Es una historia bonita la que nos has contado Val.
Me imagino que viviste una Venezuela totalmente distinta a la actual, que tristeza me produce ese país a la que en Canarias denominan "la octava isla".
25 de agosto de 2007
La Parroquia de la Candelaria cumple 257 años.
Un día como hoy en 1750 se funda la Parroquia La Candelaria (una de las parroquias de Caracas creadas en época hispánica o colonial). La Candelaria fue la zona limítrofe con la quebrada Anauco hacia el este del valle, en la que se fueron reuniendo los canarios que llegaron después del proceso de conquista, pertenecientes al grupo social de los blancos de orilla. Los pobladores de la zona lograron financiar la construcción de un templo de 1703 a 1708, por lo que el Cabildo caraqueño destinó una cuadra (entendiéndose 'una cuadra' como 175 varas de frente y 175 de largo) para la construcción del mismo, y es en 1750 que este templo y su zona aledaña pasó a ser parroquia eclesial (erigida por Monseñor Manuel Machado y Luna). El proyecto original del templo fue obra de los ingenieros Pablo Miguel González, Lorenzo Melencio Osío, Jesús Muñoz Tébar, Santiago Aguerrevere, Juan Hurtado Manrique y Pablo Castillo. Constaba de cuatro fachadas y tres naves, de estilo semicolonial y arquitectura dórica (El Universal)
Desde adolescente he caminado con frecuencia por las calles del centro de la ciudad, en especial por La Candelaria; hubo una época que lo hacía casi a diario por trabajar cerca de ahí. No dejaba nunca de entrar al templo a rezar e ir a misa, admirar su retablo central pintado en oro, el órgano de tubos; y recordarle al siervo de Dios José Gregorio Hernández (1864-1919) (cuyos restos reposan desde 1975 - cuando fueron trasladados del Cementerio General del Sur - en una fosa situada en la nave derecha) por la salud de mis familiares, y la mía también. Una de las cosas más fascinantes de las calles de La Candelaria es que existen algunos tramos empedrados y restos de los rieles del tranvía eléctrico que una vez cruzó por allí; yo nunca me canso de verlos y espero que tampoco los demás lo hagan, para que procuremos su conservación. Por último, quedan algunas casonas coloniales tratando de sobrevivir en medio de edificios modernos.
El otro gran atractivo de esta parroquia son sus restaurantes mayoritariamente ibéricos (e italianos también), contándose entre ellos el mejor restaurante vasco del país (en mi opinión): el Bar Basque, que cada vez que voy como las famosas txipironas en su tinta. Otro restaurante al cual fui con frecuencia es La cita, y así hay muchísimo excelentes.
Hoy La Candelaria está azotada por la delincuencia (se transita con paranoia mirando para todos lados, sin saber cuando aparecerá el ladrón, que pueden ser incluso bandas de “muchachos de la calle”), los buhoneros que llenan sus aceras y no dejan a los peatones caminar con tranquilidad, la basura que afea y genera malos olores, y las constantes construcciones de la alcaldía (tanto Libertador como Metropolitana).
http://venezuelaysuhistoria.blogspot.com/2007/08/hoy-la-parroquia-la-candelaria-de.html
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Recuerdo cuando vivía en Caracas, siendo niño, ir con mi padre a un cine que había en la Candelaria, era el día de mi cumpleaños, fuimos a ver una película de reestreno, “El Mundo está loco, loco, loco”. Hace un tiempo vi esa peli de nuevo y me acordé de mi buen padre (que Dios tenga en su Gloria) y de ese lejano día de cumpleaños, y como no, del barrio de la Candelaria, ese pequeño rincón canario en Caracas.
Por cierto, allí en Venezuela tenía unos amigos de origen Canario, eran hermanos pertenecientes a una familia numerosa. En una ocasión coincidieron los padres de estos amigos con mis padres. Mi padre le preguntó: son ustedes canarios ¿no? Y el padre de mis amigos le respondió: Sí, canarios y españoles.
Es una historia bonita la que nos has contado Val.
Me imagino que viviste una Venezuela totalmente distinta a la actual, que tristeza me produce ese país a la que en Canarias denominan "la octava isla".
Pues sí, pero no te creas estimado Don Cosme, por aquella época, siendo yo niño, si nos referimos concretamente al tema de la inseguridad ciudadana, ya resultaba peligrosa Caracas, aunque todavía podían pasear las familias un mediodía de domingo sin peligro de que les dieran el “palo”.
El país, Venezuela, desde la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, a principios de 1958, ha ido cayendo lentamente cuesta a bajo y sin frenos. Los presidentes democráticos no supieron afianzar la prosperidad del país, más bien todo lo contrario, unos más que otros fueron, o permitieron corrupciones que terminaron por arruinar al estado y facilitar la llegada de un demagogo como el gorila Chávez.
Y la delincuencia lejos de disminuir con el gorila rojo ha aumentado en los años que lleva en el gobierno, encima dichos delincuentes armados por la revolución (guardia bolivariano por el día, hampón asesino por las noches). Hasta los guerrilleros colombianos comunistas circulan libremente por el oeste del país secuestrando gente y pidiendo rescates.
Los propagandistas del chavismo hablan de la revolución “roja rojita”, sí, rojita de la sangre que corre por las calles de las ciudades, de la cantidad de gente asesinada por la delincuencia desatada, que un fin de semana en Venezuela puede cobrarse hasta 100 personas.
Mi hermana estuvo por allí hace un tiempo y vino muy decepcionada por lo mal que está aquello, yo quise ir también pero al final desistí, no tengo ganas de que se me caiga el alma al suelo (y a lo mejor encima me evito que me pegen un tiro por arrancarme un cutre reloj de pulsera Lotus).
Sí, Venezuela se le llama la “octava isla” por la presencia canaria, que es mucha. Estos, los canarios, se suelen aclimatar a la forma de ser de allí con mucha más facilidad que un peninsular. Los venezolanos los suele diferenciar del resto de españoles, los consideran menos “musius” (extranjeros).
Ya Bolívar en su manifiesto de “Guerra a Muerte” diferencia a “Canarios de Españoles” (como dije en otro hilo, esto en nuestros días haría las delicias de un nacionalista canario). Eso también pasa en Cuba, para los cubanos los peninsulares son “gallegos”, en cambio los canarios son “isleños”, como más cercanos a ellos.
Además el acento venezolano recuerda en algo al canario (aunque no es igual del todo) y una de las comidas típicas criollas, el “sancocho”, es de indudable origen canario. Ah, y el “cuatro” venezolano, pequeña guitarra de cuatro cuerdas, tiene su origen en un instrumento similar que existe en Canarias.
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