LA POLKITA

La Polka se introduce tardíamente en nuestro folklore, hacía finales del siglo XIX, teniendo origen centroeuropeo (Polonia) e introduciéndose primeramente como danza de las altas capas sociales para pasar a continuación a extenderse entre las masas populares, siendo en la actualidad uno de los géneros de más arraigo popular en el folklore canario.

Existen de ella diferentes versiones, no sólo entre islas, sino entre diversas
zonas de las mismas, como el caso de las encontradas en los pagos laguneros de Tejina y Taco. La rescatada por Añate pertenece al folklore infantil y, tanto la letra como el baile, fueron recogidos en la zona de Acentejo. Introduce en su temática la figura del ratón que, como otros tantos animales, era el ídolo central de muchos juegos infantiles.

Como baile de salón que es, en el apartado coreográfico se suceden galanteos y proposiciones de los jóvenes a las mozas, sobre todo en la parte inicial, y son muchos los informantes que recuerden cantar y bailar esta pieza en los llamados bailes familiares o de las casas que se celebraban a lo largo y ancho de la comarca de Acentejo.

EL GORGOJO

El Gorgojo es una pieza musical detectada en determinados lugares de Tenerife, Gran Canaria, La Palma y Fuerteventura, a partir del siglo XVIII. Considerada una danza ocultista, estaba relacionada primitivamente con prácticas brujeriles, además de tener un claro cariz sexual.

Este baile se hacía, principalmente, al finalizar las faenas o reuniones, en
horas nocturnas y lugares apartados, siendo la Pascua, la época en que más se bailaba.

La versión recogida en La Victoria de Acentejo, de doña Angelina Febles Díaz (1912) y doña Mª Verónica Rodríguez Rodríguez (1894-1988) presenta
perfectamente todas esas características anteriores. Una de las informantes apuntaba que el ritmo aumentaba progresivamente hasta que tropezaban entre sí hombres y mujeres, llegando aquellos, incluso, a soltar las faldas de estás.
También era considerada la idea de que alguno de los danzantes apareciera desnudo o semidesnudo.

De igual modo, se ha recopilado una versión infantil, que se conoce por “El
rosario de mi comadre”, muy similar al diálogo final del Gorgojo recogido en La Palma y que aparece de múltiples formas en el cancionero de los niños.

En todas las versiones, el danzante aparece de cuclillas, con las manos en las corvas y dando brincos, intentando el hombre persuadir a la mujer. Hasta la fecha no se han podido recuperar las figuras que existían en el baile, con lo que actualmente se ejecuta de manera espontánea por parte de cada bailador.

SORONDONGO ( LA VICTORIA DE ACENTEJO)

Esta pieza viene a presentar un claro ejemplo de cómo algunos géneros
tradicionales se nutren principalmente de folklore infantil, concretamente y en este caso, del juego de “La que ha entrado en el baile” o “La Violeta”, más conocido en la zona de Acentejo como “La Señorita Celia”.

La manera en que este juego se convirtió en una danza de mayores viene a explicarse de la siguiente forma: Al parecer, en el siglo XVI se extiende por toda la Península un juego que en Asturias va a convertirse en la canción que acompañada la danza denominada “La Gerigonsa”, pasando a llamarse en Andalucia “La Gerigonza del Fraile”.

Fruto de su proximidad con el “Zorongo”, también andaluz, pasa a las islas con la denominación de “El Zorondongo del Fraile”, derivando en los términos sorondongo en las tres islas orientales y el fraile en El Hierro, y que parece ser el predecesor de las diferentes variantes del sorondongo canario.

Precisamente del Zorongo, existen restos de coplas canarias, que en unos casos, han llegado a convertirse en estribillos de isas (ay sorongo, sorongo...) y en otros llegan a formar parte del romancero tradicional, como así presentan las letras de las versiones majoreras y conejeras del Sorondongo.

Aunque el sorondongo haya estado siempre identificado con las islas citadas anteriormente, no se puede negar la existencia de este esquema musical en Tenerife, y así lo pone de manifiesto esta versión rescatada por Añate.

De los contactos con algunos viejos de la comarca se deduce la existencia de una pieza llamada “El Sorondongo” de similar estructura y melodía que el juego infantil antes citado, y de la que D. Manuel Pérez Corona (1899-1987), informaba con detalle. Se trata de un baile que no se practicaba desde hacía unos 75 años, en la fecha en que fue recogido (1985 ) y que sólo lo hacían las mujeres, (de igual forma que una versión encontrada en el pueblo de La Oliva, en Fuerteventura) cuando los bailes iban llegando a su fin. De esta forma, demostraban a los hombres su capacidad de aguante, mientras éstos ya daban por acabada la fiesta.

La dinámica del baile presenta una gran similitud con el resto de las versiones expuestas anteriormente, ya que se pone de manifiesto la libertad de elegir, en un corro, a la compañera que se quiera para relevar la danza (tal como se ve en El Fraile o en el sentido de la antigua Gerigonza). Las bailadoras deben seguir las indicaciones de los cantadores: saltar, brincar, dar vueltas por el aire, sacar una dama y dejarla sola en el baile, estableciéndose así un esquema que permite bailar a una mujer en cada estrofa.

PASODOBLE MALAGUEÑO

Aunque parece extraño encontrar un pasodoble dentro de nuestro folklore, es evidente que este género musical, tan español por otro lado, tuvo sus
ramificaciones en nuestras danzas.

Con aires de malagueña, Añate ha encontrado una pieza muy valiosa que
celosamente guardaba el grupo de La Tercera Edad de La Victoria de Acentejo, respaldado por D. Elfidio Afonso, hijo de Ramón “El Carrucho” ,de quien lo aprendió y lo oyó cantar en todas las parrandas que se ofrecían.

Principalmente se cantaba con letras de amor, aunque también abarcaba todos los temas posibles. La parte musical recoge perfectamente la estructura de una malagueña con ritmo de pasodoble.

Este grupo interpreta un mismo estribillo tras los solistas y esta peculiaridad se ha querido seguir respetando por entender que hay que conservar las coplas tal como se han transmitido. De la misma forma se respeta esta denominación que relaciona el pasodoble con la malagueña, siendo así como siempre se ha conocido en esta zona.


En la versión de Acentejo el baile era muy sencillo, parecido a la isa en
cadena, sin figuras complicadas ni movimientos refinados, presentando un claro ejemplo más de las estructuras sencillas que nuestras gentes utilizaban en los bailes.

PASACATE

De todas las influencias centroeuropeas en nuestro folklore, parece ser que es la francesa la que más incide en El Pasacate, también llamado Pasacatre o Pass de Catre, paso a cuatro, y que proviene de la expresión gala pass á catre.

Esta pieza de salón, con cierto aire cadencioso y cortesano en el baile, y de carácter alegre y desenfadado, representa un claro ejemplo de cómo las letras del cancionero infantil se adaptan para acompañar las danzas tradicionales. En este caso deriva de una canción de corro conocida como La primera entradita del amor, de la que existen diferentes versiones en todo el archipiélago.

Añate rescata en La Victoria, de Doña Consolación Pérez García (1902-1991),
Doña Carmen Pérez García (1899), Don Domingo Abreu García (1909- 1991, conocido
como Totis ), Don Juan Hernández Alonso (1914-1987, apodado El Cafetero ) y Don
Feliciano Santos Flores (1910 ) una versión que aporta a la citada por Luis
Diego Cuscoy en su trabajo “El Folklore Infantil y otros estudios
etnográficos”, dos estrofas interpretadas al final, que no aparecen en otras
versiones. Y es que los tres últimos informantes, que tocaban respectivamente guitarra, laúd y violín, recuerdan cantarla así en los bailes familiares o de las casas, donde era un género asiduo.

En el baile, la peculiaridad radica en ejecutar la misma figura en pareja, dos veces hacia delante y una hacia atrás en el sentido de la rueda, a modo de la versión conservada el El Escobonal por el grupo Aexentemir.

MAZURCA, VALS Y POLKA

Tres piezas de diferentes origen, que Añate ha querido enlazar en su
disco “Herencias”, aprovechando que las tres se realizaban en bailes familiares y dejando claro que cada una se ha rescatado de forma individual y que de la misma manera se deben interpretar.

Estos géneros se incorporan a nuestro folklore a finales del siglo XIX, con una clara influencia centroeuropea, permaneciendo los esquemas que se presentan en la memoria de D. Domingo Abreu García, parrandero popular y D. Feliciano Santos Flores, último violinista de la comarca. Gracias a ellos, Añate ha recogido la versión más oída en la zona, ya que existen muchas variantes de la misma.

Están interpretadas con violín y acordeón, como antaño se hacía en los bailes de salón o familiares donde estos personajes acudían y donde se llevaba a cabo el grosor de tantas piezas que aún hoy siguen sin rescatarse. Algunos se celebraban al aire libre, pero en la mayoría de los casos, en casas particulares, de ahí su nombre de bailes familiares. Debido al reducido tamaño de los locales, y en algunos casos, sólo podían bailar un número determinado de parejas, por lo que había diferentes formas de organizar el baile. En una de ellas, los hombres esperaban fuera y un grupo de mujeres salían a buscar acompañante para un solo baile, tras el cual devolvían sus parejas al exterior, haciendo cambios para que, de ese modo, pudieran participar todos. En otras de las formas, se colocaba un hombre en la puerta con un garrote, cobraba la taifa (tarifa) y, según el número de mujeres que hubiera dentro, dejaba entrar a igual número de hombres, los cuales, una vez acabada la pieza, salían del local para dar paso a otros.

Con todo ello, fuera de los locales donde se celebraban estos bailes, se
formaban grandes colas de hombres esperando su turno para poder bailar, de ahí que se le llamara también bailes de cola.

De todas maneras, parece ser que en los bailes descritos de la zona de Acentejo no eran tan usuales estas costumbres, o por lo menos, no en los últimos años de celebración.

Los casinos o sociedades desbancaron las casas o lugares donde se hacían los bailes o reuniones, acabando así con esta forma tan peculiar de llevar a cabo una de las únicas manifestaciones festivas de que disponían nuestros mayores y que con tanta añoranza se recuerdan.

DANZA DE CINTAS ( LA VICTORIA DE ACENTEJO )

La Danza de cintas, también llamada Danza de Camino, representa una estampa folklórica localizada de forma puntual en algunos pequeños núcleos rurales, siendo bailada, casi exclusivamente como apertura de procesiones y romerías, donde se mezclaba el fervor religioso con supercherías y costumbres paganas.

Como muestra de esta tradición en Tenerife, han permanecido en el tiempo danzas como la de Las Vegas de Granadilla de Abona, Chimiche, Güímar, El Escobonal, Igueste de Candelaria, Geneto, Tegueste, La Florida, Guamasa, Icod el Alto y El Palmar, entre otras.

En la comarca de Acentejo, este género se incorpora a principios del siglo XX, dejándose de realizar en el año 1944 y perdiendo así la costumbre de abrir con él las fiestas religiosas o populares de la zona, desapareciendo de tal forma, que nunca ha tenido un papel destacado junto al resto de las danzas tinerfeñas.


En este ritual se engarzan cintas de varias tonalidades (manteniendo cuatro rojas y una negra intercalada entre distintos colores hasta llegar a una docena) a un palo central o lanza donde los bailadores (mujeres y hombres) se alternan en una evolucionando en sentido contrario, girando alrededor de ella y tejiendo las cintas.

Esta forma de baile es una consecuencia evolutiva de las costumbres primitivas que tomaban el árbol y la piedra como centro de sus ceremonias, con saltos y danzas, como cita Esquivel Navarro en su “Discurso sobre el arte del danzando y sus excelencias y primer origen“ publicado en Sevilla en 1642.

Como característica distintiva, los tocadores se sitúan inmediatamente detrás del baile ejecutando el ritmo del tajaraste, donde se introduce tambor, guitarra, timple y castañetas, entre otros instrumentos. Estas últimas, portadas por los bailadores en una sola mano, ya que en la otra sostienen la cinta.

El uso de esos instrumentos de cuerda no se incluye actualmente por no haberse recuperado la melodía exacta, al contrario que en danzas como la de Las Vegas, donde aún se mantiene.

En algunos casos, del tajaraste se pasaba a la isa, aligerando el trenzado de las cintas, característica similar a la danza realizada por el grupo “Los
Alzados de Icod de Alto”.

A título informativo, citar algunas notas históricas del grupo de danzas al que pertenecieron nuestras informantes, tal como se bailó para inaugurar la calle Arrayanero, partiendo de la casa del director, donde se ensayaba, camino de la plaza del pueblo, recorriendo la citada calle, Horno de La Teja y Del Pino.
También se mostró en una era frente de la plaza de La Corujera en Santa Ursula y se recuerda con nostalgia la última intervención en la romería del municipio del año 1944, comenzando a bailar en la plaza, siguiendo el recorrido por lo que hoy es la calle Pérez Díaz con dirección a la zona de La Pólvora y la Carretera General hasta el Puente de Hierro, como muestran algunas fotografías.

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