Esa expresión cursi, esa expresión tan querida, engolada y encorsetada de Adolfo Suárez (R.I.P.), el traidor que junto con el renegado, nos trajeron "más de lo mismo", demuestra que los españoles no sólo no sabemos Historia sino que, además, no queremos aprenderla. La única forma, la única vacuna posible contra la estupidez mental, de aprender a convivir, de saber estar en todo momento, de no repetir momentos de sainete unas veces, dramáticos otros, trágicos muchos, es conocer la propia Historia.
Pero por un extraño efecto, tal vez producto de los complejos de inferioridad que nos ahogan en este país, no ha habido forma hasta ahora de que este pueblo aprenda a dominar sus instintos, aprenda que se piensa con la cabeza y no con las tripas. Que pensando con la cabeza y razonando bien las cosas, todos los parásitos que siempre han infectado nuestro cuerpo social, no tengan cabida entre nosotros. No hay manera de que este pueblo aprenda la lección de que todos los males de los que tanto nos quejamos, están en esas lacras parasitarias de los partidos y los virus que en ellos anidan llamados políticos.
Si este pueblo tuviese verdadero sentido de la memoria histórica, si este pueblo conociese su verdadera historia y la respetase, hoy no tendríamos en la Moncloa a ese analfabeto funcional, a ese palurdo paleto de aldea, de Sánchez. Hoy no tendríamos en la oposición ni al "Coletas", ese "licenciado en algaradología y asambleística", nunca habríamos tenido al tal Marianín y sus mariachis fiscales, ni habría separatismo en Cataluña, ni chupópteros peneuvistas en el País Vasco, ni asesinos genocidas etarras.
Porque hoy debemos hablar de la Memoria Histórica de la Democracia.
LOS FRUTOS DE LA ESPAÑA LIBERAL
La vida de la nación española ha sido tan intensa y pródiga en acontecimientos que vale la pena el que, aunque sea ligeramente, recordemos los frutos que recogió España bajo el sistema liberal parlamentario de partidos políticos desde las Cortes de Cádiz, que elaboraron aquella Constitución inspirada en las ideas de la Revolución francesa, hasta el advenimiento del Movimiento Nacional.
En el primer período, que va desde la Cortes de Cádiz, en septiembre de 1810, a la vuelta de Fernando VII, en marzo de 1814, España pasa por una guerra de la Independencia, y 3 Regencias, y durante él se promulga nuestra primera Constitución.
Del regreso de Fernando VII a su muerte, marzo de 1814 a septiembre de 1833, algo más de 19 años, vivimos en constante lucha de absolutistas y liberales; 6 años de absolutismo con una represión antiliberal, 3 de liberalismo moderado hasta la Reina Gobernadora, pleno de rebeliones y de continuos alzamientos; una guerra civil que termina con una intervención armada del extranjero, se pierden la casi totalidad de nuestras posesiones en el mundo y se echaron los cimientos de la Guerra Carlista.
En la siguiente etapa, de la muerte de Fernando VII al destronamiento de Isabel II, septiembre de 1833 a septiembre de 1868, la vida española no puede ser más agitada. En treinta y cinco años 41 Gobiernos, 2 guerras civiles, la primera de 6 años; 2 Regencias y una reina destronada, 3 nuevas constituciones, 15 sublevaciones militares, innumerables disturbios, repetidas matanzas de frailes, saqueos, represalias, persecuciones, 1 atentado contra la reina y 2 levantamientos en Cuba. ¡Un verdadero paraíso!
Del destronamiento de Isabel II a Don Alfonso XIII, algo menos de 34 años, 27 gobiernos, un rey extranjero que dura 2 años, 1 república que en 11 meses tiene 4 presidentes, una guerra civil de 7 siete años, diversas revoluciones de carácter republicano, sublevaciones cantonales, una guerra exterior con los Estados Unidos y las pérdida de los últimos restos de nuestro Imperio colonial, 2 presidentes del Gobierno asesinados y 2 nuevas constituciones.
De la coronación de Alfonso XIIi al 14 de abril de 1931, período en el que España, arruinada y desarmada, arrastra una vida más tranquila, en los primeros 28 años, 29 gobiernos, 2 presidentes asesinados, 3 atentados contra el rey, varios movimientos revolucionarios, un descalabro militar y proclamación de la Dictadura. Esta dura 7 años, único paréntesis con término de la Guerra de Marruecos, de paz, orden y de progreso. En el año que le sucede, 2 gobiernos que terminan en el destronamiento del rey y el hundimiento de nuestra monarquía secular.
LA REPÚBLICA COMPENDIO DE TODAS LAS ALTERACIONES Y REVUELTAS.
La República que va de abril de 1931 a julio de 1936, compendia todas las alteraciones, revoluciones y anarquía de todas las épocas anteriores. En poco más de 5 años hobo 2 presidentes, 12 gobiernos, una Constitución constantemente suspendida, repetidos incendios de conventos, iglesias y persecuciones religiosas; 7 intensos movimientos de perturbación del orden público, 1 revolución comunista, el intento de separación de 2 regiones y el asesinato por orden del Gobierno del jefe de la oposición. El balance no puede ser más desdichado. Si para otros puede constituir el régimen democrático, inorgánico y de partidos, una felicidad, o al menos un sistema llevadero, ya se ve lo que para España constituyó y lo que ha representado a través de la Historia lo que hoy sin derecho y con torpeza se le ofrece."
Francisco FRANCO.
Fragmento del Discurso pronunciado en las Cortes Españolas, el 14 de mayo de 1946, bajo el título:
<<CON ESPAÑA ESTÁN LA VERDAD Y LA RAZÓN.>>
Y ahora son precisas dos actividades. La primera, detallar en todos sus aspectos los desastres que ha padecido España desde 1808 hasta el final de la Guerra de Liberación. Y, después, sin paliativo alguno, la enumeración de los desastres que ha venido padeciendo España desde 1976 hasta hoy, detallando todos los aspectos dramáticos y trágicos que la han caracterizado. España no vive en democracia, no al menos como modelo de convivencia, España padece una democracia ideológica de naturaleza totalitaria.
A la Historia no se la engaña, se la podrá manipular hasta extremos nauseabundos, pero la verdad siempre acaba por salir a la luz. Los españoles tenemos el derecho de saber la verdad, pero también el deber y la obligación moral y ética de saberla.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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