Astorga retorna a la Tradición
Muchas veces hablamos los tradicionalistas de la historia de la Patria. Hoy, recordando más que nunca que la Tradición consiste en transmitir el fuego más que en adorar las cenizas, tengo el orgullo de hablar de actualidad.
Ya he hablado en otras ocasiones del Estandarte de Clavijo, presente en la batalla en la que el mismísimo Apóstol Santiago guió a las huestes cristianas de las Españas a la victoria sobre los musulmanes.
Este estandarte de los Osorio, que ha participado no sólo en los grandes hitos de la Reconquista, desde la defensa del Reino de Asturias hasta las Navas de Tolosa, sino que también fue portado en la guerra contra la invasión de la Francia revolucionaria, es el símbolo en torno al cual está germinando en la ciudad de Astorga un proceso lento pero decidido de retorno a la Tradición.
La Tradición de las Españas, firmemente sujeta a las raíces cristianas que nos transformaron en el pueblo que fuimos, somos y seremos, nos fue arrebatada por la sangrienta y criminal oleada revolucionaria que, derrotada por el pueblo en lo que conocemos como la Guerra de la Independencia, fue finalmente impuesta por los traidores que infestan las páginas de nuestra historia del siglo XIX.
Dos hechos muy significativos tendrán lugar en los próximos días en Astorga, con el beneplácito y apoyo unánime de todos los astorganos, sin distinción alguna política o social.
El primero es la presencia, por primera vez después de varios siglos, de los Marqueses de Astorga en la celebración conocida como la Zuiza, en la que se rinde homenaje al Estandarte de Clavijo, que lo es del marquesado de Astorga, por serlo de los descendientes de Gutierre Osorio.
El Marquesado de Astorga fue concedido por Enrique IV de Castilla a Don Álvaro Pérez Osorio de Rojas Manrique el 16 de julio de 1465, primer marqués de Astorga, lo que convierte al de Astorga en uno de los cuatro marquesados más antiguos de España, con distinción de Grande de España.
Los actuales marqueses parecen estar dispuestos a responder a la llamada de los astorganos, y de hecho han restaurado recientemente su Torreón de Turienzo de los Caballeros, un monumento realmente emblemático de la historia leonesa, el único monumento civil leonés del siglo XIV que se conserva en la maragatería, abriéndolo al público.
Este torreón fue propiedad del Monasterio de San Pedro de Montes, y antes de los Templarios y probablemente en épocas mucho más remotas formó parte de un antiguo castro astur o romano. Se sabe que en la época de convertirse en Señorío de los Osorio, fue fortaleza, de la que sólo queda la torre del Homenaje, y restos de muralla.
Su función antes de pertenecer a la familia de los Osorio, fue proteger las cercanas minas de oro, y posteriormente, en época de los templarios, vigilar el camino de los peregrinos que marchaban a Santiago de Compostela.
La presencia de los Marqueses de Astorga este próximo fin de semana para presidir los actos de homenaje al Estandarte de Clavijo, en los que participan las ciudades de Astorga y Clavijo, se completa con el otro acontecimiento que, Dios mediante, llenará de orgullo a los astorganos en un futuro próximo.
Para explicarlo debemos de nuevo retrotraernos hasta los días trágicos de la invasión napoleónica.
En aquellos tristes momentos, el general Jeanin, gobernador de Astorga por la parte invasora, ordenó al Corregidor de la ciudad destruir el escudo de los Osorio, precisamente, que se encontrada en la torre izquierda del Palacio Consistorial, la Casona para los astorganos.
El motivo no era otro que la negativa del Marqués de Astorga a reconocer al hermano del pequeño usurpador corso como rey, abandonando Madrid para presidir en Sevilla la Junta Suprema Central que dirigiría la guerra.
Por estos hechos, el gobierno revolucionario condenó en rebeldía al Marqués de Astorga y se incautó de todos sus bienes y propiedades. Al igual que muchos astorganos leales, sufrió la “Damnatio Memoriae” por la que se ordenó que su nombre y heráldica fueran borrados de todos los edificios donde figurasen por orden del rey intruso.
Este acto fue sentido como una humillación por los astorganos, que se resistieron durante días a acatar la orden. El general gobernador amenazó y puso en la Plaza Mayor un cañón para volar el escudo y parte de la fachada a cañonazos. Fue cuando el Corregidor ordenó retirarlo, como se recoge en la copia de la carta manuscrita que se conserva en el Archivo Municipal.
Los actuales marqueses están dispuestos a costear la fabricación e instalación en la torre astorgana de un nuevo escudo, copia del antiguo, para orgullo de la ciudad y reparación de aquel agravio.
La Tradición se abre paso entre las cenizas de la desolación que produce la modernidad revolucionaria. En estos días de tribulación y sufrimiento que asolan las Españas, la esperanza, como siempre, está en el retorno, en el rechazo a lo extraño, en la lealtad a nuestras raíces.
¿Quién sabe hasta dónde podremos llegar en esta nueva andadura?
La Comedia Humana
La Tradición, un largo camino por andar
Queda una labor inmensa por realizar.
Una labor que exige el esfuerzo de todos y cada uno. Una labor que, sin duda, supera nuestras fuerzas, las fuerzas de todos. Una labor imprescindible, que sólo con la ayuda de Dios podremos acometer.
Pero hay algo fundamental a nuestro favor. Los cimientos ya están listos y son firmes.
He pasado el fin de semana envuelto en las conmemoraciones en homenaje al Estandarte de Clavijo, que como ya he contado, han adquirido en esta ocasión una relevancia muy especial.
Y también he pasado el fin de semana llevando la contraria a historiadores liberales, que siguen cacareando sus absurdas consignas. La primera y más estúpida, que “mejor nos hubiese ido con José Bonaparte que con Fernando VII.”
Amigo mío, les respondo, finalmente las ideas revolucionarias y liberales, tan modernas y benéficas, tras ser derrotadas por el pueblo español en los campos de batalla, fueron impuestas por las mal llamadas cortes de Cádiz (que en Cádiz se refugiaron cobardemente de la lucha, pero cortes, lo que se dice cortes, ni por asomo lo fueron).
Y a pesar de llegada de “El Deseado” y del Manifiesto de los Persas, a pesar de la entrada en España entre aclamaciones y fervor popular de los Cien Mil Hijos de San Luis, a pesar del valor y sacrificio de las tropas Carlistas, en cuyas filas combatieron muchos que habían combatido contras las tropas de Napoleón, al final pasamos el siglo XIX de un gobierno liberal a otro.
Así que si “nos ha ido mal”, será por causa de haber abrazado, los gobiernos que no el pueblo español, el liberalismo y la revolución. Será por culpa de las desamortizaciones y no de la Santa Madre Iglesia, será a causa de monarquías parlamentarias y constituciones, no de la Monarquía Hispánica Tradicional y nuestras leyes y fueros. Vamos digo yo.
Y claro, se callan. Porque no saben qué decir.
Y luego que si los nobles siempre han buscado su propio beneficio, que si la Iglesia es oscurantista, bla, bla, bla.
Que digo yo, amigo liberal, que lo de buscar el propio beneficio, material o espiritual, es connatural al ser humano. Pero si un sistema es capaz de hacer que el beneficio de unos se funde en el beneficio de los demás, siempre será mejor que los sistemas liberales en los que cuando uno gana, es que otros pierden. Porque el capitalismo es eso, ni más ni menos, cuanto menos ganes tú, más gano yo.
En fin, que el Estandarte de Clavijo salió del Ayuntamiento de Astorga en procesión, con los Marqueses de Astorga a la cabeza, escoltado por los Zuizones de los gremios, hoy Cámara de Comercio, por los Maragatos, las Doncellas que no serán entregadas como tributo a los moros, y por el Regimiento de Astorga, que desde hace un siglo es el 62 de Artillería.
Y se dijo misa cantada en la Catedral, oficiada por su Obispo, con la arqueta del viejo Estandarte de Clavijo, y tocando la Marcha Real con dulzaina tras la Consagración, en Honor al Santísimo.
Y al Estandarte de Clavijo, que llevaban las tropas de Cristo con el Apóstol Santiago a la cabeza en la memorable victoria sobre el Islam salvaje e invasor, el Regimiento de Astorga lo despidió a los acordes de la Marcha Real, como Dios manda, a despecho de modernos reglamentos pergeñados por gobiernos traidores a la Patria.
Y hubo vino de Rioja y del Bierzo, y buenas viandas, y cocido maragato, y música y bailes. Y muchas salvas de mosquete y mucha pólvora, faltaría más.
Y ahora queda seguir luchando por nuestras tradiciones, cuyo sitio no está en los museos ni en el folclore, si no en nuestro modo de vida y gobierno.
Empecemos por nosotros mismos, que para una tarea como esta es preciso estar en Gracia de Dios, confesados y comulgados, y firmes en nuestra fe, Católica, Apostólica y Romana, que el fundamento de nuestra Patria.
Y ahora perdamos el miedo a defender nuestras ideas, que no tienen rival posible porque son la Verdad con mayúsculas.
La Comedia Humana
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