MEMORIAL DEL ASNO
Al Consejo republicano de los animales:

“Un hermano vuestro, tan animal como el más pintado de VV.SS. y tan igual como vosotros, recurre a vuestra notoria probidad y acrisolada justificación contra la desgracia de su suerte.
Mis largas orejas, el vil nombre de asno, y lo que es peor que todo esto, la albarda que estoy obligado a llevar, me exponen al escarnio, a las burlas y a las rizadas de cuantos me ven. Toca pues y atañe a vuestra profunda sabiduría poner reparo a una injusticia que ofende el imprescriptible derecho de igualdad.”

Decretando ser caso urgente, se resolvió:

“Que siendo contrario a la igualdad republicana todo signo exterior de envilecimiento, y no alcanzando el poder a dar orejas largas a los animales que las tiene cortas, debemos mandar y efectivamente mandamos: que se les corten las orejas a todos los animales que las tienen largas, como son los burros, las liebres, los conejos &c. &c.
Prohibiendo por otrosí bajo penas gravísimas todo nombre de león, elefante, &c. &c. Y ordenando que en adelante no se oiga más nombre en la república animalesca que el general y honroso de animal.
Por lo que toca a la albarda, después de una madura deliberación decidimos, que lejos de ser cosa deshonrosa, es el más apreciable distintivo con que debe honrarse todo verdadero democrático que no tiene empuñado el gobierno. Y que siendo una verdad que por el tamaño de la albarda se sacan los grados de patriotismo, siendo el asno tan excelente patriota, debía llevar desde aquel día una albarda que valiese por tres: y con esto salud y fraternidad”.

Pasmado se quedó el pobre asno con el sumo honor patriótico de una tamaña albarda, pero orgulloso al fin con su nuevo e imaginario rango no le quedó corrillo de animales en que no se presentase con el vistoso adorno de sus cortadas orejas y su título de animal, discurriendo a la liberala de gobierno con los leones, de política con las zorras, de destreza con los tigres, de melodía y trinados con los ruiseñores. Su sonora y triunfante voz resonaba en todos los ángulos, y solo las moderaba algún tanto cuando empinaba las patas para tirar coces.