Que España (o lo que queda de ella) vive bajo una softdictadura es algo que realmente sólo podemos saborear quienes nos apartamos (voluntaria o accidentalmente, eso carece de importancia) del rebaño.
El director de la editorial catalana Áltera, antiguo luchador antifranquista, pudo llegar a creer un día que eso de la libertad de expresión podía y debía ser posible. ¿Por qué no? Para ello dejó los mejores años de su vida en la pelea y, una vez recuperada la (presunta) democracia, se puso manos a la obra: ejercer en primera persona las mieles que esa libertad de expresión destilaría para gozo de bípedos supervivientes. Pero el sr. Ruiz Portella cometió un error imperdonable: creyó que la libertad de expresión carecía de amos. Y eso, sic et nunc, no se ajusta a la realidad por muchas vueltas que al calcetín se le den. La libertad de expresión en España (o lo que queda de ella) está en manos de una oligarquía y, entre esos pocos, el sr. Polanco y sus cachorros no se destacan precisamente por su candidez y bondades.
Lo cierto es que, tras la publicación de algunos libros pecaminosos para la mesnada de inquisidores que se amamanta de las ubres del imperio PRISA, el sr. Ruiz Portella ha sufrido en su yugular las dentelladas de los liberticidas de la gauche glamour. Nada nuevo, por otra parte, que nosotros no sepamos de carrerilla.
Publicamos la carta abierta de queja ante la injusticia que el sr. Ruiz Portella nos ha remitido. Pulcra, irreprochable, propia de una persona decente. Y lo hacemos con gusto y por dos motivos que, para un puñado de idealistas políticamente incorrectos como nosotros, son esenciales: por solidaridad (esto es probablemente lo de menos) y por higiene social (esto es lo sustancial).
Consuélese, al menos, el sr. Ruiz Portella de que en esta escaramuza sólo le hayan colocado la coroza mediática. El único consejo que podemos darle desde esta minúscula tribuna es que se aprovisione de viandas, reúna cuantos más amigos mejor, y no baje la guardia: esos tipos tienen los colmillos retorcidos y se toman muy en serio su papel de policías del pensamiento.
CARTA ABIERTA
Las insidias de El País cuando se publican autores disconformes
El periódico del Grupo PRISA trata de desprestigiar a una pequeña editorial cuyos autores no le gustan
El sábado 14 de mayo el diario El País ha gratificado a la editorial Áltera y a su director Javier Ruiz Portella, así como a la revista El Manifiesto, subtitulada “Contra la muerte del espíritu y la tierra”,con toda una página en la cual todos ellos quedan vinculados a las oscuras fuerzas de “extrema derecha”. La periodista Rosa Mora efectúa dicha vinculación con artimañas tan hábiles como sutiles: no se dice explícitamente que las gentes de Áltera y El Manifiesto sean de extrema derecha (sería demasiado grueso, cuando varios de ellos, empezando por el propio Ruiz Portella, combatieron en su juventud el franquismo desde filas izquierdistas). La calumnia no se enuncia expresamente: sólo se desliza sigilosa como una serpiente. Así, bajo un ladillo titulado “Extrema derecha”, se afirma que tanto en Áltera como en El Manifiesto se han publicado textos de Alain de Benoist, el cual “es considerado uno de los ideólogos de la extrema derecha francesa”, como lo probarían las declaraciones efectuadas por un denominado “Movimiento contra la Intolerancia” a raíz de una conferencia pronunciada por Alain de Benoist en un curso de verano celebrado en El Escorial en 2003, “información” de cuya difusión se encargó entonces… la Cadena SER.
Aparte de aburrimiento, causa ya vergüenza ajena tener que estar rebatiendo la cantinela con que este “poder fáctico fácilmente reconocible” parece tenerla emprendida —no se sabe en realidad por qué— contra el filósofo francés Alain de Benoist, cuyas querencias nazi-fascistas quedan claramente expuestas, por ejemplo, en su última obra (editada efectivamente por Áltera): un libro elogiosamente comentado por otros fascistas tan notorios como José Antonio Zarzalejos, Gabriel Albiac, Ignacio Sánchez Cámara y José Luis Martín Prieto, y donde el pensador francés efectúa un análisis tan filosóficamente riguroso como políticamente condenatorio del totalitarismo… nazi. El problema tal vez sea que en este libro, dedicado a estudiar el fenómeno totalitario y titulado Comunismo y nazismo, el primero de ambos totalitarismos es puesto tan radicalmente en la picota como el segundo.
Pero el pobre Alain de Benoist no es, en todo ello, sino la excusa. Como lo es también la historia relativa a un pretendido plagio efectuado por Áltera de la traducción del clásico medieval Carmina Burana. La misma había sido publicada con ignoto seudónimo por Francisco Rico hace casi treinta años. Inexistente desde entonces en nuestras librerías, Áltera trató de remediar la situación (tampoco lo consiguió: se habrán vendido unos cien ejemplares en nuestro desdichado páramo cultural), editando la traducción que le fue confiada para tal menester. El asunto se halla actualmente sub iudice, lo cual no le ha impedido al periódico del grupo PRISA publicar tan sólo la sesgada versión de una de las partes, al tiempo que omitía algo tan importante como que el propio Fiscal solicitó el libre sobreseimiento de la causa al no apreciar ni siquiera indicios de delito.
¿A santo de qué semejante revuelo? ¿Por qué semejante cobertura —¡cinco columnas a toda página y el mismo día que se distribuye el suplemento literario “Babelia”!— ante un asunto de nula relevancia periodística? La explicación hay que buscarla, sin duda, en otro titular de este mismo artículo: el que recuerda que Áltera ha editado también un libro de… ¡Pío Moa!, amén de otro de Santiago Abascal, prologado por otro peligrosísimo extremista denominado José María Aznar. Pero lo más probable es que ni siquiera sean éstos los títulos que hayan colmado la paciencia de las progres huestes del Sr. Polanco. Hay otro libro de Áltera que se les debe de haber atragantado aún más: el de Víctor Farías titulado Salvador Allende: contra los judíos, los homosexuales y otros “degenerados”. Recientemente publicado en Chile, el libro se pone estos días a la venta en España y ya ha sido ampliamente comentado tanto en El Mundo como en Libertad Digital.Dicholibro constituye, en efecto, un escándalo insoportable para el pensamiento “progre”. Escandaloso resulta descubrir que un santón socialista como Salvador Allende escribía en su Tesis de Licenciatura de 1933 cosas como: “Los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: estafa, falsedad, calumnia y, sobre todo, la usura”, además de otras lindezas con las que el líder izquierdista gratificaba a los homosexuales y a otros “degenerados” a quienes pretendía aplicar, como ministro de Sanidad, diversas medidas eugenésicas.
Publicar tales cosas, desvanecer tales mitos: he ahí sin duda el auténtico “delito” cometido por Áltera y su director. Y El País pasa factura.
Lo que por nuestra parte vamos a pasarles es la carta de réplica que adjuntamos en anexo. Y como no nos hacemos ilusiones en cuanto a la posibilidad de que la publiquen, no quedará más remedio que emplazarlos ante los tribunales.
Sr. Director de El País
Madrid, 20 de mayo de 2005
Muy Sr. mío:
En relación con el artículo publicado en su periódico el pasado sábado 14 de mayo referente a la editorial Áltera así como a mi persona, por la presente me acojo al derecho de réplica legalmente regulado, requiriéndole que publique en su periódico la siguiente rectificación de las informaciones publicadas.
Contrariamente a lo que se da a entender en su artículo, ni Áltera, ni el Manifiesto contra la muerte del espíritu y la tierra, ni su director, Javier Ruiz Portella, tienen la menor vinculación con la “extrema derecha”. Dado que tan infamante vinculación es establecida a partir de los lazos que me unen al filósofo Alain de Benoist, debo rectificar categóricamente dicha información, por cuanto Alain de Benoist nada tiene que ver con la extrema derecha. Basta como prueba (aparte de la totalidad de la obra de dicho autor, radicalmente opuesta a todo extremismo, racismo o xenofobia) el libro precisamente editado por Áltera Comunismo y nazismo. 25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989), en el cual Benoist realiza un demoledor ataque… del fascismo y del nazismo, al tiempo que pone igualmente en la picota a la otra variante del fenómeno totalitario: el comunismo, como así lo han resaltado en sus elogiosas reseñas comentaristas tan difícilmente asignables a la “extrema derecha” como José Antonio Zarzalejos, José Luis Martín Prieto, Gabriel Albiac o Ignacio Sánchez Cámara. También constituye otra categórica prueba del carácter democrático del pensamiento de dicho filósofo el contenido de su conferencia pronunciada en El Escorial en el verano de 2003, en la cual, y contrariamente a lo afirmado en el artículo de su periódico, Alain de Benoist defendió la necesidad de “generalizar a todos los niveles de la sociedad la práctica de la democracia participativa” (véase el texto de la propia conferencia, la carta de réplica del propio Alain de Benoist y la entrevista publicada por el periódico La Razón).
Por lo demás, es igualmente falsa la estrecha vinculación que su periódico establece entre Alain de Benoist y el Manifiesto contra la muerte del espíritu y la tierra que yo he lanzado. Contrariamente a lo que se afirma, quien impulsó conjuntamente conmigo el Manifiesto, no fue Alain de Benoist, sino el escritor colombiano, premio Cervantes 2002, Álvaro Mutis, cuya implicación con esta iniciativa su periódico omite por completo. Sólo ulteriormente Alain de Benoist firmó el Manifiesto, conjuntamente con más de mil personas, entre las que figura un destacado grupo de intelectuales españoles pertenecientes a todas las tendencias políticas, incluida la de izquierdas.
Debo señalar, por último, que es igualmente falsa la afirmación según la cual “Javier Ruiz Portella ha declinado hacer declaraciones” sobre el pretendido plagio cometido respecto a una traducción del Sr. Francisco Rico. El asunto se encuentra actualmente sub iudice, razón por la cual mucho me sorprende que un periódico que pretende ser verídico e imparcial desvele la versión de una sola de las partes, omitiendo toda opinión de la otra parte y escondiendo un hecho tan importante como que el Fiscal solicitó el libre sobreseimiento de la causa al no apreciar siquiera indicios de delito. Mucho me hubiera complacido, en efecto, haber podido explicar todo ello, pero, contrariamente a lo afirmado, nadie me lo solicitó.
Sin otro particular, y reiterándole mi requerimiento de ver publicada esta rectificación en los plazos y modalidades legalmente estipulados, le saluda muy atentamente,
Fdo.: Javier Ruiz Portella
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