Suscribo totalmente lo dicho por el autor; no es bueno que los niños vayan a las corridas o jueguen con soldaditos pero sí que vean a los Beavis and Butthead o que en programas infantiles se les pregunte a nenas de seis años si tienen novio
El dilema de Froilán: ¿Puede un niño ir a los toros?
ANTONIO MARTÍNEZ
La coalición nacionalista-zapaterista ha cargado contra el duque de Lugo por llevar a su hijo a un espectáculo tan violento y cruel. Y más de una voz ha clamado, con santa indignación, para que se extienda a todo el territorio nacional la recién estrenada norma de la Generalitat que prohíbe a los menores de catorce años el acceso a las plazas de toros en Cataluña.
Entre tanta falsa sensibilidad, Juan Manuel de Prada –una de las pocas mentes con sentido común que aún no han sido completamente vetadas en televisión– ha dicho bien claro lo que debería ser obvio: que los toros forman parte sustancial de la cultura española, y que no hay nada de malo en que un niño vaya con su padre a una corrida. Independientemente de la opinión que a uno le merezca Marichalar (por quien el autor de estas líneas no siente especial simpatía), hay que defender su evidente derecho a llevar a Froilán a los toros, que no son ese “espectáculo cruel” que ahora nos dicen, igual que, por ejemplo, la caza no puede calificarse como un entretenimiento para sádicos. Incluso habiéndose perdido gran parte del simbolismo originario relativo al toro (pensamos en los ancestrales ritos tauromáquicos dentro la cultura cretense), todavía hoy una corrida de toros representa un microcosmos cuya liturgia expresa nada menos que la esencia de la cultura humana: la lucha del hombre contra las fuerzas oscuras de la tierra y la noche, simbolizadas en el mundo hispánico por el toro.
El escenario circular de la plaza, el sonido de los trompetines, la salida bravía del toro-minotauro, la soledad del torero ante los cuernos del monstruo, la audacia de los banderilleros, el arte de la muleta, el parapeto de los burladeros, la suerte de varas, los quites de los subalternos, el susto del morlaco que a veces salta por encima de la barrera, el momento crucial de la estocada, la vuelta al ruedo, los pañuelos en los tendidos, etc., etc.: todo esto y mucho más conforma ese espectáculo que fascinó a Hemingway y a Orson Welles; también, a Picasso y a los poetas del 27, entre los cuales García Lorca llegó a decir que los toros significaban la mayor riqueza poética de España. Las crónicas del día nos han relatado cómo el pequeño Froilán, sin expresar gesto alguno de horror, siguió con gran interés el desarrollo de la corrida y hacía continuas preguntas a su padre. Como es lógico y normal.
España fofa
Entonces, ¿dónde está el problema? Pues el problema está en esa España desnatada, pasteurizada y descafeinada, en ese nihilismo fofo, en esa mariconería posmoderna, que siente un enorme desagrado no ya simplemente ante la fiesta de los toros y otros “espectáculos violentos e intolerables”, como el boxeo, sino ante las realidades “demasiado reales”, demasiado llenas de vida, demasiado auténticas. Se quiere proteger a los niños frente a ellas porque, al entrar en contacto directo y real con las realidades fundamentales de la vida –el amor, la alegría, el sacrificio, la belleza y la muerte-, el niño accede a una experiencia intuitiva del carácter sagrado del mundo y su corazón, sacudido por el fuego y el viento de lo real, tal vez se sitúa, de alguna manera, ante el horizonte misterioso de Dios. Y claro, la dictadura nihilista no puede permitir tamaño desacato a su tiranía. Hay que prohibir a los niños ir a los toros por la misma razón por la que debemos expurgar los cuentos tradicionales de sus elementos “demasiado violentos” (¿un lobo que se come a Caperucita?) o políticamente incorrectos (¿un Príncipe que despierta, con su beso, a la Bella Durmiente?).
Los niños tampoco pueden asistir a las últimas horas de su abuelo moribundo, ni presenciar cómo su ataúd es colocado en la tumba mientras el sepulturero del pueblo reza solemnemente un padrenuestro. Por supuesto, los juguetes bélicos –también las clásicas espadas de plástico- están absolutamente contraindicados: ¿cómo admitir eso de creerse el Capitán Trueno repartiendo mandobles contra los malvados sarracenos o los esbirros de Fu Manchú? Y, bien mirado, a lo de entrar en una simple iglesia también se le puede oponer serios reparos: para empezar, allí hay unos crucifijos muy feos con un señor agonizando que dicen que era no sé quién que vino al mundo para no sé qué…: ¿no resulta evidente que los crucifijos son especialmente aptos para provocar un profundo trauma infantil? Si Chaves se ha atrevido a suprimir las capillas en los nuevos hospitales andaluces –signo apocalíptico, inaudito, digno de que España, o lo que queda de ella, se pusiera inmediatamente en pie de guerra-, ¿por qué no ir pensando en prohibir la entrada en las iglesias a los menores de catorce años? Cosas veredes…
La trilogía sacra del progresismo
En fin, el caso es que así vamos; y así, claro, nos luce el pelo. Desde hace décadas, venimos agilipollando a nuestros niños con una educación y un ambiente cultural esterilizados, desinfectados, expurgados de elementos “demasiado fuertes”. Supuestamente, para crear una generación de adolescentes democráticos, civilizados y tolerantes. Pero, en la práctica, esta cultura monstruosa que nos rodea ha creado una juventud entregada a la trilogía sacra del preservativo, el porro y el botellón. Admitamos, eso sí, un importante logro: al menos, los chicos de los institutos manifiestan un gran interés por la cultura audiovisual y hacen sus pinitos creativos con el móvil, grabando palizas a sus compañeros más débiles y vejaciones por cinco euros a drogadictos y mendigos. Es que, como dice Zapatero, estamos ante la generación joven más culta de nuestra Historia… teniendo en cuenta, claro, “de dónde veníamos”.
Veníamos de una España con sus luces y sus sombras, pero en muchos aspectos preferible a la actual. Una España, por ejemplo, donde los padres iban con sus hijos a los toros, como Marichalar con su Froilán, y se veía como la cosa más natural del mundo. En la hora presente, no se trata, por supuesto, de volver a esa España pretérita –los regresos nostálgicos al pasado son imposibles, salvo en el territorio de la ensoñación y la memoria-. Pero sí de crear una nueva España que recupere lo mejor de su tradición y, a la vez, se proyecte hacia el futuro de una manera absolutamente moderna. Algo que, por cierto, no vamos a conseguir con la actual censura de lo políticamente correcto. Una censura que no va sólo contra los toros, sino –entiéndase bien- contra todo lo que sea demasiado auténtico, demasiado profundo y demasiado real.
http://www.elmanifiesto.com/articulo...darticulo=1884
Suscribo totalmente lo dicho por el autor; no es bueno que los niños vayan a las corridas o jueguen con soldaditos pero sí que vean a los Beavis and Butthead o que en programas infantiles se les pregunte a nenas de seis años si tienen novio
Imperium Hispaniae
"En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."
Yo estoy en contra del toreo, fuera de que sea tradición y bla bla bla.
Pero me parece hipócrita condenar que Froilán vaya con su padre a ver los toros "por ser muy violentos" cuando tenemos a los niños que no levantan un palmo del suelo jugando a videojuegos 10 veces más sangrientos que los toros, viendo películas 50 veces más violentas, y viendo el SmackDown ese en la TV (que por cierto, está de moda "jugar" a imitar a sus ídolos de la lucha libre).
Que miren a los niños normales, y luego hablen de los hijos de la Infanta, a ver qué es más violento. Porque el hecho de que tenga que criarse como miembro de la familia real, no implica que tenga que criarse como miembro del colectivo retrasado que no ve la vida como es: cruel.
Como aficionado a los toros creo que la mejor respuesta que pudiese dar en su defensa son las palabras de Federico García Lorca y con las que concuerdo al 100%: "El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increiblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo."
Al final prohibiran a un niño salir a la calle para que no mate hormigas, mientras su papá y su papá se sodomizan al lado suyo...
Última edición por Rodrigo; 05/05/2008 a las 21:58
" el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
Anti-España 1959 Mauricio Carlavilla
" volad a las Armas, incorporaos con los defensores de la más justa y Sagrada Causa; podréis así salvar vuestra vida, a vuestra familia de la mendicidad, y hacer ver a la Nación entera que sois Cristianos Católicos, y que los Gallegos de la generación presente son, como los de las pasadas, leales a su legítimo Monarca "
Proclama carlista do capitán de partida Modesto Varela (1838)
Nova Hespaña, no entiendo, ¿es un agradecimiento de verdad o te diste por aludido por algo y es irónico? No quiero dar pie a malentendidos ^^U
La vida es el sueño de una mente imperfecta
" el pueblo español fue y es antidemocrático, y para no serlo fue capaz de librar la gran guerra de la Independencia, las tres carlistas y la última guerra de Liberación. Esta fue y es la realidad histórica, quieran los demócratas o no; lo confiesen o no."
Anti-España 1959 Mauricio Carlavilla
" volad a las Armas, incorporaos con los defensores de la más justa y Sagrada Causa; podréis así salvar vuestra vida, a vuestra familia de la mendicidad, y hacer ver a la Nación entera que sois Cristianos Católicos, y que los Gallegos de la generación presente son, como los de las pasadas, leales a su legítimo Monarca "
Proclama carlista do capitán de partida Modesto Varela (1838)
Hum, bueno, ahora que lo dices, es cierto que podría matizar lo que dije (ya saben, la impulsividad ésta que tengo ^^U).
Yo no pienso que la vida sea cruel, pero sí algunas de sus facetas. El "colectivo retrasado" que dije, para mí son aquellos que por ocultar lo "violento" a sus hijos, les ocultan absolutamente todo lo que tenga un poquito de sangre. Espero que se entienda lo que dije, porque... bueno, la juventud y esas cosas... ^^U
Última edición por Pyromaniac; 12/05/2008 a las 21:09
La vida es el sueño de una mente imperfecta
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