Re: Si yo fuera Presidente...
Iniciado por
Cinco Rosas
Jamás he dicho que yo sea un tradicionalista. Hay cosas de nuestra tradición que considero deben de ser rescatadas y tenidas en cuenta. Pero no, no soy en exclusiva lo que se podría denominar un tradicionalista.
Confuso juego de ideas. La primera cuestión estriba en saber qué entiende por Tradición. Y no es algo baladí, porque el término en este sitio tiene dos significados primordiales: la Tradición Católica o conjunto de verdades transmitidas de viva voz por los Apóstoles como cosa de fe, y de la que se obtienen las verdades que han de ser creídas. Y, por otra parte, del conjunto de valores que se han transmitido secularmente de generación en generación. Es decir, lo que Chesterton afirmó como "transmisión del fuego, que no adoración de las cenizas".
El problema de definirse como que uno es algo así como medio tradicionalista y al tiempo otra cosa que no lo es y difícilmente inclasificable, es que finalmente uno no es nada, dicho en el sentido de lo que se está debatiendo aquí, no como persona y sujeto social. Ser tradicionalista es ser exclusivamente eso, y nadie puede afirmar que sea algo fácil, o sencillo, o que la inmensa mayoría de los tradicionalistas no se aparten en ocasiones de la Tradición, a la que hay que estar redirigiendo continuamente la vida, si uno es tradicionalista de verdad. Por ello, eso de "rescatar" cosas tradicionalistas suena extraño, más bien ajeno y propio de gentes que entienden por "tradición" -con minúscula-, aquello que hacían los abuelos o los padres treinta, cuarenta o cincuenta años atrás.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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