Bien. Como prometimos en el primer mensaje de este hilo, vamos a proceder a reunir todos los artículos relacionados con el asunto del "mal menor", en donde Ramón Nocedal luchó denodadamente contra esta nueva doctrina política que, si bien había sido defendida históricamente por los liberalcristianos (capitaneados por el órgano oficioso en aquel entonces del ultramontanismo pidalino: El Universo), últimamente la había adoptado como propia buena parte del Episcopado español, lo cual le daría un empuje decisivo para su amplia (y nefasta) difusión en la Península.
Dividiremos esta recopilación en tres bloques:
1) El primer bloque se refiere al conjunto de artículos que Ramón Nocedal (bajo el pseudónimo quijotesco de Sansón Carrasco), encabezados con el título de "La cuestión del día", escribió para refutar esta neo-doctrina política que venían a defender ahora, sorprendentemente y con un giro de 180 grados, los Padres Jesuitas D. Venancio Minteguiaga y D. Pablo Villada, a través del órgano oficial de los Jesuitas españoles Razón y Fe, con ocasión de las elecciones municipales de Madrid en Noviembre de 1905.
Los artículos de Ramón Nocedal suman un total de 27, que se extienden desde el 11 de Noviembre de 1905 hasta el 27 de Febrero de 1906.
2) El segundo bloque se refiere al conjunto de comunicaciones mutuas que Ramón Nocedal tuvo con el entonces Arzobispo de Madrid D. Victoriano Guisasola y Menéndez, con motivo de la orden que este último le intimó para que se callara en sus polémicas contra los liberalcristianos, con ocasión de la publicación de la Carta de San Pío X titulada Inter Catholicos Hispaniae, de 20 de Febrero de 1906.
Ramón Nocedal recoge estas comunicaciones también bajo el encabezamiento de "La cuestión del día", y aparecen numeradas en 8 apartados o capítulos, en 6 Números de El Siglo Futuro, que se extienden entre el 3 y el 9 de Abril de 1906.
3) Por último, en el tercer bloque se recoge la orden final contra Ramón Nocedal para que se calle de una vez definitivamente, intimada por el recién llegado nuevo Arzobispo de Madrid D. José María Salvador y Barrera, así como los artículos o textos de El Siglo Futuro en los que dice basarse el Arzobispo para renovar la orden de silencio o de no beligerancia contra los liberalcristianos.
Consta este bloque del Número de El Siglo Futuro en donde se recoge la orden del Arzobispo, y de otros tres Números correspondientes a los textos aducidos por el Arzobispo para la motivación de su nueva conminación contra Nocedal.
Ramón Nocedal, tras esta última exhortación episcopal, se recogió en profundo silencio, terminando por enfermar pocos meses después, y, finalmente, falleciendo a principios de Abril de 1907. El Canónigo D. Celestino Bahillo Nevares, en un artículo titulado "Recuerdos de una visita a Nocedal", testimonia de manera resumida el estado de ánimo en que quedó Nocedal durante sus últimos meses de vida:
Fuente: El Siglo Futuro, 19 de Marzo de 1925, página 9.
Era el 23 de Enero del año 1907, fiesta de San Ildefonso; me encontraba en Madrid; y, cuando tantos se disponían a ofrecer sus respetos al Rey [1], agasajado aquel día tan justamente, en pública y espléndida recepción palatina, yo opté por hacer una obra de misericordia, visitando al ilustre fundador de EL SIGLO FUTURO y Jefe del Partido Católico Nacional, Don Ramón Nocedal, a quien suponía solo en aquellas horas, y sabía que se encontraba atribulado y enfermo.
Cuando llegué a su domicilio y pregunté por él al portero, éste me contestó que no podía ver al señor, por no ser hora de visitas; era temprano ciertamente; contrariado yo de veras, porque no podía esperar, ni volver más tarde, di mi tarjeta para que se la entregase a Don Ramón; y, cuando me separaba apesadumbrado, hete aquí que el portero mencionado me llamó y dijo: que su señor, tan pronto como leyó mi tarjeta, le había ordenado que me pasara a su presencia; mi modesto nombre era completamente desconocido para Don Ramón, mas al pie de él ostentaba yo el honroso título de Presbítero, y éste sin duda fue el mejor que podía presentarle, para que me recibiera sin dilación alguna.
En efecto, apenas entré, contestó a mi saludo cariñosamente y me ofreció un asiento a su derecha; y, comenzando nuestra conversación sobre los asuntos político-religiosos de entonces, me dijo lleno de amargura: “Ahora que todos los partidos políticos liberales se hallan tan desacreditados y podridos, que con el dedo meñique se los podía derribar, me sellan los labios para que no hable, y me atan las manos para que no escriba contra ellos. Y si eso lo hicieran nuestros enemigos de siempre, menos mal; pero es lo peor, que así se portan ahora conmigo los mismos que antes con sus palabras, escritos y ejemplos, me alentaron a lucha perpetua y guerra sin cuartel contra el maldito liberalismo; esto es lo más triste de suyo, y esto es lo que a mí más me apena”.
[1] Nota mía. Se refiere al usurpador revolucionario Alfonso “XIII”.
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