Estas cosas claman al cielo. Al final, acabaremos dando la razón a lo que los modernos enemigos de los papas y curas siempre dijeron de ellos: que no son sino unos detentadores de un poder terrenal; y que los dogmas y el Magisterio (que aquí algunos seguimos creyendo contra viento y marea) son un cuento hasta para los propios clérigos, que se venden al viento que mejor suena en cada época para mantenerse en el tinglado y agradar a los poderosos de turno (en su día a reyes y emperadores y ahora les toca bailar al son de la ONU y los mass media). Dicho sea con tristeza.
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