Ataque de Drake a Las Palmas de Gran Canaria (1595): [Alonso de Alvarado] llegó a tiempo que la armada de Drake cuajaba los mares y amenazaba nuestras costas. Alvarado era digno de resistirle. Desde luego se aplicó a cubrir de trincheras la marina, a fortificar el puerto y prevenir socorros de las otras islas, haciendo que la Audiencia pidiese a Tenerife 400 hombres, de los cuales fue nombrado por jefe Alonso Cabrera de Roxas. El día 6 de octubre amaneció, en fin, sobre la ciudad de Las Palmas, en figura de media luna, el fuerte nublado que de diez años a aquella parte había estado rondando y amenazando las islas. Componíase la armada inglesa de 28 navíos con 4000 hombres de desembarco. Francisco Drake, su acreditado comandante, le formó en tres divisiones de esta manera: 15 navíos de guerra se pusieron enfrente del castillo de Santa Catalina, para cubrir las 27 lanchas que echaron con 500 hombres. Otros dos navíos las cubrían por la parte del castillo de La Luz, defendido por Constantino Cairasco; y los demás se arrimaron hacia aquel lado de la ciudad en donde está el fuerte de Santa Ana, mandado entonces por Fernando Lescano de Muxica. Como los enemigos hicieron el principal acometimiento por la caleta de Santa Catalina, se habían atrincherado allí hasta 800 milicianos del país, animados del intrépido gobernador. Por más descargas que dieron con su artillería y mosquetería los ingleses, no pudieron impedir que los isleños, auxiliados del fuego del fuerte de Santa Catalina y de dos únicas piezas de campaña, les detuviesen y maltratasen; de manera que, habiendo perdido ya mucha gente y viendo en términos de irse a pique cuatro de sus mejores buques, tomaron el partido de retirarse de aquel puerto, cuyos pasos eran tan peligrosos como denodados sus habitantes; bien que no acabaron de hacerse al mar sin disparar un espeso granizo de balas que por fortuna no ofendieron a ninguna persona de tantas como había en la ribera. Una cayó casi a los pies del obispo don Fernando Xuárez de Figueroa, en el sitio donde se había apostado con su clerecía, pero a todos los respetó. No escarmentado Drake todavía de los canarios, quiso hacer otra tentativa 5 leguas más adelante, en la rada desierta de Arguineguín y sacó a tierra una manga de 20 alabarderos por la parte llamada Melenara, a fin de hacer alguna aguada de que tenían necesidad. Al punto que los vieron ganaderos del contorno, corren a embestirles armados de piedras y garrotes, matan algunos, rinden dos prisioneros y los demás huyen precipitadamente a sus lanchas, juzgando que toda la isla se les echaba encima. Los prisioneros confesaron que la armada había perdido 200 hombres y cuatro de sus oficiales. Tal fue la honrosa defensa de Canaria, que dio cuenta Felipe III la Real Audiencia y que se celebraron en sus poemas dos autores : Lope de Vega en su célebre Dragontea, y nuestro Bartolomé Cairasco en su no menos célebre Templo Militante [...] [...] Ni es de olvidar en esta línea la hazaña de Antonio Lorenzo, noble vecino, regidor y capitán de infantería española de la Gran Canaria. Un bajes de guerra enemigo sorprende el puerto de La Luz en el mismo año de 1595 y saca otro navío que estaba allí cargado para la América. Sábelo Antonio Lorenzo, toma otra embarcación que había lista; sigue al enemigo, acométele, ríndele valerosamente y, quitándole la presa, vuelve al puerto con merecido aplauso. Pero quedaba todavía en Inglaterra otro hombre fatal que, con la misma habilidad de Drake, la misma práctica marítima y el mismo odio contra la España, ponía en nuevos cuidados nuestras islas. Era éste el conde de Essex, que, habiendo saqueado a Cádiz, hizo amago de echarse sobre las Canarias y la Madera (1596) con su armada victoriosa, compuesta de 190 velas. Porque, después de haberlas dividido en tres escuadras, se notó que la una de 50 buques había tomado el rumbo hacia el mar Atlántico. Al punto los avisos de Madrid; las cartas del conde de Portalegre, gobernador de Lisboa, que de orden del rey envió dos carabelas para que hiciesen centinelas en nuestras travesías; las provisiones de la Audiencia de Canaria; las disposiciones de los gobernadores y ayuntamientos. En nuestras noticias militares veremos con gusto las muchas que se dieron en Tenerife. A pesar de esta vigilancia, recaló sobre Lanzarote la escuadra enemiga del mando de Jorge de Cumberland; y como nos referimos en nuestro libro X, aseguró sus naves en Puerto de Naos, destacó al caballero Berkley con 500 hombres contra la villa abandonada, quienes batieron el castillo de Guanapay, hicieron alguna provisión de vino y queso, tuvieron varios reencuentros con los naturales y se reembarcaron admirados de su gentileza y agilidad en el manejo de las piedras y chuzos. De Lanzarote pasaron a la isla Tercera en las Azores y quemaron la población de Villafranca. (Viera y Clavijo)
http://club.telepolis.com/mgarciasa/var/fdrake.htm
...la ciudad logró la admiración de todo el reino al derrotar al famoso pirata inglés Drake, que ni siquiera logró penetrar en la ciudad y cuya derrota mereció la alabanza de Lope de Vega en una de sus obras...
http://portal.grancanaria.com/portal...Gran%20Canaria
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