Aborto. Esta sencilla palabra es, quizás, una de las batallas mas grandes en las que se están enfrentando a día de hoy el tradicionalismo y el muchas veces mal llamado “progresismo”. Al menos esa es la visión que muchos políticos y periodistas nos intentar mostrar de la guerra iniciada por grupos feministas, progresistas y de izquierdas en general contra la oposición de grupos sociales como los católicos a este repugnante acto que muestra, por desgracia, hasta que punto de desconsideración y falta de respeto por la vida ha llegado la sociedad occidental, y en los últimos años especialmente la española.
Y empezamos con los ejemplos. Si uno consulta una de los múltiples estudios estadísticos que salen a la luz cada año, podrá leer que la principal causa de muerte en España a día de hoy son las enfermedades neurovasculares, las cuales causan una cifra ligeramente superior a las 50.000 muertes al año. Por lo que podemos ver no se tiene en cuenta que anualmente, se practican más de 60.000 abortos en España (dato de 2000). Por tanto, al no considerar el aborto una causa de muerte, podemos suponer sin equivocarnos demasiado, que esta gente favorable a la práctica, considera que una persona, por el hecho de ser no nata, tiene la misma vida que una piedra. Y desde el mismísimo instante en el que el bebé cruza la ambigua barrera y salé de las entrañas de su madre, automáticamente pasa a tener derechos. Mientras tanto, de ninguna manera. El nacer, otorga derechos, antes tienes menos que los animales.
Tristemente, grupos feministas definen la futura pero cercana legalización total o casi total del aborto como una conquista y un avance en los derechos de la mujer. Mujeres egoístas y sin escrúpulos deben ser las militantes de estas organizaciones que se consideran con derecho a decidir si se priva del derecho a la vida o no de sus hijos.
Estos mismos colectivos, tan respetables y heroicos paladines de las libertades y única voz alzada frente a la injusticia (o al menos eso se consideran ellos), nos acostumbran a verles hacer tonterías delante de plazas de toros y lugares afines a la tauromaquia. Gritan, hacen montajes, salen a la calle, pagan dinero y hasta se arriesgan a ser sometidos a juicio por defender los derechos de un toro que es criado únicamente con el fin de la tauromaquia, y cuya especia estaría a día de hoy extinta de no ser por este aspecto de la cultura española.
Una conclusión que al menos pude sacar yo de estos dos aspectos que conviven dentro de los mismos grupos izquierdistas y feministas es que por desgracia, para ellos es mucho más importante, merecedora de protestas y actos, la vida de un animal, que la de un bebé. Y todavía es mas triste el asunto cuando comprobamos que por cada toro que muere al año en España, se priva del derecho a la vida a dos bebés indefensos.
Mucho se ha especulado sobre cual es la principal causa del aborto. Se llegan a conclusiones muy dispares, tales como la irresponsabilidad de los adolescentes frente a la perturbación de la salud psíquica de la embarazada. Pero al menos para mi, esto no es sino un reflejo de una sociedad cada vez más corrupta y carente de valores morales, mas egoísta y cómoda que no piensa en el futuro ni en nadie que no sean ellos mismos. Y así es que es más cómoda una vida sin hijos que con hijos, donde se puedan tener relaciones sexuales con quien uno quiero y donde quiera, pero sin hijos, y si los tenemos, los pasamos por el sable. Actualmente llegamos a niveles tan despreciables de moralidad que los jóvenes matrimonios (que cada vez son menos) prefieren invertir en viajes a Cancún el dinero que han de invertir en criar a su descendencia, sus hijos, parte de su sangre que dejarán en este mundo, su familia, la viva imagen de su paso por este mundo.
Me despido pidiendo un grito enérgico de NO AL ABORTO!, ES UN CRIMEN! Y deseando que, horas antes del estreno del LHC de Suiza donde se concentra a estas horas gente a la que le gusta jugar a ser Dios, hayan hecho bien sus cálculos.



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