Iniciado por
Valmadian
Vaya sincretismo de ideas confusas hay en este artículo que nos reproduce usted. Se trata de cuestiones muy diferenciadas que no se pueden mezclar de tal modo. Por ejemplo, la parte cosmológica astrofísica es un refrito de ideas tomadas aquí y allá e interpretadas según al autor se le ha ocurrido sin más. Así, afirma que el Universo se está expandiendo hasta un punto en el que cesará su expansión para volver a reunirse en un Big Crunch, o momento opuesto a lo que erróneamente se entiende por Big Bang. Dicho modelo de Universo sólo es una teoría entre otras, la del Universo oscilatorio, que intenta explicar que cada Universo, incluido el que conocemos, es algo así como un latido dentro de un infinito número de pulsos. El problema es que para que semejante explicación tenga validez habrían de saberse dos cuestiones dos cuestiones: la primera, la forma del Universo, forma de la que nada se sabe. Así, podría ser la del "dodecaedro de PLATÓN, la de la "esfera" aristotélica, o la "pentapoliédrica regular dentro de una esfera" de KEPLER, o la más moderna del "espacio euclídeo" de NEWTON y LEIBNITZ, para llegar a nuestros días con la formulada por EINSTEIN del "espacio de cuatro dimensiones" cuya geometría está condicionada por la distribución de masas contenidas dentro de sus límites. Así, según las ecuaciones de EINSTEIN las formas tridimensionales del Universo sólo pueden ser tres: la esfera, el plano o la silla de montar.
Y, en consecuencia, según si la densidad de la materia es mayor que la densidad crítica, será un universo cerrado; pero si es menor será abierto y siempre estará en expansión.
Realmente se me antoja un tanto complicado relacionar lo recibido de la Revelación con la Física del espacio. Además, si nos ceñimos a la supuesta edad del Universo su mínimo nos muestra una edad-tamaño de unos 13.700 millones de años. Pero también se tiene la convicción de que este es infinitamente mayor. Así un hipotético proceso de encogimiento a partir de un instante absolutamente impreciso, se me antoja totalmente intrascendente al objeto del tema de este hilo.
Si nos ceñimos a la historia estelar de nuestro sistema solar estamos ante otra mezcolanza sin sentido. El Sol es una estrella de las llamadas "comunes", que se encuentra en su "secuencia principal" con una edad de unos 5.000 millones de años y con otros 5.000 millones más por delante. No obstante, en su proceso de quema del hidrógeno que contiene va aumentando progresivamente su temperatura y para dentro de unos 1.000 millones de años la Tierra ya será un planeta con su superficie completamente abrasada. Cuando el Sol queme su combustible nuclear de hidrógeno, empezará a consumir el helio. Al tiempo irá aumentando progresivamente su diámetro hasta convertirse en una gigante roja. En dicha fase llegará a abarcar las órbitas de Mercurio y Venus y, casi con certeza, la Tierra no será absorbida aunque será reducida a una masa de cenizas carbonizadas. En última etapa el Sol expulsará las capas exteriores de su heliosfera formando lo que se conoce como "nebulosa planetaria", mientras su masa se concentrará formando una "enana blanca" con una densidad gigantesca y un volumen aproximado al de la propia Tierra. Así permanecerá durante un ciclo de millones de años hasta apagarse del todo finalmente.
Volvemos, pues, a encontrarnos con lo que nos dice la Ciencia y de lo que nada podemos deducir a efectos del lenguaje escatológico. Sabemos que en un momento de la historia humana el mundo se ha de acabar: ¿qué mundo?. Obviamente no puede ser otro que el que conocemos, pero no veo por ningún lado que haya de ser el final de la biosfera que llamamos Tierra. Hay elementos en los mensajes que parecen sugerir que será en esos momentos históricos:
"Se predicará este Evangelio del Reino en todo el mundo, en testimonio para todas las naciones; y entonces vendrá el fin. (Mt 24,14)
Dice claramente "vendrá el fin" y hay que suponer que se refiere al fin del mundo tal como es conocido.
De los capítulos VII, IX y XIII de Daniel, y de la segunda epístola de San Pablo a los tesalonicenses, se destacan dos avisos esenciales sobre acontecimientos que sucederán antes: "la apostasía general" y la llegada del Anticristo".
El tercero de los avisos nos lo ofrece San Pablo al afirmar que se producirá la conversión de los judíos:
"Una parte de Israel ha caído en la obcecación, hasta tanto que la plenitud de los gentiles se haya realizado; entonces se salvará todo Israel" (Rom. 11,25)
Por otro lado, las Sagradas Escrituras avisan de que la Parusía será muy inmediata a la llegada del Anticristo. A su vez, las palabras de San Pedro se pueden aplicar muy bien a nuestro tiempo:
"especialmente aquellos que, para satisfacer sus impuros deseos siguen la concupiscencia de la carne y desprecian las potestades...tienen los ojos llenos de adulterio, y de un continuo pecar. Ellos atraen con halagos las almas inconstantes, teniendo el corazón ejercitado en la avaricia, son hijos de la maldición, porque profiriendo discursos pomposos llenos de vanidad atraen con el cebo de apetitos carnales de lujuria a los poco antes habían huido de los que profesan el error, prometiéndoles libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción." (2 Petr. 2)
Mientras que el fin de los tiempos vendrá después del Juicio Final y se afirma lo siguiente:
"La Iglesia... sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo...cuando llegue el tiempo de la restauración universal y cuando con la humanidad, también el universo entero, que está íntimamente unido al hombre y que alcanza su meta a través del hombre, quede perfectamente renovado en Cristo." (LG 48)
Estos términos coinciden plenamente con dos cuestiones objeto de discusión en la Cosmología actual: "el principio antrópico" y la "finalidad" de la existencia del Universo.
Estamos sin duda ante un gran misterio, y ello se presta a numerosas especulaciones siendo la mayoría de ellas puro morbo y curiosidad malsana entre los afectos al catastrofismo. Me inclino a pensar que parte de los acontecimientos por venir tendrán un efecto más bien interior en el espíritu de cada hombre, más que marcados por catástrofes apocalípticas. Las "maravillas y prodigios" que se le atribuirán al Anticristo, no serán mayores que las propias de la tecnología. Es curioso el efecto mágico-maravillosista que produce ésta en millones de personas de mentalidad simple que, sin embargo, afirman ser seguidoras de la ciencia.
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