Los dirigentes protestantes
españoles y su vínculo masónico,
hacia la elaboración de un corpus
Universidad «Marc Bloch» de Estrasburgo1
En España como en el resto de la Europa latina, masonería y protestantismo tejieron
lazos específicos, necesariamente estrechos, ya que ambas organizaciones fueron protagonistas
de la lucha por la modernidad laica en búsqueda de un orden democrático y
secularizado que pasó por la confrontación con el catolicismo imperante desde la segunda
mitad del siglo XIX. El ultramontanismo católico selló la comunidad de destino de ambos
movimientos por la común persecución que ambos sufrieron.
En varias contribuciones anteriores he planteado y explicado las razones de este
necesario lazo (Bastian 1996, 1999, 2001), el cual se inscribió en un marco de
interrelaciones más amplias, que se dieron entre actores ligados a varios modelos de
sociabilidad nucleados en torno a las sociedades de ideas (espiritista, círculos obreros,
libre-pensadores…), las cuales tenían en común la lucha contra la Iglesia Católica y las
fuerzas políticas conservadoras.
Un modo de comprobar esa ligazón consiste en explorar la importancia de la afiliación
masónica de los dirigentes protestantes, pastores y maestros de escuela. Hay que
observar que la mayoría de los masones españoles no tuvieron un gran interés por el
protestantismo fuera de la alianza estratégica mencionada. En cambio, se puede suponer
que los pastores y los actores protestantes en general estuvieron inclinados a participar
activamente en la masonería. Hasta la fecha, poco se ha explorado sobre esta realidad, a
menudo silenciada en las obras hagiográficas protestantes contemporáneas.
Se sabe que varios pastores fueron miembros de logias, y que ambos movimientos
fueron activos, tanto en las premisas de la «Revolución Gloriosa», como durante la
República y que al final del último tercio del siglo XX fueron particularmente perseguidos
durante el franquismo. El único modo de comprobar la intensidad de la participación
protestante en las logias y por ende medir el peso de los pastores masones en la propia
organización protestante y en las logias consiste en constituir un corpus de actores
protestantes masones. En base a ello será posible saber la calidad del lazo establecido,
que es el objetivo que este artículo se propone lograr.
Los actores protestantes y sus movimientos religiosos
La historia contemporánea del protestantismo español empieza con el triunfo de la
«Gloriosa» (1868) y la apertura que supuso la nueva constitución de 1869 que estableció
la libertad de culto. En base a eso, la primera organización protestante española fue la
Iglesia Evangélica Española (IEE), que surgió en julio de 1869, en Sevilla, ubicándose en
una antigua Iglesia de los Jesuitas ofrecida por el Comité revolucionario y adquirida por
los protestantes, a la cual le pusieron el nombre de la Santísima Trinidad (García Rubio
1994:185). Simultáneamente, la masonería española empezó una nueva etapa. Por lo
tanto, protestantismo y masonería tuvieron ritmos de difusión simétricos. La presencia de
la masonería en España al inicio del siglo XIX fue reducida, limitada, esporádica, y ligada
en mayor parte a las organizaciones masónicas extranjeras y por lo tanto su despegue se
dio a partir de ese cambio político en 1868. De igual manera, el protestantismo conoció
brotes simbólicamente significativos en particular en Andalucía a partir de la década de
los años de 1850 (Vilar 1994), pero tuvo que esperar la llegada de la segunda mitad del
siglo para difundirse como fue el caso para las demás sociedades de ideas. Su expansión
estuvo directamente ligada al auge de la modernidad republicana y liberal. Por tanto,
ambos movimientos tuvieron necesariamente una connotación política además de los
contenidos religiosos y simbólicos propios que ponían en tela de juicio el antiguo lazo
entre monarquía, catolicismo y nación.
Si el año de 1868 constituye el terminus a quo de la relación privilegiada entre
protestantismo y masonería, el terminus ad quem puede fijarse en 1939 con el final de la
guerra civil y el triunfo del franquismo. Durante estos terribles años, ambas organizaciones
fueron condenadas, combatidas, y perseguidas. Una buena parte de los pastores
protestantes fueron enjuiciados, ejecutados, encarcelados o tuvieron que emprender el
camino del exilio para escapar a la muerte (García Rubio 1994 y Vilar 2001). Por eso, aún
si el «Fuero de los españoles» de 1945 aseguró un espacio vital mínimo para las iglesias
protestantes «históricas», éstas nunca recuperaron el espacio que habían conquistado
anteriormente. A partir de 1975, y dentro del contexto del retorno de la democracia, de la
apertura económica y de la integración de España en Europa, el protestantismo español
cambió radicalmente en su composición, haciendo que hoy día predominen los llamados
movimientos pentecostales cuyos lazos con la francmasonería son inexistentes, puesto
que ya no se plantean en los mismos términos las relaciones con el catolicismo en una
sociedad abierta.
Por lo tanto, para indagar el lazo que los actores protestantes tuvieron con la masonería,
planteo estrictamente el período 1868-1939, durante el cual el protestantismo español
fue un movimiento religioso extremadamente limitado numéricamente hablando. Como
lo anota Vilar (2001:257), toda cuantificación es difícil de hacer, pero, para este especialista
del tema, en 1939 «los cálculos más verosímiles arrojan la cifra de 7.000 miembros
comulgantes», con los simpatizantes unos 10.000 sin incluir los niños. Las organizaciones
religiosas de las cuales participaban fueron también pocas, resumiéndose a unas cinco
en todo el país: la Iglesia Evangélica Española (IEE), fundada en 1869, con una triple
polaridad en Andalucía, en Madrid y en el Norte; la Iglesia Española Reformada Episcopal
(IERE), fundada en 1880, con implantación ante todo en Andalucía y Madrid; la Unión
Evangélica Bautista Española (UEBE), surgida en la década de 1870; más difusas fueronla Conferencia Metodista (CM), asentada en Cataluña, y las Asambleas de Hermanos
(AH), desde 1876, con implantación ante todo en Galicia.
Sabiendo que el tamaño medio de sus congregaciones era de 40 a 50 miembros, se
puede deducir que el número de dirigentes que les correspondió tuvo que girar alrededor
de los 200 pastores y/o maestros de promedio. Ante ello cabe preguntarse: ¿Quiénes eran
aquellos dirigentes?.
Los dirigentes protestantes masones
Para entender por qué los pastores y maestros protestantes se inclinaron hacia la
masonería, hace falta definir la figura del dirigente protestante durante el período de
referencia. Una figura que en un primer análisis aparece como particularmente homogénea.
Unos cuantos fueron ex-clérigos católicos romanos, por tanto portadores de una
educación superior. Sin embargo la mayoría surgió del mundo del artesanado y de la
burocracia, la cual no constituía un sector subalterno como tal, sino más bien era una
vanguardia cuyo estatus se encontraba amenazado por las transformaciones económicas
ligadas a la expansión de la economía de mercado. José Alhama Teba (1826-1892), de
Granada, fue un caso típico con respecto a lo mencionado. Estaba asentado en el cuadro
de logia granadina como pastor y propietario de una sombrerería en 1885.
La mayoría recibió una educación teológica, sobre todo en el extranjero, algunos en
particular en la Facultad de Teología de la Iglesia Libre del Cantón de Vaud, ubicada en
Lausanne, durante los años 1878 a 1888, y otros en los Seminarios de Teología, organizados
en Sevilla y en Madrid desde los años de 1880. Vale la pena notar que aquellos
encontraron en Suiza francesa un medio evangélico abierto a la masonería. Los Comités
de apoyo al protestantismo español se formaron ahí a partir de 1869 y estaban bajo la
influencia del «despertar» evangélico (Réveil). Este despertar sacudió al protestantismo
de Suiza francesa desde los años de 1830 y en particular a ciertos estudiantes de teología
y pastores ginebrinos, entre ellos a Henri Louis Empeytaz (1790-1853)2, pastor de la
Iglesia libre de Ginebra desde 1818, y Ami Bost (1790-1874), quienes acudían a la logia
Union des Soeurs durante los años de 1830 (Sandri 2000:162).
Otra característica importante fue la formación que consiguieron como docentes, ya
que ellos fundaran y dirigieran escuelas primarias y colegios confesionales casi siempre
ubicados al lado de los templos donde desarrollaban su pastorado. Al propio tiempo, ellos
fueron activistas religiosos, pedágogos y militantes republicanos. La primera dimensión
de su actuación se tradujo en particular en las controversias que sostuvieron a menudo
con el clero católico local sobre temas religiosos durante debates públicos. La segunda
dimensión se manifestó en su afán de levantar el nivel cultural del pueblo a través de una educación progresista y laica. La tercera dimensión se tradujo en su participación constante
en actividades cívicas, asociativas y culturales enmarcadas preferentemente en un
entorno republicano.
Abundan los ejemplos que ponen de manifiesto esta triple dimensión del dirigente
protestante. Un caso ejemplar en este sentido fue el pastor Francisco Albricias (1934),
quien después de estudiar teología en Lausanne, inició su pastorado entre 1881 y 1886 en
Rubí, Barcelona, donde creó la congregación protestante de la IEE. Apenas llegado a
Rubí alquiló un local para el culto; puso un colegio; fundó una sociedad de socorros
mútuos llamada «La fraternidad»; creó el «Casino rubinense», espacio de encuentro y de
diálogo; público y editó un semanario El Rubinense, «que escribía, corregía, y fajaba
junto con su esposa». Se trasladó a Alicante en 1890, donde fundó una «Escuela Modelo
», de renombre, además de seguir siendo pastor evangélico y connotado masón (García
Rubio 1994: 271; 304-307).
En Figueras, su colega de la misma IEE, Luis López Rodríguez, era miembro de la
logia Luz de Figueras en 1891, militante del Partido Republicano y concejal del ayuntamiento
(Guereña 2001:659 y Clara 1987:728).
Al otro extremo de la península, en Málaga, la misma actuación caracterizó al pastor
Pablo Gasgel Schmitz, que era, al final del siglo XIX, a la vez pastor protestante, socio
del Círculo Mercantil, miembro de la Sociedad de Amigos del País y «hermano» de la
Logia Virtud (Mateo Avilés 1986:41). Buen polemista, debatió públicamente con el
presbítero Eduardo Maeso Campos, y el órgano masónico Giordano Bruno de Málaga
prestó sus páginas en 1871 para publicar dicha polémica religiosa (García Rubio, 1994:211).
La polivalencia de estos actores religiosos no fue sólo un rasgo de los inicios del
movimiento, sino más bien una constante hasta la Guerra civil. Así, por ejemplo, en los
años 1920, en Bilbao, el pastor Carlos Araújo Carretero era maestro en el colegio protestante,
masón y colaborador activo de El Liberal (García Rubio 1994:247). En Figueras, el
pastor Luis López Rodríguez Murray (1883-1937) era, desde 1932, miembro de la logia,
presidente de la Cruz Roja local y militante del Partido Radical (Clara 1989), y en
Alicante, Franklin Albricias, hijo del pastor ya mencionado, fue presidente de la Diputación
Provincial en 1932, además de miembro de la logia Constante Alona y de la IEE.
Multiplicar los ejemplos valdría sólo para demostrar la sistematicidad de la figura
polifacética del dirigente religioso protestante, pastor, maestro de escuela, periodista,
socio de asociaciones liberales, militante político, estatus y roles que además suelen estar
presentes dentro de la sociabilidad masónica.
De tal forma que es imposible reducir al masón protestante a la tarea pastoral y
religiosa. La amplitud de su actuación social hace de él un tipo de intelectual popular
portador y difusor simultaneamente de ideas religiosas y republicanas. Eso permite entender
por qué ese lazo con la masonería fue algo evidente para estos actores en la medida en
que la masonería era una sociabilidad que les ofrecía un espacio de encuentro con otros
liberales y un respaldo eventual en un contexto de constante acoso y persecución tanto
por parte de las autoridades políticas conservadoras como por parte de los católicos.
Y recíprocamente la masonería tuvo una actitud de apertura hacia los protestantes,
como lo subraya Mateo Avilés (1986:64), en Málaga donde ella «...mantuvo durante su
período de esplendor, en los años finales del siglo XIX, una estrecha vinculación con los
grupos protestantes. Frente al poder e influencia del clero católico, los grupos marginales
ideológicos y religiosos se unieron y se prestaron mutuo apoyo». Lamentablemente
Mateo Avilés, no construyó ningún cuadro de actores para respaldar su constatación. En
el contexto cántabro, De la Cueva Merino (1991, 194-195, 1996: 445-446) subraya
también la cercanía entre masonería y «otras heterodoxias» (espiritismo, protestantismo,
libre-pensamiento), pero encontró difícil conocer este lazo. Aún así él lo señaló para el
protestantismo, cuya expansión fue particularmente reducida en aquella región.
La historiografía masónica española carece de estudios sobre la composición ideológica
de las logias en términos de la afiliación religiosa de sus miembros. Felizmente, una
historiografía limitada relativa al lazo entre protestantismo y masonería ha empezado a
surgir en España, a cuya contribución hay que sumar las múltiples y diversas comunicaciones
publicadas en las actas de los congresos y symposios sobre la masonería española
llevados a cabo por el Centro de Estudios de la Masonería Española (CEHME), Universidad
de Zaragoza, que componen un rico acervo informativo, cuyo conjunto documental
nos ha servido de referencia.
Sobre esta base historiográfica, he podido construir el cuadro siguiente, que constituye
un primer corpus de cuarenta y cuatro dirigentes protestantes masones, tomando en
cuenta, en la medida de lo posible, su estatus profesional, su filiación religiosa, su vínculo
masónico, su nombre simbólico, la ciudad donde ocurrió, la fecha mencionada, el grado
y el cargo desempeñado.
Dirigentes protestantes miembros de logias en España, 1868-1939
1. ALBRICIAS, Francisco, (-1934), P, IEE, Alona N°. 44 (GOE), Alicante, 1890,
orador; Esperanza (logia independiente), Alicante, Venerable, 1896.
2. ALBRICIAS GOËTJ, Franklin, P, IEE, Constante Alona N°. 3 (GOE), Alicante,
1930.
3. ALHAMA TEBA, Antonio, sombrerero, IEE (1839-), Lux in Excelsis N°. 7, Fávila,
Granada, 1885, Gr. 3, limosnero.
4. ALHAMA TEBA, José, (1826-1892), P, IEE, Lux in Excelsis N°. 7, Mazzini,
Granada, 1885, Gr. 13.
5. ALHAMA HERRERA, José (1865-), sombrerero, Beni-Garnata N°. 170 (GONE),
Granada, iniciado; Granada No.271, Granada, Zorilla, Gr.11, secretario, 1885.
6. ALONSO LALLAVE, Manrique, P, IEE, Numancia N°. 16 (GOL), Sevilla, 1886,
Maestro fundador; Numantina N°. 67 (GLSE), Sevilla, Maestro fundador
7. ARAÚJO CARRETERO, Carlos (1856-1925), P, IEE, Constancia N°. 238, Gustavo
Adolfo, Zaragoza, Orador en 1914, Primer Vigilante 1915, Venerable Maestro
1916.
8. BEN-OLIEL TICATI, Jorge Simeón P, IEE, Alona N°. 44 (GOE), Alicante, 1876,
iniciado, Libre examen N°. 152, Alcoy, 1879, fundador.
9. BLANCO FERNÁNDEZ, Angel, P. IEE, Pirámides N°. 250, Cádiz, orador.
10. CABRERA e IVARS, Juan Bautista (1837-1916), P, IERE, Mantuana N°.1 (GONE),
Knox, Madrid, Iniciado en 1888, Orador, Venerable, Gr. 33.
11. CAÑELLAS y RIVAS, Juan, P., IERE, Bética N°. 110, (GOE), Lutero, 1864.
12. CARREÑO DEL TORO, Emilio, P, IEE, Espíritu Práctico N°. 345 (GONE), Sevilla.
13. COCO y MARTÍN, Atilano (1902-1936), P, IERE, Helmántica N°. 22 (GOE),
Timoteo, Salamanca, 1921, Primer Vigilante, fusilado el 9 de diciembre de 1936.
14. DIAZ RODRÍGUEZ, Antonio José (1889-), P, IEE, Constancia N°. 16, Mirapeix,
Zaragoza, 1932, Gr. 3.
15. DIGÓN, Ángel (-1923), P, IEE, Providencia N°. 270 (GONE), San Sebastián,
orador
16. FUENTES, Juan Emeterio, (1855-), P., IERE, Alianza de 1817, N°. 112, Melanchton,
Granada, iniciado en 1878, 1885, Gr. 18, Segundo Vigilante; Amigos de la Humanidad
N°. 61 (GONE), Melanchton, Gijón, 1887, Gr. 33, Orador 1889, Venerable
1891-1894.
17. GAGEL SCHMITZ, Pablo (1828-1912), P., IEE, Logia Virtud, Málaga.
18. GARCÍA RUBIERA, José, Jornalero Diácono, IERE, Amigos de la Humanidad
N°. 61, (GONE), Gravina, Gijón, 1887, Gr. 3, Guarda Templo, 1892-1894.
19. GUTIÉRREZ MARÍN, Claudio (1902- ?), P., IEE, Patria Grande, Málaga, 1936.
20. HERAS BENITO, Benjamín (1909- ?), P, IEE, Constancia N°. 16, Palavas, Zaragoza,
1932, Gr. 3.
21. HERAS MAÍZ, Ángel, M, IEE, Altuna N°. 15 (GOE), Euclides, San Sebastián,
1932, Gr. 3, Segundo Vigilante.
22. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Alejandro, M, IEE, Luz de Figueras N°. 21 (GLE), Daniel,
Figueras, 1891, Gr. 18.
23. LÓPEZ RODRÍGUEZ, Luis, P, IEE, Luz de Figueras N°. 21 (GLE), Moisés,
Figueras, 1891, Gr. 18, Gr. 33, Limosnero, 1934.
24. LÓPEZ-RODRÍGUEZ MURRAY, Luis (1883-1937), P y médico, IEE, Luz de
Figueras N°. 21 (GLE), Figueras, Iniciado en 1932, orador 1934.
25. LUSA HERRERO, Guillermo (1901- ?), M, músico, IEE,, hijo del pastor Mauricio
Lusa (-1941), Miembro del triángulo masónico de Valladolid, 1936. Encarcelado en
1936 y luego juzgado por un tribunal militar y desterrado de Logroño.
26. MARIBLANCA GARCÍA, Eliseo, M. de la escuela protestante, cuadro dirigente del
GOE en Sevilla, 1934.
27. MARQUÉS, José, P, IEE, Caridad N°. 20 (GONE), Bilbao, Gr. 19, Orador; Luz del
Norte N°. 57, Bilbao, Gr. 30, Secretario.
28. MARQUÉS FERNÁNDEZ, Elías Bautista, P., IEE, Altuna N°. 15 (GOE), Jonathan,
San Sebastián, 1932, Secretario, sentenciado el 03-05-1943.
29. MARTÍN MOLINA y ZURITA, Santos (1900-1966), P, IERE, Isis y Osiris N°. 377,
Moisés, Sevilla, 1936, condenado a 12 años de cárcel en 1943.
30. MEDINA, Federico, Protestante, Conde Real, 1939, condenado a cadena perpetua
por masón.
31. MORENZA, Juan, P, Alianza N°. 57, Santander.
32. OREJÓN DELGADO, Felipe, P, IEE, Hijos de Hiram N°. 118 (GONE), Cartago,
Cartagena, Orador; Sparta N°. 18 (GOI), Cartagena, Fundador; Unión N°. 160
(GOI), Cartagena, Fundador.
33. PALOMARES GARCÍA, Francisco (1835-), P, IERE, Numantina N°. 61, Galileo,
Sevilla, 1878, Secretario.
34. REGALIZA, Daniel, P, IERE, Hijos de la Humanidad N°. 251 (GONE), Melanchton,
Salamanca, 1888, Venerable maestro.
35. ROLDÁN RODRÍGUEZ, Juan Pedro (1899-), P., EBE, Málaga, Patria Grande,
1937.
36. SABIO DEL VALLE, Segundo, P, IEE, Caballeros de la noche N°. 33 (GOL),
Arnaldo de Brescia, Zaragoza, 1886, Primer diácono
37. SALA y VILLARET, Pedro (-1916), P., IERE, Mantuana N°. 1 (GONE), Madrid,
Segundo vigilante, Gr.32 en 1894.
38. SANTELICES PELLÓN, José, Constante Ilona N°. 3, Alicante, 1880, Gr.33, 1898.
39. TIENDA, Enrique (-1905), P, IEE, Alianza N°. 57 (GOLU), Autoskenes, Santander,
Fundador, Orador.
40. TORNOS y BLASCO, Cipriano (1843-1918), P, IEE, Acacia Fraternal N°. 3,
(GONE), Madrid; Mantuana N°. 1 (GONE), Elliot, Madrid, 1892, Gran Orador
adjunto.
41. TUDURY DE LA TORRE, Francisco, P., IEE, Amigos de la humanidad N°. 158
(SCF), Mahón, Fundador de la logia, 1868.
42. TRIGO BUSTAMANTE, Miguel (1825-?), P, IEE, Hijos de Hiram, Cartagena,
1869, Fundador, Venerable 1869-1870; Unión Africana, Orán, 1868, Iniciado.
43. TRIGO, Salomé, Hijas del Sol, Madrid, 1877.
Fuentes: Ferrer Benimeli, 1979, Vol. II, p. 166-167, 188, 199-200 y Vol. III, p. 41;
Clara Resplandis, 1989; Ortiz Villalba, 1989: 651, 672 y 678; Guerra, 2000 y La masonería
en Gijón, inédito; López Casimiro, 2003; Mateo Avilés, 1987, p. 41; Oncins Hevia,
1996, Jorge Torres, 1996: 1129; Morales Ruiz, 1989; Martín Martínez, 1989: 923; Uso y
Arnal, 1989: 614, 629; Sampedro Ramo, 1995: 93; De la Cueva Meriño, 1995: 446-447;
Randouyer, 1977 y 2001; Rodríguez de Coro, 1992.
Análisis del corpus
Ante todo, cabe preguntarse si el corpus de 43 individuos reconocidos como protestantes
y masones es representativo del conjunto del movimiento protestante de aquel período. Por cierto, la mayoría de los protestantes masones pertenecían a la IEE, o a la
IERE. Tan sólo uno estuvo afiliado a la UEBE, y ninguno en las Asambleas de Hermanos.
Sin embargo, el corpus no deja de tener cierta representatividad, pués ambas organizaciones
eran las de mayor peso numérico en el seno del protestantismo español del momento.
De igual manera, para un movimiento que probablemente tuvo un promedio de doscientos
dirigentes como adelanté anteriormente, este corpus, aunque diluido sobre la totalidad
del período, constituye también una muestra significativa.
Cabe notar que cuatro fueron exclusivamente maestros, treinta y cinco pastores,
cuatro simples miembros; uno de ellos, siendo diácono de su iglesia, y otra, mujer, lo que
no deja de ser interesante por abrir el camino hacia la exploración de la posible afiliación
de maestras de escuelas protestantes a las logias femeninas. Entre los treinta y nueve
pastores y maestros, veintiséis pertenecen a la primera generación de pioneros protestantes
del último tercio del siglo XIX, y otros trece ejercían todavía sus funciones al inicio de
la Guerra civil. Por lo tanto, la muestra cubre la totalidad del período considerado y
señala la continuidad y la permanencia de la afiliación masónica. Desde un punto de vista
geográfico, las distintas regiones de implantación del protestantismo en España se encuentran
representadas. Ante todo Andalucía y el norte, pero también hubo cierta presencia
en Cataluña y Madrid. Sólo Galicia parece mostrarse ausente.
A pesar de la escasez de información en torno a los cargos desempeñados en las
logias, se puede recalcar, sin embargo, que unos siete fueron fundadores de logias, otros
seis Venerables Maestros, siete llegan a ser Oradores y cuatro Secretarios. Probablemente
estos cargos sean representativos a la vez de una militancia masónica y de un afán por el
discurso o por la escritura ligado a su función pastoral y docente. Cabe anotar que dentro
de la sociabilidad masónica la inclinación por estar presentes en los medios de comunicación
del momento pareció ser un objetivo primordial, aunque hay que dilucidar si esa
presencia respondía a patrones individuales o a ciertas directrices masónicas.
Los grados señalados no son necesariamente altos, pero son los ocupados en un
cierto momento de su desempeño como masón, lo que no nos permite presumir que los
grados alcanzados al final de su vida debieran ser altos, pero es un tema que no conocemos,
al ser la información de los expedientes masónicos muy fragmentaria. Hay que tener
en cuenta que desconocemos los periplos vitales completos de los distintos masones y
protestantes reseñados.
Cabe indagar aún más, sobre la representatividad de la muestra tratando primero de
ubicar las principales figuras y su peso en la organización protestante. Entre ellos se
encuentra uno de los principales fundadores del protestantismo español en la persona de
Juan Bautista Cabrera (1837-1916), eminente masón de grado 33, Venerable Maestro de
la logia madrileña Mantuana N°. 1 del Gran Oriente Nacional de España, además de
dirigente máximo de la IEE hasta 1880, antes de fundar entonces la IERE (Oncins Hevia
1996:166). No fue sorprendente que en la ceremonia de su investidura como obispo de la
IERE en septiembre de 1894 en Madrid estuvieran presentes personalidades masónicas,
lo que la prensa católica se apresuró a denunciar como una colusión nefasta (Gaceta de Madrid, 1894, p. 737-738). Otra personalidad fundadora del protestantismo ibérico fue
Cipriano Tornos y Blasco (1843-1918), ex-clérigo y confesor de la reina, también miembro
de la Mantuana N°. 1 en Madrid y principal pastor de la Iglesia de la calle de
Leganitos en la capital. Ambos fueron miembros de una logia particularmente significativa,
pues pertenecía a ella el destacado jefe del Partido Liberal y presidente del Consejo de
ministros, Práxedes Mateo Sagasta. Un tercer ex sacerdote, capuchino y pastor en Cartagena
desde 1875 fue Felipe Orejón Delgado. No se contentó con sus actividades pastorales que
ejercía todavía en aquella ciudad en 1897. Se vinculó también con la logia Hijos de
Hiram N°. 118, de la cual fue orador antes de fundar otras dos logias en Cartagena, la
Sparta N°. 18 y la Unión N°. 160.
El sombrerero gaditano José Alhama Teba (1826-1892), pastor de la IEE y fundador
de la congregación protestante de Granada, es otra figura emblemática del protestantismo
español. También fue masón y miembro de la logia Lux in Excelsis N°. 1 de
Granada, en 1885. Por haber sido apresado y condenado en 1860, constituye una de las
mayores referencias simbólicas de la identidad protestante española. Con él, y con una
misma trayectoria de persecución en los años de 1860, se encontraba otro «padre del
protestantismo español», el pastor Miguel Trigo Bustamante, fundador de la logia Hijos
de Hiram en Cartagena en 1869 después de haber sido iniciado en exilio en la Unión
africana de Orán, el año anterior. Trigo Bustamante siguió siendo un activo masón en
Madrid, donde se colocó como pastor de la IEE a partir de 1875 participando de dos
logias, primero de La Antorcha y luego de la Federación N°. 65, de la cual fue
Venerable Maestro.
En otras palabras, entre los nueve cuadros dirigentes simbólicamente significativos en
el imaginario fundacional protestante español que rescata García Rubio (1996: 87) y Juan
B. Vilar (2003), cuatro fueron activos francmasones, sin que para los demás se haya
podido indagar si lo fueron o no.
En segundo lugar, otra manera de considerar la importancia del vínculo masónico
protestante consiste en tomar en cuenta la temporalidad de la presencia de pastores y/o
maestros protestantes masones en las congregaciones protestantes.
En Sevilla, por ejemplo, se fundaron dos congregaciones protestantes; la primera
ocupó el templo de los Jesuitas, rebautizado de la Santísima Trinidad, ligado a la IEE, y
la segunda el templo de San Basilio que se vinculó luego con la IERE.
En el primer templo ejercieron sucesivamente Juan Bautista Cabrera de 1868 hasta
1874, Manrique Alonso Lallave de 1874 hasta 1877, Miguel Barroso de 1877 hasta 1894,
Emilio Carreño del Toro (†1921) de 1894 hasta 1921 (García Rubio 1994: 194). Tres de
los cuatro pastores de esta congregación que ejercieron entre 1868 y 1924 fueron masones
comprobados y, en los años 1930, Eliseo Mariblanca García era maestro de la escuela
protestante y miembro del cuadro dirigente del Gran Oriente de España.
En el segundo templo, actuaron José Aguilera y Francisco Palomares García (1835-
?) desde 1870 por lo menos hasta 1900, y Juan Cañellas hasta 1883 (García 1994: 197)
y mucho después, a partir de 1933, Santos Molina y Zurita (1900-?). Allí también tres de los cuatro pastores mencionados por García Rubio (1994: 194-195) aparecen como
masones.
En Cádiz, la congregación de la IEE fue fundada en 1871 por el pastor y masón Jorge
Ben-Oliel, y de 1875 hasta 1894 le sucedió el pastor y masón Ángel Blanco Fernández
(1839-1894). En Málaga, los pastores fueron sucesivamente Pablo Gagel Schmitz desde
1871, Manuel Carrasco (1856-1927) desde 1886 hasta 1928 y Claudio Gutiérrez Marín de
1927 hasta 1937 (García Rubio: 209-215). En esta última ciudad, dos de los tres pastores
aparecen como masones y en los años de 1930 las escuelas se encontraban bajo la
dirección del maestro y masón Juan Pedro Roldán Rodríguez (Mateo Avilés 2001:330).
En Cartagena, la congregación de la IEE fue sucesivamente atendida por Miguel Trigo
desde 1869 hasta 1875 y luego por Felipe Orejón Delgado desde 1876 hasta 1897, ambos
masones. Les sucedió hasta 1936 el pastor José Crespo, quien fue detenido y encarcelado
por los franquistas, lo que puede dejar suponer un vínculo republicano y posiblemente
masón.
En Madrid, Cipriano Tornos (1833-1918) ocupó el cargo de pastor de la iglesia de la
IEE desde 1876 hasta 1918 (García Rubio 1994:290-293) y Juan Bautista Cabrera la
dirección de la IERE desde 1880 hasta 1916, ambos ya mencionados como masones.
En el norte (García Rubio 1996:2127-253), el vínculo de pastores con la masonería
fue constante también. La congregación de la IEE de Santander fue atendida por Enrique
Tienda (†1905) desde 1878 y luego por Elías B. Marqués desde 1924, y después de 1929
por Benjamín Heras, todos masones. En Figueras, los López Rodríguez padre, hijo y tío,
pastores de la IEE, maestro de escuela y médico, miembros de la logia Luz de Figueras,
asumieron el liderazgo protestante y republicano en la ciudad desde los años de 1880
hasta 1937.
El caso de Zaragoza es también aleccionador. Entre la inauguración de la capilla y de
las escuelas de la IEE en junio de 1876 y el año de 1936 se sucedieron ocho pastores
(García Rubio 1994: 217-223). Ellos fueron Segundo Sabio del Valle hasta 1882, Ángel
Digón de 1882 hasta 1884, Carlos Araújo Carretero (-1925) de 1885 hasta 1918, Domingo
Heras (1875-1923) de 1918 hasta 1923, Mauricio Lusa de 1923 hasta 1930, José María
Gorría en 1931, Antonio J. Díaz de 1931 hasta 1933 y Benjamín Heras Benito hasta 1936.
Entre aquellos ocho, cinco eran masones, sin que se sepa si los otros tres (Heras, Lusa y
Gorría) lo fuesen o no, aunque se puede observar que dos de estos últimos, Heras y Lusa,
pertenecían a familias de masones protestantes.
De igual manera, la congregación de la IEE en Bilbao (García Rubio 1996:248) fue
encabezada, desde su fundación en 1876 hasta 1925 por José Marqués y luego por Carlos
Araújo Carretero ambos masones. Les sucedieron Pedro Mañucco, Dionisio Mangado y
Benjamín Heras, el último también masón. En San Sebastián (García Rubio 1996:250),
de los siete pastores entre 1881 y 1939 (Carlos Araujo 1881-1883, Manuel Carrrasco
1883-1885, Manuel Mayorga 1885-1893, Ángel Digón 1893-1923, Antonio J. Díaz 1925-
1931, Elías B. Marqués 1931-1936, Benjamín Heras desde 1939) por lo menos cinco
fueron masones.
La continuidad de la presencia de pastores con vínculos masónicos en las congregaciones
es contundente y no pudo dejar de afectarlas en el sentido de que la cultura
protestante integró el lazo masónico como uno de sus componentes, pues estos dirigentes
religiosos se movían de una congregación a otra, y por lo tanto de una logia a otra, en una
dinámica de redes. Una presencia tan sistemática de pastores masones en las congregaciones
implica también que sus miembros fueran si nó miembros por lo menos simpatizantes
de la masonería.
A partir de la muestra obtenida, se puede adelantar que en la IEE y en la IERE, las dos
organizaciones protestantes de mayor alcance hasta 1939, los pastores masones fueron
mayoría y tuvieron posiciones dirigentes dándole al movimiento protestante su rasgo de
simpatía hacia la masonería. Eso llevó a Mateo Avilés (citado por Vilar 2001:332) a «no
descartar la posibilidad de que se diese un cierto proselitismo masónico en las Escuelas
evangélicas». De estas escuelas, que atendían alumnos no necesariamente protestantes,
salieron hombres como Indalecio Prieto, dirigente socialista y editor de El Liberal de
Bilbao (García Rubio 1996:247), y también unas mujeres protestantes y masonas. En
vista de la importancia de ciertos colegios femeninos como el de San Sebastián y del
acento que el protestantismo puso sobre la educación de la mujer, la participación de
maestras protestantes en la masonería femenina es probable. Lo confirmaría a modo de
muestra, el nombre de Salomé Trigo, miembro de la logia Hijas del Sol en Madrid en
1877 quien, gracias a la pertinente indagación de F. Randouyer (2001:609) se puede
relacionar con José Trigo Bustamante (¿su padre?), quien al mismo tiempo se encontraba
trabajando de pastor de la IEE en Madrid.
La influencia de los dirigentes protestantes en la masonería española
Si el peso de los pastores masones en la organización protestante está comprobado, es
probable que su influencia en la masonería fuese relativa. He subrayado que algunos
fueron fundadores de logias y venerables, pero que escasos son los citados con grados
altos. Sin embargo, a nivel local, a menudo tuvieron una cierta influencia como los ya
citados Pablo Gasgel Schmitz en Málaga a finales del siglo XIX y Elías B. Marqués en
Bilbao entre 1931 y 1936.
No se puede desechar tampoco el hecho de que templo evangélico y templo masónico
hayan tenido una cierta cercanía, y que a veces el templo o el local protestante sirvió de
lugar de reunión de la logia, en particular cuando el pastor era el fundador de la misma
como ocurrió en Alcoy, en Zaragoza, en San Sebastián, en Salamanca (Oncins Hevia
1996:170 y 175) y en Mahón, por ejemplo (García Rubio 1994: 272-273). Incluso en
Figueras, el médico protestante Luis López-Rodríguez Murray llegó a instalar el taller
masónico en su clínica (Clara 1989: 199). En Gijón, Guerra (2000: La masonería en
Gijón, inédito) nos muestra que los fundadores y pilares de la Logia Amigos de la
Humanidad N°. 61, en 1891 son el pastor Emeterio Fuentes de la IERE, y el diácono de
la misma comunidad, José García Rubiera.
Sin embargo, la influencia en un plano nacional de aquellos dirigentes protestantes
fue reducida al menos en la organización masónica. Un papel significativo se dio más
bien en ciertas coyunturas en torno a problemáticas específicas. El caso más notorio es el
destacado por Guereña (2001) en torno a la lucha abolicionista de los años de 1880. Ese
autor muestra la fuerza que tomó esta cuestión gracias a la participación activa de la red
protestante y masona.
El primer congreso abolicionista internacional tuvo lugar en Ginebra, Suiza, en 1877.
Entre los españoles miembros del Comité de honor se encontraban el dirigente político
Manuel Ruíz Zorilla (1833-1895), Gran Maestro del G.O.E., el jefe republicano Emilio
Castelar (1832-1899), la « feminista » Concepción Arenal (1820-1893) y dos pastores
residentes en Madrid y Barcelona, el alemán Fritz Fliedner (1845-1901) y el ginebrino
Alexandre Louis Empeytaz (1837-?). Desde 1877, Empeytaz, pastor de la iglesia evangélica
de Barcelona, tradujó el opusculo de Josefina Butler Una voz en el desierto. En
Zaragoza, el principal portavoz del abolicionismo fue el pastor de la IEE, Sabio del Valle,
quien difundió el mensaje desde la Logia Caballeros de la Noche, de la cual era miembro,
y desde la Gran Logia Simbólica Independiente. Miembro de la Federación abolicionista
de Joséphine Butler desde 1884 y miembro activo del Ateneo de Zaragoza, se sirvió de
estas distintas redes asociativas para promover discusiones sobre la prostitución. La red
masónica nacional sirvió de enlace difusor del mensaje y en ella los involucrados fueron
también pastores protestantes. Así en El Taller, órgano de la Gran Logia Simbólica
Independiente, otro pastor de la IEE, Manrique Alonso Lallave, maestro fundador de la
logia Numancia N°. 16 de Sevilla, escribía artículos afines. De igual manera en Figueras,
donde la logia Luz de Figueras servía de enlace para difundir el mensaje abolicionista, la
reunión de febrero de 1883 fue organizada en la escuela evangélica que dirigían el pastor
de la IEE y su hermano, Luis y Alejandro López Rodríguez, ambos miembros de la logia. En otros términos, la acción abolicionista llevada por las logias en los años de 1880 fue
en buena parte obra de actores protestantes en las mismas logias.
En otros tiempos, un actor protestante y activo masón, Elías B. Marqués, cuya personalidad
entre 1931 y 1936 está destacada por Rodríguez de Coro (1992), parece haber
cumplido un rol significativo en la discusión del tema del laicismo en la escuela. Hace
falta indagar si un tema como éste (Ferrer Benimeli 2001) movilizó a otros actores
protestantes españoles presentes en las logias, pero no es una casualidad que un masón
protestante, pastor y maestro, fuese el ideólogo del tema en las logias bilbaínas. En esta
misma línea, la cuestión de la secularisación de los cementerios fue igualmente un tema
de lucha ideológica cubierto en la prensa masónica por pastores o diáconos masones,
como sería el caso de Emeterio Fuentes y José Rubiera en Gijón en los años de 1890
(Guerra 2000: La masonería en Gijón, inédito).
Abolicionismo y laicismo son sólo unos de los temas que podrían servir para evaluar
la influencia relativa que pudo tener el protestantismo en la masonería. Además, como lo
hemos subrayado, los protestantes en las logias se destacaron en el debate religioso con el
catolicismo lo que explica la publicación de sus argumentos en los órganos de prensa masónica como ocurrió en Málaga. Se puede adelantar incluso que ellos fueron, con los
espiritistas, los especialistas de la polémica religiosa anticatólica en las logias.
Conclusión
La muestra significativa de dirigentes protestantes masones alcanzada a partir de
fuentes secundarias, permite adelantar que el peso de la masonería en el protestantismo
español fue mayor de lo que sostiene la historiografía hasta la fecha. Incluso se puede
adelantar que la participación de cuadros protestantes en las logias fue más amplia; así,
por ejemplo, en Valladolid, Martín Martínez (1989: 915) encontró la mención de tres
pastores evangélicos en los cuadros de las logia Reforma desde su fundación en 1883
hasta 1894, sin mencionar sus nombres, lo que no nos permite tomarlos en cuenta. Sólo la
elaboración de un corpus de dirigentes protestantes españoles entre 1868 y 1939 a partir
de fuentes primarias deberá permitirnos el cotejo con los cuadros de logias existentes a
nivel local. Eso ampliará sin duda la muestra que se podrá incluso extender a contextos
aún más favorables no contemplados en aquel ensayo como lo fueron Puerto Rico, ya
estudiado por Ayala (1995 y 1996), e incluso Cuba, señalado por Bastian (1999).
Sin embargo, no se puede dejar de anotar el caso atípico de las Asambleas de Hermanos
(AH) en Galicia, que podría servir de prueba de cargo a la tesis de la afinidad
necesaria entre protestantismo y masonería durante aquella época. Esta sociedad religiosa,
la única protestante en la región durante el periodo considerado, no parece haber
proporcionado dirigentes masones en el siglo XIX según Valín Fernández (1990), quien
ha publicado la obra de referencia para la masonería gallega del último tercio del XIX. En
los diversos cuadros de logias que reconstruyó, sólo anotó en Santiago de Compostela el
nombre de Manuel López Navalón, director de una escuela para sordomudos, miembro
de la naciente logia Luz compostelana en enero de 1870, cuyo nombre simbólico Lutero
hace pensar en una identidad protestante (Valín Fernández 1990:288), sin que se le pueda
relacionar con una sociedad religiosa específica y menos con los Hermanos, cuya trayectoria
empezó desde La Coruña en 1875.
Sin embargo, este autor registra cuatro masones más con el nombre simbólico de
Lutero y uno con el de Calvino en Villagarcía, Ferrol y Lugo (Valín Fernández 1990:204,
230, 361 y 617). En estas poblaciones como en las demás señaladas por Valín Fernández
(1990: 497) para las logias y por González Reposo (1999:399) para las comunidades de
Hermanos, coexistían ambas organizaciones en una geografía similar. No es mera coincidencia
la eventual relación entre ambas a nivel local, lo cual aún queda por explorar.
Se conoce la militancia republicana de la colectividad protestante de Marín, la más
importante entre las de los Hermanos en Galicia, calificada de «roja» en 1936. Aquélla se
había manifestado «en diferentes ocasiones, como por ejemplo en las elecciones de
febrero de 1936, en las que se votó unánimemente al Frente Popular» (Vilar 2001:267).
Conociendo la suerte que luego vivieron protestantes y masones, por lo menos se puede
intuir que en general compartieron una común opción política, lo que tuvo que acercar también en Galicia, como en el resto de España, los dirigentes protestantes a las logias en
los años anteriores.
Por cierto, y no sin fundamento, una persecución y denuncia del lazo protestantismomasonería
se produjo con el triunfo franquista, como lo adelanta García Rubio (1994:350).
En junio de 1938 se establecieron relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el
Gobierno rebelde de Burgos tras la derogación por los militares sublevados de la legislación
laica de la Segunda República. Aquélla fue sustituida por una nueva legislación en la
que la Iglesia Católica ocupaba de nuevo una posición privilegiada. Con ello se identificaba
lo nacional con lo católico. No ser católico era ser «enemigo de la patria». En
particular, se tachó al protestantismo de afecto a la República, lo que era cierto. Los
templos, colegios y otras instituciones fueron cerrados por orden gubernamental cuando
no fueron saqueados, según sucedió en Águilas (Murcia), por mencionar un ejemplo entre
decenas de casos –en Andalucía y Cataluña sobre todo– (Vilar, 1979, 1993). Se relacionó
a los protestantes con «comunistas» y masones y se inició una depuración que afectó
principalmente a pastores y miembros que tenían cargos públicos (García Rubio, 1994:355).
De los trece pastores masones de la muestra ejerciendo en 1936, diez fueron ejecutados o
condenados a duras penas de cárcel o tuvieron que exilarse. Esta sangría permite medir la
cercanía de ambos movimientos en el destino de sus dirigentes que refleja la proximidad
ideológica que asumieron en la España contemporánea.
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GONE: Gran Oriente Nacional Español; GOE: Gran Oriente de España; GOL: Gran
Oriente Lusitano; GLE: Gran Logia de España; SCF: Supremo Consejo de Francia.
LOS DIRIGENTES PROTESTANTES ESPAÑOLES Y SU VÍNCULO MASÓNICO, 1868-1939: HACIA LA ELABORACION DE UN CORPUS | Bastian | Anales de Historia Contemporánea
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