Cito de memoria el evangelio de San Juan:

"No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no se te hubiera dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor".

Si bien las dos grandes líneas de la cultura occidental confluyen en la muerte de Jesucristo, parece claro que existe una diferencia cualitativa entre el pecado de Pilato (digamos que representa a Roma) y el de Caifás (sumo pontífice de los judíos).

Pilato fue ejecutor de un crimen pero, hasta cierto punto, a ciegas. Era un gentil, al fin y al cabo. No conocía las Sagradas Escrituras ni sabía que iban a cumplirse de forma plena en Jesús. Pero Caifás sí las conocía y, de haber tenido rectitud de intención, habría identificado a Jesús como el Mesías.

Es decir: Para Pilato, Jesús era un alborotador más, si bien no le encontraba culpa. Pero Caifás tendría que haber sabido con quién estaba tratando. Le faltó la fe que sí tuvo, por ejemplo, Natanael ("¿Porque te he dicho que te he visto debajo de la higuera, crees?"). Jesús era entendido por los limpios de corazón. Caifás, al no ser limpio, no podía entenderlo. "Para que viendo, no vean, y oyendo, no entiendan".


Pero, ciñéndonos al tema que nos ocupa, la realidad es que hubo judíos que aceptaron a Jesús como Mesías (el ejemplo de Natanael) y otros que no (Caifás). Y otros muchos que ni siquiera se pronunciaron o incluso, mayormente, ni sabían que ese tal Jesús existía.

Entonces, concluyo: El pecado de deicidio no fue cometido por todos los judíos, pero a los judíos que instigaron el crimen se les puede exigir, en cualquier caso, una mayor responsabilidad que a los gentiles, tanto por su conocimiento de las Escrituras y por sus tradiciones verbales como por el hecho de que Jesús convivió con ellos y rechazaron sus señales.

En mi pobre opinión.