Muy conveniente que esto se sepa. Portugal sufrió y sufre, como España, una actividad masónica nada desdeñable. Sólo los botarates pueden minusvalorar la presencia de la secta en los puntos neurálgicos de las naciones ibéricas.
Por cierto, quienes en Portugal sufrieron en sus mentes y en su carne la malignidad con la que operan los francmasones fueron los humildes niños que tuvieron la gracia de recibir la visita de Nuestra Señora de Fátima: Lucía, Francisco y Jacinta.
Conviene recordar con qué viles y ruines métodos tres niños fueron torturados por los agentes de la francmasonería portuguesa. Estas cosas apenas se recuerdan, pero merecen ser recordadas para que nadie subestime al enemigo de la Iglesia.
Marcadores