La tradición recibida

La tradición de 'crítica racional' a la tradición católica la fundamenta Popper en que hay que realizar una 'crítica racional' de la herencia recibida para perfeccionarla. Bueno, más bien parece que los racionalistas no perfeccionaron nada sino que lo destruyeron todo pero, obviando ese pequeño detalle, con todo el siglo XX detrás (y el XIX también), los hijos del XXI nos encontramos en una situación muy diferente. Es cierto que, por efecto de la inercia histórica, la 'crítica racional' a la tradición sigue cebándose, básicamente, en el catolicismo y, en términos generales, en la religión pero, si uno es mínimamente consciente de la historia se da cuenta de que esto es un anacronismo o, dicho de otra forma, una idiotez.
Karl Popper
El siglo XX -y, en gran parte, el XIX- ha sido el siglo del hombre moderno, es decir, del hombre emancipado de Dios. Luego, la crítica racionalista del XVIII cumplió con su cometido, separó al hombre de Dios e hizo de aquél el centro histórico, filosófico e, incluso, teológico. Si hoy quisiéramos realizar la 'crítica racional' a la herencia recibida para 'perfeccionarla' no hay duda de que la crítica debería ceñirse precisamente en la crítica al catolicismo. Es decir, lo que hemos recibido ha sido al hombre secularizado y separado de Dios y es sobre éste sobre el que cae, hoy día, la carga de prueba. Hoy el 'racionalismo crítico' debería apuntar, si quiere ser justo, sobre sí mismo, y señalar si, efectivamente, como propugnaba, ha dado lugar a un hombre mejor o, si, por el contrario, su proyecto ha constituido un fracaso.


Es más, a mi modesto entender, desde una perspectiva católica -y lógica- la crítica a la Ilustración -porque es de ella de la que hablamos, al fin y al cabo- no puede realizarse con sus mismos criterios, así como ésta no atacó al catolicismo siguiendo los criterios de éste. La crítica a la Ilustración no puede hacerse desde el postulado racionalista y positivista sino desde la fe y la metafísica, por la sencilla razón de que es una crítica y siempre se critica desde un postulado alternativo. Si realizase una crítica a la Ilustración desde los postulados de la Ilustración, lo que se obtendrá es el desarrollo y la continuidad de esos mismos postulados. Pero eso ya se ha hecho, se ha desarrollado y se ha extendido. El mundo de la Ilustración está maduro en todos sus puntos y en todos sus frentes, domina con arrogancia sobre Occidente y con igual desenvoltura busca consolidarse en los demás puntos del orbe. Tan enérgica es su victoria y firme su desenlace que hay quien ha dicho que hemos llegado al fin del desarrollo de formas políticas y económicas.



Pues bien, habrá que tomarle el pulso, discernir si efectivamente el hombre emancipado es superior al hombre de gracia, si el existencialista superior al místico, si el indignado al santo y si el anticristo superior a Cristo. Si la libertad liberal superior a la libertad de los hijos de Dios, si la filantropía superior a la caridad, si la desesperación a la esperanza, si la incredulidad superior a la fe. Si la democracia superior a la monarquía, si el mandato representativo superior al imperativo, si el nacionalismo a los fueros, si el libre mercado a los gremios. Si es superior el relativismo a la certeza, el vicio a la virtud, el caos al orden, la nada a Dios. En definitiva, si merece la pena pugnar por ese mundo perdido -pero recuperable- de la Tradición católica o seguir sumergidos en los fangos de la tradición ilustrada.

Mores Maiorum