La Bajada de 'la Señora'
Retazos históricos de la cita lustral
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JOSÉ GUILLERMO
RODRÍGUEZ ESCUDERO
Juan Pinto de Guisla, beneficiado de El Salvador, informaba en sus crónicas sobre la gran falta de lluvia que sufría La Palma en el año 1676, 'el invierno más seco de la década', que había traído el hambre y la muerte a los campos y a la ciudad. Este licenciado fue el que certificó el origen piadoso del futuro evento lustral y el que narró su primer programa.

Se encontraba de visita pastoral en La Palma, al recaudo de las amenazas de los piratas, el obispo de Canarias, Bartolomé García Jiménez (1618-1690), quien, 'informado de la gran devoción que estos naturales tenían a la Virgen de Las Nieves, dispuso se trajese a esta ciudad con motivo de esta calamidad y que se celebrase aquel año la octava de La Candelaria con dicha santa imagen'.

También Viera y Clavijo añadía que 'el Obispo fue el que, atendiendo a la universal devoción que profesaban aquellos naturales (los palmeros) a Nuestra Señora de Las Nieves, cuyo patrocinio imploraban de tiempo inmemorial en los conflictos de volcanes, falta de lluvias, langosta, epidemias, guerras y correrías, dispuso que se llevase cada cinco años desde su santuario a la ciudad'.

El prelado, que había sido promovido a la Silla de Canarias en mayo de 1665 por Alejandro VII, costeó el gasto de tres días de estancia de la 'bella, galana y misteriosa Señora' mientras que las demás jornadas se repartieron entre otros tantos devotos. Finalmente, 'viendo la decencia del acto y veneración con que se celebró dicha octava, juzgó sería conveniente que dicha Santa Imagen se trajese cada cinco años a esta iglesia parroquial de la Ciudad'. El Obispo conoció cómo el pueblo palmero, unido como nunca, había defendido la imagen mariana -la más antigua de Canarias y vestigio remoto de nuestra ubicación cristiana- y a su ermita cuando los dominicos trataron de fundar un convento.

Así, el ciclo lustral se inició en 1680, año en que nuevamente bajó la 'Virgen Negra de
La Palma' desde su 'Santuario del Monte' a la capital. Desde entonces lo ha hecho ininterrumpidamente hasta nuestros días, en aquellos años acabados en cero (0) y
cinco (5).

ASIETA, como también se conoce a la Virgen -siglas de 'Alma Santa Inmaculada en Tedote Aparecida'-, ha sido trasladada en procesión a la capital palmera en rogativas y celebraciones especiales, rompiendo con la secuencia lustral. Sirvan como ejemplos: en 1630, 1631, 1632 y 1676 por una persistente sequía; en 1646 por la erupción del volcán San Martín; en 1659 por una plaga de langosta; en 1678 por el volcán de San Antonio; en 1768 por una epidemia de fiebre catarral; en 1852 por el cólera de Gran Canaria; en 1949 por el volcán de San Juan; en 1966 por la clausura de la Misión Popular en La Palma; en 1993 por el 500 aniversario de la fundación de Santa Cruz de La Palma.

En palabras de Monseñor Elías Yanes, 'la Bajada de la Virgen es el hito que sirve de referencia para medir el tiempo en La Palma. Para el resto del mundo hablamos de meses, años, lustros, décadas; en La Palma, la Bajada es la señal de que un lustro termina y comienza otro. La fiesta marca el paso del tiempo'.

En sus comienzos, las Fiestas Lustrales necesitaban personas que suplieran el gasto de la cera, entre otros muchos desembolsos, durante la estancia de la 'Gran Señora'. Numerosos devotos se ofrecieron a costearla perpetuamente, vecinos fervorosos 'de piedad y arraigo de esta ciudad, siendo el primer día del Ayuntamiento y el último del Sr. Jiménez'. En el Libro Tercero de Mandatos de la Parroquia Matriz, se relacionaban los caballeros que se comprometieron a poner la cera 'todos los días de su vida'. Entre ellos, se nombra a Melchor Brier y Monteverde, abogado de los consejos, vicario y juez de cuatro causas; al maestre de campo Miguel de Abreu y Rege, ministro del Santo Oficio; al doctor Pedro de Guisla Corona, presbítero y consultor del Santo Oficio, entre otros.

Merece destacarse la donación que hizo Francisca Santos Durán, en 1706, de 1.000 reales que habían darse a tributo y que con sus réditos se pagasen los sermones, prácticas doctrinales y alabanzas a la Virgen en cada Bajada. Después de que estos y otros muchos devotos se ocuparan también de los actos. Ya en el siglo XIX, es cuando el ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma institucionalizó los festejos y corrió con su organización.

En la víspera de la Purificación, generalmente bajo inclemencias climatológicas, se bajaba solemnemente a la 'Morenita' y se celebraba un octavario con grandes festejos, célebres en todo el Archipiélago desde tempranas épocas. Unas fiestas que han sido consideradas como de las más sobresalientes que se celebran en las Islas y que sirven de digno preámbulo a la presencia de la sagrada imagen en la capital insular, punto culminante de la celebración. Se trata de una 'fabulosa y larguísima víspera'.

Estos lustros se constituían en días interminables de regocijo particular para el pueblo palmero, 'que no dejaba de traer a la memoria aquellos milagros que desde su niñez le contaron, de la cueva en que la se recogió toda una procesión de trescientas personas, no siendo capaz de contener cincuenta'; durante las salvas de bienvenida a la Virgen en la Plaza, una de las piezas de artillería hizo explosión, cuyos pedazos cayeron sobre las tropas y unas mujeres, sin que hubiera desgracia personal; también de una lámpara que en una penuria de aceite ardió incesantemente y aun rebosó; 'la nieve que cubrió el volcán de Tigalate en 1646, el otro volcán de 1711 que, a la vista de la Imagen se extinguió'. Viera y Clavijo recordaba también 'el incendio de la ciudad el 25 de abril de 1770 que, habiendo empezado a tiempo que se retiraba la procesión a su santuario y llevando ya catorce casas consumidas, se fue apagando desde que retrocedió con la imagen el devoto pueblo' Testigo de excepción de este último prodigio fue el sacerdote José Momparlé, quien escribía que ante Nuestra Señora 'no se incendió ninguna otra casa, aunque habían sido acometidas de centellas y carbones encendidos'. 'Fue la asistencia de la Virgen 'quien libró y preservó el resto de la ciudad del fuego'.

La fiesta a la 'Morenita' nace, en definitiva, como rogativa de lluvia por la devoción de los palmeros y su fe en los prodigios de su Patrona y el profundo y sincero agradecimiento por su eterna intersección.

La 'Bajada de la Patrona de La Palma' tenía lugar en la madrugada del día primero de febrero y siguió celebrándose en ese mes invernal hasta que 1850 se trasladó a la tarde del sábado anterior al segundo domingo de Pascua de Resurrección, 'a cuya época se trasladó por ser más templada la estación'. Un nuevo cambio se produjo debido a otras razones de índole humana, social y climática. Sirva recordar que hasta el médico titular de la ciudad emitió unos informes sobre lo impropio de la estación y lo perjudicial para la salud pública. Se dijo que tampoco era beneficioso para la llegada de los veleros y de los indianos y los gozos nocturnos en la calle. Luego se trasladaron al mes de junio en 1925, atendiendo a un requerimiento hecho por los universitarios palmeros y, finalmente en 1975 'se corrió unas fechas para coincidir la Semana Grande con la mitad de julio y concretar la estancia de la Virgen en la ciudad a tres semanas'.

Un acontecimiento religioso-cívico-artístico sin parangón en las Islas que fue declarado de Interés Turístico Nacional por resolución de la Subsecretaría del Ministerio de Información y Turismo de 23 de febrero de 1965 y a ella asiste un representante personal del Rey.

Entre los magníficos y originales festejos que se desarrollan antes de la llegada de la 'Morenita' destacan: la Bajada del Trono o también llamado Equipaje de la Virgen, una multitudinaria romería que transporta desde el santuario las 42 piezas del altar-trono barroco de plata repujada; el Festival del Siglo XVIII o Minué- heredero de las danzas coreadas-, un espectáculo lleno de fastuosidad que evoca los saraos palatinos de Versalles; la original Danza de Los Enanos, bailada por hombres que actúan en la primera parte del número representando alegóricamente a diferentes personajes y después, convertidos en enanos, bailan la polca en honor a la Virgen; el Carro Alegórico y Triunfal, auto mariano de exaltación a la Patrona que se ha representado ininterrumpidamente desde el Siglo de Oro; el emocionante Diálogo entre el Castillo y la Nave, homenaje al pasado naval de La Palma y al patronazgo marinero de la Virgen; la entrañable Danza de las Mariposas, otra loa infantil; la espectacular Pandorga, un desfile nocturno de figuras de papeles multicolores iluminadas con velas que alumbran el camino por el que pasará la Virgen; la emotiva Loa de Llegada, donde los 'ángeles' le dan la bienvenida entre el sollozo y el silencio expectante del pueblo; los divertidos Gigantes y Cabezudos, como 'Biscuit' y 'la Luna de Valencia', y sobre todo, 'la Bruja' que, amenazando con su escoba hace huir despavorida a una enorme pléyade de chiquillos; la Danza de los Acróbatas, un espectáculo de agilidad, fuerza y riesgo. Todas estas alegorías están dedicadas a la 'Virgen Morena' y tienen lugar en la llamada Semana Grande.

La cadencia lustral era muy larga y se hizo necesario aumentar la relación de números festeros. Surgió la Semana Chica en el siglo XIX 'ante la lícita pretensión ciudadana de mostrar habilidades y aficiones formadas y mantenidas en la apacible y creativa distancia de la metrópoli'. En ella entraron exposiciones de toda índole, bailes, juegos, carreras de caballos, competiciones deportivas, funciones dramáticas y musicales, encuentros y festivales folclóricos, conciertos y recitales para todos los gustos, novenas y misas, teatros y zarzuelas, loas y dianas, vistosos fuegos artificiales y verbenas,
LaSemana Chica se inicia con la 'Izada de la Bandera de María' con la que se proclama el comienzo oficial de las fiestas, entre una lluvia de cohetes y salvas de los cañones del castillo. Cuando retorna la Virgen el 5 de agosto, la bandera no volverá a ondear hasta 'el año que viene', es decir, hasta dentro de cinco interminables años en el 'idioma de los palmeros'.

Diálogo entre el Castillo y la NaveLlegada de la Virgen al templola PandorgaGigantes y cabezudosBatalla de flores Danza de las MariposasEl MinuéLa Danza de Los Enanos (detalle)La Danza de Los EnanosSubida de la bandera de María
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