Página 7 - SiempreP'alante - Número 570 - 16 Septiembre 2007
LA HIGIENE PÚBLICA SEXUAL
Los políticos rivalizan, es decir, que van a ayudar a la familia. A ver quién da más, para que le voten más. Excelencias de la democracia. Todos hacen promesas económicas, discutibles en sí mismas y en sus magnitudes formas, y con el rasgo común de estar algo desenfocadas. Solo se habla de ayudas peseteras y se silencian otras formas de ayuda importantes, como serían la supresión del divorcio y la higiene pública sexual. Paso a comentar esta última.
El dinero puede disimular muchas fricciones entre humanos. Muchos cónyuges estarían menos crispados si tuvieran una mayor holgura económica. Esto vale también para los individuos aislados. La tradición católica ha enseñado que un mínimo de bienestar material es conveniente para practicar la virtud. Pero hay más, mucho más. No podemos silenciar la higiene sexual, pública y privada. Como rama que es de la salud mental, adolece como ésta de grandes connotaciones políticas que la frenan, limitan y aún paralizan. Por ello no avanza tanto como otras ramas de la medicina.
Al investigar una crisis matrimonial, a petición de los interesados para curarla, es frecuente encontrar una primera barrera económica que el interesado invoca como lanza el calamar su tinta, para detener el avance hacia su intimidad. Al entrar finalmente en ésta, encontramos muchas veces lo que los antiguos confesores llamaban “secretos de alcoba”, es decir, dificultades en el ejercicio de la sexualidad. Tienen múltiples orígenes. Uno, es el abuso de la curiosidad y de la fantasía, que, por otra parte, impregnan casi toda la actividad sexual normal.
El abuso de la curiosidad, que es la concupiscencia del saber, se encuentra ya nada menos que en el Génesis, cuando Eva come el fruto prohibido con la ilusión de alcanzar la sabiduría. Hay una ascética de la curiosidad en todos los órdenes, no solo en el sexual.
Contra esa ascética de la curiosidad, salvadora de tantas caídas, atentan diariamente grandes páginas de los periódicos que meten en los hogares anuncios seductores de aberraciones sexuales y adulterios. Una importante ayuda a la familia sería prohibir tales anuncios. Son bastante más peligrosos que los del tabaco.
Nadie habla de eso, pero yo he conocido crisis matrimoniales cuyo detonante ha sido la curiosidad por esas aberraciones sexuales y adulterios, el contacto con sus anunciantes y la curiosidad por probar. La práctica de disparates sexuales puede alcanzar niveles insoportables, y entonces producir una crisis en el matrimonio. La prostitución vive de la población flotante y de las aberraciones sexuales que un cónyuge ya no tolera.
No creeré en la sinceridad de los políticos que prometen ayudas económicas a la familia mientras no se comprometan, además, a prohibir esos anuncios, que son como minas unipersonales. Hay que repetirlo en las campañas electorales.
Dr. Felipe FERNÁNDEZ ARQUEO
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