicos en Prusia, una teocracia. No parece casual que fuera uno de los primeros en convertirse al protestantismo.




    Hay una frase de Julio Meinvielle que resume bien como debe organizarse el estado católico:


    La economía sirve al Estado, el Estado sirve al Hombre y el Hombre sirve a Dios

    Así pues en la sociedad católica que defiende el carlismo hay una jerarquía de prioridades en la que se podrían encontrar 3 niveles de importancia:



    1. La autoridad espiritual. La Iglesia Católica.




    1. El poder temporal. Idealmente la monarquía.
    2. El poder económico. Que debe estar sometido al Estado en aquellos casos en los que el bien común lo requiera.
    3. Se podría quizás añadir un cuarto nivel, que serían las buenas costumbres a nivel popular.

    De hecho, es así como se organizó la sociedad católica en la Edad Media:



    • El Primer Estado. El clero.




    • El Segundo Estado. La nobleza.
    • El Tercer Estado. La burguesía.
    • El campesinado



    Dos puntualizaciones:



    1. Aunque el campesinado suele agruparse dentro del Tercer Estado, ciertamente era clase diferente. Por eso de la burguesía salió la clase dominante del liberalismo y del campesinado el proletariado.
    2. Hay quien puede decir que la sociedad de castas también se organiza así, por lo que si la fe católica, que es la verdadera, produce este tipo de sociedad, el Hinduismo también será verdadero. Este argumento sería falaz. El Hinduismo no es un solo culto sino una sucesión de religiones superpuestas, de modo que no es tanto una religión en sí como una cultura. Mientras que la fe católica es exactamente la misma tanto para el campesino más humilde como para el Emperador o el Papa.


    Así pues desde esta lógica, la Revolución Protestante sería una rebelión del poder temporal frente a la autoridad espiritual, por eso los monarcas protestantes son cabezas de las iglesias de sus respectivos países. La Revolución Liberal sería la rebelión de los poderes económico frente a la legitimidad monárquica (la que todavía le pudiera quedar). Finalmente la Revolución Comunista sería la rebelión de los más pobres frente a un sistema que ha perdido toda legitimidad.




    Con estas ideas en mente, cabe preguntarse ¿quien tiene la legitimidad en el carlismo? Existen dos formas de legitimidad la de origen y la de ejercicio.




    Normalmente, la legitimidad de origen se ve como el formar parte de la realeza, venir de una familia de rancio abolengo, etc. Cuando la fe católica era católica de verdad, es decir, antes del Concilio, esta descripción habría valido por sí sola. Pero hoy en día una cosa así no es válida en sí misma. Hay una legitimidad primera que antecede a todas las demás y ésta es la defensa de la Verdadera Fe. Los emperadores del Sacro Imperio eran coronados por los Papas y los reyes de Europa no tenían potestad para gobernar si su gobierno no era bendecido por la Iglesia.




    Por esta regla de tres ¿Francisco Franco tendría legitimidad de origen? A fin de cuentas el dirigió el ejército nacional que salvó a la Iglesia del exterminio comunista. Pues si, tendría legitimidad de origen. Pero no tendría legitimidad de ejercicio. El nacionalcatolicismo fue una forma de cesaropapismo y no cumplió de cara a su pueblo al no mantener las viejas instituciones tradicionales.




    De acuerdo con la jerarquía vista antes, es la Iglesia Católica lo más importante de la sociedad porque transmite la Verdadera Fe y es el Eje Central en torno al cual se crea una sociedad católica basada en la Ley Natural. El carlismo siempre actuó obedeciendo dicha jerarquía.




    Los carlistas han tenido que aliarse con grupos reaccionarios en tres ocasiones para defender dicha jerarquía:



    1. En la Guerra Civil Española el carlismo se alió con los falangistas y luchó hasta el final aun sabiendo que no sacaría rédito político porque el objetivo era salvar a la Iglesia de ser exterminada sin importar el precio. Se estaba luchando la Cruzada. La lucha estaba justificada y salió bien.




    1. En la Transición se aliaron con grupos de extrema derecha en Montejurra y con la coalición con Fuerza Nueva. El objetivo era mantener la unidad católica de España. La lucha, otra vez, estaba justificada pero salió mal.
    2. El 2.014 la CTC formó coalición con Alternativa Española. En la actualidad los reaccionarios (a diferencia de 1.936) no buscan acabar con el sistema liberal, sino salvarlo. Tampoco defienden la Verdadera Fe sino la posconciliar. En este caso, la unión no estaba justificada y además salió mal. Con esta alianza la CTC ha consagrado lo que ya se intuía, que el liberalismo les ha domesticado.





    Así pues, si hay una fuerza que defienda la Verdadera Fe, esa es la Comunión Tradicionalista y si hay un verdadero Rey de España, con legitimidad de origen y de ejercicio, ese es Su Alteza Real Don Sixto Enrique de Borbón Parma, Abanderado de la Tradición. Un rey no pierde su legitimidad por equivocarse sino por traicionar los principios que juró defender.




    La alianza con fuerzas reaccionarias en la Guerra Civil Española era necesaria. Había que salvar la Verdadera Fe costase lo que costase. La alianza con fuerzas reaccionarias en la Transición fue un error de cálculo dado que no se consiguió nada ni se podía conseguir. Pero tenía el instinto correcto porque buscaba salvar aquello que pudiera ser salvado. La alianza de la CTC con fuerzas reaccionarias en 2.014 no tenía sentido, hoy queda muy poco que salvar y está en la Hermanda Sacerdotal San Pío X. Si no se defiende la Verdadera Fe el carlismo y la monarquía misma pierden su razón de ser. La CTC ha traicionado los principios que el carlismo siempre juró defender y ha perdido su carácter monárquico al negarse a tener un rey.




    La prueba más evidente de que la Comunión Tradicionalista ha aprendido de los errores del pasado es que en 2.014, cuando los partidos identitarios estaban en la cresta de la ola, no quiso saber nada de coaliciones dado que ya nadie defiende la Verdadera Fe y fue la CTC quien repitió su error, sin conseguir nada.




    Sintetizando hay dos periodos bien diferenciados del carlismo después de la Guerra Civil. En el periodo que va desde 1.937 hasta 1.955 la posición de no colaboración que mantenían los carlistas era razonablemente coherente. Existía el miedo a los soviéticos y eso paralizó a los carlistas. El colaboracionismo puro y duro que se dio a partir de la llegada de Valiente era simplemente inadmisible para cualquier carlista. Se puede decir que el carlismo perdió el rumbo de 1.955 a 1.982. Probablemente, de no haber existido el Concilio, los dirigentes carlistas habrían tenido un punto de referencia para poder dar marcha atrás en 1.975. Cuando se reactivó la Comunión Tradicionalista simplemente heredaron una situación ya dada y al ver como se hundía el suelo bajo sus pies por culpa del Concilio, no les quedó otra opción que la huida hacia delante. Parecía que en 1.986 con la formación de la CTC se había roto esa dinámica. Pero al no rechazar el Concilio fue una salida en falso y la inclusión de la CTC en Impulso Social es la prueba de que al final han continuado la trayectoria iniciada en 1.955. Sólo se dio un verdadero golpe de timón en 2.000 con la formación de la CT que suponía el rechazo del Concilio y la aceptación de un pretendiente.




    Mirando al Futuro


    Echando un vistazo al panorama actual hay pocos motivos para ser optimista. De no ser por la Promesa Divina parecería que la Comunión Tradicionalista está destinada a desaparecer el día que muera Don Sixto. La CTC a convertirse en un club cultural. La Hermandad Sacerdotal San Pío X a integrarse en la ''Iglesia oficial'' y lentamente ir diluyéndose su mensaje, quedando al final solamente las misas en latín como una reliquia pintoresca. El mundo iría a un Nuevo Orden Mundial totalitario donde el ser humano perdería su libre albedrío.




    Sin embargo, ha habido sucesos que sugieren que las cosas pueden cambiar y mucho. En 2.007 comenzó una crisis económica que ha demostrado a la gente que el sistema liberal no es invulnerable. Aunque, en teoría, la crisis se ha superado en el aspecto económico se han destapado otros problemas que antes también estaban ahí pero que la gente ignoraba o no les interesaba. La crisis de inmigración, la decadencia de la familia, el vacío espiritual que padece Europa, etc. Da la sensación de que estamos ante el colapso del sistema liberal. Algunos han querido ver similitudes con los años 30 por los partidos que han aparecido en esta época de crisis pero, si hay un suceso histórico análogo, ese es la caída del Imperio Romano.




    Los partidos de la derecha e izquierda clásicas se están desintegrando y han aparecido otros de corte reaccionario o revolucionario que están completamente disconformes con la situación actual. Pero a diferencia de los años 30 no parece que estos partidos vayan a llegar muy lejos. El populismo de derecha solo gobierna en Estados Unidos y Rusia y el de izquierda en Grecia. En 2.024 como muy tarde esta crisis política parece, terminará. Han aparecido también partidos de centro que simplemente niegan los problemas que hay actualmente gobierna en Francia. A diferencia del comunismo de los años 30 el populismo de izquierdas no parece tener coraje para hacer la revolución. A diferencia del fascismo que fue como una explosión de ira el populismo de derechas sería como una furia contenida. Más tarde o más temprano han ido perdiendo brillo y fuerza pero el enfado general de la población permanece. La gente no parece querer más revoluciones y la posición reaccionaria no durará mucho más. Así pues ¿que hacer? Es ahí donde el carlismo tiene algo que decir.




    Todas las soluciones que aparecen están destinadas al fracaso porque surgen del propio sistema liberal, no se puede arreglar el liberalismo con más liberalismo. Sólo la Religión Católica acompañada del carlismo puede dar una verdadera respuesta a los problemas actuales. Al hablar de Religión Católica, se habla claro de aquella que rechaza el Concilio Vaticano II y la modernidad que trae. La verdadera Iglesia no sólo no viene del liberalismo sino que es muy anterior a él. El carlismo a su vez es la aplicación en política del ideario católico. Solamente sobre estas bases se pueden ofrecer soluciones reales que sean algo más que humo.




    Dado que ya no hay nada que vincule al carlismo con ningún partido político, lo que hay que ver son puntos de unión con cada uno de los movimientos que existen en la actualidad, por ejemplo:



    • Con los nacionalismos de derechas estilo PNV comparte la defensa del fuero, ahí hay un punto de unión sobre el que se puede trabajar.
    • Con los nacionalismos de izquierdas comparte la defensa del folclore y las tradiciones típicas de cada zona (fiestas, trajes, danzas, etc.) también comparte el desprecio con la globalización.
    • Con la derecha de Vox y otros partidos comparte la idea innegociable de que España no se debe romper bajo ningún concepto, de que el aborto es un mal que debe desparecer o que la inmigración es traer mano de obra semiesclava para sacar más beneficios. También están en contra del integrismo islámico. Todas las iniciativas que tomen en esa linea deben ser compartidas por el carlismo.
    • Con la extrema izquierda el desprecio por el capitalismo y la miseria que crea. Dentro de la izquierda se han hecho intentos de crear economías sin usura, formas de gobierno que han resultado ser similares al concepto de municipio del carlismo, incluso ha habido feministas que han hecho estudios de la Edad Media y han llegado a la conclusión de que la opresión de las mujeres la trae el capitalismo.
    • Con los globalistas comparte la idea de Hispanidad o la de una Europa unida (en la Verdadera Fe claro está). Los globalistas tienen una visión tremendamente distorsionada de estos conceptos y habría que luchar y tener firmeza, pero el punto de unión existe.
    • Con los liberales comparte el desprecio por el estatismo y la centralización del poder económico, el derecho a portar armas y la oposición a que el Estado nos regule la vida.





    Habría que tomar esos puntos de unión y trabajar sobre ellos. Este camino está plagado de peligros y se podrían repetir los errores de Carlos Hugo. ¿Cual sería la solución? La Verdadera Fe. La fe católica debe ser el punto de referencia sobre el cual basar nuestras actuaciones y al que podremos mirar si nos hemos desviado del camino, cosa que se olvidó en los 60. Si el verdadero carlismo no lo ha olvidado hasta ahora no lo hará jamás.




    La Tradición nos ayuda a saber quiénes somos y de dónde venimos. La lógica tomista que ha aplicado la sociedad católica durante siglos nos ayudará a saber dónde estamos y en qué situación nos encontramos, huyendo de las conspiraciones de los reaccionarios. Finalmente con esa labor ya hecha podremos saber a dónde queremos ir (a dónde nos dirigimos ahora mismo ya lo sabemos) y, aplicando la lógica tomista podemos hacerlo sin caer en el mesianismo de los revolucionarios. No recrear la sociedad de la edad media, sino, partiendo de la sociedad actual, hacer los cambios necesarios y posibles para hacer ésta acorde a la Ley Natural.




    Pero sobre todo el carlismo tiene que dejar de ser Reacción y empezar a ser Acción. Teniendo en cuenta que la gente de derechas y de izquierdas suelen actuar de manera diferente, tratar a cada uno a su manera. No esperar a que la izquierda invente nuevas fórmulas destinadas al fracaso por la falta de una doctrina sólida sino crearla el carlismo y será la propia gente de izquierdas la que se interese por ello. No seguir la estela de una derecha neoliberal sino seguir su propio camino, con la tenacidad que ello requiere, y cuando se vea los principios inmutables de la Verdadera Fe convencen a más gente que el utilitarismo, los propios neoliberales se harán carlistas.




    La guía para ésto no sólo debe ser la Verdadera Fe sino el tener una jerarquía bien estructurada de lo que es importante. Por ejemplo si el grupo Izquierda Castellana quiere recuperar el folclore de Castilla, tristemente muy abandonado, tiene un punto en común con el carlismo. Si tratan de usar el acto para reivindicar la 2ª República, que es más grave que el aspecto folclórico, entonces el carlismo no puede estar ahí, pero si acceden a hacerlo de una manera despolitizada, ¿por qué no?.




    Por último, no tratar que todo sea perfecto. Se puede aprender una cosa del espartaquismo de Podemos. Que a veces las cosas no podemos hacerlas como nos gustaría sino como se nos presentan. Aprovechar las oportunidades que nos surgen sobre la marcha, improvisar si es necesario pero en vez de hacerlo para llegar a la Gran Revolución, que sea para la Gran Restauración. A fin de cuentas ¿no hay una COINCIDENCIA PUNTUAL DE INTERESES?

  2. #2
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    Re: Acerca del Carlismo antes y ahora

    Cita Iniciado por Zumalacárregui Ver mensaje

    Otro problema era que la Iglesia había tenido muy buenas relaciones con los regímenes fascistas. El católico de hoy en día suele hacer un ejercicio de autoengaño con este punto con las excusas más absurdas, que si Hitler no era católico sino pagano, que si los católicos fueron perseguidos por esos regímenes, etc. Sin embargo, por mucho que la gente se quiera engañar, la realidad es tozuda:





    • El nacionalsocialismo no nació en Prusia ni ninguna otra zona del norte de Alemania, que era protestante sino en Baviera, Austria y en general el sur del país, que era católico.
    • El concordato actual que tiene la Santa Sede con Alemania fue firmado en 1.933 poco después de la llegada del NSDAP al poder.
    • El estado de la Ciudad del Vaticano fue creado en 1.929 gracias a los pactos de Letrán con el gobierno de Mussolini, corrigiendo el hecho de que el Reino de Italia conquistara los antiguos Estados Papales en 1.870. El Papa dejo de ser un prisionero en el Vaticano.
    • La iglesia mantuvo buenas relaciones o apoyó a diversos regímenes de carácter más o menos fascista en Europa. El régimen de Vichy en Francia, el gobierno de Piłsudski en Polonia, el gobierno de Monseñor Tiso en Eslovaquia, a Ante Pavelić en Croacia, al franquismo en España, al Estado Novo en Portugal, etc. y en el caso de los que sobrevivieron solo empezó a tener malas relaciones con ellos después del Concilio.



    A fin de cuentas la alineación lógica de la Iglesia Católica sería con Alemania, que fue el Sacro Imperio y en general con los reinos de Europa que fueron quienes vieron crecer al cristianismo y lo defendieron en los tiempos más duros. Una alineación en cambio con los Estados Unidos era problemática porque las Trece Colonias surgen de la rebelión contra la fe católica y los propios EEUU nacen como rebelión a la sociedad pre-liberal, ahí la fe católica ha jugado un papel casi subversivo. Con Rusia tampoco sería lógica una alianza (aunque hablemos de una Rusia cristiana) porque es un país que nació de la ortodoxia.




    El problema reside en que las potencias del Eje perdieron de una manera tan aplastante y la propaganda en su contra ha sido tan extrema que hoy tenemos una visión completamente distorsionada de la época. En la actualidad, para el común de los mortales, no existió el Partido Nacionalsocialista sino los nazis de Hollywood.
    Certerísimas afirmaciones que nunca está de más recordar, sobre todo en estos tiempos donde parece que hay una competición a ver quién es más antifascista.

    Saludos en Xto.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

  3. #3
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    Re: Acerca del Carlismo antes y ahora

    Dado que ya no hay nada que vincule al carlismo con ningún partido político, lo que hay que ver son puntos de unión con cada uno de los movimientos que existen en la actualidad, por ejemplo:




    • Con los nacionalismos de derechas estilo PNV comparte la defensa del fuero, ahí hay un punto de unión sobre el que se puede trabajar.
    • Con los nacionalismos de izquierdas comparte la defensa del folclore y las tradiciones típicas de cada zona (fiestas, trajes, danzas, etc.) también comparte el desprecio con la globalización.
    • Con la derecha de Vox y otros partidos comparte la idea innegociable de que España no se debe romper bajo ningún concepto, de que el aborto es un mal que debe desparecer o que la inmigración es traer mano de obra semiesclava para sacar más beneficios. También están en contra del integrismo islámico. Todas las iniciativas que tomen en esa linea deben ser compartidas por el carlismo.
    • Con la extrema izquierda el desprecio por el capitalismo y la miseria que crea. Dentro de la izquierda se han hecho intentos de crear economías sin usura, formas de gobierno que han resultado ser similares al concepto de municipio del carlismo, incluso ha habido feministas que han hecho estudios de la Edad Media y han llegado a la conclusión de que la opresión de las mujeres la trae el capitalismo.
    • Con los globalistas comparte la idea de Hispanidad o la de una Europa unida (en la Verdadera Fe claro está). Los globalistas tienen una visión tremendamente distorsionada de estos conceptos y habría que luchar y tener firmeza, pero el punto de unión existe.
    • Con los liberales comparte el desprecio por el estatismo y la centralización del poder económico, el derecho a portar armas y la oposición a que el Estado nos regule la vida.
    - No sé si hablamos el mismo lenguaje o estamos en planetas distintos:

    que el PNV actual... ¿defiende los fueros?

    -
    Con los nacionalismos de izquierdas comparte la defensa del folclore y las tradiciones típicas de cada zona (fiestas, trajes, danzas, etc.) también comparte el desprecio con la globalización
    No sé si los nacionalismos de izquierdas defienden el folclorismo y el tipismo. Mucho más relevante a mi entender es defender lo que hizo a España grande con los Austrias, la religión católica, cultura y las artes del Siglo de Oro, y sobre todo la gesta de la Hispanidad, esa es la grandeza universal de España; no los folclores, que nos equiparan a una Albania o a un Montenegro.

    Con los globalistas comparte la idea de Hispanidad
    ¿?

    Dentro de la izquierda se han hecho intentos de crear economías sin usura, formas de gobierno que han resultado ser similares al concepto de municipio del carlismo, incluso ha habido feministas que han hecho estudios de la Edad Media y han llegado a la conclusión de que la opresión de las mujeres la trae el capitalismo.
    O sea, que el carlismo debe hacer guiños al coletas y al feminismo.

    En fin, me parece que el articulista empeora lo que intenta salvar, que ya es decir.






    La guía para ésto no sólo debe ser la Verdadera Fe sino el tener una jerarquía bien estructurada de lo que es importante. Por ejemplo si el grupo Izquierda Castellana quiere recuperar el folclore de Castilla, tristemente muy abandonado, tiene un punto en común con el carlismo. Si tratan de usar el acto para reivindicar la 2ª República, que es más grave que el aspecto folclórico, entonces el carlismo no puede estar ahí, pero si acceden a hacerlo de una manera despolitizada, ¿por qué no?.


    Por último, no tratar que todo sea perfecto. Se puede aprender una cosa del espartaquismo de Podemos. Que a veces las cosas no podemos hacerlas como nos gustaría sino como se nos presentan. Aprovechar las oportunidades que nos surgen sobre la marcha, improvisar si es necesario pero en vez de hacerlo para llegar a la Gran Revolución, que sea para la Gran Restauración. A fin de cuentas ¿no hay una COINCIDENCIA PUNTUAL DE INTERESES?
    Iba a dar un victor al artículo, que en general me parece sensacional, pero leyendo esto último se me quitaron las ganas.

    Con el párrafo del artículo que selecciona Reyno de Granada, completamente de acuerdo.
    Última edición por ALACRAN; 07/06/2020 a las 21:29
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  4. #4
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    Re: Acerca del Carlismo antes y ahora

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    • El nacionalsocialismo no nació en Prusia ni ninguna otra zona del norte de Alemania, que era protestante sino en Baviera, Austria y en general el sur del país, que era católico.
    Estando de acuerdo en la mayor parte del mensaje relativo a las relaciones Iglesia/Estados fascistas, este punto es discutible; el Nacionalsocialismo nace, en principio, antes de la llegada de Hitler y directamente de las estructuras militaristas de los llamados "Freikorps" (Cuerpos Francos) compuestos de soldados veteranos del antiguo Ejército Imperial Alemán, tanto católicos como protestantes. No puede establecerse un orígen "geográfico" a tal movimiento político, por mucho que Baviera fuera uno de sus bastiones electorales (por ejemplo).
    Última edición por DOBLE AGUILA; 07/06/2020 a las 23:41

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