Los púnicos sí drenaban su red viaria
Las obras de la subestación eléctrica en Puig d´en Valls, en Ibiza, descubren un camino púnico del siglo III a. C., un asentamiento rural tardo púnico, un centro de producción de vino o aceite de una villa romana, un horno de cerámica y una necrópolis bizantina de 18 tumbas
Las obras de canalización del segundo enlace eléctrico con Mallorca han puesto al descubierto un yacimiento arqueológico en la parcela donde se halla la subestación eléctrica de es Torrent, en Puig d´en Valls. Foto: J.A.RIERA*En pleno siglo XXI (después de Cristo) se construyen autovías en Ibiza, como la del aeropuerto, sin prever vías de drenaje, lo que provoca que cuando llueven cuatro gotas de más la carretera se inunde y se tenga que cortar. Muchos años antes, más bien siglos, los antepasados de la isla sí eran conscientes a la hora de construir su red viaria que tenían que instalar un sistema para evacuar el agua y evitar que los caminos se anegasen. Esta lección de ingeniería hidráulica histórica se puede comprobar en el yacimiento de Can Malalt, en el terreno donde se encuentra la subestación es Torrent, en Puig d´en Valls, donde se proyecta construir otra nueva para garantizar «la eficiencia del sistema eléctrico de Ibiza y la conexión con Mallorca mediante el cable submarino».
El yacimiento, que abarca una superficie de 4.500 metros cuadrados y que se conservará íntegramente, consta de un camino de época púnica, un asentamiento rural tardo-púnico, la zona industrial de una villa romana (el centro de producción de vino o aceite) y, algo más apartada, parte de una necrópolis bizantina (siglos VI y VII d.C.) con 18 tumbas. Las sepulturas están siendo desmontadas para reconstruirlas más cerca de las otras dos partes del yacimiento y no afectar a las obras de la subestación.
El arqueólogo Cesc Busquets, de la empresa Atics, explicó ayer, en una visita organizada por Red Eléctrica Española (REE) y el Consell de Ibiza, que el yacimiento, que se puede dividir en tres partes, está «bastante bien conservado», con algunas joyas como un horno de cerámica de los siglos VI y VII d.C., «la pieza estrella» del conjunto arqueológico que, después del acuerdo de la comisión insular de patrimonio (Ciotupha), se conservará íntegramente y será visitable. Aún no se ha decidido si estará abierto al público con un horario concreto o si se organizarán visitas para grupos de personas que lo soliciten.
Camino púnico con alcantarilla
La parte más antigua del yacimiento es el camino púnico, que los expertos sitúan en el siglo III a.C., y que al parecer quedó abandonado dos siglos después (I a.C.). En este trozo del camino, que seguramente conectaría con Vila y con una red viaria más amplia, ha quedado la marca de las ruedas de los carros y los restos de un muro lateral, aparte de la ingeniería hidráulica de la época: una canalización lateral (cuneta) con desagües para evacuar las aguas superficiales y evitar la inundación del camino y, por si no fuera suficiente, por debajo, en el interior del muro se instalaba una canalización subterránea (alcantarilla).
Justo al lado, aparecen los muros del antiguo asentamiento rural de época tardo-púnica (entre los siglos III al I a.C.) formado por 10 habitaciones. Lo más llamativo de esta estructura es la entrada, «bien conservada», según Busquets, donde se puede ver, además, el quicio donde se insertaba el eje de la puerta. También se conserva una pequeña parte del pavimento primigenio del habitáculo. El arqueólogo explicó que, a su entender, en este recinto habitaron «muy pocas familias», todas ellas dedicadas al cultivo de la tierra. Más allá del camino, se ha hallado una sitja (un agujero) que antiguamente se utilizaba como almacén para guardar el «excedente de grano». Posteriormente, este espacio se convirtió en una escombrera, donde se vertían los residuos y donde los arqueólogos han hallado cerámicas y otros ´tesoros´ que ayudan a ubicar cronológicamente las estructuras.
Esta primera parte del yacimiento queda en desuso a partir del siglo I a.C. aproximadamente. Justo al lado, hacia el sur, aparecen los cimientos de lo que fue un «gran edificio» de unos 500 metros cuadrados que formaba parte de una villa romana (de los siglos II al VI d.C.); en concreto, el centro de producción de aceite o vino (torcularium). Se ha hallado intacta la piedra que se usaba de contrapeso en el trull. La villa romana debía estar al otro lado del Camí Vell de Sant Mateu, en la zona que actualmente está urbanizada.
En esta zona se observan las paredes impermeabilizadas de dos depósitos interconectados donde se llevaba a cabo el proceso de filtrado del aceite o el vino en su proceso de producción. Estas cavidades aún se tienen que excavar. Al lado, aparecen las estructuras de dos grandes patios, donde, explica Busquets, entraban los carros para cargar las ánforas de vino o aceite.
La paja carbonizada del horno
Se han hallado muchos restos de ánforas (ninguna entera) y un horno de cerámica de «los mejores conservados de la isla», que data de los siglos VI y VII d.C. Los arqueólogos han desenterrado la cavidad donde se encendía el fuego y la parrilla donde se ubicaban las piezas. Por encima tendría que haber una cúpula que ha desaparecido. Busquets destaca que sobre la piedra ha quedado el rastro de la paja carbonizada que se colocaba entre las figuras para la cocción.
A unos 200 metros aproximadamente de la zona donde se encuentra el asentamiento tardo púnico y el centro de producción de vino o aceite de época bizantina, se ha hallado una necrópolis con 18 tumbas, también datadas entre los siglos VI y VII d.C. Actualmente se están desmontando las sepulturas, piedra a piedra (son fotografiadas y enumeradas), para reconstruirlas más cerca del resto del yacimiento y no afectar al proyecto de la subestación. La tierra ácida de esta zona provoca que los huesos humanos no se conserven en buen estado. Además, el arqueólogo destaca «el expolio» (en los siglos VIII y IX d.C.) que se producía en los sepulcros para conseguir «hebillas de cinturones, anillos» u otros objetos de valor. Por ello, en los nichos no se han encontrado objetos, salvo un anillo de bronce. Busquets considera que en este cementerio se enterró a la gente que trabajaba en la antigua villa romana. Las sepulturas están alineadas de norte a sur en grupos de siete, tres y ocho, lo que denota posibles agrupaciones de familias. En cada nicho, que no se reutilizaban, se enterraba a una sola persona. Lo que sí se reciclaba era el pavimento del asentamiento rural tardo púnico, una vez abandonado, que se empleaba para cubrir las tumbas.
La consellera insular de Cultura y Patrimonio, Pepita Costa, visitó ayer el yacimiento junto al delegado regional en Balears de Red Eléctrica de España (REE), Eduardo Maynau, y el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, quienes destacaron la importancia de la conservación del yacimiento y, paralelamente, la construcción de la subestación eléctrica (se desplaza el emplazamiento original para no afectar al yacimiento), que es «muy importante para isla». Maynau destacó que REE ha invertido 700.000 euros en la excavación e indicó que la subestación se construirá en un año o año y medio.
La túnica de Neso | Departamento de Latín IES La Senda Quart de Poblet
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