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Tema: Orígenes de los actuales valencianos. Falsos mitos (1).

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    Orígenes de los actuales valencianos. Falsos mitos (1).

    Orígenes de los actuales valencianos. Falsos mitos (1).

    Artículo de la revista

    TERRA NOSTRA nº 4.

    Si tuviésemos que empezar a buscar los orígenes de la población valenciana actual desde un punto de vista étnico y cultural podríamos hacerlo mencionando que todo empezó un verano de 1232, cuando dos señores de Aragón -Hugo de Folcalquier (gran maestre de la Orden de san Juan del Hospital) y Blasco de Alagón se reunieron en el castillo de Alcañiz con el rey Jaime I. En aquella reunión se propusieron la conquista de la Magna Valentia, “la mellor terra e la plus bella del món. E no hi ha avui dejús Déu lloc tan delitós com és la ciutat de Valéncia e tot aquell regne”. Aparte de bellas palabras y descripciones eran otros motivos geopolíticos los que movían a los nobles aragoneses a empezar la conquista del Reino de Valencia, los nobles aragoneses deseaban tener una salida al mar, extender Aragón, tierra de señores pobladas a ley de fuero, hacia el Mediterráneo. Por este motivo ayudarían con gran esfuerzo a la conquista de Mallorca. Ahora bien, nuestro rey fundador tenía claro una cosa y era que no quería ver convertida Valencia en una especie de Andalucía latifundista para provecho de los nobles aragoneses. A pesar de esto se llegó al convencimiento de que la conquista de Valencia era necesaria y se decidió llevar a cabo la empresa. Empresa que tuvo incluso la característica de una cruzada en toda regla. A finales del 1236 Jaime I convocó a las Cortes de Monzón, prometiendo tierras y casas a todos aquellos valientes que decidiesen participar en la conquista de tan preciado Reino. El mismo Papa Gregorio XI otorgó bula de Cruzada. Poco después el ejercito se reunirá en Teruel. La Reconquista estaba en marcha.
    La conquista de Valencia no fue empresa sencilla, ésta se llevó a cabo de manera mucho más lenta que la de Mallorca, con intermitencias y treguas temporales. Tuvieron que ganar a pulso los conquistadores del norte (“els bàrbars del nord, indoeuropeus caparruts i plens de seny” en palabras de Eduard Mira) territorios de gran extensión y numerosas plazas antes de llegar a la capital del reino. Las diversas etapas con las que podemos contar serías las siguientes: en una primera etapa -de 1232 a 1235- se conquista la parte norte del reino, casi toda la actual provincia de Castellón; en una segunda etapa -de 1236 hasta 1238-, el centro del reino con su capital, hasta el río Júcar; y, por último -de 1239 a 1245; la zona meridional, lo que era el antiguo Reino de Denia, hasta los límites establecidos en los tratados con Castilla.
    De vital importancia fue la toma de la ciudad de Valencia y de hecho las campañas decisivas en el Reino de Valencia se emprendieron en 1235 con la reunión de las Cortes Catalanas, tras algunos preparativos se reinició la cruzada. Esto ocurría en 1236, con el primer intento de la toma del Puig de Santa María. Nuestro rey tenía el objetivo claro de tomar la capital, las demás plazas caerían después: “E axí haurem la gallina e puis los pollets”. En el año 1238 se rindieron Nules, Vall d’Uxó, Castro, Almenara y otras plazas y castillos situados en el camino de la capital del reino. Los esfuerzos bélicos estaban orientados a la conquista de la capital, no importaban tanto algunas plazas intermedias, eso sí, se tomaron las plazas necesarias para ser utilizadas como bases o para asegurar rutas de abastecimiento.
    El ejercito cristiano se fortificará en una pequeña montaña donde se podía divisar perfectamente toda la parte norte de los terrenos que circundaban la ciudad, “El Puig” fue la denominación que los catalanes dieron a aquella pequeña montaña y así se continúa llamando actualmente. Una vez fortificado El Puig, el rey parte para Lérida a la búsqueda de más tropas. Por parte enemiga, el caudillo Zayan hace llegar tropas a Valencia. Posiblemente un 20 de agosto, los caballeros cruzados al mando del occitano Guillen d’Entença derrotan a los sarracenos en batalla memorable. Dice el saber popular que san Jorge estuvo presente en la batalla y que su ayuda fue decisiva para la victoria de ésta. Pero no todo estaba ganado, los sarracenos se hacen fuertes en la ciudad. Jaime I decide poner sitio a ésta, se organiza un campamento principal. Tropas y caballeros de Aragón, de la Provenza, de Cataluña y de toda la cristiandad acuden al campamento real. Con el Pabellón real al sur, en la villa de Ruzafa, al noroeste ballesteros de Jaca y un escuadrón de caballería de la Orden del Temple, al este en Campanar, el gran maestre de la Orden comandando la mayor parte de sus caballeros, al oeste el grueso de las fuerzas catalanas, destacando las milicias de Barcelona, al sudoeste, en Patraix se podía localizar el comendador de la Orden de san Jorge de Alfama al mando de sus hombres de caballería. En retaguardia hombres de Tortosa.
    Zayan por su parte no es auxiliado como esperaba, a pesar de su demanda a todo el mundo islámico. Aben Alabbar envió naves de guerra, aunque éstas no lograron su empeño de desembarcar. Las fuerzas del rey irán castigando a las tropas sarracenas, se irán tomando torres, se evitará todo intento de salida mediante el hábil hacer de arqueros, peones y rápidos ataques de caballería. Poco a poco los hombres de hierro llegados del norte hacen suya la victoria. Un 22 de septiembre se lleva a cabo la capitulación. El 28 de septiembre, los moros alzan en la torre de Alí Bufat, el estandarte de la Casa de Barcelona, la señera del rey, la señera de todos sus reinos. La única señera que puede ser proclamada como de todos los valencianos, a pesar de que los políticos actuales hayan consensuado otra. La ciudad era nuestra. En la hermosa descripción que hace Robert I. Burns en su obra El regne croat de València podemos leer: “València la Gran havia caigut. Els seus defensors musulmas, emparats en cartes de treva, havien fugit cap al sud. Davant del port de València, a tres quilòmetres de la ciutat, només la flota cristiana trencava la blava monotonia de la Mediterrànea. La ciutat mateixa s’havia quedat buida; les seues mesquites i botigues, abandonades; els seus minarets, desolats contra el sol de tardor. Ben alta damunt les seues muralles, sobre una torre massissa, la bandera del rei d’Aragó flamejava, quatre barres vermelles sobre camp d’or. Aquest dia será recordat per la història: era dissapte, festa de Sant Dionís, el 9 d’Octubre del 1238.
    Fora, en la plana verda, multitud de cristians joiosos envoltaven la ciutat conquistada. Des dels seus campamentes, s’organitzava una processó bigarrada. Bisbes i arquebisbes amb la mitra al cap, clergues amb vestidures brodades d’or; dames i cortesans i grans senyors amb la gent del seu seguici coberta d’armadures; escamots de guerrers, milícies de les ciutats, mariners, bandes de mercaders i simples vividors; rengles de caballeria aparellada y guarnida, croats voluntaris procedents de moltes terres; i el rei i la reina d’Aragó en persona. Refulgia ací tot l’esplendor i ceremònia de l’edat de la cavalleria. Per damunt dels arnesos brillants, dels escuts llampants i del llampegueig de l’acer, ressonava el murmuri de la massa i les trompetes de la victòria. La magnificència del moment devia tenir, també, un aire de solimnitat, una mena d’estupor sagrat. Perquè es tractava d’una festa religiosa. Quan tota la multitud començà a moure’s ordenadament cap a les muralles de la ciutat, es va alçar el cant del Te Deum en l’aire del matí. La processó avançà cap els murs, i va anar estirant-se pels carrers estrets i retorçuts de la ciutat. Jaume d’Aragó (1213-1276) podia escriure per fi que ere rei “des del Roine fins a València”.
    Nos hemos detenido en este relato y hemos disfrutado recordándolo puesto que nos proponemos aclarar algunos conceptos cruciales para la comprensión de la historia de nuestro pueblo y queremos explicarlo tanto a los lectores de fuera de las fronteras de nuestro tierra, como a aquellos que dentro de las mismas todavía no saben o tienen ideas equivocadas acerca de nuestro origen. Y aunque es cierto que la fecha del 9 de octubre de 1238 históricamente poco tiene que decir a las poblaciones y villas conquistadas en el reino de Valencia anteriormente, o con las que todavía quedaban por conquistar más al sur, el pueblo valenciano recuerda esta fecha cada año como el inicio de la creación de un reino distinto y autónomo dentro del conglomerado de estados que conformaban
    Corona de Aragón o Confederación catalano-aragonesa. También inconscientemente el valenciano sentirá esta fecha como el inicio del “ser valenciano”. Lo que en esta fecha, todo valenciano intuye, es en el fondo cierto. No es muy frecuente en la historia de los pueblos de Europa, el hecho de poder afirmar que un pueblo posee una “partida de nacimiento”. Pero en el caso de los valencianos este hecho es constatable. Este preciso momento en la historia nos viene dado por la fundación del Reino de Valencia. Jaime I, es el símbolo incuestionable del nacimiento de este nuevo reino, donde a partir de entonces se establecerá una gente que se dará a sí mismos el nombre de valencianos.
    En palabras de Sanchis Guarner: “Els valencians hem venerat sempre la memòria de Jaume I. Gracies al Conquistador som cristians i occidentals i no musulmans y orientals; ell tragué en el 1238 València de l’Islam, i la incorporà a Europa, i ell ens donà als valencians una llengua romànica, jove, noble i robusta”. “Nosaltres els valencians actuals, cal proclamar-ho, no descendim dels moros vencúts sino dels cristians vencedors”.
    La población que ocupaba estas tierras antes de la Reconquista, fueron apartados y segregados de los nuevos pobladores, hasta su final expulsión, llevada a cabo a principios del siglo XVII. De este modo se puede afirmar sin complejos que los actuales valencianos somos de manera preponderante los descendientes directos de los repobladores del norte que vinieron después de la conquista, así como también durante los siglos posteriores a ésta. Este cambio de población, fue un proceso lento y complicado, que trataremos de exponer en posteriores artículos, pero que tuvo como resultado la formación de nuestra actual configuración étnica y cultural.
    Podremos preguntarnos si esto significa que antes de Jaime I no había valencianos. Y deberemos responder que tal como lo entendemos hoy en día, rotundamente no. En los territorios que formarán el nuevo reino vivía, obviamente, una gente, pero esta gente no era valenciana; jamás tuvo este nombre en conjunto. Era otra gente, más antigua en estas tierras que los nuevos pobladores, era la población aborigen, que tenía ya poco que ver con los nuevos pobladores. El origen de la población con la que se encontraron los nuevos colonos y cruzados hay que buscarlo en una población en parte de origen primitivo, en parte de origen romano y en parte originaria de las sucesivas inmigraciones árabes, bereberes e incluso de Oriente próximo. Esta población a la llegada de nuestros antepasados se encontraba ya mezclada y unida por la religión, las formas de vida, la cultura y la lengua del Islam.
    Estas gentes, hay que tenerlo claro, eran un pueblo escasamente compatible con los nuevos pobladores cristianos de cultura y raza europea, un pueblo que después de quedar reducido y arrinconado en su antiguo territorio, acabará siendo expulsado a principios del siglo XVII. No tendrá nada que ver con nosotros, con lo que desde entonces y hasta ahora se ha entendido por valencianos.
    Aquella gente, los habitantes de los territorios conquistados que formaran el nuevo reino cristiano, son nuestros predecesores en esta tierra, pero no son nuestros antepasados. Estaban aquí antes que nosotros, pero nosotros no somos sus descendientes.
    En este sentido, sólo hasta cierto punto, podemos considerar nuestra su historia y cultura, pero como nos puede interesar la historia de los iberos, de los celtas, de los romanos o de otros pueblos de la antigüedad. Es nuestra en tanto se desarrollo en esta tierra que desde el siglo XIII nos pertenece.
    Esto que parece tan lógico, es incompatible con una serie de falsos mitos fomentados y alentados por sectores reaccionarios de la ciudad de Valencia que dicen defender la identidad valenciana, pero que en el fondo, lo que único que hacen es renegar de su origen y de su pasado promoviendo una serie de teorías falsas acerca de nuestro origen como pueblo. Uno de ellos es el mito autoctonista y otro el mito de la herencia árabe. Mitos que vamos a intentar explicar y rebatir basándonos en autores que han estudiado el tema con profundidad y seriedad.
    El mito autoctonista, afirmaría que los valencianos ya formaban un pueblo, de carácter más o menos ibérico, antes de la conquista por parte de las legiones de Roma, y lo continuarían siendo en época romana, visigoda, en tiempos de los árabes e incluso durante los tiempos medievales hasta nuestros días. Esta teoría basada en un débil amateurismo arqueológico, ha intentado negar las consecuencias de conquista y la repoblación. Afirmando que en nada habría sido alterada la población autóctona de estas tierras, la cual se mantendrá casi pura, a lo largo de las sucesivas etapas históricas. Las sucesivas conquistas, por parte de romanos, godos, árabes y catalano-aragoneses, sólo supondrían adiciones accidentales a una esencia valenciana inmutable e incorruptible a lo largo de los milenios. Nosotros los valencianos seríamos los genuinos descendientes del tipo de Cro-Magnon peninsular, llamado también libioibérico, en un grado de pureza casi del 85%, puesto que para casi nada influyeron ni las invasiones indoeuropeas, ni los romanos, los cuales tal vez solo influirían en un 5 % en la formación étnica de nuestro pueblo, ni los godos; la influencia de los árabes y beréberes sería algo anecdótico y por supuesto, la incidencia de la reconquista y la repoblación de estas tierras fue un incidente sin demasiada importancia desde el punto de vista étnico, donde a influjo catalano-aragonés sólo podría otorgársele un pequeño porcentaje, puesto que no llegó a un 5%, según los defensores de este mito, el aumento de la población del reino y todavía más, en este escaso 5% los catalanes fueron el grupo menos numeroso puesto que fue mucho más importante la aportación de los aragoneses.
    El intento más serio (si es que puede llamarse así) de estructurar este mito ha sido llevado a cabo por Manuel Mourelle de Lema, en su obra La identidad etnolingüística de Valencia, esta obra, editada en Madrid, no demuestra nada. Es una pena que después de casi seicientas páginas el autor no consiga en absoluto demostrar lo que es el objetivo del libro, esto es, el afirmar que “La lengua valenciana no es, como algún filólogo ha escrito, una variedad -variant regional- del catalán”. Lo que según este autor algún filólogo ha escrito, es lo que todas las universidades de filología del mundo reconocen, menos quizás la que pueda promover nuestro President Zaplana (renegado descendiente del linaje catalán Çaplana, cuyo origen está en los repobladores catalanes que llegaron hasta Murcia y Cartagena). Así como también el mismo Diccionario de la Real Academia de la Lengua reconoce al definir: “Catalán: lengua romance vernácula que se habla en Cataluña y otros dominios de la antigua Corona de Aragón.
    Valenciano: variedad de la lengua catalana que se habla en la mayor parte del antiguo reino de Valencia”.
    Veamos de manos de tan insigne y prestigioso autor como es cierto que estas teorías existen. Dice así:
    “Tanto la etnia como la lengua ibéricas continuaron. La lengua ibérica, en, al menos, las localidades campesinas, frente al latín hablado básicamente en las zonas urbanas -la administración y la cultura-. Respecto a la etnia, desde el Neolítico hasta la actualidad no ha habido variación de la población costera levantina, esto es, no hubo cortes étnicos, sino una misma malla humana, que se fue adecuando a los distintos dominadores -romanos, visigodos o árabes-.
    Nuestra opinión, es que la lengua románica de Valencia se hablaba antes de la invasión almorávide -piénsese en las jarchas- y continuó hablándose durante ella y la almohade, así como después de la Reconquista, desembocando en la lengua medieval. Así es que sobre ella fue muy escasa la incidendia de las lenguas de los conquistadores, ya que el aumento de la población del reino no llegó a un cinco por ciento con la inmigración foránea. Es más, aunque sorprenda a los timoratos antivalencianistas: los catalanes no traían una lengua, que no la tenían propia, puesto que el primer autor que ellos consideran como suyo es valenciano, es decir, Arnau de Vilanova. Y no se diga de san Pedro Pascual, Ausías March y del mallorquín Raimundo Lulio”.
    Si como este autor proclama, la etnia ibérica se mantiene casi pura hasta hoy y si los repobladores no supusieron más que un 5 % en la formación de los valencianos, deberemos preguntarnos, cómo es posible que Jaime I se dirigiera en el 1270 a los Consellers de Barcelona de la siguiente manera: “E no trobarà que en tot lo Regne de València hage poblat de cristians oltra 30.000 hòmens; e per ço car Nós havem vist que el Regne no ha son compliment d’hòmens ni de gent, volem-lo-hi fer, car segons semblança nostra, bé en deuria haver 100.000 cristians al Regne de València”. Reclamando que se escogieran familias honradas de Barcelona y segundos y terceros hijos de familia a los cuales “heretaria prou” dándoles tierras libres y francas. Sabemos que al acabar el siglo XIII la población del reino de Valencia era cercana a los 130.000 habitantes (30.000 cristianos y 100.000 musulmanes). Teniendo en mente que estos cristianos eran los repobladores, no los mozárabes, puesto si bien es cierto que esta comunidad no se extinguió del todo, el grueso de los mozárabes valencianos emigró a Castilla cuando los almorávides reconquistaron Valencia (R. Menéndez Pidal, “Orígenes del español”). Y aún cuando solamente contásemos con estos 30.000 cristianos, sin tener en cuenta los que llegarían durante toda la Baja Edad media, no entendemos por qué regla de tres sale el famoso 5% al que se aferran los seguidores de este mito. Debemos observar que fué durante la Baja Edad media cuando se produce un ininterrumpido flujo inmigratorio principalmente de catalanes pero también de aragoneses hacia Valencia, coincidiendo con la despoblación a principios del siglo XIV del norte de Cataluña así como también de Lerida y Aragón, especialmente constatable en la ciudad de Lerida y en las comarcas pobres de esta región en aquellos tiempos. A pesar de que hoy los que quieren borrar toda relación de lo catalán con Valencia llegan incluso a afirmar que durante los siglos XIV y XV la población catalana no superó el 5 % de los repobladores, lo cual daría según estos un 0, 8% de los habitantes de todo el Reino a lo largo de esos dos siglos ( sorpréndanse leyendo las conclusiones a las que llega el valenciano Jordi Cassany i Bates en su obra Els valencians y la normativa catalana - por cierto, Cassany es apellido catalán procedente del céltico latinizado cassáneum,del celta cássanos, que significa roble) y esto a pesar de la gran cantidad de testimonios de los siglos XIV y XV que proclaman una mayoría de pobladores de origen catalán confirmado también por la antroponíma y la onomástica que estudiaremos en próximos artículos.
    Además, la relación porcentual de repobladores y sus descendientes comparado al de musulmanes, más tarde moriscos, aumentará hasta el punto de que época de Felipe III, entre 1609 y 1614, llegará a ser de un 66 % frente a un 34 % aproximadamente. La población evaluada para aquella época en todo el Reino era de unas 486.000 almas de los cuales 170.00 eran moriscos que todavía quedaban en nuestras tierras, los cuales fueron expulsados masivamente, ahorrándonos a los valencianos actuales problemas similares a los ocurridos recientemente en tierras balcánicas.
    Por otro lado afirma Manuel Mourelle de Lema, que los catalanes que vienieron no traían una lengua propia, puesto que no la tenían, basándose en que Arnau de Vilanova, san Pedro Pascual, Ausias March y Ramon Llull no escribían ni hablaban en catalán sino en lengua valenciana o en lengua mallorquina. No entendemos tampoco cómo Arnau de Vilanova, nacido en el raval de Vilanova, al norte de la ciudad de Valencia, descendiente de los primeros repobladores, cambió de lengua, recordemos que éste fue acusado por sus enemigos italianos de “despreciable nación, o sea catalán”.Tampoco por qué Ausias March de linaje catalán tan claro, donde los Peres, Jaumes y Berenguers Marchs los podemos encontrar en Barcelona, Gandia, Valencia, Albalat, Erampruyà (Baix Llobregat) etc. podía hablar una lengua distinta a la suya de origen, recordemos también que Baltasar de Romaní dijo de éste que era: “caballero valenciano de nación catalán”. En cuanto a san Pedro Pascual, hoy en día se le tiene por un santo mozárabe valenciano, inventado mucho más tarde y que probablemente ni siquiera existió. Ramón Llull era descendiente de la aristocracia feudal catalana, luego suponemos hablaría en catalán. Podemos seguir con otros descendientes de catalanes insignes de aquella época no mencionados por el señor Mourelle, los cuales supuestamente no conocerían el catalán, puesto que esta lengua no existía. Como por ejemplo con san Vicente Ferrer, el cual era hijo del notario Guillem Ferrer, de Palamós el cual en 1335 se trasladó a Denia y después se casará con Constança Miquel y se quedará a vivir en Valencia. O con fray Juan Gilabert Jofré amigo también de san Vicente Ferrer y fundador del primer hospital para enfermos mentales del mundo, el cual según Felix Ramajo era de “Noble y acomodada familia ilerdense que arriva a Valencia huyendo de los estragos de la peste negra, o bien como integrantes de aquel numeroso grupo de familias de la Región del Segre, que en el Siglo XIV rehacen la ruta idealista y romántica que sus mayores hicieroran en son de guerra en los lejanos días del Rey Jaime I el Conquistador”. O con Ramón Muntaner, ni siquiera nacido en Valencia, sino en Perelada (Ampurdán), capitán y administrador de almogávares, cronista, señor de Xirivella y jurado de Valencia. Sin olvidar a Joanot Martorell, autor del Tirant lo Blanc, de linaje procedente de la comarca del Baix Llobregat donde se puede localizar un pueblo del mismo nombre, linaje documentado desde principios de la conquista. Ni a Francesc Eiximenis, nacido en Girona etc, etc. Como vemos los argumentos propuestos son bastante pobres y no hacen falta grandes esfuerzos para ver la poca consistencia de estos.
    Pero continuando con lo defendido por los creyentes del autoctonismo, nosotros los valencianos, podríamos reclamar la misma antigüedad que los vascos actuales, sólo nos faltaría buscar algún tipo de RH distintivo para hacer felices a los ilusos de esta estupidez. Existen versiones de este autoctonismo en los que los valencianos no solamente existían antes de los romanos sino que incluso ya hablaban valenciano y todo. El latín y después el árabe y un poco de aragonés y de catalán, no hicieron más que completar esa lengua, que sería la que hablaban los valencianos (tanto los mozárabes como los musulmanes) antes de la llegada de Jaime I, por lo que supone que la lengua no vino del norte, sino que se había formado aquí de manera independiente.
    Este mito de la continuidad es tan aberrante e infantil aplicado al caso de los valencianos, como podría serlo aplicado a las gentes de Lérida o de Mallorca (en nuestro ambito lingüístico) o aplicado a los castellano-manchegos, murcianos, extremeños etc. (en el ámbito lingüístico castellano). Es todo tan absurdo que uno se llega a preguntar si los creyentes de este mito son capaces de llegar a pensar con un mínimo de racionalidad, puesto que opinamos que ha de faltarles esta, de lo contrario no nos explicamos cómo son capaces de ver diferencias irresolubles e infranqueables, que teóricamente existirían, entre los hombres, la lengua y el ambiente que separa la línea administrativa que hay entre las provincias de Castellón y Tarragona.
    Terminaremos esta primera parte reproduciendo un texto que creemos bastante significativo de Joan F. Mira extraído de su obra “Sobre la nació dels valencians”:
    “La vigencia del mite no és resultat d’uns fets històrics mínimament comprovables, sinó d’una ideologia prèvia que necessita demostrar la no-catalanitat original dels valencians medievals i del seu idioma, i que per a aconseguir-ho no s’atura en contradiccións, bestieses y capgiraments de la història més básica. Per satisfer aquesta necessitat, hom por cultivar la fe en la presència massiva de mossàrabs fins al temps de Jaume I: inútil, perquè feia molt de temps que no en quedaven, o el seu nombre era insignificant. O subvencionar estudis sobre el -el valenciá abans de la conquesta-: igualment inútil, ja que dels objectes irreals no en pot quedar cap rastre físic o visible.
    La realitat és que sí que hi havia un poble autòcton, als territoris del nou regne cristià, però era un poble musulmà y feia temps que parlava només àrab. Després, les relacions d’aquest poble amb els nous habitants -amb els cristians que es diran valencians -estaran basades en el domini y la segregació, en la desigualtat, en l’hostilitat mútua, en la incomprensió: en distàncies insalvables. L’altre mite històric és el de l’harmonia dels pobles durant els segles medievals. Com si al Regne de Valencia -o al de Castella- els moros y els cristians (y els jueus) hagueren conviscut amigablement, hagueren barrejat llengues, cultures y religions, y s’hagueren respectat y tractat de igual a igual. No va ser així. La relació era injusta, desigual y hostil, dificilment podia llavors ser d’una altra manera, ni ací ni enlloc d’Europa. Religions diferents volia dir societats tancades, impermeables, y els musulmans eren mudèjars y després seran moriscos (batejats a la força, no vertaderament convertits), sempre segregats y després expulsats. Aquest va ser el vertader dualisme del Regne de València durant tres segles y mig: l’existencia de un país colonial, amb una minoria de nous pobladors dominant la majoría autòctona. Més tard, un segle y mig després de la conquesta, ja hi haurà una societat consolidada, cristiana y europea, que simplement explota y margina la minoria musulmana”.
    Creemos que más claro no se puede explicar. De este modo, el que quiera comprender que comprenda y el que quiera renegar de su estirpe que lo haga, pero que sea consciente de ello, nosotros no traicionaremos a nuestro linaje sino que por el contrario, nos reafirmamos en éste con orgullo.


    J.G.
    Última edición por WESTGOTLANDER; 08/02/2006 a las 23:08

  2. #2
    Lopezm está desconectado Miembro novel
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    Respuesta: Orígenes de los actuales valencianos. Falsos mitos (1).

    Cita Iniciado por WESTGOTLANDER Ver mensaje
    repobladores catalanes que llegaron hasta Murcia y Cartagena
    Hola me gustaría hacer unas anotaciones en torno a tan gratuita afirmación:

    1) El Reino de Murcia nunca estuvo despoblado (siglos XII, XIII, XIV, XV, etc...), ya que, excepto la mayor parte de la población musulmana que se marchó, el resto se quedó (otros mudéjares, mozárabes, neomozárabes y cristianos foráneos, judíos, etc...), por lo tanto no es correcto hablar de repoblación, sino de población o colonización. Lo mismo sucede para denominar a quienes fueron al Reino de Murcia durante los siglos XII, XIV... no eran repobladores sino "pobladores" o colonos.

    2) No es correcto hablar de catalanes en Murcia en un periodo histórico en el que Cataluña y los catalanes no existían; más apropiado es hablar de barceloneses en Murcia, y qué mejor prueba para argumentarlo que echar una ojeada a documentos medievales del Reino de Murcia (o de la Corona de Aragón) de los siglos XIII y XIV, donde no se cita ni una sola vez a Cataluña, sino al Condado de Barcelona y al Condado de Urgell...

    Unos ejemplos son:

    -Documento del año 1262 de la ciudad de Murcia sobre un acuerdo entre el rey Jaime I de Aragón y Ceit Abuceit. (Conservado en el Archivo Histórico Nacional y publicados por López Agurleta y Ramón Menéndez Pidal)

    "Sepan todos quantos esta carta veyeren como Nos Don Jacme, por la gracia de Dios, Rey Daragón, de Maliorca e de Valencia, Comte de Barchilon. e de Urgell, e Señor de Montpelier...
    "


    -Documento del año 1296 de la ciudad de Orihuela, en homenaje del concejo y habitantes de Orihuela al rey Jaime II de Aragón:
    (Conservado en el Archivo Histórico Nacional, Cartulario de Orihuela fol. 35)

    "...poderos señor en Jacme per la gran de Deu Rey de Arago, de Mallorques, de Valentia, de Murcia er Comte de Barçelona..."



    -Carta del año 1331 del concejo de Orihuela al rey Alfonso IV de Aragón (Conservado en la Biblioteca de la Academia de Historia. Colección de Salazar fol. 286, publicado por Justo García Soriano)

    "senyor don alffonso per la gracia de deu Rey darago, de valençia, de Çerdenya e de Corcega, e Comte de Barçelona.
    "


    -Carta del año 1332 del consejo de Orihuela al rey Alfonso IV de Aragón (Conservado en la Biblioteca de la Academia de Historia, Colección de Salazar fol. 294, publicado por Justo García Soriano)

    "senyor don alffonso per la gracia de deu Rey d´arago, de valençia, de Çerdeyna e de Corcega, et conte de barçelona."

  3. #3
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    Re: Orígenes de los actuales valencianos. Falsos mitos (1).

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    El texto combina los sucesos históricos con opiniones personales de unos pocos, como por ejemplo esta que cito.


    Un 22 de septiembre se lleva a cabo la capitulación. El 28 de septiembre, los moros alzan en la torre de Alí Bufat, el estandarte de la Casa de Barcelona, la señera del rey, la señera de todos sus reinos. La única señera que puede ser proclamada como de todos los valencianos, a pesar de que los políticos actuales hayan consensuado otra.
    ¿En que se basan para afirmar que la cuatribarrada es la "única señera que puede ser proclamada como de todos los valencianos"?, cierto es que históricamente el blasón aragonés ha sido una bandera que a representado a los territorios pertenecientes a la Corona de Aragón (entre ellos el Reino de Valencia), y por ello es una de las señas de identidad de nuestro Reino, pero tan histórico es esto como que el Rey Pedro IV de Aragón y II de Valencia (Pere el Cerimoniós), concedió el privilegio a los valencianos de utilizar sus enseñas reales, y otorgó así nuevas señas de identidad, referentes a hechos históricos, a los valencianos. Así pues encontramos en textos antiguos, que cada vez que se escribía la palabra Valencia, se colocaba una pequeña corona sobre la "L"; también se le incorporó al escudo del Cap i casal dos "L" como referente a lo doblemente leal que fue la ciudad ante las hostilidades castellanas; y por último, nuestro Rey también permitió coronar la Senyera valenciana.

    A mi parecer resulta algo estúpido querer eliminar de nuestras enseñas elementos que hacen referencia a hechos históricos en los cuales los valencianos han luchado heroicamente (contra Castilla, contra los Franceses, etc.), es más, incorporar referentes que recuerden las gestas es algo loable y merecido.

    Por otro lado encuentro algo incoherente que en este texto se abogue por mantener invariable, conservándolo así en su estado primario, elementos como la Senyera, valenciana cuando al mismo tiempo se habla de Catalunya, término que como bien nos comentaba Lopezm, en el período histórico que nos ocupa "Cataluña y los catalanes no existían [...] no se cita ni una sola vez a Cataluña, sino al Condado de Barcelona y al Condado de Urgell...".
    Edició original de la Biblia de Bonifaci Ferrer (germà de Sen Vicent Ferrer). La primera biblia en una llengua romanç que es coneix


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