Yo también te veo como amigo, porque además (y todo el mundo puede comprobarlo), en este foro, lo somos. Por eso voy a continuar con mis pesadísimos asertos... Creo que no entiendes lo que algunos te queremos hacer entender, sencillamente, porque no quieres hacerlo. Las citas bíblicas de San Pablo deben de ser tomadas al pié de la letra, y no reinterpretarse para que puedan adaptarse al pensamiento moderno. No es la tradición de la Iglesia la que debe adaptarse al mundo, sino éste en todo momento a la tradición de la Iglesia. En ningún momento hemos hablado, ni tu ni yo, de 'sumisión' (el cristianismo no es el islam), sin de 'sujección' tal y como lo expresó San Pablo. Por lo tanto, no ha lugar a los ejemplos de los franceses frente al régimen borbónico ni de los cubanos a los hermanos Castro y compañía que ninguno de los dos hemos puesto. Porque no es eso, amigo Michael, no es eso... es lo que manda la tradición de la Iglesia.
Como tu dices, la familia ha de trabajar unida, sí... y ha de ayudarse mutuamente, pero eso no debe significar necesariamente que en esa labor ambos estén obligados a hacer en todo momento lo mismo. Existe la división del trabajo por sexos y el marido siempre, en la tradición católica, es cabeza de familia. La familia es una institución jerárquica, no democrática... Además, ¿cómo iba a poder serlo?. ¿Acaso son tres los esposos para poder definir las decisiones siempre por el juego de las mayorías y minorias?. En ese sentido, al igual que en otros tantos, ambos no son iguales en sus tareas ni en sus cometidos. Se que en casi todas las legislaciones del mundo esta institución (la del cabeza de familia, versión corregida por el cristianismo del pater familias romano...) ha sido ya relegada al olvido. En EE.UU. con su política liberal me supongo que lo habrá sido desde hace ya mucho tiempo, y en España lo fué tras la muerte del Caudillo. Pero dá igual lo que digan las legislaciones de los gobiernos del mundo... tampoco estábamos hablando de eso.
Cuando se habla de igualdad ante Dios de todos los hombres no debe entenderse este término ('igualdad') tal y como se entiende desde el credo liberal o socialista. La Biblia es certera y no se equivoca, así como tampoco se equivoca la tradición de la Iglesia. Dices que la Iglesia es la Esposa y como Esposa tiene las mismos derechos, obligaciones, deberes, etc. que su marido. Y yo te digo que la cabeza de la Iglesia es Cristo... Cristo es su cabeza, no sus pies ni sus manos. Cada órgano tiene su función en esta vida. Para entender correctamente ésto hay que regresar a la vieja visión orgánica del mundo y dejarse ya de planteamientos igualitaristas. Está bien que el pié sea pié, realice tareas de pié... y se llame pié y no cabeza. Aunque todos sus miembros sean parte necesaria para la buena salud del organismo. Pero, la cabeza... es la cabeza, y para eso no hace falta hacer ninguna lección de anatomía.
Y perdóname, no puedo estar de acuerdo contigo cuando dices que "lo ideal sería que la búsqueda de trabajo sea mutua", si te estás refiriendo a la búsqueda de empleo tal y como la sociedad actual desea entenderlo, es decir, en las oficinas y las fábricas. No es ese el ideal... ¿por qué iba a tener que serlo?, ¿acaso les hace tanta falta el dinero...?. No hay mejor realización de la esposa que cumplir fielmente su papel de madre. Y la clave que diferencia la 'sujección' católica a la 'sumisión' del mundo musulman, entre otras cosas es la libertad. En el cristianismo el hombre es libre porque así Dios mismo le ha creado con ese atributo. Es libre incluso de renegar de Dios... luego, como no iba a poder serlo la esposa de renegar de su maternidad y su papel de correcta esposa cristiana?. La sujección de la mujer al marido ha de hacerla en completa libertad, pero no ha de dejar de hacerla, si quiere ser una buena esposa cristiana según la tradición de la Iglesia.
Aquí, en España, cuando una mujer se casaba (en los tiempos en que yo era jóven), lo único que deseaba era poder dedicar todo su tiempo a cuidar de su casa, de sus hijos y de su marido, y hasta en las empresas (salvo que tras la boda llevaran la autorización expresa de su marido) les pagaban una dote y las dejaban libres para poder ocuparse por entero de su familia (como Dios manda...). En aquellos tiempos, la España católica de entonces, gracias a Dios, aún no se parecía tantísimo a la Norteamérica liberal y protestante.
Un abrazo en Cristo N.S.
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