“Estamos reconstruyendo la batalla de Baécula con una precisión de horas”

Artículo de Juanma Gallego en EFE FUTURO
EL ARQUEÓLOGO JUAN PEDRO BELLÓN NOS CUENTA CÓMO LOCALIZARON LA BATALLA QUE ENFRENTÓ EN JAÉN A ROMANOS Y CARTAGINESES

¿Qué os ha llevado a intentar hallar y estudiar el lugar en el que tuvo lugar la batalla de Baécula?
Esta batalla, que se desarrolló en el año 208 antes de Cristo, supone la entrada de Roma al valle del Guadalquivir. Después de la toma de Cartagena, que era la principal base de aprovisionamiento, comercial y estratégica de Cartago en Hispania, los romanos se dirigieron directamente a ese valle. Por eso Baécula nos proporciona una instantánea del momento en el que comenzó el proceso de romanización de la península.
También tiene una gran importancia en el contexto de la Segunda Guerra Púnica porque es el detonante de que uno de los principales ejércitos cartagineses, el de Asdrúbal Barca -hermano de Aníbal-, se fuera a Italia. Tras la toma de Cartago Nova, la actual Cartagena, Hispania se queda indefensa ante Roma. La única alternativa que les quedaba a los cartagineses era unirse a Aníbal en Italia y tratar de presionar desde allí, porque la península ibérica se estaba perdiendo.
En la geoestrategia de la época, ¿Hispania dejó de ser un campo de batalla principal?
Fue una especie de estrategia de espejo. Aníbal se dirigió a la península itálica para generarle problemas a Roma en su propio territorio. Los romanos utilizaron la estrategia contraria. Aguantaron allí las embestidas de Aníbal pero, por otra parte, eran muy conscientes del valor que tenía la península ibérica como punto de aprovisionamiento para los cartagineses. De aquí obtenían metales, alimentos, y hombres para su ejército. Los romanos sabían que, si eliminaban esos recursos, el ejército cartaginés estaba perdido. Fue una estrategia invertida en ambos casos. Fue precisamente tras la toma de Cartagena y las campañas del valle del Guadalquivir cuando los cartagineses comenzaron a perder la Segunda Guerra Púnica.
¿Qué pasos habéis seguido en vuestra investigación?
Cuando hicimos una síntesis del proceso de conquista romano del Alto Guadalquivir, nos dimos cuenta de que en las fuentes clásicas se le prestaba una gran atención y detalle, pero debían existir otros elementos no narrados en las mismas. Nuestro planteamiento fue buscar desde la arqueología esos eventos contados por las fuentes. Se trataba de transformar la realidad. Desde la arqueología nunca se había abordado algo así de esta manera. El principal problema era que no sabíamos cómo era el campo de batalla, ni qué dimensiones tenía, porque todavía no se había investigado. El escenario de batalla más antiguo del que tenemos constatación arqueológica en toda Europa es precisamente el de Baécula. Estamos aportando un modelo que antes era desconocido.
Es entonces un modelo de innovación…
Sí. De hecho, nosotros fuimos a Roma para comparar los materiales arqueológicos sacados del campo de batalla con los que creíamos que debían existir en Italia en el marco de la Segunda Guerra Púnica. Pero en Italia no encontrábamos ese marco de referencia que necesitábamos.
Has mencionado que las referencias escritas son limitadas para la época. ¿Qué papel han tenido esas fuentes a la hora de localizar el escenario de la batalla?
Nos hemos guiado por dos referencias de Polibio y Tito Livio. El problema de las fuentes clásicas es que cada dato que aportan debe ser sometido a crítica, más aún cuando solo disponemos de las fuentes romanas y no de las cartaginesas.
En el caso de Baécula, la narración de la batalla proporcionaba unos datos orográficos y topográficos sobre cómo era el escenario en el que se desarrolló. Eso nos permitía hacernos una especie de croquis o idealización sobre dónde podía haber tenido lugar.
Teníais el mapa del tesoro…
Exactamente. Las fuentes nos ponían una serie de condicionantes. El lugar no estaba en un llano, ni en una zona donde no hubiera ríos próximos. En una primera fase diseñamos un sistema de prospección selectiva con unos criterios previos que limitaban mucho la zona donde podría haber estado la batalla. Y tuvimos suerte, dimos con el sitio.
El cerro de las Albahacas…
Sí, justo al lado de la localidad de Santo Tomé. Nuestro equipo de investigación defiende la hipótesis de que la batalla tuvo lugar allí. Lo hacemos en base a los materiales que hemos encontrado y en función de la estructura del campo de batalla. Nos quedan pocas dudas. Falta un epígrafe en el que ponga “Aquí tuvo lugar la batalla de Baécula”, pero eso es bastante difícil de conseguir. Habrá un sector de la academia que seguirá pensando que hasta que no aparezca ese rótulo el hallazgo no tendrá el marchamo de autenticidad, pero por nuestra parte no hay dudas.

Periplo seguido por los romanos en Baécula. Imagen: Instituto Universitario de Arqueología Ibérica
Más allá de la propia investigación histórica, ¿qué le aporta todo esto al español de a pie?
Tenemos un proyecto para poner en marcha un centro de interpretación de la batalla de Baécula en Santo Tomé. La idea es insertarlo dentro de la ruta temática ‘Viaje al tiempo de los iberos’, que tiene su propia estructura de centros de recepción e interpretación. En una primera fase se contemplan lugares como Cástulo, Porcuna o Despeñaperros. Nuestra idea es incluir Baécula en esta ruta, al igual que en el proyecto europeo ‘El camino de Aníbal’. Lamentablemente, en este ámbito de la promoción social del yacimiento, nos ha alcanzado la crisis económica.
Nuestra idea es exportar la metodología que estamos empleando en Jaén. En diciembre vamos a establecer un convenio con el responsable de la investigación de la batalla de Zama, en Túnez. Estamos alcanzando sitios que son legendarios para la Historia Antigua. Si finalmente podemos intervenir en Zama, estaremos muy contentos.
Por otro lado, durante la última campaña de 2013 han aparecido estructuras que nos confirman también la presencia en Baécula del campamento de Escipión el Africano. Nosotros teníamos localizado con seguridad el campamento de Asdrúbal y teníamos la hipótesis, en base a la topografía y a datos de superficie, de que después de la batalla los romanos establecieron el campamento en una zona del cerro. Asdrúbal huyó, pero los romanos no le persiguieron para no correr el riesgo que soportaron tres años antes en la misma zona, cuando en la persecución fueron alcanzados por detrás por otros dos ejércitos cartagineses que los masacraron. Por eso los romanos decidieron quedarse unos días en un sitio seguro y estratégicamente muy defendible.
Los datos que estamos analizando abarcan un total de diez días. En base a los materiales que estamos estudiando, podemos hablar incluso de horas concretas. Si encontramos una moneda en un punto y otra moneda en otro, podemos inferir el recorrido de la batalla según las bajas producidas en la huida. Estamos afinando hasta ese punto.
Hay que tener en cuenta que cuando cualquier ejército abandona un campamento, lo habitual es que lo destruyan para que no sea utilizado por otros. Gracias a las excavaciones estamos localizando los restos de esa destrucción. Los romanos saquearon una ciudad ibérica cercana, el oppidum de Baécula y, cuando se fueron, destrozaron todo lo que consiguieron en ese saqueo. Eso es lo que estamos encontrando: recipientes cerámicos destrozados de forma intencional y monedas romanas del 211-210 antes de Cristo.
Juan Pedro Bellón Ruíz es arqueólogo y trabaja como investigador contratado dentro del programa “Ramón y Cajal”, la iniciativa institucional que permite la incorporación de investigadores altamente cualificados en el sistema científico español. Desarrolla su labor de investigación en el Instituto Universitario de Arqueología Ibérica, de la Universidad de Jaén, donde codirige el equipo que ha conseguido documentar arqueológicamente el escenario de la batalla de Baécula.

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