El hombre mediocre
4 jun 2022
Al mediocre le parece ridículo todo lo que está encima de él,...
...porque teme las cosas superiores. Al activista de la mediocridad le queda al actuar una preocupación: es el miedo a comprometerse.
«Al mediocre le agradan los escritores que no dicen ni sí ni no, sobre ningún tema, que nada afirman y que tratan con respeto todas las opiniones contradictorias.
«Toda afirmación les parece insolente, pues excluye la proposición contraria. Pero si alguien es un poco amigo y un poco enemigo de todas las cosas, el mediocre lo considerará sabio y reservado, admirará su delicadeza de pensamiento y elogiará el talento de las transiciones y de los matices.
«Para escapar a la censura de intolerante, hecha por el mediocre a todos los que piensan sólidamente, sería necesario refugiarse en la duda absoluta; y aún en tal caso, sería preciso no llamar a la duda por su nombre. Es necesario formularla en términos de opinión modesta, que reserva los derechos de la opinión opuesta, toma aires de decir alguna cosa y no dice nada. Es preciso añadir a cada frase una perífrasis azucarada: «parece que», «osaría decir que», «si es lícito expresarse así».
«Al activista de la mediocridad le queda al actuar una preocupación: es el miedo a comprometerse. Así, expresa algunos pensamientos robados a Perogrullo (1), con la reserva, la timidez y la prudencia de un hombre receloso de que sus palabras, por demás osadas, estremezcan al mundo.
«Al juzgar un libro, la primera palabra de un hombre mediocre se refiere siempre a un pormenor, habitualmente un pormenor de estilo. «Está bien escrito», dice él, cuando el estilo es corriente, incoloro, tímido. «Está mal escrito», afirma él, cuando la vida circula en una obra, cuando el autor va creando para sí un lenguaje a medida que habla, cuando expresa sus pensamientos con ese desembarazo osado que es la franqueza de un escritor.
“El mediocre detesta los libros que obligan a reflexionar. Le agradan los libros parecidos a todos los otros, los que se ajustan a sus hábitos, que no hacen romper su molde, que caben en su ambiente, que los conoce de memoria antes de haberlos leído, porque tales libros se parecen a todos los otros que él leyó desde que aprendió a leer.
«El hombre mediocre dice que hay algo de bueno y de malo en todas las cosas, que es preciso no ser absoluto en su juicio, etc.
«Si alguien afirma categóricamente la verdad, el mediocre lo acusará de exceso de confianza en sí mismo. El, que tiene tanto orgullo, no sabe qué es el orgullo. Es modesto y orgulloso, dócil frente a Marx y rebelde contra la Iglesia. Su lema es el grito de Joab: «Soy audaz solamente contra Dios».
«El mediocre, en su temor de las cosas superiores, afirma amar ante todo el sentido común; sin embargo no sabe qué es el sentido común. Pues por esas palabras entiende la negación de todo cuanto es grande.
«El hombre inteligente eleva su frente para admirar y para adorar; el mediocre eleva la frente para bromear; le parece ridículo todo lo que está encima de él, y el infinito le parece el vacío».
Escritos de Ernest Hello (1828-1885), célebre hagiógrafo francés
ESPADA CATOLICA: El hombre Mediocre
Las imposiciones de la dictadura de la mediocridad
23 Jul 2021
Los mediocres han hecho tantas leyes, tantos reglamentos, instituido tantos cargos públicos, que a las almas superiores no les es posible escapar de los cubículos de esta mediocridad organizada
Sin pretender hacerlo, el mediocre impone la dictadura de la mediocridad.
La mediocridad es el mal de los que, enteramente absorbidos por las delicias de la pereza y por el exclusivo deleite de lo que está al alcance de su mano, por el completo confinamiento en lo inmediato, hacen del estancamiento la condición normal de sus existencias.
No miran hacia atrás: les falta el senso histórico. Ni miran hacia delante o hacia lo alto: no analizan ni prevén. Tienen pereza de abstraer, de alinear silogismos, de sacar conclusiones, de arquitectar conjeturas. Su vida mental se cifra en la sensación de lo inmediato.
El hombre Mediocre
La abundancia del día, el sillón cómodo, las pantuflas y la televisión: no va más allá su pequeño paraíso. Paraíso precario, que buscan proteger con toda especie de seguros: de vida, de salud, contra incendios, contra accidentes, etc., etc.
Y tanto más feliz el mediocre se siente, cuanto más nota que todas las puertas que pueden abrirse hacia la aventura, hacia el riesgo, hacia lo esplendoroso están sólidamente cerradas.
El cristiano aspira a una civilización católica
A través del sufragio universal, los mediocres han hecho tantas leyes, tantos reglamentos, instituido tantos cargos públicos, que a las almas superiores no les es posible escapar de los cubículos de esta mediocridad organizada. Sin pretender hacerlo, el mediocre impone la dictadura de la mediocridad.
ESPADA CATOLICA: Las imposiciones de la dictadura de la mediocridad
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