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Tema: El primer torero canario

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    El primer torero canario

    El primer torero canario
    Domingo, 8
    mayo 2005

    El 3 de mayo se cumplieron 52 años del día en que Pedrucho de Canarias tomó la alternativa en la plaza de toros de su ciudad. "Entonces había corridas en las Fiestas de Mayo y Carnaval", recuerda.

    HUMBERTO GONAR, Tenerife
    El 3 de mayo se cumplieron 52 años de la alternativa que tomó Pedrucho de Canarias, el primer torero que parió esta tierra, en la plaza de Toros de Santa Cruz. Apadrinado por Jerónimo Pimentel, "un muletero sin par y estoqueador consumado", como recuerda en su libro José Méndez Santamaría, y compartiendo cartel con el diestro Juan Posada, el chicharrero sorteó la suerte que le depararon los toros de la ganadería de Ramón Zumel, traídos desde Valladolid.
    Un morlaco de 520 kilos, de nombre "Pollino" y marcado con el número 116, de pelo negro y acusando bravura, fue el toro que le cedió Jerónimo Pimentel, un ejemplar que Pedrucho brindó al respetable con una faena en la que el tinerfeño se lució por las chicuelinas. Su premio, palmas y saludo desde el tercio. Pero la historia de este torero arrancó mucho antes de su estreno.
    Nacido el 7 de abril de 1917, Avelino Rivero González, nombre oficial de Pedrucho, tuvo su cuna en una casa próxima a la plaza de Toros de Santa Cruz. Tan cercana estaba la residencia familiar que, con tan sólo cruzar la calle, llegaba al ruedo para entregarse a sus sueños. Con orgullo, a sus 88 años, Pedrucho, como prefieren que lo llamen, recuerda cuando se fugaba de la escuela para jugar a los toros.
    Ese gusanillo se le fue colando más y más. José Méndez Santamaría recuerda en su libro "Pedrucho de Canarias. Historia de Avelino Rivero", el "acontecimiento que ocurrió el verano del año 1930", con apenas 13 años de edad. En aquella fecha, "sin pensárselo, muleta en mano, se tiró al ruedo, logrando unos buenos pases que sorprendieron al respetable, dada su edad y estatura. Oyó la primera ovación de su vida, y sus paisanos lo sacaron a hombros por la popular rambla santacrucera".
    Antes de que diera el salto a la carrera profesional se tuvo que conformar con participar en algunas novilladas de carácter benéfico alternando entre toreros llegados de la Península, casos de Epifanio Bulnes, Francisco Silva Alameda o Rafael Ortega "Gallito".
    El pasado jueves, Pedrucho nos recibía en las proximidades de su actual domicilio familiar, en la zona de Tomé Cano. Con chulapo a medio lado, enfundado en chaqueta y paso ágil, había aprovechado la espera para hacer un paseíllo que el viernes no pudo repetir en el ruedo de la plaza de toros de Santa Cruz porque quienes la llegaron a convertir en un aparcamiento provisional en superficie aseguraron que las llaves del coso taurino están ahora en la Península, hasta que venga de nuevo el representante de la empresa que la gestiona.
    En la presentación se muestra abiertamente partidario de mantener vivo su espíritu torero. "Por supuesto, prefiero que me llamen Pedrucho, Pedrucho de Canarias". Este nombre taurino lo heredó de su padre, Pedro Rivero. El torero recuerda que la primera vez que lo llamaron así fue cuando se echó a la plaza de espontáneo y algunos miembros del público lo reconocieron como "el hijo de Pedrucho".
    Pero para llegar a coger la muleta, Pedrucho, cuando entonces era el anónimo Avelino, se embarcó de polizón en el barco de Trasmediterránea "Marqués de Comilla" sin saber a dónde iba a parar. José Méndez Santamaría recuerda que "confundiéndose con un grupo de soldados que marchaba ya licenciado para sus casas, se metió en el buque. Sus medios económicos eran escasos. Los jóvenes, conociendo los motivos que impulsaron a Pedrucho a cruzar el charco, le escondieron a bordo y durante la travesía le suministraban unos pocos alimentos".
    Pedrucho, que presume en la actualidad de ser el matador de toros más viejo de España, recuerda cómo tuvo que afrontar ese salto a la Península. "No tenía ni idea de a dónde había ido a parar. Alguien me vio la cara de despistado que llevaba y me preguntó que qué hacía allí. Yo le dije que quería torear y me respondieron: Chiquillo, ¿has venido a Cádiz a torear?". Para subsistir trabajó de maletero en la estación del tren, lo que le garantizaba el dinero necesario para malvivir. Tan sólo dormir cada noche sobre una cama le costaba dos pesetas.
    Pero su familia, inquieta por su paradero, denunció la ausencia de "Pedrucho". Así, estando un día en un bar de Cádiz, un policía lo localizó y lo remitió para su tierra natal. Eso sí, primero permaneció una semana retenido en el calabozo de la comisaría a la que los andaluces llamaban "piojito". A partir de ahí, Pedrucho tuvo que ir hilvanado su historia torera entre novilladas. "Primero comienzas de becerrista, luego te conviertes en novillero, sigues como banderillero hasta llegar a matador de toros".
    Mucho antes de tomar la alternativa en la plaza de toros de tu Santa Cruz natal, este chicharrero dio el salto a la Península, en donde llegó a torear en la madrileña plaza de Las Ventas. Pero, como él mismo recuerda, Pedrucho se catapulta como un ídolo de la afición taurina en América, afincándose en Venezuela, donde contrajo matrimonio y tuvo sus dos hijos. También en el continente americano tuvo la oportunidad de visitar en varias oportunidades otra catedral del arte taurino: la Monumental de México.
    Banderillero de excepción.- Pedrucho levantaba pasiones, según recuerda, cuando colocaba el par de banderillas. "Tomaba una silla y la colocaba en el centro del ruedo. Me sentaba con los pies cruzados y esperaba que embistiera".
    Este torero chicharrero compartió cartel con grandes del arte taurino, llegando a trabar amistad con figuras tan célebres como Manolete o Antonio Ordóñez. Precisamente éste último es el mejor maestro que ha conocido, estima, aunque añade rápidamente que esta valoración es injusta porque es una opinión personal.
    "El arte del toreo no es dar capotazos, sino que es importante saber estar delante del toro; saber andar en la plaza", añade Pedrucho. Antes de retornar a su tierra natal y una vez dejó de torear, Avelino cambió la muleta y se puso al frente de varios bares a los que, como no podía ser de otra manera, llamó "La Maestranza" o "Andalucía". Su espíritu espléndido y generoso le llevó a no conservar en la actualidad en Tenerife ningún recuerdo de su paso por los ruedos. "Quien le decía qué bonito ese traje de luces o esa camisa, al día siguiente lo recibía como regalo de Pedrucho", recuerda su hijo.
    Con el paso de los años, este tinerfeño no ha perdido su amor a los toros. Pero no se contenta con verlos por la tele, sino que, junto a otro incondicional amigo, Antonio Chenel "Antoñete", participa todavía hoy, siempre que la salud se los permite, en unas particulares giras que realizan por las plazas de la Península. Cuando echa a andar la temporada arrancan en Madrid su ruta por los ruedos.
    "Aquí en Tenerife había tradición de toros, sobre todo en las Fiestas de Mayo y en los carnavales", recuerda Pedrucho, quien rechaza tajantemente la hipotética desaparición del coso taurino chicharrero. "Eso sería un disparate".
    Última edición por Villores; 20/06/2008 a las 05:40

  2. #2
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    Re: El primer torero canario

    <H1>Los políticos de turno se quieren cargar la plaza de toros de Sta. Cruz de Tenerife, destruyendo un edificio emblemático que tantos festejos (no solo taurinos) ha albergado. Aquí una opinión sobre el tema que muestra el sentir de muchos chicharreros.

    http://www.eldia.es/2008-03-25/santacruz/santacruz7.htm
    La Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife (II)


    Si teníamos algunas dudas sobre el sentir popular en relación al tema de la desaparición de nuestra Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife, la publicación de nuestro pasado artículo nos ha servido para despejar estas dudas. Son muchas las personas que nos han comentado lo que en él tratábamos, y los recuerdos que traíamos al papel impreso y a la edición digital de EL DÍA, sobre un tema que no es en absoluto controvertido pues es opinión popular que la Plaza de Toros no debe desaparecer a costa de lo que sea.
    Omitimos nosotros, por no alargar el tema, lo que este popular recinto significó para nuestro deporte vernáculo, y sus legendarias vivencias como el más importante terrero de la lucha canaria, escenario sin límites de gestas históricas de nuestro incomparable deporte autóctono, donde presenciamos las más maravillosas agarradas, desde las del célebre Barbuzano, a las excelencias del estilista Pollo de Lugo… Toda una historia imposible de olvidar cuando se trata de mostrar la importancia histórica de nuestra Plaza de Toros -como nos recordara la opinión del gran experto en el tema Eligio Hernández- y el porqué no se puede permitir su desaparición.
    Vamos a ir más lejos. Cuando tratamos de algo tan importante para el turismo como son las señas de identidad de los pueblos, tenemos necesariamente que considerar la importancia de sus manifestaciones populares intentando, por todos los medios posibles, no alterar las mismas y conservarlas en el más puro de sus estados. Acabar con las corridas de toros en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife parece un despropósito demencial por muy aprobado que fuese por el famoso Parlamento de Canarias, el cual -como ya es notorio en varios casos- no es precisamente famoso por sus aciertos, sino más bien por lo contrario. Privar a Santa Cruz de Tenerife de sus famosas corridas de toros -uno de los más relevantes atractivos turísticos de España- era un autentico atentado para la promoción turística de la ciudad. Al parecer, los "sabios" que aprobaron tal medida estaban embriagados de nuestros éxitos turísticos y pensaron que las corridas de toros podían ser un capítulo cerrado. Progresistas e iluminadas que eran sus señorías.
    Sabemos que en contra de las corridas de toros se puede escribir mucho. También se puede escribir mucho, y bien, a su favor. De lo que no cabe duda, ni ofrece discusión posible, es de su poder como atractivo para la promoción turística de un lugar. ¡Que le pregunten a la Feria de Abril en Sevilla... o a los san fermines pamplonicas!
    No sólo tenemos los chicharreros que conservar nuestra Plaza de Toros, sino que tenemos que recuperar la fiesta de los toros, para que sea el reclamo necesario para apoyar la promoción turística de Santa Cruz de Tenerife. ¿Qué dice a todo esto nuestro ilustre Palacio Municipal? ¿Y el Cabildo de Tenerife, tampoco va a tomar cartas en el asunto? ¿El Centro de Iniciativas y Turismo dejará, así sin más, que derriben esta histórica pieza de nuestro acervo turístico-cultural?
    Sería para nosotros una tremenda desilusión más ver cómo se sigue maltratando la ciudad en que nacimos, crecimos y nos desarrollamos.
    Se hace necesario que, de una vez para siempre, quienes tienen el deber de salvaguardar los intereses de esta generación y las futuras no sigan cargándose nuestras señas de identidad, uno de los valores indiscutibles sobre los que nació la riqueza turística de Canarias, hoy en entredicho gracias a las mentes torpes de algunos seudopolíticos de pacotilla, que sólo han trabajado para sus propios intereses y el de sus amigos, propiciando la desaparición de las citadas señas de identidad sin importarles para nada sus consecuencias, en su ignorancia y falta de sensibilidad profesional, cuyos ejemplos podemos contemplarlos, sin ir muy lejos, en la mismísima calle del Castillo de nuestra ciudad capital.
    La Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife no puede desaparecer, cueste lo que cueste. Nuestro ayuntamiento está obligado a hacer lo posible para que la misma ocupe el lugar que le corresponde como un patrimonio histórico de la ciudad.
    ¿Qué hacen las autoridades insulares que son capaces de paralizar una obra en Puerto de la Cruz durante cuatro años, porque había desaparecido un patio canario en su interior? Parece una ironía, ¿verdad? ¿Dónde están ahora esos técnicos que tan desafortunadamente paralizan una pequeña obra de escasa repercusión popular, si es que tenía alguna? ¿Es que no se han enterado del crimen que se pretende hacer en Santa Cruz de Tenerife, cargándose su Plaza de Toros?
    Recordamos, por último, nuestras veladas en el viejo restaurante Portón de Oro -allá por los años sesenta del pasado siglo-, comentando con Juanito, Lalo o Pepe -artífices de la gastronomía de la emblemática casa de comidas- la luchada que acababa de finalizar en nuestra Plaza de Toros… Los restaurantes, Roma, Baviera o El Gallo Rojo en ese tramo cercano de las ramblas a nuestra Plaza de Toros. Pedazos de la historia de Santa Cruz, que aquellas memorables tardes, o noches, vivían inusitadas jornadas "llenos hasta los topes" de quienes teníamos la oportunidad de asistir a estas memorables jornadas.
    Más profundo todavía el recuerdo de la célebre corrida de toros ofrecida en noviembre del año 1963 a los participantes en el Congreso Internacional de los Skal Clubs por el Ayuntamiento de Santa Cruz. Y fueron tantas las invitaciones "de cortesía" que salieron de las oficinas del municipio que cuando los congresistas llegaron -habían almorzado en un memorable ágape en el Parque Municipal- encontraron la plaza completamente abarrotada de público. Una desagradable situación que, con la profesionalidad de quienes llevaron la ejecución del citado congreso, pudo resolverse. Recordar es vivir.
    La Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife no puede desaparecer. Vamos a ver de lo que es capaz D. Ángel Llanos Castro. Es un reto.

    </H1>

  3. #3
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    Re: El primer torero canario


  4. #4
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    Re: El primer torero canario

    Más sobre la plaza.

    Una vez más en defensa del edificio de la Plaza de Toros de nuestra ciudad


    UNOS ENTUSIASTAS VECINOS del señorial y bonito barrio de Santa Cruz han intentado días pasados al interponer alegaciones contra el plan de Ordenación Urbana del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife basándose en hechos como que "teniendo conocimiento por los medios de comunicación social que se pretende la desaparición total o parcial de la emblemática Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife, cuya construcción data del siglo XIX, siendo inaugurada el 28 de abril de 1893, -o sea, que acaba de cumplir su 114 aniversario- con un aforo de 7.000 personas, que fue utilizada en principio para el fin para el que fue construida, la Fiesta de los Toros, hasta enero de 1983, en el que se dio el último espectáculo taurino, amén de otros como nuestro vernáculo deporte, la Lucha Canaria, cine al aire libre, Circo, Zarzuelas, Carnavales, Campeonatos de Boxeo, incluso de categoría europea y otros eventos de diferente índole, que marcaron un hito en la historia de nuestra Ciudad".
    Se alega también que parece "que una empresa de tipo inmobiliario se encuentra trabajando en la redacción de un anteproyecto técnico para la transformación de dicha plaza, entre otros, la creación de edificios, garajes y jardines privados, que nada tienen que ver con la intención para la que se edificó dicho monumento histórico, es por lo que, solicita a necesidad de que se reconsidere tal modificación, como espacio cultural, de ocio y de recreo, como ya lo fue en su momento, evitando así la demolición de un espacio histórico que está arraigado a nuestras tradiciones y costumbres desde hace, pues eso, ciento catorce años". Un siglo y pico. Y por otra parte la Declaración de Bien Cultural de la misma.
    Éste y otro en parecidos términos, dirigidos al Área de Planificación del Cabildo Insular, han sido presentados en el Registro General de la Subdelegación del Gobierno.
    Tengo muchos amigos, chicharreros de "pro", como dicen algunos oradores cuando desean recalcar el tinerfeñismo y el amor a la tierra, que no están de acuerdo con esta campaña, pues hay unos dueños o accionistas que deben ver rentabilidad a los gastos y otros pormenores, por lo que deben tener un beneficio. El que suscribe está totalmente de acuerdo, pero sin perjuicio de que también salgan bien parados estos propietarios, se pueden hacer en el emblemático edificio, de estilo mudéjar, muchas cosas rentables.
    Una vez pintadito y adecentado, quedaría "precioso" por fuera, pero también hay otras ideas y soluciones que se han apuntado en los medios sociales de nuestra provincia, y en este periódico EL DÍA han salido muchos que han escrito en su defensa.
    Tratamos de seleccionar, por ejemplo: Primera plana del 29 de agosto 2001: "El Ayuntamiento quiere construir un parking bajo la plaza de toros. Empezamos ya a ver lo que pretende hacer el Área de Urbanismo". En su página 5 y firmado por D. Ignacio Martín, se dice, entre otras cosas, que el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) vigente, que data de 1992, contempla utilizar este espacio para uso de equipamiento, es decir, establecimientos docentes, culturales y de ocio... y nunca viviendas.
    En 2003 hay una serie de informaciones y comentarios sobre el tema, y así vemos el 8 de enero en el "Comentario del día": objetivo, proteger la plaza de toros.
    22 de mayo. "De plaza de toros a recinto municipal de cultura y deportes". Artículo del ex concejal de Santa Cruz, don Luciano Lemus Izquierdo, que termina diciendo: "Demolerla y convertirla en otro adefesio descomunal sería, como bien dice don Juan Arencibia, un "crimen urbanístico imperdonable".
    18 de junio. Página 3, nota de EL DÍA "La plaza de toros podría ser demolida para crear aparcamientos y una zona arbolada".
    29 de septiembre. "La plaza de toros, un patrimonio arquitectónico que Santa Cruz no puede perder". Lo escribe don Joaquín Galera, que firma como arquitecto y responsable de Urbanismo de la comisión asesora del grupo municipal nacionalista, el PNC. Interesante, y además este señor es arquitecto y merece todos mis respetos sobre el emblemático edificio. Incluso acordó tal partido presentar una moción, suponemos en contra de la demolición. En este mismo año y en contestación a estas y otras opiniones particulares escribe el que suscribe, incluso aportando ideas, como las de techar el recinto, tomar nota de lo que se ha hecho con la Plaza de Las Arenas en Barcelona, etc.
    Y en el pasado 2006, el 24 de agosto, en su "Media Columna", nuestro buen amigo don Francisco Ayala, en este ladrillo que titula "Desaparece la Plaza de Toros", que sabemos es un defensor a ultranza de los animales, el que escribe también lo es, además de un enamorado del toro y del caballo, expone una lección magistral sobre el tema y defiende la conservación del edificio.
    Otro interesante escrito es el de don Ángel Isidro Guimerá Gil, en su "Tierra Baja" del domingo 27 de agosto y titula "La plaza de toros". Entre las cosas acertadas e interesantes, dice: "En lugar de barrer el adefesio conocido por "el tanque", que hasta huele mal ya, se empeña el alcalde, otra vez, en no dejar una sola seña de identidad de nuestra querida ciudad. Qué cosas estamos viendo".
    Nosotros preguntamos y ¿por qué no hacen garajes y casas en el terreno de El Tanque, por ejemplo?
    También tenemos en este dossier un Buenos Días, del maestro de periodistas Florilán, y aprovechamos, una vez más, para decir que cuándo se va a hacer un digno recuerdo en nuestra ciudad para él, lo que ya pidieron hace algún tiempo amigos y vecinos. Perdón, don José Alberto, por insinuar esto, que sé que a Vd. no le agrada mucho que digamos. Pero la idea fue de otros.
    También aporta su granito de arena, el 1 de septiembre, con su interesante y agudo, como de costumbre, comentario ¿Qué es más urgente?
    Y dos días después, en una entrevista mantenida con el periodista del diario, J.D. Méndez, don Eligio Hernández, magistrado juez, político, ocupando altos cargos de responsabilidad y en su juventud, luchador de nuestro vernáculo deporte, en el Centro de la Cultura Popular analizó junto a otros grandes profesores el caso específico de la plaza de toros dentro de la situación actual del patrimonio cultural de Canarias y, entre otras cosas, dijo: "...las autoridades deberían leer con detenimiento la ley de patrimonio histórico y aplicarla en este caso".
    Y el profesor Gerardo Fuente fue contundente al añadir que: "no podemos quedarnos callados mientras derriban un icono de la cultura y el deporte".
    Hay muchos más testimonios, pero el asunto se alarga y hay que cortar para otro día.
    ¿Nos oirán nuestras autoridades?
    Un chicharrero, de la calle Galcerán y de a pie.

  5. #5
    Alaricos está desconectado Miembro graduado
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    Re: El primer torero canario

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Con este post kiero dar a conocer, y perdonen por mi chovinismo palmero pero creo ke era así y no muy difícil (casi ke no existiían toreros por estas islas), como el mejor torero de Canarias, José Mata (1940-1971). Nacido en Las Tricias, Garafía.
    Ha sido el único torero de fama en las islas, conocido como ‘El Canario’. Comenzó su carrera taurina en Venezuela, en la plaza de Nuevo Circo de Caracas. En 1965 tomó la alternativa de manos de Manuel Benítez ‘El Cordobés’, confirmada en Las Ventas por Andrés Hernando. En la plaza de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), el toro ‘Cascabel’ lo embistió en el momento en el que iba a matar, produciéndole una herida de 25 centímetros que le rompió la vena femoral. Dos días después murió por gangrena gaseosa en el sanatorio de Toreros de Madrid.

    En una plaza de S/C de La Palma, bautizada con su nombre existe un busto en recuerdo a este torero.


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  1. 09/04/2010, 20:42

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