Nilo de Ancira
Citas aportadas por el artículo:
“Si, más aún, se significa un hombre del Señor, el primero en ser comparado con el oro sería Cefas, cuyo nombre es, interpretado, «roca». Este es el más alto de los Apóstoles, también llamado Cefas, quien proveyó en su confesión de fe el fundamento para la edificación de la Iglesia”.
Comentario sobre el Cantar de los Cantares (PG 87 [ii]: 1693)
Este texto habla de Pedro y se dice que su nombre es interpretado como “roca”. Por si eso fuera poco, le reconoce como el más alto de los apóstoles. ¿Donde está el rechazo a su primado?
Con Nilo de Ancira sucede lo mismo que con Crisóstomo (dado que era su discípulo). Al igual que él armoniza ambas interpretaciones, y Pedro era justamente llamado Roca en virtud de su fe, también era el jefe del colegio apostólico a quien gobernaba.
“[Pedro] la cabeza del colegio apostólico”
Nilus, Lib. ii. Epist. Cclxi. p. 252,Bib. M. Xxvi),in Charles F.B.Allnatt,ed.,Cathedra Petri-The Titles and Prerogatives of St. Pete,(London:Burns & Oates,1879),55.
“Pedro, quien lo fue todo en el colegio apostólico y siempre gobernó entre ellos”
Nilus, Tract. Ad Magnam. c.8,p.244) in Charles F.B. Aallnatt, ed.,Cathedra Petri-The Titles and Prerogatives of St.Peter, (London: Burns & Oates, 1879),55
Agustín de Hipona
Citas aportadas por el artículo:
Distingamos, mirándonos a nosotros mismos en este miembro de la Iglesia, lo que es de Dios y lo que es nuestro. Pues entonces no vacilaremos, entonces estaremos fundados sobre la Roca, entonces estaremos fijos y firmes contra los vientos, y tormentas, y corrientes, las tentaciones, quiero decir, de este mundo presente. Empero ved a este Pedro, quien era entonces nuestra figura; ahora confía, ahora vacila; ahora confiesa al Inmortal, y ahora tema que Él muera. ¿Por qué? Porque la Iglesia de Cristo tenía tanto débiles como fuertes ... En que Pedro dijo “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente” representa a los fuertes”; pero en que vacila, y no admite que Cristo pueda sufrir, en temer la muerte de Él, y no reconocer la vida, él representa a los débiles de la Iglesia. En aquel un Apóstol, entonces, esto es Pedro, en el orden de los Apóstoles primero y principal, en quien la Iglesia estaba figurada, ambas clases estaban representadas, esto es, tanto los fuertes como los débiles; porque la Iglesia no existe sin ambos.
Sermón 26.
Cristo, como ves, edificó su Iglesia no sobre un hombre sino sobre la confesión de Pedro. ¿Cuál es la confesión de Pedro? «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Aquí está la roca para vosotros, aquí el fundamento, aquí es donde la Iglesia ha sido construida, la cual las puertas del inframundo no pueden conquistar.
Sermón 229P.1
(el resto de citas en el artículo original)
A pesar de que San Agustín debería ser el último padre de la Iglesia a citar por un protestante al hablar del primado, textos como los anteriores son tan tentadores que siempre vuelven a chocar con la misma “piedra”.
Ante todo hay que tener cuenta, que San Agustín a lo largo de su vida fue partidario de ambas interpretaciones. En un principio reconocía a Pedro como la Roca de Mateo 16,18:
“No nos permitimos escuchar a aquellos que niegan que la Iglesia de Dios es capas de perdonar todos los pecados. Ellos se equivocan porque no reconocen en Pedro la Roca y ellos rechazan creer que las llaves del cielo, desde sus propias manos han sido entregadas a la Iglesia”
San Agustín, Christian Combat, 31:33(A.D. 397), in JUR,3:51
“Cuando de este modo él había dicho a sus discípulos, “Ustedes también me dejaran”, Pedro, la Roca contestó por todos: “Señor, a quien iremos, tu tienes palabras de vida eterna”
San Agustín, Homilies on John, Tract 11:5(A.D. 417), in NPNF1,VII:76
“Pedro, quien había confesado a Él como hijo de Dios, y en esa confesión había sido llamado roca sobre la cual la Iglesia debía ser edificada”
San Agustín, In Psalms, 69:4[PL 36, 869] (A.D. 418 ), in Butler, 251
“...Pero esa Roca, Pedro mismo, la gran montaña...”
San Agustín, In Psalms, 104[103]:16(A.D. 418 ),in NPNF1,VIII:513
Pero luego cambia de opinión y favorece más la interpretación donde la roca es la fe de Pedro:
“En mi primer libro contra Donato mencioné en algún lugar una referencia a el apóstol Pedro como “la iglesia es fundada sobre él como sobre una roca”. Esta interpretación también suena en muchos labios en las líneas de bendición de San Ambrosio, donde, hablando de cocina domestica, él dice: Cuando canta él, la roca de la Iglesia, absuelve el pecado. Pero yo recuerdo que frecuentemente expliqué las palabras de nuestro Señor hacia Pedro “sobre esta piedra edificaré mi iglesia”, de manera que deberían ser entendidos como refiriéndose a la confesión de Pedro mismo cuando dice “Tu eres el Cristo, el hijo del Dios viviente, y como significando que Pedro había sido llamado luego roca, portó la figura de la Iglesia, la cual es construida sobre esta roca y ha recibido las llaves del reino de los cielos. Por lo que fué dicho de él no fue «Tu eres Roca» sino «Tu eres Pedro», pero la Roca era Cristo, habiendo sido confesado por Simón (y como la Iglesia entera confiesa) quien fue llamado Pedro. Cual de estas interpretaciones es más correcta, decida el lector”
San Agustín, Retractations,1:21(A.D. 427),in GILES, 177
En esta segunda interpretación, San Agustín no rechaza el primado, sino que sostiene que Pedro es llamado roca en virtud de su fe, y que por su primado representa a la Iglesia. Entiende sin embargo que hay otros eminentes padres que interpretan en Pedro la roca (como San Ambrosio) y deja al lector la libertad de decidir cual es la interpretación que considera conveniente (lo cual demuestra que no considera incorrecta la primera interpretación).
Tenemos así que no solo San Agustín no puede considerarse un opositor de la interpretación donde se reconoce a Pedro como la piedra, ya que la profesó la mayor parte de su vida, sino que inclusive después cuando se decanta por la otra, tampoco, porque sigue reconociéndola como posible dejando a cada quien decidir.
Ahora bien, esta idea donde Pedro porta la figura de la Iglesia entera por ser la cabeza del colegio apostólico la desarrolla Agustín en distintos textos:
“...el primero y jefe en la orden de los apóstoles, en la cual la Iglesia fue representada”
San Agustín, Serm 76,3
“Tal que la Iglesia actúa en bendecida esperanza hacia esto problemática vida, y esta Iglesia....fue personificada en el apóstol Pedro, a cuenta del primado que tuvo entre los apóstoles”
San Agustín, On the Gospel of John, Tract 124:5 (A.D. 416), in NPNF1, VII:450
“San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo: Tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro». «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo». El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles . No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor. A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro”
San Agustín. Serm. 295; PL 38,1348-1352.
Hasta este punto podemos concluir que no podría decirse que Agustín rechazara el primado, por el contrario, explícitamente lo reconocía. Ahora es necesario dilucidar como concebía dicho primado, ya sea de honor o de jurisdicción. Y es aquí donde un análisis de otros textos y de la vida de San Agustín no deja lugar a dudas. San Agustín era más “papista” que el Papa.
“ No puede creerse que guardáis la fe católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe romana”
San Agustín, Serm.120 n.13
“Aún prescindiendo de la sincera y genuina sabiduría…, que en vuestra opinión no se halla en la Iglesia Católica, muchas otras razones me mantienen en su seno: el consentimiento de los pueblos y de las gentes; la autoridad, erigida con milagros, nutrida con la esperanza, aumentada con la caridad, confirmada por la antigüedad; la sucesión de los obispos desde la sede misma del apóstol Pedro, a quien el Señor encomendó, después de la resurrección, apacentar sus ovejas, hasta el episcopado de hoy; y en fin, el apelativo mismo de Católica, que son sin razón sólo la Iglesia ha alcanzado….Estos vínculos del nombre cristiano – tantos, tan grandes y dulcísimos- mantienen al creyente en el seno de la Iglesia católica, a pesar de que la verdad, a causa de la torpeza de nuestra mente e indignidad de nuestra vida, aún no se muestra”.
San Agustín. C. ep. Man. 4,5.
San Agustín declara que en la Iglesia de Roma siempre residió la primacía de la cátedra apostólica (no puede haber un más explícito reconocimiento de su primado).
“...Veían que Ceciliano estaba unido por cartas de comunión a la Iglesia romana, en la que siempre residió la primacía de la cátedra apostólica....”
San Agustín, Ep 43,3,7
Pero quizá una de las mayores evidencias de la actitud de San Agustín hacia el obispo de Roma la tenemos en su conflicto con los pelagianos. Luego de los concilios efectuados en Cártago y Mílevis los obispos africanos condenaron al pelagianismo y apelaron al Papa para que ratificara su decisión. Un extracto de la carta que 68 obispos enviaron al Papa dice:
“Hemos acudido de acuerdo a la costumbre a la Iglesia de Cartago, y un sínodo se llevó a cabo para discutir varios temas, cuando nuestro hermano presbítero Orosio nos presentó cartas de nuestros santos hermanos y compañeros obispos Heros y Lázaro, las cuales incluimos. Una vez leídas estas, hemos percibido que Pelagio y Celestino fueron acusados de ser autores de un perverso error, que deben ser condenados por todos nosotros. Debido a lo cual pedimos que todo lo que se ha hecho respecto a Celestino aquí en Cartago desde hace unos cinco años debe llevarse hasta el final. Habiéndose leído esto, como su Santidad puede percibir de las actas que adjuntamos, a pesar de que la decisión era clara, por la cual se había mostrado que tan grande herida se había amputado de la Iglesia por juicio episcopal, aún así pensamos conveniente en deliberación común, que los autores de esta persuasión (a pesar de que se dijo que este Celestino ha llegado desde entonces al sacerdocio), sean abiertamente anatemizados para que, si no se logra su salvación, se logre al menos procurarse la de aquellos que han sido o puedan ser engañados por ellos, cuando sepan acerca de la sentencia en su contra. Pensamos correcto que este acto, honorable hermano, fuera comunicado a su santa caridad, para que para la estatura de nuestra pequeñez se pudiera añadir la autoridad de la Sede Apostólica (ut statutis nostrae mediocritatis etiam apostolcae sedis adhibeatur auctoritas) para la preservación de la seguridad de muchos, y para la corrección de la perversidad de algunos"
“Y tememos que por repetirle a usted estas mismas cosas que usted predica con mayor gracia desde la silla Apostólica (quae majore gratia de sede apostolica praedicas), pudiera parecer que actuamos de manera inconveniente. Pero lo hacemos debido, solo tomando en cuenta nuestra mayor debilidad, mientras más celo mostramos al predicar la Palabra de Dios, los ataques de los herejes son más constantes y atrevidos. Si, por lo tanto, Pelagio parece a su Santidad justamente absuelto por las actas Episcopales que se dice han sido negociadas en el Este, en todo caso, el error mismo y la impiedad que ahora tiene muchos promotores en diversos lugares, debe también ser anatemizado por la autoridad de la Sede Apostólica. Que su Santidad considere y sienta con nosotros en su corazón de pastor cuan vanas y destructivas son para las ovejas de Cristo las necesarias consecuencias de su sacrílega discusión.”
“Por que, incluso si Pelagio y Celestino hayan corregido su conducta o anuncien que nunca tuvieron dichas opiniones, y nieguen que sean suyos cualesquiera escritos que se nos presenten como evidencia contra ellos, y si no hay manera de convencerlos de su falsedad, aún en general quien quiera asegure dogmáticamente, etc..que sea anatema. Cualesquiera otras cosas que se objeten contra ellos, no dudamos que su Reverencia, después de leer la actas Episcopales que se dice han sido redactadas en el Este por la misma causa, emitirá tal sentencia que nos hará regocijar a todos en la misericordia de Dios (id judicarurum unde omnes in Dei misericordia gaudeamus)."
Concilio de Cártago al Papa Inocencio I
Otra carta que enviaron 61 obispos del concilio de Milevis (San Agustín incluido) decía:
“Dado que Dios por un don especial de Su gracia lo ha colocado a usted en la Sede Apostólica, y nos ha dado alguien como usted en nuestros tiempos, para que pueda mas bien ser imputada a nosotros como una falta de negligencia si fallamos en mostrar a su Reverencia lo que se sugiere para la Iglesia, que a usted haber podido recibir las mismas con desprecio o negligencia le rogamos que involucre su diligencia pastoral hacia el gran peligro de los miembros débiles de Cristo."
“Al insinuar estas cosas a su pecho Apostólico no necesitamos decir mucho, y apilar palabras acerca de esta impiedad, debido a que sin duda moverá en usted tal sabiduría que no podrá abstenerse de corregirlas, para que no puedan seguir infiltrándose más...Se dice que los autores de esta perniciosa herejía son Pelagio y Celestino, quienes en verdad, deberían preferir ser curados con la Iglesia, en lugar de ser separados de la Iglesia sin necesidad. Se dice que uno de ellos, Celestino, incluso ha llegado al sacerdocio en Asia. Su Santidad esta mejor informado por el Concilio de Cartago acerca de lo que se hizo en contra suya hace algunos años. Pelagio, nos informan las cartas de algunos de nuestros hermanos, está en Jerusalén, y se dice que ha engañado a muchos allí. Muchos más, sin embargo, que han podido examinar más de cerca sus puntos de vista, están combatiéndolo en nombre de la Fe Católica, pero específicamente su santo hijo, nuestro hermano y compañero sacerdote, Jerónimo. Pero nosotros consideramos que con la ayuda de la misericordia de nuestro Dios, a quien rezamos para que lo aconseje y que escuche sus plegarias, aquellos que mantienen estas perversas y banales opiniones cederán más fácilmente a la autoridad de su Santidad, que ha sido tomada de la autoridad de las Santas Escrituras (auctoritati sanctitatis tuae, de sanctarum scripturarum auctoritate depromptae facilius....esse cessuros), para que podamos regocijarnos en su corrección en lugar de entristecernos por su destrucción. Pero sea lo que sea que ellos mismos escojan, su Reverencia percibe que al menos se debe cuidar a esos muchos que pueden ser enredados en sus redes si ellos no se someten honradamente. Escribimos esto a su Santidad desde el Concilio de Numidia, imitando a nuestros compañeros obispos de la Iglesia y provincia de Cartago, que entendemos han escrito acerca de este tema a la Sede Apostólica que su Gracia adorna.”
Concilo de Milevis al Papa Inocencio I
En dichas cartas se señala al Papa como aquel que recibió de Dios la gracia especial de sentarse en la silla apostólica, pero lo más llamativo es que aunque las sentencias de dos concilios locales repletos de obispos (Agustín incluido) es rechazado por los herejes, la autoridad de la silla apostólica puede o infundirles el terror o quizá convertirlos.
Es necesario resaltar que los obispos piden una condenación autoritativa del Papa a esas doctrinas que ellos ya habían previamente condenado, para que el mal sea enteramente erradicado, reconociendo de forma implícita que mientras un concilio local puede solo alcanzar las regiones africanas, el alcance del Papa tiene una fuerza universal. Si esto no es primacía de jurisdicción pregúntese usted que lo es.
Y si el obispo de Roma no tuviera autoridad sobre la Iglesia entera ¿Por qué se iban a preocupar los obispos de África y Agustín de lo que el Papa (también obispo) dijera o no?. ¿Por qué los herejes que habían ignorado la decisión de más de 100 obispos iban a convertirse por lo que dijera uno?.
Posteriormente San Agustín envía una carta a un obispo de nombre Hilario previniéndolo contra los herejes:
“...hemos oído que en la Iglesia de Cartago un decreto de un concilio de obispos ha sido hecho contra ellos para ser enviado por carta al santo y venerable Papa Inocencio, y nosotros tenemos cartas similares del Concilio de Numidia a la misma silla apostólica”
San Agustín, Ep 178, p. 773
Veamos ahora la respuesta del Papa a las cartas de los obispos africanos el 3 de Enero del 417:
“Al inquirir acerca a esas cosas que deben ser tratadas con toda solicitud por los obispos, y especialmente por un verdadero y justo Concilio Católico, preservando, como ustedes han hecho, el ejemplo de la antigua tradición y preocupándose de la disciplina eclesiástica, ustedes han verdaderamente fortalecido el vigor de nuestra Fe, no menos ahora que nos consultan que cuando pasaron su veredicto. Ya que ustedes decidieron que era apropiado referir a nuestro juicio, sabiendo lo que es debido a la Sede Apostólica, ya que todos los que estamos en este lugar, deseamos seguir al Apóstol (Pedro) del cual el mismo episcopado y la entera autoridad de este nombre se derivan. Siguiendo sus pasos, sabemos como condenar el mal y aprobar el bien. Asimismo, ustedes han preservado por su cargo sacerdotal las costumbres de los Padres y no han desdeñado aquello que es decretado por una sentencia divina y no humana, que cualquier cosa que sea echa, aun en provincias distantes, no debe finalizar sin haber sido dado a conocer a esta Sede. Que es por su autoridad que todos los pronunciamientos justos deben ser fortalecidos, y que a partir de estos todas las otras Iglesias (como aguas fluyendo de su nacimiento y corriendo por las distintas regiones del mundo, los arroyos puros de la única cabeza incorrupta) deben recibir lo que buscan imponer, a quienes deben lavar y a quienes esta agua, digna de cuerpos puros, debe evitar como profanados con porquería no lavable. Los felicito, por lo tanto, queridos hermanos, por haber dirigido cartas a nos por medio de nuestro hermano y compañero Obispo Julio, y por, mientras cuidan las Iglesias que ustedes gobiernan, han mostrado su solicitud por el bienestar de todos y que pidan un decreto que debe beneficiar a todas las Iglesia del mundo de una sola vez, para que la Iglesia, habiendo establecido en sus reglas y confirmado por este decreto de justo pronunciamiento contra estos errores, pueda evitar temer a estos hombres, etc.”
Carta del Papa Inocencio I al Concilio de Cartago, Ep 181 in FC, XII:121-122, 125, 127
“Dentro de los deberes de la Iglesia Romana y las actividades de la Sede Apostólica en que tratamos con las fieles y curativas discusiones de las consultas de diversos, nuestro hermano y compañero obispo Julio me ha traído sin esperarlas las cartas de su caridad que envían desde el Concilio de Milevis en su serios cuidados por la Fe, añadiendo al escrito una queja similar del Concilio de Cartago. Es por lo tanto con el debido cuidado y apropiadamente que ustedes consultan los secretos del oficio apostólico (apostolici consulitis honoris [al. oneris] arcano) ese oficio, me refiero, a la que corresponde, así como las cosas de afuera, el cuidado de todas las Iglesias, acerca de que opinión deben tener en esta preocupante pregunta, siguiendo entonces la antigua regla que ustedes saben ha sido observada conmigo por todo el mundo. Pero descarto este tema, por que yo no pienso que sea desconocido por su prudencia; si no, ¿porque confirmarlo con su acción, si no conocieran que las respuestas siempre fluyen de la fuente Apostólica a todas las provincias para aquellos que las piden? Especialmente con frecuencia se discute una cuestión de fe, Yo pienso que todos nuestros hermanos y compañeros obispos deber referirlas a nadie más que a Pedro, el autor de su nombre y oficio, incluso como ahora que su caridad a nos a referido un tema que puede ser útil en todo el mundo a todas las Iglesias en común. Porque por necesidad debemos volvernos más cautelosos cuando vemos a los inventores de la maldad, debido a la relación de los dos sínodos, han sido cortados por nuestra sentencia de la comunión eclesial. Su caridad por tanto hará un doble bien. Porque ustedes obtendrán la gracia de haber preservado los cánones y el mundo entero compartirá su beneficio.”
Carta del Papa Inocencio I al concilio de Milevi, Ep 182, in FC, XII:127, 128, 130, 131
Muy necio sería negar el convencimiento que expresa el Papa en sus cartas a los obispos Africanos (Agustín incluido) sobre su jurisdicción sobre el orbe. De hecho, así lo expresa de forma diáfana cuando afirma que “no debe finalizar sin haber sido dado a conocer a esta Sede. Que es por su autoridad que todos los pronunciamientos justos deben ser fortalecidos”. Interesante es que se afirma que esta es una antigua regla que se sigue en todas partes, y más claro todavía cuando afirma que a ella corresponde el cuidado de todas las Iglesias, y que las respuestas fluyen de esta fuente apostólica a todas las provincias que lo solicitan, sobre todo en cuestiones de fe.
No es necesario decir que una carta así no hubiera sido bien recibida por San Agustín y los obispos africanos si rechazaran la primacía jurisdiccional del papa sobre las provincias del orbe, y es que de ser así las palabras del Papa hubieran estado completamente fuera de lugar, sin embargo, San Agustín no muestra evidencia alguna de que dicha carta causara incomodidad en ningún sentido, nada de “¡Que se ha creído este Papa!”, no!, realmente no solo no dice ni “pio”, sino que se alegra del dictamen del Papa y escribe que ya Roma ha hablado, el caso está cerrado:
“Ya por este motivo se han enviado dos misivas a la sede apostólica y también de allí han venido dos rescriptos. La causa ha terminado para que finalmente termine el error”
San Agustín, Sermo 131,10,10; Ep 1507
En el futuro San Agustín reafirma su pensar sobre lo definitivo del decreto del Papa Inocencio.
"[Celestio] debería mantener su asentimiento al decreto de la silla apostólica el cual había publicado por su predecesor de sagrada memoria. El acusado, sin embargo, rechazó condenar las objeciones realizadas por el diácono, con todo él no se atrevió a sostener abiertamente la carta del bendito Papa Inocencio”
San Agustín, On Original Sin,7:8(A.D. 418 ),in NPNF1,V:239
“...él contestó que él consintió a las letras de papa Inocencio de bendita memoria, en quien toda la duda sobre esta materia fue removida”
San Agustín, Against Two Letter of the Pelagians, 3:5 (A.D. 420), in NPNF1, V:393
"Las palabras del venerable obispo Inocencio referentes a esta materia al Concilio Cartaginense.¿Que podría ser más claro o manifiesto que el juicio de la silla apostólica?"
San Agustín, Against Two Letter of the Pelagians, 4:6 (A.D. 420), in NPNF1, V:394
Cirilo de Alejandría
Citas aportadas por el artículo:
Pero ¿por qué decimos que ellos son «fundamentos de la tierra»? Pues Cristo es el fundamento y la base inconmovible de todas las cosas ... Pero los siguientes fundamentos, aquéllos más cercanos a nosotros, puede entenderse que son los apóstoles y evangelistas, aquellos testigos oculares y ministros de la Palabra quienes se han levantado para el fortalecimiento de la fe. Pues cuando reconocemos que sus propias tradiciones deben ser seguidas, servimos a una fe que es verdadera y no se desvía de Cristo. Pues cuando [Pedro] sabia y osadamente confesó su fe a Jesús diciendo, «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente», Jesús le dijo al divino Pedro, «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia». Ahora, por la palabra «roca» Jesús indicó, creo, la inamovible fe del discípulo...
Comentario sobre Isaías IV,2 (PG 70:940)
«Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». El apodo, creo, llama a ninguna otra que a la inconmovible y muy firme fe del discípulo «una roca», sobre la cual la Iglesia fue fundada y hecha firme y permanece continuamente inexpugnable aun con respecto a las mismas puertas del infierno.
Diálogo sobre la Trinidad IV (PG 75:866)
Cirilo de Alejandría también hace uso de ambas interpretaciones, y reconoce que Pedro es llamado “roca” en virtud de su fe, por lo cual sobre él se edifica la Iglesia.
“El cambió su nombre a Pedro, de la palabra piedra (roca); porque sobre él después fundaría su iglesia”
(Cyril, T. iv. Comm. In Joan., p. 131), in Colin Lindsay, The Evidente for the Papacy, (London: Longmans, 1870),50
“Bendito eres tú ... llamando, me imagino, nada más la roca, en alusión a su nombre, por la inmóvil y estable fe del discípulo sobre el cual la Iglesia de Cristo es fundada y fijada sin peligro de fallar”
Cyril, On the Holy Trinity [426 A.D.], in E. Giles, Documents Illustrating Papal Authority A.D.96-454,(London:SPCK, 1952),258
“Él promete fundar la Iglesia, estableciéndola inamovible, como Él es el Señor de la fuerza, y sobre esta Él coloca a Pedro como pastor”
(Ciryl,Comm. On Matt., ad. Loc., Migne, Patr. Graec., vol.72, col.424), in Michael M. Winter, Saint Peter and the Popes, (Baltimore: Helicon, 1960), 74. [429 A.D.]
Llama a Pedro “el príncipe de los santos discípulos”:
“...Pedro que era el príncipe de los santos discípulos..”
(Cyril, Ib. l. Xii. Waterworth, rev.,The Faith of Catholics, vol.2, (New York: Pustet & Co.,1884),46
“Además de todo esto, permítanme presentar al líder de los santos discípulos, Pedro, que, cuando el señor, en una cierta ocasión, le preguntó «¿quién dicen los hombres que es el hijo del hombre?» gritó al instante, tu eres el Cristo, Hijo del Dios vivo”
(Cyril,T.v.P.2,Hom.viii. De Fest. Paxch. p. 105.), in Joseph Berington, John Kirk, eds., and James Waterworth, rev., The Faith of Catholics, vol. 2,(New York: Pustet & Co., 1884),46.
En otros textos le llama “el elegido de los santos apóstoles”, “el Coro”, etc. (Expresiones no precisamente de quien desconoce su primado).
Teodoreto de Ciro
Citas aportadas por el artículo:
Que nadie neciamente suponga que el Cristo es cualquier otro que el Hijo unigénito. No nos imaginemos más sabios que el don del Espíritu. Escuchemos las palabras del gran Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Escuchemos al Señor Cristo confirmando esta confesión, pues «Sobre esta roca», dice, «edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Por tanto también el sabio Pablo, excelentísimo arquitecto de las iglesias, no fijó otro fundamento que éste. «Yo», dice, «como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro construye encima. Pero que cada quien vea cómo edifica. Pues ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo». ... Por tanto nuestro Señor Jesucristo permitió al primero de los apóstoles, cuya confesión Él había fijado como una suerte de cimiento y fundamento de la Iglesia, que vacilase, y que lo negase, y entonces lo levantó de nuevo... Ciertamente él está llamando a la fe piadosa y a la confesión verdadera una «roca». Pues cuando el Señor preguntó a sus discípulos quién decía el pueblo que era él, el bendito Pedro habló, diciendo «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». A lo cual el Señor respondió: «De cierto, de cierto te digo que eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».
Epístola 146; 77; Comentario al Cantar de los Cantares, II,14. (NPNF2 3)
Nilo de Ancira tampoco rechaza el primado de Pedro, por el contrario, le reconoce como “el primero de los apóstoles” y afirma que la Iglesia se edifica sobre su confesión de fe. En su epístola al Papa Leo exhorta a acudir y a apelar a la sede apostólica (Roma) la cual ocupa el primer lugar, cuando se necesiten curar las heridas de las Iglesias.
“Si Pablo, el heraldo de la verdad, la trompeta del Espíritu Santo, se apresuró al gran Pedro para que pudiera llevar de él la solución deseada de las dificultades a aquellos que en Antioquía estuvieron dudando sobre la vida según la ley, mucho mas nosotros, hombres insignificantes y diminutos, apresurémonos a la silla apostólica en orden de recibir una cura a las heridas de las Iglesias. Por todas esas razones es mantenida en el primer lugar, en la medida como ustedes la ven adornada de tantos privilegios"
Theodoret of Cyrus,To Pope Leo,Epistle 113(A.D. 449),in NPNF2,III:293
Basilio de Seleucia
Citas aportadas por el artículo:
En obediencia la lengua de Pedro se puso en movimiento y aunque ignorante de la doctrina, aportó una respuesta: «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente»... Ahora Cristo llamó a esta confesión una roca, y nombró a quien la confesó «Pedro», percibiendo la apelación como apropiada para el autor de esta confesión. Pues esta es la solemne roca de la religión, esta es el muro de la fe y el fundamento de la verdad: «Pues nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús».
Oración XXV,4 (PG 85:297-298 )
Se sigue repitiendo el anacronismo de pensar que porque un padre escribe que Pedro recibió su nombre (roca) por su confesión, se rechaza de algún modo el primado de Pedro. Se omiten también textos donde se le reconoce su primacía:
Asimismo, para Basilio, San Pedro es el líder (CORO), de los apóstoles, y el jefe de los discípulos de Cristo.
(Basil, Oratio XVII, MPG, vol. 85, col. 217), in Michael M. Winter, Saint Peter and the Popes, (Baltimore: Helicon, 1960), 74
“Pedro es nuevamente llamado el CORO de los apóstoles”
(Basil, Orat. Xxv. p. 138 ), in Joseph Berington, John Kirk, eds., and James Waterworth, rev., The Faith of Catholics, vol. 2, (New York: Pustet & Co., 1884),49
León I Magno
Citas aportadas por el artículo:
Nuestro Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad, instituyó la observancia de la religión divina, la cual Él quiso que por la gracia de Dios derramase su brillo sobre todas las naciones y todos los pueblos de tal forma que la Verdad, que antes estaba confinada al anuncio de la Ley y los Profetas, pudiese a través del sonido de trompeta de los Apóstoles salir para la salvación de todos los hombres, como está escrito: «Su sonido ha salido a cada tierra, y sus palabras hasta los confines del mundo». Mas este sacramento misterioso el Señor deseó que fuese la ocupación de todos los Apóstoles, pero de tal forma que Él ha puesto el cargo principal en el bendito Pedro, jefe de todos los Apóstoles; y de él como de la Cabeza desea que sus dones fluyan a todo el cuerpo; de modo que cualquiera que se atreve a separarse de la sólida roca de Pedro pueda entender que no tiene parte ni porción en el misterio divino. Pues Él deseó que aquel que había sido recibido al compañerismo en Su unidad indivisa que fuese nombrado como Él mismo lo fue, cuando dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia»; para que la edificación del templo divino por el maravilloso don de Dios pudiese descansar el la sólida roca de Pedro: fortaleciendo a Su Iglesia tan ciertamente que ni la precipitación humana pudiera asaltarla, ni las puertas del infierno pudieran prevalecer contra ella. Pero a esta santísima firmeza de la roca, levantada, como hemos dicho, por la mano edificadora de Dios, un hombre debe desear destruirla en extrema impiedad cuando trata de quebrantar el poder de ella, favoreciendo sus propios deseos, y no siguiendo lo que él recibió de los antiguos...
Epístola a los Obispos de la Provincia de Viena, X (NPNF2 12:8-9)
Y cuando ellos hubieron registrado las varias opiniones de otras gentes, Él dijo, «Pero vosotros, ¿quién decís que soy?» ... Ante lo cual el bendito Pedro, cuya confesión divinamente inspirada estaba destinada a beneficiar a todas las naciones, dijo, «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y no inmerecidamente fue declarado él bendito por el Señor, tomando de la piedra angular principal la solidez del poder cuyo nombre también expresa, él, quien, a través de la revelación del Padre, le confesó ser a la vez Cristo e Hijo de Dios...
Carta a Flaviano, XXVIII, 5 (NPNF2 12:41-42)
Y si Eutiques hubiese creído esto inteligente y totalmente, nunca se hubiera retirado del camino de esta Fe. Pues Pedro recibió esta respuesta del Señor por su confesión: «Bendito eres tú, Simón bar Jonás; pues carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Pero el que tanto rechaza la confesión del bendito Pedro como contradice el Evangelio de Cristo, está muy lejos de la unión con este edificio; pues se muestra a sí mismo como no habiendo nunca tenido ningún celo por entender la Verdad, y tener solamente la vacía apariencia de alta estima, quien no adornó las canas de la ancianidad con ningún juicio maduro del corazón.
Carta al Sínodo de Éfeso XXXIII, 1 (NPNF2 12: 47)
Ya que, por tanto, la Iglesia universal ha devenido una roca (petra) a través de la edificación de la Piedra original, y el primero de los Apóstoles, el beatísimo Pedro, oyó la voz del Señor diciendo, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca (petra) edificaré mi Iglesia» , quién hay allí que se atreva a asaltar tal fuerza inexpugnable, a menos que sea el anticristo o el diablo, quien, permaneciendo inconverso en su impiedad, está ansioso por sembrar mentira mediante los vasos de ira que son apropiados para su perfidia, mientras bajo el falso nombre de la diligencia pretende estar en busca de la Verdad.
Carta a León César CLVI, 2 (NPNF2 12:100)
Y de Su gobierno y protección eterna hemos recibido también el apoyo de la ayuda de los Apóstoles, la cual ciertamente no cesa en su operación; y la fuerza del fundamento, sobre la cual se levanta toda la superestructura de la Iglesia, no se debilita por el peso del templo que descansa sobre él. Pues la solidez de aquella fe que fue alabada en el jefe de los Apóstoles es perpetua; y como permanece aquello que Pedro creyó en Cristo, así permanece lo que Cristo instituyó en Pedro. Pues cuando, como se ha leído en la lección del Evangelio, el Señor hubo preguntado a los discípulos quién creían ellos que era Él, en medio de las variadas opiniones sostenidas, y el bendito Pedro hubo replicado, diciendo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», el Señor dice, «Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los cielos. Y lo que atares en la tierra, será atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».
La dispensación de la Verdad por tanto permanece, y el bendito Pedro perseverando en la fuerza de la Roca, que él ha recibido, no ha abandonado el timón de la Iglesia, que él tomó. Pues él fue ordenado antes que el resto en tal forma que de ser llamado la Roca, de ser pronunciado el Fundamento, de ser constituido el Portero del reino de los cielos, de ser colocado como Árbitro para atar y desatar, cuyos juicios retendrían su validez en el cielo, de todos estos títulos místicos podemos conocer la naturaleza de su asociación con Cristo. Y aún hoy él más plena y efectivamente desempeña lo que le está confiado, y realiza cada parte de su obligación y encargo en Él y con Él, a través de Quien ha sido glorificado. Y así, si cualquier cosa es rectamente hecha y rectamente decretada por nosotros, si cualquier cosa se gana de la misericordia de Dios por nuestras cotidianas súplicas, es por su obra y méritos cuyo poder vive y cuya autoridad prevalece en su Sede. Pues esto, amadísimos, fue ganado por aquella confesión, la cual, inspirada en el corazón del Apóstol por Dios el Padre, trascendió toda la incertidumbre de las opiniones humanas, y fue dotada con la firmeza de una roca, la cual ningún asalto podría conmover. Pues en toda la Iglesia Pedro diariamente dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», y toda lengua que confiesa al Señor acepta la instrucción que su voz trae. Esta Fe conquista al diablo, y quebranta las ataduras de sus prisioneros. Nos arranca de esta tierra y nos planta en el cielo, y las puertas del Hades no pueden prevalecer contra ella. Pues con tal solidez está dotada por Dios que la depravación de los heréticos no pueden dañarla ni la incredulidad de los gentiles vencerla.
Sermón III , 2-3 (NPNF2 12:117)
Y rectamente fue el bendito Apóstol Pedro alabado por confesar esta unión, quien cuando el Señor estaba averiguando qué conocían de Él los discípulos, rápidamente se anticipó al resto y dijo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y esto ciertamente vio, no por la revelación de carne o sangre, que podrían haber retardado su visión interior, sino por el mismo Espíritu del Padre obrando en su corazón creyente, para que en preparación para gobernar toda la Iglesia él pudiera primero aprender lo que habría de enseñar, y para la solidificación de la Fe, la cual estaba destinado a predicar, pudiese recibir este reaseguro, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Esta fuerza, por tanto, de la Fe cristiana, la cual, construida sobre una roca inexpugnable no teme a las puertas de la muerte, reconoce al único Señor Jesucristo como tanto verdadero Dios y verdadero Hombre, creyéndolo asimismo el Hijo de la Virgen, quien es el Creador de su Madre; nacido también al final de los tiempos, aunque es el Creador del tiempo; Señor de todo poder, y aún así mortal; ignorante del pecado, y aun así sacrificado por los pecadores según la semejanza de carne pecaminosa.
Sermón sobre la Pasión, XI Sermón LXII, 2 (NPNF2 12:174)
Estos textos que ha compartido el doctor son una excelente síntesis de la doctrina católica sobre el primado del cual León se cuenta como un exponente importantísimo.
Es importante observar que León ve ambas interpretaciones de Mateo 16,18 como complementarias. En un lugar dice “de modo que cualquiera que se atreve a separarse de la sólida roca de Pedro pueda entender que no tiene parte ni porción en el misterio divino, lo cual es un reconocimiento directo de Pedro como la roca (Por tanto, tampoco Leon rechazaba esta interpretación), en otro lugar aclara “Pues Pedro recibió esta respuesta del Señor por su confesión” . Afirma que así como “la solidez de aquella fe que fue alabada en el jefe de los Apóstoles es perpetua; y como permanece aquello que Pedro creyó en Cristo, así permanece lo que Cristo instituyó en Pedro” , lo cual es una afirmación de que Cristo realmente instituyo en Pedro un ministerio imperecedero, y esto lo aclara en otro lugar: “Pues él fue ordenado antes que el resto en tal forma que de ser llamado la Roca, de ser pronunciado el Fundamento, de ser constituido el Portero del reino de los cielos”
Esta vez es de elogiar que el doctor no solo remitiera los textos donde Leon I ve en la confesión de Pedro, la piedra sobre la que se edifica la Iglesia, sino que también compartió aquellos donde se refiere explícitamente a Pedro como la Piedra, y como el mayordomo del reino de los cielos.
Pero hay muchos otros textos de León I a favor del primado romano. Es recomendable leer completa la epístola 10 (la epístola a los Obispos de la de Viena citada por Saraví) donde se refiere al Obispo de Roma como heredero y sucesor de Pedro, así también la fe y el orden eclesiástico son garantizados por la sede de Pedro. Sostiene su interpretación principalmente en los textos Mateo 16,16-19; Lucas 22,32s y Juan 21,15-19. También llama a Pedro guía de todos los pastores (Sermón 4,2 y 5,2) y consciente de su primacía le hace notar al emperador que no puede hacer de Constantinopla una sede apostólica (Ep 104,3).
Otros textos interesantes donde Leon I muestra una clara conciencia de su primacía jurisdiccional:
“…para que, imitando a nuestra mansedumbre, nos asistieras en el cuidado que debemos principalmente a todas las iglesias por institución divina, y podría, en cierta medida, hacernos presentes visitando aquellas provincias lejanas… La conexión de la totalidad del cuerpo nos hace a todos saludables, todos por igual hermosos, y esta relación de hecho, requiere la unanimidad de todo el cuerpo, pero sobre todo exige la armonía entre los presbíteros. Y aunque tienen una dignidad común, todavía no tienen el mismo rango, en la medida en que incluso entre los bienaventurados Apóstoles, a pesar de la similitud de estado honorable, había cierta distinción de poder, y mientras la elección de todos ellos es igual, a uno le fue dado tomar el liderazgo del resto…el cuidado de la Iglesia universal deben converger hacia la sede de Pedro, y en cualquier lugar no debe ser separado de su cabeza”
Leon I (Letter XIV. To Anastasius, Bishop of Thessalonica, I, XII; NPNF 2, Vol. XII)
“De todo el mundo sólo uno, Pedro, es elegido para presidir la convocatoria de todas las naciones, y sobre todos los demás Apóstoles, y sobre de los Padres de la Iglesia. . . Pedro. . . les gobierna a todos, de los cuales también Cristo es su principal gobernante”
(Sermon 4, 2; Jurgens, III, 275)
“El más bendecido Pedro recibió la jefatura de los Apóstoles del Señor, y la Iglesia de Roma todavía se rige por sus instituciones”
Leon I (To Dioscorus, Bishop of Alexandria: Letter 9, 1, NPNF 2, Vol. III, 7)
Gregorio I Magno
“Pero ya que no es mi causa, sino la de Dios, ya que las leyes piadosas, ya que los santos sínodos, ya que los mismos mandamientos de nuestro Señor Jesucristo son trastornados por la invención de una cierta orgullosa y pomposa frase, que sea el piadosísimo Señor que corte el lugar de la llaga, y ate al paciente remiso en las cadenas de la augusta autoridad. Pues al ligar estas cosas ajustadamente alivias a la república; y, mientras cortas estas cosas, provees el alargamiento de tu reinado.
Pues a todos los que conocen el Evangelio les es evidente que por la voz del Señor el cuidado de toda la Iglesia le fue confiado al santo Apóstol y Príncipe de todos los Apóstoles, Pedro. Pues a él se le dice, «Pedro, ¿me amas? Apacienta a mis ovejas». A él le es dicho, «He aquí, Satanás ha deseado zarandearos como trigo; y yo he orado por ti, Pedro, para que tu fe no falle. Y tú, cuando te hayas convertido, fortalece a tus hermanos». A él se le dice, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo; y lo que atares en la tierra será también atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».
Ved, él recibió las llaves del reino celestial, y le es dado poder para atar y desatar, le es confiado el cuidado y la principalidad de toda la Iglesia, y aún así él no es llamado el Apóstol universal; mientras que el santísimo hombre, mi compañero sacerdote Juan, intenta ser llamado obispo universal. Estoy forzado a gritar y decir ¡Oh tiempos, oh costumbres!
Ved, todas las cosas en las regiones de Europa son entregadas al poder de los bárbaros, las ciudades son destruidas, los campos arrasados, las provincias despobladas, ningún labriego habita la tierra, los adoradores de ídolos prevalecen y dominan para la matanza de los fieles, y aun sí sacerdotes, quienes deberían ellos mismos yacer llorando sobre el piso y en cenizas, buscan para sí nombres de vanagloria, y se glorían en nombres nuevos y profanos.
¿Defiendo yo mi propia causa en este asunto, piadosísimo Señor? ¿Resiento que se me haya hecho mal a mí especialmente? No, la causa de Dios Omnipotente, la causa de la Iglesia universal.
¿Quién es éste que, contra las ordenanzas evangélicas, contra los decretos de los cánones, presume para usurpar para sí un nuevo nombre? Lo haría aquél si por él mismo fuese, si pudiera ser sin ninguna mengua de los demás – codicia ser universal.
Y ciertamente sabemos que muchos sacerdotes de la Iglesia de Constantinopla han caído a la vorágine de la herejía ... Si entonces cualquiera de esa Iglesia toma para sí aquel nombre, por el cual se hace la cabeza de todos los buenos, se sigue que la Iglesia universal cae de su pedestal (lo cual no permita Dios) cuando aquel que es llamado universal cae. Pero lejos de los corazones cristianos esté aquel nombre de blasfemia, en el cual es quitado el honor de todos los sacerdotes, mientras se lo arroga locamente para sí uno (solo).
Ciertamente, en honor de Pedro, Príncipe de los Apóstoles, le fue ofrecido por el venerable sínodo de Calcedonia al romano pontífice. Pero ninguno de ellos ha jamás consentido usar tal nombre de singularidad, no sea que, por algo que se le da peculiarmente a uno, los sacerdotes en general sean privados del honor que se les debe. ¿Cómo es que nosotros no buscamos la gloria de este título aun cuando es ofrecida, y otro pretende arrebatarlo para sí mismo aunque no se le ofrece?
Epístola XX a Mauricio César (NPNF 2 12:170-171)
Este texto no es realmente citado para presentarlo como un rechazo de Gregorio I al primado de Pedro, ya que de plano cuando allí Gregorio I escribe que el “el cuidado de toda la Iglesia le fue confiado al santo Apóstol y Príncipe de todos los Apóstoles, Pedro” no solo está reafirmando el primado de la Pedro en la Iglesia, sino reafirmando su primacía jurisdiccional sobre todas las Iglesias del mundo (Lo mismo cuando dice que a él “le es confiado el cuidado y la principalidad de toda la Iglesia”). Este texto es citado porque Gregorio I rechaza aquí el título de obispo universal.
Como esta controversia está más allá del alcance del artículo, bastará solo una breve referencia. El patriarca de Constantinopla había hecho suyo el titulo de obispo universal, el cual el Papa se había negado a utilizar a pesar de que reconoce que él si tenía derecho a usarlo tal como había proclamado el concilio ecuménico de Calcedonia. Es por eso que el papa afirma que cualquiera de esa sede (Constantinopla) que por usurpación se apodere de ese título es precursor del anticristo.
El Papa no hubiera actuado de esa manera si no hubiera estado convencido de su primacía jurisdiccional inclusive sobre el patriarca de Constantinopla. A esto sus declaraciones son de lo más explicitas, al punto de afirmar que nadie duda que la iglesia de Constantinopla está bajo sujeción de la Sede apostólica (Ep. 9,26).
En resumen, si Gregorio Magno creía que la sede apostólica es la cabeza de todas las Iglesias (Ep. 13,1), que los concilios no tienen autoridad ni fuerza sin el consentimiento de la sede apostólica (Ep 9,156), que el Papa como sucesor de Pedro jefe de los apóstoles tiene un derecho divino de primacía (Ep 3,30) ¿Hemos de pensar que rechazaba el primado?. Y si la intención era probar que rechazaba ver Pedro la piedra de Mateo 16,18, también aquí ha fallado.
Otros textos:
“¿Quién puede ignorar el hecho de que la santa iglesia es consolidada en la solidez del príncipe de los Apóstoles, cuya firmeza de carácter extendió su nombre tal que debería ser llamado Pedro después «roca», cuando la voz de la verdad dice «Yo te dará las llaves del reino de los cielos». Para él nuevamente es dicho: "Cuando hayas vuelto se el apoyo de tus hermanos”
Gregory the Great (Epistle 40; Winter, 66)
“… la Sede Apostólica, está, por orden de Dios, establecida sobre todas las Iglesias…”
Gregory the Great (Letter to Subdeacon John; Register of the Epistles, Book III, Epistle XXX; NPNF 2, Vol. XII)
Beda el Venerable
“Tú eres Pedro y sobre esta roca de la cual has tomado tu nombre, esto es, sobre mí mismo, edificaré mi Iglesia, sobre aquella perfección de la fe que tú confesaste edificaré mi Iglesia por cuya unanimidad de confesión si alguno se desviase aunque en sí mismo pareciera hacer grandes cosas, él no pertenece al edificio de mi Iglesia. ... Metafóricamente se le dice a él que la Iglesia ha de ser construida sobre esta roca, es decir, el Salvador que tú confesaste, quien ha concedido participación al fiel confesor de su nombre.”
Homilías 23 (PL 94:260)
El mismo caso donde se ve a Beda haciendo uso de una interpretación, sin negar el primado de Pedro. Se omiten nuevamente textos conde lo reconoce explícitamente:
“El beato Pedro recibió de manera especial las llaves del reino de los cielos y la jefatura del poder judicial, tal que todos los creyentes en todo el mundo pueden entender que todos los que en modo alguno se aparten de la unidad de la fe y la comunión, por ejemplo, no pueden ni ser eximidos de las consecuencias de sus pecados, ni entrar por la puerta del reino de los cielos”
Bede. Ven Hom. In die S.S. Pet. Et Paul.) in Charles F. B. Allnatt, ed., Cathedra Petri-The Titles and Prerocatives of St. Peter, (London: Burns & Oates, 1879), 36
El siguiente texto es aun reconocimiento aún más claro de la primacía petrina:
Pedro recibió las llaves de los cielos como una señal para todos los hijos de la Iglesia, de manera que si se separan de la fe que él enseña, renuncian a toda esperanza de ser absueltos de su culpa y de entrar en los portales eternos... Y yo les digo que Pedro es el portero a quien no contradeciré, sino que obedeceré sus decretos en todo, no sea que cuando llegue a las puertas del cielo no se abran”
Bede, in Colman Barry, Readings in Church History (Westminster, MD: Newman Press, 1957), vol. 1,273), in Michael Malone, The Apostolic Digest, (Irving, TX: Sacred Heart, 1987), 243
Conclusión
En este estudio me he limitado por cuestión de espacio, a estudiar la mayoría de padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos que el doctor Saraví ha citado. Es importante aclarar que hay muchos otros padres de la Iglesia con testimonios bastante claros a favor del primado de Pedro. Gracias a Dios, sus voces se elevan desde el pasado para evitar que la historia sea distorsionada.
Creo que el propósito del artículo se ha cumplido a cabalidad, y era demostrar que era FALSO que los padres de la Iglesia rechazaban el primado de Pedro, e inclusive a Pedro mismo como la Piedra de Mateo 16,18. Siglos han pasado desde estos testimonios, sin embargo la doctrina católica se mantiene firme y coherente, y sigue siendo “piedra” de tropiezo para muchos, y hasta terribles, las palabras:
“Tu eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia”
Nota: Algunas de las citas las hemos tenido que traducir algunos amigos y yo del inglés. Pido disculpas de cualquier imprecisión que alguna traducción pueda tener. Agradezco también a mi amigo Jesús Manuel (mejor conocido en los foros católicos como “Pelícano”), quien me ayudó a traducir varias citas de las aquí expuestas.
Este artículo está en continua mejora. Las actualizaciones serán realizadas en Apologtica Catlica
Bibliografía
Jesús, Peter & Keys, A Scriptural Handook on the Papacy, Butler, Dahlgren, Hess
Upon This Rock, St. Peter and the Primary of Rome in Scripture and the Early Church, Stephen K. Ray
El pontificado Romano en la historia, José Orlandis
Patrología I, Johannes Quasten, BAC 206
Patrología II, Johannes Quasten, BAC 217
Patrología III, Instituto Patristico Augustinianum, BAC 422
San Jerónimo, Obras Completas II, Comentario a Mateo y otros escritos, BAC 624
The Faith of the Early Fathers, Tomos I,II, III, William A. Jurgens
Obras completas de San Agustín, (BAC 39,53,69,99,441,461,457,512)
Eusebio, Historia de la Iglesia, Paul L. Maier
The Church Fathers Were Catholic, Dave Armstrong
St. Athanasius, Arianism, and the Holy See, John Chapman
St. John Chrysostom on the Apostle Peter, John Chapman
St. Jerome and Rome, John Chapman
Pope Gregory the Great and the "Universal Bishop" Controversy, PhilVaz
Fuentes Patrístisticas, Tomo 14, Tertuliano. "Prescripciónes contra todas las herejías". Editorial Ciudad Nueva
San Hilario de Poitiers, La Trinidad, Edición preparada por Luis Ladaria, BAC 481
Mateo 16,18, el primado de Pedro y los Padres de la Iglesia
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