Astorga, un tesoro áureo de Roma
Su proximidad a los cotos mineros del Bierzo y los Montes de León la convirtieron en la capital del oro hispano.
Fuente: Ángel Morillo / S. M. | Muy Historia
La ciudad de Astorga, antigua Asturica Augusta romana, definida por el historiador latino Plinio como magnífica urbs, se levanta sobre un cerro ubicado en la confluencia de los ríos Jerga y Tuerto, en la vertiente oriental de los Montes de León.
Tras ser campamento de la Legión X Gémina se convirtió en capital del convento jurídico, circunscripción que agrupaba a los pueblos astures conquistados por Augusto.
La creación de esta ciudad se encuentra relacionada con el inicio de las explotaciones auríferas en la región, que requieren la existencia de un centro civil y administrativo de organización y control del territorio.
Fue residencia del legado jurídico, encargado de administrar justicia, y del procurator per Asturiam et Gallaeciam, cargo en relación con las extracciones de oro, mineral que debía centralizarse en la ciudad hasta su traslado por vía terrestre a Roma. A comienzos del siglo III se convierte en capital de la efímera provincia Hispania Nova Citerior Antoniniana.
Asturica Augusta fue uno de los centros urbanos más importantes de todo el norte peninsular y vértice de una densa red viaria, que aprovechaba su posición como encrucijada natural en las comunicaciones entre la Meseta norte y Galicia.
Los restos arqueológicos y epigráficos dan buena cuenta del elevado estatus político, religioso y económico de sus pobladores, así como de la variedad, complejidad y cosmopolitismo que alcanzó. La ciudad fue dotada de un urbanismo parangonable a cualquier centro urbano hispanorromano de importancia.
No muy lejos, en el Bajo Bierzo, la explotación de oro de Las Médulas es la de mayores dimensiones entre las conocidas en los distritos auríferos del noroeste peninsular y posiblemente de todo el Imperio.
La llegada de los romanos, tras la conquista de los astures, trajo como consecuencia el inicio de grandes explotaciones mineras. Toda la zona aurífera de Galicia y Asturias quedó en manos del Imperio Romano, que acometió directamente la extracción del mineral, apoyándose en la presencia del ejército en la región y de una magnífica red de comunicaciones, cuyo centro neurálgico era la actual ciudad leonesa. La explotación se prolongó durante los siglos I y II, finalizando durante el siglo III.
Agotados los filones más superficiales, los ingenieros romanos planificaron un complejo sistema extractivo, basado en la fuerza del agua, denominado arrugia o ruina montium y descrito en detalle por el historiador romano Plinio. Se tallaron cientos de kilómetros de canales, que drenaban el agua de los Montes Aquilianos y la conducían a unos depósitos. Después, un gran caudal de agua circulaba por galerías abiertas previamente en la masa de tierra a abatir, provocando de esta manera su derrumbe.
Finalmente, el aluvión aurífero se encauzaba hacia los canales de lavado de madera, donde las partículas de oro se depositaban por gravedad en el fondo. La acumulación de tierras provocó incluso el taponamiento de un tramo del curso del río Sil, creando el lago de Carucedo. El paisaje actual de Las Médulas, modelado a través de siglos de explotación minera, corresponde a los restos de la montaña desventrada para obtener oro.
En la actualidad, tanto la mina principal como los yacimientos secundarios, además de la red de canales y los distintos asentamientos humanos, se han convertido en una zona arqueológica protegida y objeto de un estudio pormenorizado.
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