...el también contralmirante John Jennings se desligó de la escuadra de su jefe, el almirante Leake, en cumplimiento de órdenes secretas y atravesó el Mediterráneo rumbo a Canarias con una división de 13 navíos, cuya artillería sumaba 800 cañones. Una cifra comparativamente superior a las defensas de Santa Cruz, que difícilmente contaba con 70 bocas de fuego de diverso calibre, y de las cuales destacaba el famoso y valioso cañón "Hércules", la más rentable y longeva de todas las armas que han prestado sus servicios de defensa a la ciudad, comprado por encargo del Cabildo Insular en Flandes. Hechos que hice constar por primera vez en esta Casa el 23/7/99, y en los que luego abundé sobradamente hasta el final de las gestiones de recuperación de tan significada arma para la historia bélica de esta ciudad e Isla; pues no olvidemos que en estas sucesivas defensas intervinieron todas las milicias y gentes de Tenerife.
Continuando con el frustrado ataque de John Jennings a Santa Cruz, haremos mención brevemente a que la intentona se redujo a un intenso cañoneo y desembarco simultáneos de parte de las tropas. Si bien éstas no llegaron nunca a poner pie en tierra en la ciudad, al ser rechazadas y hundidas algunas barcas por los certeros disparos de los cañones de la plaza, especialmente por el citado "Hércules", de mayor alcance y calibre que los restantes.
Confundido por la inesperada resistencia al desembarco de sus tropas, el contralmirante se limitó a enviar a un emisario de paz para entregar una carta al corregidor y capitán de guerra, don José de Ayala y Rojas. En ella se exoneraba de la orden de cañonear la plaza e instaba a rendir pleitesía al archiduque Carlos, pretendiente a la corona española por la incapacidad procreadora del anterior rey, Carlos II, "El Hechizado", último de la dinastía de los Austrias. Carta que obtuvo respuesta al día siguiente del propio corregidor, negándose a la propuesta y manifestándose seguidor, junto con todo el pueblo tinerfeño, del actual monarca Felipe V, nieto del francés Luis XIV y heredero de la corona española por voluntad testamentaria del fallecido Carlos II. Ante esta firme respuesta, el inglés, a bordo de su navío "Binchier", de 70 cañones, puso rumbo de regreso al Mediterráneo con su división, sin intentar asolar ninguna otra isla del archipiélago. Un suceso bélico que sumó la segunda cabeza de león en el escudo de Santa Cruz. La tercera, como todos sabemos, fue la de la victoria contra Nelson en 1797.
Expuestos brevemente estos hechos por la limitación de espacio, quiero reflexionar acerca de la relevancia que nuestros vecinos de la isla redonda dan todos los años al intento de invasión de Francis Drake a la ciudad de Las Palmas. Son conocidas las tradicionales fiestas de La Naval, en las que realizan una figuración del ataque del corsario inglés. En la última de este año, pudimos ver a los representantes públicos, con María del Mar Julios a la cabeza, participar en el tradicional baño en el mar, simulación del gesto de los defensores, que llegaron a introducirse en el agua disparando contra las lanchas inglesas de desembarco.
Estas pequeñas acciones, junto con otras alegorías puntuales, son los gestos que prevalecen en la memoria colectiva de un pueblo. Algo que nosotros, con mayores motivos, no consideramos con tanto entusiasmo. Y, si no, aquí está la respuesta al tricentenario histórico que, como el bicentenario de Nelson, ha pasado desapercibido para nuestros representantes políticos. No todos los municipios pueden vanagloriarse de haber rechazado al enemigo inglés en tres ocasiones, ni todos los días se suman cien años a un hecho histórico. Lamentablemente, esto es lo que hay, pero no es óbice para que este chicharrero haya manifestado su desacuerdo con las prioridades culturales e históricas de nuestro ayuntamiento y cabildo. "Volverán los alegres Carnavales...".
jcvmonteverde@hotmail.com

http://www.eldia.es/2006-11-11/santacruz/santacruz5.htm



Espera, que ahora te cuento lo del cañón
Tortuga flipada este miércoles Miércoles,11 de mayo de 2005
El cañón "Hércules" descansa al fin en el Cuartel de Almeyda de la capital

EL DÍA, S/C de Tenerife
El cañón "Hércules" descansa por fin en el Cuartel de Almeyda de la capital tinerfeña, después de 129 años de ausencia, tras culminar ayer su traslado desde el Museo del Ejército de Madrid, donde esta pieza, "la más hermosa del mundo", según los expertos, descansaba desde 1876.
De acuerdo con los estudios realizados por el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid, el traslado a la Isla del emblemático cañón ha costado entre 2.500 y 3.000 euros, aparte del seguro obligatorio de viaje.
El cañón "Hércules" fue adquirido en 1547 para la defensa de Tenerife, y permaneció en la Isla hasta su traslado a la capital de España en la citada fecha con motivo de su jubilación. En 300 años contribuyó regularmente a la defensa de Santa Cruz del ataque de piratas y navíos de guerra, y muy concretamente participó eficazmente en la derrota del contraalmirante inglés Horacio Nelson y su Armada en julio de 1797, en la defensa de la capital chicharrera por parte del Ejército y las Milicias tinerfeñas.
Con su llegada a la Isla, el "Hércules" descansa ya junto al cañón "Tigre", con el que compartió papel en la derrota del ejército británico. El "Hércules" también intervino en las batallas contra Blake, en 1657, y contra Jennings, en 1706.