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Honores3Víctor
  • 3 Mensaje de Hyeronimus

Tema: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

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    16 ene, 07
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    ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    ¿Es el Islam merecedor de respeto?




    Esencia y papel del Islam.

    Con motivo del inicio del año 1434 de la hégira, comienzo del año en el calendario musulmán me parece muy oportuno retomar las tesis de Sandoval, en Arbil, sobre el Islam pues aclara un discusión muy general entre los católicos
    ¿Es el Islam merecedor de respeto, a pesar de algunos malos musulmanes, o, por el contrario, el mal radica en la esencia del Islam, lo cual no impide constatar que hay muchos musulmanes buenos?
    Ese análisis permitirá deshacer nuestra perplejidad ante la impenetrabilidad histórica del Islam para la propagación del Evangelio, que procede de su mismo diseño original.
    La mera existencia del Islam origina en los cristianos unas perplejidades y complejos que necesitan respuesta. Pero de ningún modo queremos centrarnos aquí en la ley islámica, ni siquiera en otros puntos concretos de la cosmovisión musulmana, sino en su estrato más profundo, el puramente religioso.
    El monoteísmo no es único
    La primera cuestión que suscita la admiración del cristiano es que, por causa de la existencia del Islam la religión cristiana pierde su singularidad.
    En efecto, si no existiera el Islam no se podría hablar de las grandes religiones monoteístas, ni de las tres religiones abrahámicas. Bastaría la tradicional estructura cristiana de la historia de Antiguo y Nuevo Testamento: el pueblo escogido judío como precursor de la Iglesia y la religión cristiana como continuidad y perfección de la judía, de la que es heredera universal, empezando por la Sagrada Escritura. En tanto que la actual sinagoga talmúdica no es sino una rama separada de dicho desarrollo: aquella parte (mayoritaria) de Israel que no reconoció a su Mesías.
    Pero la existencia del Islam altera esa perspectiva. Sin él, en realidad, no existiría más que una religión monoteísta en el mundo, bien que manifestada en dos fases cuyo tránsito ha dado lugar a una escisión por petrificación.
    La interpretación musulmana de este hecho es que Dios ha enviado distintos profetas a distintos pueblos, pero sólo Mahoma, sello de los profetas, ha promulgado una ley universal y definitiva, además de que el Corán contiene la verdad revelada sin tergiversaciones, en tanto que las escrituras judías y cristianas están corruptas. Incluso si no aceptamos esta visión no se le puede negar su perfecta coherencia.
    Incoherente es en cambio la pretensión, muy pluralista y políticamente correcta, de que existan tres religiones abrahámicas, pues parece claro que, si el Patriarca era monoteísta, no pudo tener tres religiones. Nadie duda del origen abrahámico del pueblo judío. La Iglesia se reconoce entroncada en ese pueblo y realización de su esperanza mesiánica, y de hecho Cristo y sus apóstoles eran judíos, por eso puede llamarse con verdad abrahámica.
    Pero el Islam no puede documentar su pretensión, que es semejante a la de los masones cuando pretenden remontar su origen a Hiram rey de Tiro: que lo digan de sí mismos no significa que sea verdad, sino que pretenden ennoblecer sus orígenes. Apelar a la descendencia ismaelita de Abraham no es probatorio, porque aun siendo los árabes sus descendientes, desde luego que no conservaron el elevado monoteísmo de su antepasado.
    Un juicio religioso del Islam exige examinar su pretensión. Si es legítima, el Islam es, inexcusablemente, la superación del judaísmo y del cristianismo. Sólo cabe eludir esa conclusión negando la veracidad de la pretensión. Y, de no hacerlo frontalmente, el cristiano seguirá sumido en una perplejidad insoluble acerca del modo de encajar en su cosmovisión esta religión mundial.
    La homogeneidad islámica
    Claro que contemplar la superficie de los dominios del Islam -a menudo en mapas simplistas que extienden una mancha verde de Senegal a Mindanao y de los Urales a Mozambique- suele provocar otro complejo: de inferioridad ante tamaña extensión que se nos suele presentar como homogénea. Los cristianos somos muy conscientes de nuestras divisiones, y, frente a ellas, la apariencia de un Islam gigantesco y unitario nos abruma.
    En este caso es necesario decir que se trata de una mera apariencia alimentada por las presentaciones más elementales: conviene pintar como homogéneo el Islam en las exposiciones divulgatorias por simple comodidad además de por ignorancia, puesto que ahondar en sus variantes es verdaderamente complicado.
    Entre los musulmanes las divisiones son múltiples y tempranas. Desde la muerte de su fundador Mahoma, su suegro (Abú Béquer) y su yerno (Ali) se disputaron la capitanía de los muslimes dando origen a la chía (la facción por antonomasia), siendo los chiítas los seguidores de los descendientes o sucesores de este último. Muchas otras ramas se han desgajado desde entonces de sunnitas y chiítas, combatiéndose a muerte frecuentemente y no uniéndose nunca efectivamente. La común animadversión a los enemigos del Islam, sentimiento que reaparece periódicamente muy vivo, nunca ha tenido un efecto constructivo de unificación. El Islam ha estado y sigue estando divididísimo más allá de sus odios hacia los infieles.
    Que sea difícil y tedioso seguir la pista de todas las sectas musulmanas es muy distinto que pensar que no existen y que los musulmanes gozan de auténtica unidad. Nuestro complejo al respecto no tiene mayor razón de ser que la falta de profundización en aquella realidad.
    Y hace falta entender que el motivo de las divisiones del Islam es un defecto estrictamente religioso. Cristo Nuestro Señor fundó una Iglesia, y para ello estableció claramente el papel del colegio de los Doce y de su vicario visible, Pedro y sus sucesores. La autoridad en la Iglesia es de carácter sacerdotal.
    Pero en el Islam no hay verdaderos sacerdotes, sino predicadores, exegetas y jueces. Mahoma no dejó nombrado al morir ningún sucesor. Y toda la estructura del Islam adolece de un libre examen exacerbado. En el fondo, ninguna escuela o secta puede presentar mayores títulos de legitimidad que otra, salvo sus propios alegatos y los apoyos que consiga concitar. De modo que los expertos concluyen que no cabe hablar de ortodoxia y herejías musulmanas, sino de corrientes mayoritarias y minoritarias, con una relación de fuerzas históricamente cambiante.
    Es cierto, sin duda, que existe un dogma central en el Islam, pero la homogeneidad en torno a él se debe a lo reducidísimo del mismo, a saber: existe un Dios personal, trascendente al mundo, Creador y Remunerador, que se ha revelado a los hombres por medio del Corán transmitido por Mahoma. Fuera de esto no hay muchos más dogmas unánimemente aceptados, y sí múltiples disensos en como entender cada extremo.
    En conclusión: el complejo ante la vasta unidad del Islam carece de fundamento.
    Y estúpido sin paliativos sería también acomplejarse ante una comparación entre la realidad cristiana y el islam ideal. Para comparar dos cosas se exige homogeneidad. Y el más elemental sentido de la Fe debe indicarnos que si los cristianos, poseyendo la integridad de la verdad revelada, y auxiliados por los sacramentos, difícilmente alcanzamos el ideal cristiano, no puede pensarse que la mayoría de los musulmanes, tan varios y numerosos, sigan fielmente, siempre y en todo, los preceptos de su religión. La experiencia confirma que entre los musulmanes reales, en su tierra o entre nosotros, abundan el puro formalismo, la tibieza, o la incredulidad más o menos disimulada.
    Una creencia irreductible
    Sin embargo, otro complejo que puede plantearnos el Islam procede de la fuerza de su convicción (como la Fe es don de Dios, para este caso hablemos de convicción o creencia).
    La incidencia de los misioneros en tierras islámicas ha sido siempre muy escasa: comparado con las conversiones de los paganos, desde la Europa antigua y medieval a la China y el Africa del siglo XX, pasando por toda América a partir del Descubrimiento, el mundo islámico se presenta como impenetrable para las misiones cristianas. También esto confiere al Islam un carácter singular que suscita admiración, perplejidad y desconcierto.
    Pero no se debe pasar adelante sin recordar que las tierras centrales del Islam, salvo la propia península arábiga, son territorios usurpados a la Cristiandad donde los cristianos han sido secularmente oprimidos bajo la ´protección´ musulmana, pese a lo cual persisten hasta hoy en proporción variable, y hasta relativamente numerosa en lugares como Egipto.
    Resulta un expediente fácil explicar la impenetrabilidad del mundo islámico al cristianismo con la omnipresencia y severidad de la charía o ley islámica que impide -pena de muerte incluida- toda veleidad de abandonar el Islam. Es una razón real y muy fuerte, pero no es una explicación suficiente en la medida en que otras civilizaciones, paganas, también persiguieron cruelmente a los misioneros y los primeros conversos, aunque es cierto que la represión de la apostasía sí está directamente prevista y sentenciada por la propia revelación en el Islam, como no lo está en ninguna otra religión.
    El motivo fundamental de esa impenetrabilidad histórica es que la propia estructura de la creencia islámica es particularmente refractaria a la Fe cristiana.
    Y el motivo último de ello es que el Islam es una religión que conjuga dos tipos de ventajas: las de ser una religión que procura no exceder la medida del hombre en nuestro estado presente, y las de ser una religión postcristiana, a imitación de la verdadera. Dos características que hay que exponer, y sobre cuyas consecuencias meditar, para remontarnos luego a indagar su origen y causa.
    El confortable simplismo musulmán
    Dios, Vivo e Infinito, se refleja en la Religión Cristiana con una inmensa riqueza de matices -y ello pese a que lo que de Él conocemos es menos que lo que nos escapa-, al precio de reclamar de sus fieles el esfuerzo de procurar ser perfectos como lo es el Padre Celestial. En el Islam, por el contrario, la grandeza infinita de Dios no trasciende a la religión que le venera, sino bajo la forma de una extrema simplicidad.
    No negamos que entre los musulmanes hay maestros espirituales doctos y sutiles. Y, sin embargo, afirmamos que no es simplismo considerar que la religión musulmana tiende a ser simplista.
    La primera prueba experimental es que los mahometanos medios tienden al simplismo mucho más que los cristianos medios. Es evidente que un cristiano mínimamente acostumbrado a lidiar con el camino estrecho entre unos errores y sus contrarios, al equilibrio entre la Fé y la razón, entre el factor divino y el humano, familiarizado con la idea de los dos poderes en política, o con los carismas petrino y mariano en la Iglesia, está, por poco culto que sea, acostumbrado a hilar fino y a no caer en simplismos excluyentes, raíces de los extremismos más odiosos. Si el islamismo es mucho más propenso a que surjan en su seno extremismos radicales es también por causa de la estructura misma del Islam.
    Las doctrinas del Corán y la Sunna son sencillas y condescendientes en grado sumo con las pasiones humanas tanto en lo que hace a la moral como al mismo dogma.
    El aspecto moral puede resultarnos un blanco cómodo (la mente de todos se ha dirigido ya a la poligamia), lo cual no significa que deje de ser un blanco justo y, además, mucho más extenso de lo que de entrada ya parece. La moral islámica no es depravada como en las religiones que conocen el infanticidio, la prostitución sagrada, los sacrificios humanos, etc., pero su nivel de exigencia no supera un nivel elemental frente a los apetitos del hombre en el estado de naturaleza caída.
    En cuanto a las concesiones a la voluptuosidad, la mentada poligamia no es accesible sino a los ricos, pero existen otras concesiones más importantes, como la aceptación y facilidad del repudio, el contrato de matrimonio temporal (que la mayoría de los musulmanes de hoy no aprueba, pero encontraría base en el Corán 4,24) o la promesa de las huríes del Paraíso. En realidad, mientras en toda la Iglesia el celibato por el Reino de los clérigos, religiosos y religiosas constituye un testimonio que revierte en prestigio y exigencia de la castidad propia a cada estado, la clara exclusión del mismo en el Islam rebaja toda exigencia en este sentido.
    Pero hay otras pasiones tanto o más graves que la concupiscente.
    Es el caso de la cólera y el odio. La guerra no aparece para el muslim como un mal menor, sino directamente recomendada. El amor se restringe a los correligionarios, sin extenderse a los enemigos. Entre los chiítas el odio y el insulto al adversario -sunnita- puede ser una obligación.
    O la soberbia colectiva, por la que los musulmanes, y los árabes y familiares de Mahoma en particular, pueden considerarse realmente superiores a los demás hombres.
    Pero, mucho más todavía, el Islam es muy condescendiente con la soberbia individual, íntima, del hombre que ha de aceptar la Revelación por parte de Dios de verdades a las que otorgar el asentimiento interno. En el Islam, a pesar de su nombre, este sometimiento está extremamente reducido.
    De la religión verdadera apenas subsisten en el Islam las verdades fundamentales despojadas de toda la riqueza divina. Hay un Dios personal, Trascendente, Creador y que se revela a los hombres; y hay otra vida para éstos tras un juicio final. Cabe destacar que si la tradición musulmana honra a Dios con noventa y nueve nombres, ninguno de ellos es el de ´Padre´.
    Pero todos los misterios divinos que humillan la razón humana, la cual no alcanza a comprenderlos, han desaparecido entre los seguidores de Mahoma. Comprobémoslo y recordémoslo:
    * Para ellos la Santísima Trinidad, encima mal enunciada, es politeísmo. La Encarnación se niega en virtud de la perfecta espiritualidad divina. La Pasión se rechaza -no se consumó la muerte en cruz de Jesús- en razón a que la gloria de Dios y sus enviados nunca se oscurece.
    * El Pecado original, misterio de iniquidad, no existe, con lo que el misterio de misericordia de la Redención tampoco. Esto aproxima al Islam al pelagianismo, con las mismas consecuencias que éste: soberbia derivada de creer en la salvación por las propias fuerzas y énfasis puesto en la doctrina y la ley como vías de salvación. Y en este planteamiento el Islam emparenta, curiosamente, con el espíritu del Occidente moderno.
    * Los problemas de la inspiración de los libros sagrados y el alcance exacto de su sentido desaparecen con la creencia en una dictación directa de los mismos.
    * Una Iglesia divina y humana como su Fundador, unos sacramentos signos sensibles de la gracia invisible, tampoco existen. El misterio Eucarístico les es incomprensible, por descontado, pero también el sacerdocio. No debe dejarse nunca que nos hablen de clérigos islámicos: ellos sólo tienen -como los protestantes- diferentes tipos de predicadores, eruditos escriturísticos y moralistas-canonistas. Es más rechazan el monacato, sobre todo por el voto de castidad.
    * Finalmente, en punto a moral, aparte de sus dificultades en engarzar la presciencia divina con la libertad humana, que convierten la predestinación en idea popular, desconocen la noción de doctrina social, compuesta de principios inspiradores y concreciones abiertas; lo suyo es, sin más, una ley social islámica, la famosa saría.
    Al llegar a este punto el cristiano comprueba que, salvo por la existencia de una revelación, que confiere a la religiosidad musulmana cierta calidez y gran ardor, su dogma no sobrepasa lo que alcanza a deducir la filosófica teodicea.
    Por eso la religión musulmana no sólo parece la religión de los filósofos, sino que históricamente ha gozado de su aprecio: es algo sintomático que en El contrato social de Rousseau, ya en el capítulo final, se deslicen alabanzas a Mahoma y se postule una religión civil cuyos dogmas no difieren mucho de los musulmanes. Del mismo modo, el Islam gozó de las simpatías nazis -en algún momento recíprocas- actitud que no han abandonado sus epígonos, precisamente por ser un tipo de religión ´viril´, es decir, que no exige convertirse de arriba abajo, sino que permite mantener un orgullo de guerrero (o sedicente tal).
    Cuando el Evangelio no es novedad
    Los misioneros cristianos en toda tierra pagana siemprehan puesto de manifiesto como Cristo era la culminación de cuanto esperaban todos los hombres, y como la Religión Cristiana asumía, purificados, cuantos elementos buenos existieran en sus religiones.
    En cambio, al musulmán no se le puede hacer este planteamiento en la medida en que es postcristiano. No existe ya una aspiración que colmar en quienes han recibido una revelación divina directa. Cristo no es un anuncio nuevo, en cuanto ya es conocido por el Corán y está superado por Mahoma. Ni cabe asumir virtudes que, en realidad, los mahometanos ya tomaron de la Sinagoga y las Iglesias Orientales y adaptaron a su conveniencia.
    En un sentido muy real el Islam no es sólo postcristiano en la forma en que pudiera serlo una nueva secta del hinduismo, surgida ya en nuestra era pero ignorante de la Encarnación, sino que es explícitamente anticristiano en la medida en que conoce y rechaza las verdades fundamentales de nuestra Fe. En el Corán, que se tiene por palabra revelada de Alá, se explica que Cristo no murió en la cruz -negando por ende la Resurrección- (Corán 4,157), y Jesús mismo aparece rechazando a quienes le divinizan indebidamente (C 5, 116).
    De modo que Cristo ya no constituye una buena noticia para quienes ya saben de Él; y resulta innecesario su anuncio cuando tienen otro, revelado, que rectifica las ´erróneas´ creencias cristianas y muestra al verdadero "sello de los profetas", Mahoma.
    Cuanto se pondera en el cristianismo de novedoso en el panorama de las religiones paganas: Dios cercano al hombre, que se revela con un mensaje de salvación; religiosidad histórica, introducida en el tiempo; y una respuesta de los hombres al mensaje expreso de Dios abarcando todo su ser y su vida, etc. ha sido adoptado por el islamismo. Y por contener todos estos elementos de la religión verdadera, ser tan similar a ella y, al mismo tiempo, más fácil en muchos sentidos, como ya hemos visto, se convierte en un obstáculo formidable a su propagación.
    El Profeta y su libro
    Con muy buen sentido, el único cristianamente posible, la recuperación católica tras la crisis postconciliar ha partido de la centralidad de Cristo, y se ha hecho mucho hincapié (todo lo contrario que en unos ´valores´ ahistóricos) en el ´acontecimiento´ cristiano: la Fe cristiana se refiere ante todo a una persona y a unos hechos, y no a unos principios abstractos.
    Pues bien, todo el Islam se apoya igualmente en otro acontecimiento, el que se recuerda culminando el Ramadán cada año: la ´Noche del destino´ (laylat al-qadr: caben varias traducciones de sentido convergente) en que Mahoma recibió del Arcángel San Gabriel el comienzo de la revelación del Corán, que le siguió dictando desde entonces hasta poco antes de su muerte.
    Entre los especialistas se llega a decir que el análogo a Cristo en el Islam no es Mahoma, sino el Corán. Desde luego, la religión musulmana es una ´Religión del Libro´, pero los cristianos debemos rechazar el dudoso honor de ser tildados también de lo mismo: el Catecismo de la Iglesia Católica (§ 108) rechaza expresamente esa consideración con la que los musulmanes nos llevan a su terreno: "Sin embargo, la fe cristiana no es una «religión del Libro». El cristianismo es la religión de la «Palabra» de Dios, «no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo» (San Bernardo)".
    Entre los musulmanes el Corán se entiende dictado por Dios, y como tal literalmente cierto hasta la última coma. Además, es un libro sagrado cuyo motivo de credibilidad, según su apologética (y el propio texto), es su "inimitable estilo". Lo cual nos coloca ante un verdadero círculo vicioso lógico: la prueba de la veracidad de una cosa es... ella misma; y pretender examinar dicha prueba con métodos críticos, y no exegéticos, es incurrir en irreverencia blasfema, dando por supuesto el origen divino del que querríamos cerciorarnos.
    La falsa revelación de un falso profeta
    Todo ello nos conduce al problema fundamental que escamotean los manuales cristianos hoy al uso de introducción al islam: otras religiones, paganas, contienen intuiciones verdaderas, a modo de ecos de una revelación primigenia, a las que el cristianismo da plenitud y sentido. En el Islam, por el contrario, casi todos los elementos coinciden con los verdaderos, la cuestión está en examinar lo esencial, la revelación a Mahoma en que se fundan.
    Con afirmación neutral se nos narra por los hodiernos divulgadores cristianos que los musulmanes creen que Mahoma recibió tal revelación continuada, y en qué modo y circunstancias. Lo que ni se plantean es si hubo tal revelación, o si ésta es verdadera y divina. Y lo de más interés, justamente, no es precisar al máximo lo que alguien dijo, sino si dicho mensaje es verdadero y bueno, y cuales sus frutos. No lo que dijo que le aconteció, sino lo que verdaderamente sucedió (o no).
    Los cristianos, acostumbrados a que se examine escrupulosamente la historicidad de la narración evangélica en todos sus aspectos y detalles no podemos -ni debemos- dejar de hacer el mismo planteamiento al afrontar la figura y obra de Mahoma.
    Desde un punto de vista puramente humano la credibilidad del Islam es muy débil: se apoya toda en afirmaciones de Mahoma sin testigos (pensemos en su inverosímil viaje nocturno a los Cielos sobre una bestia alada y parlante), y rechazando dar otro tipo de pruebas proporcionadas a la magnitud de la aquiescencia solicitada. Es más, debe recordarse que en un primer momento apeló a las escrituras de los judíos, pero rompió con ellos cuando comprobó que no refrendaban su personal mensaje.
    En particular, instado a ello, se negó a realizar ningún milagro, diciendo que su misión era estrictamente de predicación y no de taumaturgo. Pero, si esto es lo que consta en el Corán, la creencia popular le atribuye una existencia milagrera, y la verdad es que en esto el islamismo vulgar resulta más acertado que el rígidamente coránico para todo criterio humano y cristiano.
    Jesús Nuestro Señor siempre obró sus milagros fundamentalmente como ´signos´ tendentes a confirmar su mensaje además de remedios de males concretos. En cambio a Mahoma hemos de creerle sin signo que confirme su autoridad, y creer que ese Alá cuyo mensaje a los profetas ha sido siempre el mismo -no reconocen una pedagogía divina- dejó de avalar su predicación con milagros precisamente en su caso, cuando lo había hecho con sus predecesores Moisés y Jesús.
    Otras afirmaciones, sobre las virtudes de Mahoma, incluso aceptándolas pese a proceder de sus parciales, no resultan probatorias de su misión, ni de la verdad y bondad de su mensaje. Parece que Robespierre era incorruptible, y Cromwell radical... como Hitler era vegetariano y amigo de los animales: determinadas virtudes privadas no prueban nada, y la indudable rectitud de muchos sectarios concorde con sus principios ha sido más bien implacable y digna de mejor causa.
    Por otra parte, se observan en las suras del Corán demasiadas variaciones de tono, y aun de criterio, coincidentes con las circunstancias de Mahoma. No parece que predicara de igual modo en La Meca que en Medina, cuando ya era jefe espiritual y civil de la ciudad. Más aún, a los espíritus críticos les debería resultar muy sospechosa la abundancia de ocasiones en que la presunta revelación arcangélica interviene oportunamente para resolver dilemas privados de Mahoma, siempre a su conveniencia.
    Todas estas objeciones, importantes, son meramente humanas. Pero quien profese la fe cristiana no puede ni aun dudar de la falsedad de la pretensión de Mahoma. Falsedad de su misión y falsedad de su mensaje.
    Porque el mensaje del Corán rechaza explícitamente, en nombre de Dios, el núcleo de la fe cristiana. La dignidad humana -racional- impide aceptar como verdaderas a un tiempo la Fe en Cristo, muerto y resucitado, que testifican los Evangelios, y el papel de Jesús en el Corán. Y menos creer que ambas afirmaciones procedan del mismo Dios Sapientísimo.
    Tampoco parece razonable pensar que Mahoma fuera un posterior enviado de Dios para lograr indirectamente un bien providencial. Después que Cristo erigió su Iglesia, y la envió a predicar a todas las naciones y bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no concuerda con el sensus fidei que el Esposo fiel de la Iglesia, ni aun para reformarla, intervenga en la historia de modo extraordinario para suscitar profetas fuera de ella con mensajes que no incluyen esa Iglesia y ese bautismo. En cambio, vemos que suscita una y otra vez nuevos santos reformadores que, pese a las resistencias encontradas, se guardan de actuar siempre dentro de la comunión eclesial.
    ¡Claro que el poder de Dios no tiene límites y el Espíritu sopla donde quiere! Pero es que la experiencia ha demostrado, desde hace catorce siglos, que el Islam, pese a predicar el monoteísmo, no actúa como un estadio intermedio que a la postre conduce a los pueblos a Cristo (como podemos considerar el bautismo arriano de los godos), sino como perseguidor de comunidades cristianas establecidas y obstáculo de vigor desusado a la conversión. Tal hipótesis podría ser sugerente, pero la constatación en su contra es aplastante.
    Por todo ello, por falta de motivos de credibilidad, y por contradecir el contenido de nuestra Fe, fundada en pruebas muy superiores a las que el Islam puede presentar, como por simple sensus fidei, debemos concluir que Mahoma es un falso profeta y su revelación falsa. Y quien realmente piense otra cosa ha de terminar convirtiéndose en musulmán. O no pasa de un escéptico que no se compromete a fondo con la revelación cristiana ni con la pretensión mahometana.
    Si la conclusión parece poco cristiana -de ese cristianismo predicador del sumo valor de la tolerancia (indiferentismo) que en los Evangelios queda oculto por las insistentes llamadas de Cristo a la Fe en Él- hemos de decir que, si no bastara San Pablo (víd. Ga 1,8-9), el propio Jesús nos previno de que tras de sus pasos vendrían falsos profetas (Mt 24, 5 y 11). ¿Y quién sino Mahoma pasa en la historia como ´el Profeta´ por antonomasia, sin serlo?
    Sin olvidar al Maligno
    Todavía cabe un paso más. Para comprender a Mahoma no basta decir lo que no es, verdadero profeta del único Dios, sino intentar explicarlo como falso profeta, cuestión, si cabe, mucho más eludida hoy.
    ¿De dónde procede la doctrina del Corán?
    No existe duda de que había judíos en Arabia, y algunos cristianos heterodoxos, y que Mahoma los trató. De estas fuentes imperfectas -y Mahoma era, además, iletrado- se entiende que procedan las noticias de la Sagrada Escritura, a menudo distorsionadas en el Corán. Y también se entiende que doctrinas y preceptos morales y legales hayan sido reelaborados humanamente y simplificados. El Islam es simplista en cuanto que es judaismo y cristianismo simplificado. Y no olvidemos que en el islam existen, además, elementos preislámicos aptos a satisfacer el nacionalismo de los árabes.
    Eso en cuanto al mensaje, pero ¿y la misión sagrada? ¿la pretensión de apariciones sobrenaturales? Si no procedían de Dios y sus ángeles, como no parece admisible, apenas quedan cuatro opciones: la alucinación patológica, la mentira deliberada, la sugestión diabólica, y la intervención conjugada, en grado variable, de dichos factores.
    Algunos de los rasgos de los trances de Mahoma podrían abonar el diagnóstico del trastorno psíquico; como algunas excepciones de la ley general coránica en favor de Mahoma podrían alimentar la sospecha de falsario e impostor. Pero también parece que su preocupación religiosa era sincera, por lo que muy bien cabe que haya sido seducido por el mal espíritu bajo forma ángel de luz (víd. II Cor 11,14-15), incluso si sus inspiraciones iniciales provinieran del espíritu bueno. En esto la perspicacia de San Ignacio como guía espiritual nos recuerda "es propio del ángel malo, que se disfraza de ángel de luz, entrar con lo que gusta al alma devota y salir con el mal que él pretende" (Ejercicios espirituales, § 332 y ss.).
    Desde luego, los frutos de obstaculización del anuncio de Cristo, en tanto verdadero Dios como verdadero hombre, son elocuentes para juzgar el punto final de tales revelaciones, si es que existieron y fueron inicialmente buenas. En cualquier caso, debemos negarnos a usar con Mahoma normas de espiritualidad diferentes de aquellas con las que se juzga a los bautizados.
    Sin buscar al Demonio en todas partes, es cierto que la oposición diabólica al plan de salvación de Dios es una constante en la historia, máxime desde que adquirió cierto dominio sobre este mundo y el hombre por el Pecado Original, e ignorarlo da lugar a graves errores en todos los campos (víd. Catecismo de la Iglesia Católica § 407). En materia de sectas -y ninguna hay como el Islam- nunca debemos prescindir de este factor.
    El juicio religioso sobre el Islam
    Por todo lo dicho el Islam supone el encauzamiento de una religiosidad auténtica -y elevada- al servicio de una revelación falsa.
    Religión falsamente revelada que es imitadora, competidora y contradictora de la cristiana, por mucho que posea muchos elementos buenos, procedentes de ésta, que la hacen desconcertante.
    Pero hay más: el Islam parece diseñado ex profeso como un sucedáneo de la Religión Verdadera, que contiene de ésta los elementos que le confieren más autoridad y, sin embargo, ha sido ´corregida´ -simplificada- para resultar más asequible a la razón y las pasiones humanas de la naturaleza caída.
    Y de hecho, ha sido tanto el más constante adversario externo de los cristianos en la historia, cuanto el mayor obstáculo a la difusión de nuestra Religión. Si en tiempos cerró el Asia occidental y central a la expansión misionera hoy es en Africa donde el Islam se difunde como una alternativa que cierra el paso a la que llama ´religión de los blancos´.
    Se trata de una coincidencia demasiado notable como para atribuirla a mera casualidad, y no inferir en esa constante de hechos una finalidad. En la medida en que no se debe descartar una intervención del mal espíritu ignaciano en las falsas revelaciones a Mahoma, cabe aún menos descartar un designio maligno en la aparición y actuación del Islam. Y si se ha dicho siempre que el Demonio es el mono de Dios, resulta muy congruente con ello la constatación de que el Islam es imitación posterior, adaptación y sucedáneo de la Religión Cristiana.
    Pero incluso si es así, el Islam puede servirnos a los cristianos, brindándonos dos tipos de lecciones:
    - las virtudes que en el Islam se manifiestan no han de desconcertarnos, sino recordarnos acentos y prácticas de los antiguos cristianos, especialmente orientales, que hemos de rescatar.
    - y en cuanto a lo que tiene de malo puede servirnos de norma negativa; en particular, venir a coincidir con ciertas posturas rigoristas musulmanas debe suscitar una señal de alarma en nuestra conciencia.
    Aplicación muy notable de esto último se halla en el campo interrelacionado de la confesionalidad de las sociedades y la libertad religiosa. Los católicos, por imperativo racional y divino (víd. Catecismo de la Iglesia Católica §§ 2244 y 2105), proclamamos la aspiración irrenunciable a la confesionalidad católica del estado, pero nuestra visión de la misma no nos conduce a la absoluta opresión religiosa de los regímenes islámicos. El orden católico, con confesionalidad social y libertad personal, viene a representar un término medio entre los errores y abusos opuestos del liberalismo e islamismo.
    Islam bueno, Islam malo y mal cristianismo
    Nótese que al catalogar al Islam como falsa religión, y por ende con una mala raíz muy anterior a concretas posturas malas, de ella dimanantes, nos apartamos de la postura complaciente para la cual el Islam es bueno y sólo algunos musulmanes extremistas serían malos. Muy al contrario, la verdad es que muchos musulmanes son buenos, es decir, tanto justos como piadosos, pero su religión es mala.
    Es mala porque se opone expresamente a la Fe verdadera; y la Fe es el comienzo de la salvación.
    Y la maldad intrínseca se percibe muy bien en los resultados del retorno a las fuentes: entre los cristianos todo movimiento de retorno a la pureza evangélica para en aumento de santidad y mejorías evidentes en el orden externo; entre los musulmanes los periódicos movimientos de retorno a la enseñanza del Corán han parado siempre, como en nuestros días, en tentativas de un puritanismoy totalitarismo extremos.
    En realidad los tiempos del Islam tolerante, como los musulmanes personalmente ejemplares, coinciden con el triunfo del sentido común y el buen corazón sobre la letra coránica.
    Por el contrario -como ha recordado Giovanni Cantoni-, considerar que los islamistas radicales hasta el terrorismo son por ello ´malos´ musulmanes, es decir, sedicentes musulmanes, carece de todo fundamento, puesto que en el Islam no existe autoridad que les pueda negar ese calificativo (y siempre se encontrará quien emita una fatwa conveniente a cada parecer), y menos sentido aún tiene que los no musulmanes pretendan conceder patente de islamismo. De hecho, si bien muchos musulmanes no llegarán nunca a ejercitar ciertas formas de jihad, ha quedado bien claro recientemente que la mayoría expresará un variable grado de simpatía con quienes la practiquen, y esto siempre en nombre del Islam.
    Y de paso, con Cantoni, nunca debemos dejar de señalar como los liberales y laicistas, al enumerar las que consideran ´sectas´ a vigilar o combatir nunca citan ni una sola de tipo islámico. Siendo así que las facciones musulmanas no faltan, hay que pensar que o las favorecen, o las temen... o temen que su caracterización pudiera abarcar a franjas demasiado extensas de la comunidad musulmana.
    Pero la discrepancia sobre si el Islam es ´bueno´ con algunos radicales ´malos´, o si su raíz es mala, pese a lo cual en la mayoría de sus fieles no se manifiesta tanto su nocividad como ciertos bienes accesorios, implica algo muy grave acerca de la concepción del propio cristianismo.
    Si el Islam es en lo fundamental malo o bueno, la diferencia de juicio procede de que se emplee una perspectiva auténticamente cristiana o sólo sedicente tal. El Islam inculca muchas virtudes religiosas y morales, cierto, pero no deja lugar para Cristo Jesús de modo expreso e inexcusable, puesto que conociéndole lo rechaza como Dios y hombre verdadero.
    ¿Qué es lo auténticamente cristiano? ¿La afirmación y seguimiento de Cristo o la práctica de obras solidarias de todo tipo? ¿Una religión personal o de principios abstractos?
    Ya sabemos que las virtudes de los mahometanos son un puente de coincidencia. Pero es hora de que se denuncie el sofisma -lo diga quien lo diga- de que es más importante lo que une que lo que separa. Eso depende mucho: de entre qué cosas se diga, de qué sea efectivamente lo más importante, y, por supuesto, en relación a qué.
    Luego no es un principio absoluto. En la mayoría de los casos no pasa de una petición de principio: de tanto decirnos que se debe mirar a lo que une más que a lo que separa se han convertido las constataciones de coincidencia en lo más importante, pero sólo por esa prédica voluntarista, a la que se debe exigir en cada caso una justificación que no siempre puede dar.
    Al comienzo del siglo XXI, en que se habla tanto del choque de civilizaciones entre el Occidente y el Islam, no deja de sorprender que el juicio cristiano de ambos resulte muy parecido. El Occidente liberal desea quedarse la herencia humanista de las virtudes cristianas sin Cristo, el mundo musulmán desea quedarse la herencia religiosa del Antiguo Testamento sin Cristo. Cristo es la bandera discutida, aunque no faltan cristianos que, en nombre de las virtudes, religiosas o solidarias, y para atender a lo que une, tiendan a contagiarse del uno o del otro inventando un cristianismo sin Cristo.
    Esos tres polos: liberalismo hegemónico, Islam subversivo y crisis interna de la Iglesia pueden servir muy bien para orientación elemental de los fieles católicos respecto a los grandes polos del nuevo siglo que comienza.
    En el entendimiento de que sin un juicio religioso del Islam, sistema de religiosidad sincera y enérgica y falsa revelación, es vano pasar a las perniciosas consecuencias sociales y culturales del mismo, que afectan a las relaciones internacionales como a la convivencia y el orden legal internos de las naciones de origen cristiano.
    Si en el Corán lo civil y lo religioso marchan inseparables y mezclados, es absurdo pretender criticar su repercusión social haciendo abstracción de la raíz religiosa del mal, religión, repitamos, que parece diseñada deliberadamente para rivalizar con la evangelización y obstaculizarla.
    Aclaraciones necesarias
    Las páginas anteriores están llenas de afirmaciones sin notas de referencia que las justifiquen. Ello obedece a una decisión consciente, y no sólo para facilitar su lectura evitando distraer de las tesis centrales.
    Y es que no son difíciles de encontrar los libros en español que fundamentan nuestros asertos, ni citar los pasajes que apoyan cuanto arriba va dicho, pero sí es arduo decidirse a recomendar dichos libros.
    Las introducciones que llevan las distintas ediciones castellanas del Corán sirven suficientemente para establecer los puntos fundamentales del islamismo; y las librerías católicas venden trabajos de aproximación y síntesis llenos de erudición en los que constan buena parte de nuestras anteriores afirmaciones, si bien edulcoradas y acompañadas de justificaciones del Islam.
    En cambio, encontrar un planteamiento apologético frente al Islam, y en particular sobre su lugar en la historia de la salvación, o sobre el juicio que ha de merecer la presunta revelación a Mahoma, es algo que hoy en día falta por completo (confieso haber tenido que recibir luz de un libro del siglo XVIII: Verdadero carácter de Mahoma y de su religión: justa idea de este falso profeta, sin alabarle con exceso, ni deprimirle con odio del P. Fr. Manuel de Santo Tomás de Aquino, carmelita descalzo, ex-lector de Teología, y Escritor de la Orden, Valencia, 1793, Imprenta de Francisco Burguete -impresor del Santo Oficio- 223 págs.).
    Me veo obligado a denunciar como varios libros católicos de introducción al Islam que he manejado, útiles en cuanto a la información que aportan, concluyen en tal deseo de justificar el Islam -identificación de los biógrafos con su personaje- que de tanta complicidad se acercan a la apostasía.
    Así, Jacques Jomier O.P. (en Para conocer el Islam, Estella, Verbo Divino, 1989, página 145) aventura una concepción dialéctica de la misión profética:
    "parece ser que habría que inventar una nueva categoría teológica para designar a esos hombres profundamente religiosos, pero en oposición radical con los cuadros oficiales y que se sublevan contra ciertas formas de cristianismo esclerotizadas o comprometidas en cuestiones culturales o nacionales. [...] Los hombres que se sublevan sin ser santos releen el mensaje bíblico a su modo, en su propio contexto cultural. Esta nueva forma ilumina algunos puntos concretos (por ejemplo, en el islam el señorío de Dios) pero rechaza otros, a pesar de que son esenciales. Es una especie de devaluación que de momento permite pasar a una parte del mensaje [...] ¿Estará permitido suponer, en el caso de los reformadores que se oponen a una iglesia esclerotizada, que han venido algunas gracias de Dios a confirmarlos, a ellos o a sus adeptos, en sus intuiciones verdaderas? ¿Y que su inspiración les habría ayudado a expresar ciertos aspectos verdaderos y esenciales de su mensaje? Su existencia misma debía luego estimular a la Iglesia y mover a los cristianos a reformarse, sin abandonar las otras verdades que ignoraba la explosión reformadora. De ese modo volverían a descubrir los aspectos de su ideal que habían olvidado".
    Y Robert Caspar, Misionero de África -es decir, ´padre blanco´-, (en Para una visión cristiana del islam, Santander, Sal Terrae, 1995, página 245), después de reproducir un texto que no duda en afirmar que la revelación de la que Mahoma es mensajero es una palabra de Dios, apostilla
    "Ya se habrá advertido que este texto, que en estos momentos representa el último avance de la teología católica, es todavía «cristianocéntrico», en el sentido que la Palabra de Dios que se puede encontrar en el Corán y en la vida del islam nos remite a la Palabra de Dios recibida en Jesucristo. ¿Es posible ir aún más lejos?".
    Y prosigue en esa línea, que me resulta tan audaz y comprensiva para con Mahoma cuanto escandalosa para oídos cristianos.
    * * *
    Tres asuntos podrían haberse abordado para completar la sentencia de la falsedad del Islam:
    Uno, la falta de credibilidad que merece el Corán. Sea por la consideración de cómo se redactó y se estableció su versión definitiva, sea por las contradicciones patentes que contienen sus enseñanzas entre unos pasajes y otros, sea por el modo de sortear tal dificultad. Aspectos que desmerecen su valor documental y que le dejan infinitamente por debajo de los análisis críticos a los que se han sometido y han superado los Evangelios.
    Otro, el modo en que la presunta palabra divina del Corán se pone al servicio de los intereses de Mahoma, en cuestiones incluso nimias y no siempre dignas, que hacen sospechar un origen interesado y trivializan la majestad de una revelación divina. No cabe sino relatar una no pequeña relación de pasajes que se prestan al escándalo o la socarronería.
    Y tercero, una caracterización del Islam como secta, y en particular su comparación con los mormones, para comprender que el respeto que se le tiene se debe a razones meramente extrínsecas de antigüedad, extensión y poder (justamente merecedor de temor, por cierto), pero que intrínsecamente no se diferencia en nada de sectas que habitualmente tenemos por ridículas.
    Pero habrían supuesto digresiones demasiado amplias, a riesgo de que se perdiera de vista el hilo conductor de este ya largo artículo. Queden para mejor ocasión.

    Noticias - GC - ¿Es el Islam merecedor de respeto?
    Erasmus, jasarhez y ReynoDeGranada dieron el Víctor.

  2. #2
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    Algún tiempo atrás sinceramente eso no me hubiera convencido, pero los caminos de DIOS son como su tiempo y su obra perfectos.

    Cuando Cristo nos sacó de debajo de la ley y nos puso directamente debajo la gracia de DIOS, nosotros estamos expuestos al engañador.

    El Engañador tiene muchos mecanismo justamente sabe y funciona como nosotros razonamos.
    En el hinduismo se llama Maya la diosa de la ilusión material, pero como el badava-ghita lo estudie hace mucho ese termino quedo alejado en una incipiente juventud.

    Muchos antes quizás de tener ciertas nociones claras.

    ¿Como trabaja el engañador?

    Cuando Cristo venció al Engañador en el desierto, este quedo desterrado en ese desierto por un tiempo, mientras la luz obraba en beneficio del hombre.

    Luego Cristo pudo realizar su misión, de esa manera subió al patíbulo en la Cruz expiro su acción material, pero al tercer día resucito y de esa manera vencía la muerte.

    Ante este hecho los que tienen sombras en sus ojos se le revuelca sus internos por alcanzar la posición de redentor de la humanidad.

    Al aceptar a Cristo al comulgar con DIOS a ser su seguidor, en esa vía que nos indico como el camino la verdad y la vida, se tiene acceso a cierto tipo de conocimiento sobre lo trascendental.

    Cuando Jesús nacio
    26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
    27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
    28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
    29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
    30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
    31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
    Jesús vino precedido de una anunciación, María como vemos estaba casada y era del linaje de David..
    Luego ella respondió
    34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
    35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
    36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril
    De esta manera prácticamente la Virgen María seria una profeta pero como en la época no se acepta esta opción ella queda como la progenitora del Mesías.
    Luego vino el acto llamado de visitación
    41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo;
    42 y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;
    Fundamento histórico de que ocurrió
    1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
    2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
    3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
    4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,
    Pues el engañador puede circunscribir un evento micro pero no podría intervenir en el macro.
    Nació en una ciudad
    10 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:
    11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;
    26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
    27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él
    El Mesías desde la anunciación a su entrada en el templo fue bien descripta ya apegada a sus costumbres y leyes.

    ¿Como Obra el Engañador?

    500 años después fue liberado y vino del desierto, esta vez se disfrazo de profeta y hablo anunciándolos, también hablaba en nombre de un DIOS único, además hablaba de la ley, así el engaño debería ser fundamentado.

    Él hablaba de los profetas de la casa de Israel pero a cada uno le cambiaba la historia, para traer en engaño a los hombres.

    Nos narra el Coran en la Sura de Mariam Nº 19
    . Él respondió: Soy el enviado de tu Señor, encargado de darte un hijo santo.

    20. ¿Cómo, respondió ella, voy a tener yo un hijo? Ningún hombre se ha acercado a mí, y yo no soy una mujer disoluta.

    21. Él respondió: Sería así; tu Señor ha dicho: Esto es fácil para mí. Sería nuestro signo ante los hombres y la prueba de nuestra misericordia. La sentencia está pronunciada.

    22. Ella se tornó embarazada del hijo y se retiró a un lugar distante. (Desierto)

    23. Los dolores del parto la sorprendieron junto al tronco de una palmera. ¡Ojalá, exclamó, que yo hubiese muerto antes y que yo fuese olvidada con un olvido eterno!

    24. Alguien le gritó desde debajo de ella: No te aflijas. Tu Señor ha hecho correr un río a tus pies.

    25. Sacude el tronco de la palmera y caerán junto a ti dátiles maduros.

    26. Come y bebe y refresca tu ojo, y si ves un hombre,

    27. Dile: He consagrado un joven al Misericordioso; hoy no hablaré a ningún hombre.

    28. Fue a casa de su familia, llevando el niño en sus brazos. Se le dijo: ¡Oh María! Has hecho una cosa extraña.

    29. ¡Oh hermana de Aarón! Tu padre no era un hombre malvado ni tu madre una mujer disoluta

    Porque el Engañador cambia la historia de María y el Nacimiento de Jesús simplemente para confundir los corazones y hacer olvidar que la ascendencia seria de David, fíjense que María aquí es puesta casi en posición de indigente, en acción desesperada que estaba sola sin protección de familia que en las tradiciones, medio orientales es comparada con una disoluta, el engaño, no dice que fue el Arcángel San Miguel el que le daba la anunciación.

    Dice que Jesús no murió en la cruz que allí pusieron un doble, de esa manera niega que venció a la muerte, aun que dice que resucito sin explicar el proceso ni las muestras de su resurrección.

    El Engañador trabaja arduamente por ello que cada día quien busca desvela nuevas trampas.

    Fijase como la Iglesia cristiana la persecución de Diocleciano, nota 1 también llamada «Gran Persecución», fue la última y quizá más sangrienta persecución a los cristianos en el Imperio Romano. nota 2 7 En 303, la tetrarquía formada por los Augustos Diocleciano y Maximiano y los Cesares Galero y Constancio emitió una serie de edictos que abolían los derechos legales de los cristianos y exigían a la vez que cumplieran con las prácticas religiosas tradicionales.
    Edictos posteriores se enfocaron en el clero y demandaban sacrificios universales, ordenando a todos los habitantes realizar sacrificios a los dioses. La persecución varió en intensidad a lo largo del imperio —las represiones más débiles se presentaron en Galia y Britania, donde únicamente se aplicó el primer edicto, mientras que las más violentas se dieron en las provincias orientales—. Aunque las leyes persecutorias serían anuladas por diferentes emperadores en distintas épocas, Constantino y el Edicto de Milán de Licinio han marcado tradicionalmente el fin de la persecución a los cristianos. Antes los Cristianos eran perseguido y difamados acusándolos de todo.
    No bien que por ese decreto se paralizo y empezó una transición, empezó el engañador a decir que los Cristianos cometían inmensas barbarie.
    Los tiempos no dan para eso
    Juliano el Apostada
    En 361 aprovechó sus éxitos para usurpar la dignidad de Augusto, preparándose para la guerra civil. Sin embargo, la repentina muerte de su primo le convirtió en el legítimo heredero antes de que se rompieran las hostilidades. Renegó entonces públicamente del cristianismo, declarándose pagano y neoplatónico, motivo por el cual fue tratado de apóstata. Juliano depuró a los miembros del gobierno de su primo y llevó a cabo una activa política religiosa, tratando de reavivar la declinante religión pagana según sus propias ideas, y de impedir la expansión del Cristianismo, pero fracasó estrepitosamente.
    Como vemos este emperador mucho después de Constantino aun perseguía a los cristianos.
    Son muchos los tiempos y las cosas que el engañador usa como método para atacar la iglesia y para poner rencilla entre el hombre y DIOS.
    DIOS es conocimiento por ende el engañador persigue que no haya conocimiento...

  3. #3
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    El Islam es una herejía que, como toda mentira, también ha de esconder alguna traza de verdad para que pueda ser efectiva. Una estratagema del demonio para alejar a las gentes de Jesucristo N.S. Dios y hombre verdadero que murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día.

    "
    Surgirán muchos falsos profetas que engañarán a muchos. ... Entonces, si alguien os dice que el Mesías está aquí o allí, no le hagáis caso".

    "Quién no está conmigo, estará contra mi".


    CUÁNTO ERROR... CUÁNTA MENTIRA...
    ¡¡QUÉ BUENA INSTITUCIÓN FUÉ ESTA!!:
    Última edición por jasarhez; 02/12/2012 a las 00:45

  4. #4
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    ¿Por que adulterar algo que lleva muchos siglos antes escrito?


    Anuncio del nacimiento de Juan

    1:5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías;1 Cronicas 24. 10 su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
    1:6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
    1:7 Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
    1:8 Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,
    1:9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.
    1:10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.
    1:11 Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
    1:12 Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.
    1:13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
    1:14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
    1:15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra,Numeros 6. 3 y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
    1:16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
    1:17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos,Malaquias 4. 5-6 y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
    1:18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.
    1:19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel,Daniel 8. 16Daniel 9. 21 que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.
    1:20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.
    1:21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.

    Este es el original Biblico en el siguiente es el coran porque cambia el texto original hay un error no una cuestion adrede alli esta operando el Engañador, tiene un plan especifico en adulterar lo que fuen con anterioridad en especial que nunca hace mencion de que el que anuncia es el Angel Gabriel

    Dado en la Meca. - 98 versículos
    En nombre del Dios clemente y misericordioso


    1. KAF HA. YA. AIN. SAD. He aquí el relato de la misericordia de tu Señor para con su servidor Zacarías.

    2. El día en que invocó a su Señor con una invocación secreta.

    3. Y dijo: Señor, mis huesos débiles se encorvan bajo mí, y mi cabeza se ilumina con la llama de las canas.

    4. Jamás he sido desgraciado en los votos que te he dirigido.

    5. Temo a los míos que me sucederán. Mi mujer es estéril; dame un heredero que venga de ti.

    6. Que herede de mí, que herede de la familia de Jacob, y haz, ¡oh Señor!, que te sea agradable.

    7. ¡Oh Zacarías!, te anunciamos un hijo. Su nombre será Yahia (Juan).

    Como veran el Coran repeti las historias de los profetas pero cambia los sucesos, de hecho el Mahoma dirigio una campaña para aniquilar Cristianos y Hebreos de la penisula arabica para que no desvelaran el engaño del Corán...

  5. #5
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    El Islam en si no me parece merecedor de respeto ya que es una religión atrasada. Creo en la conversión pacífica de todos los musulmanes al cristianismo. Y que el árabe vuelva a ser uno de los idiomas de la cristiandad.

  6. #6
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    Aunque muy minoritario, el árabe es todavía uno de los idiomas de la Cristiandad.

  7. #7
    Manuel de Murcia está desconectado Miembro graduado
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

    En mi opinión el corán emana odio y rencor a las demás religiones, y la doctrina ismaelita es desigualitaria, racista y machista, y no se merece ni nuestro respeto ni nuestra comprensión, para mi, el corán tiene la misma validez teológica que el catálogo de el corte inglés, Saludos

  8. #8
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    Re: ¿Es el Islam merecedor de respeto?

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    domingo, 9 de mayo de 2010

    Respondiendo a un musulmán.


    Hace tiempo, un musulmán comenzó a molestar a una amiga mía, enviándole videos y comentarios a su canal de youtube; harta de esta situación, me reenvió el último mensaje que este chico le había escrito pidiéndome que le ayudase a responderle con la esperanza de que no volviera a molestarla más. Aquí os dejo el mensaje (citado) y mi respuesta.


    El islam no es algo nuevo de hace 1400 años, el islam es significa sumisión, en este caso a Dios, único merecedor de nuestra sumisión y nuestra adoración.

    Vosotros afirmáis que el Islâm existió desde el principio del tiempo, que desde Adán todos los profetas creían en Allah y se autoproclamaban musulmanes o, incluso, que todas las personas que nacen aun en el seno de familias no islámicas, son musulmanes... Eso sí que no es nuevo.

    En efecto, Islâm significa "sumision", pero has de saber algunas cosas: la primera es que la sumisión islámica no es una sumisión basada en el Amor al Padre, sino una sumisión surgida de la idea de humanidad como una creacción de Allah completamente distinta a la idea cristiana de humanidad como creación de Dios, quien nos considera sus hijos amados y nosotros a Él, Padre Amado. Por otro lado, la sumisión islámica propugna un sometimiento no solo a Allah como tal, sino también a los mandatos (teológicos, sociales y jurídicos) que se registran en el Qu'rân, es decir, un sometimiento al propio Islâm como ente indiscutible.


    Así mismo, la palabra "Islâm" encuentra su origen en el árabe clásico hablado por las tribus pre-islámicas en el contexto bélico o de guerras; concretamente, la palabra "Islâm" era empleada para designar la sumisión que los guerreros debían a las órdenes de su líder (y a él mismo); Mahoma fue muy inteligente al tomar esta palabra como nombre para su culto, ya que refleja perfectamente la metáfora que representa.


    El Islam no es sino la restauración a su pureza original, a través de la revelación al Profeta Muhammad (saws), del monoteísmo esencial que Dios había venido revelando a los hombres ya desde Adán, primer hombre y primer profeta, y otros profetas posteriores, como Ibrahim (Abraham), Musa (Moisés), Isa (Jesús), y otros muchos, la paz sea con todos ellos.

    El Islâm es la restauración de unas leyes arcaicas concluidas y superadas por El Mensaje de Nuestro Señor (Mt 5:17). Puede que esas leyes se tradujesen por un "avance" social o jurídico en la Arabia pre-islámica (aunque, en realidad, no fuera sino un "avance-trampa") pero se convierten en un retroceso para los lugares que ya habían superado dicha necesidad desde hacía tiempo (y para los propios estados islámicos, claro).


    El monoteísmo se había visto comprometido como resultado de las desviaciones que, paulatinamente, habían ido separando a los hombres de las revelaciones hechas a los profetas anteriores.

    En realidad, la "desviación" se produjo cuando Muhammad ("animado" y supervisado por Jibrîl) dio forma al culto islámico usando como fuentes de documentación los textos gnósticos y apócrifos que las diversas herejías orientales manejaban a placer; por ejemplo el nestorianismo (rito por el cual Muhammad se casó con su primera esposa, Khadiyâ, y al cual pertenecía el primo de ésta, Warâka), el evionismo, el alexeísmo...


    Se hacía necesaria, pues, una nueva revelación, esta vez definitiva y universal, que restableciera de manera firme, clara, y precisa, la relación primordial, la conexión directa entre la criatura y su Creador. No es, pues, el Islam una religión creada ex novo, "inventada", sino la cumbre del monoteísmo.

    Eso que afirmas no son sino las pretensiones y sueños de una persona que pretende imprimir en el Islâm lo que le agradaba del cristianismo (algo así como Malcolm X). Un consejo: "no pretendas cristianizar el Islâm". Como he dicho anteriormente, la relación de Allah con "su creación" no es familiar ni se encuentra basada en el Amor, sino que es, como bien indica el Islâm, sumisionaria (y preciso aún más, esclavizadora en el sentido más amplio de la palabra). Ya sé que me dirás que no, que no es así, que eso es un prejuicio, que es islamofobia, e incluso me sacarás frases coránicas que digan (aparentemente) lo contrario, etc. Pero me temo que eso no cambia la realidad; pues podemos disfrazar a la mona de reina, pero por muy maquillada que esté, seguirá siendo una mona.


    Por otro lado, y teniendo en cuenta que Allah no es Dios, Padre Creador, Uno y Trino, que Ama a sus hijos hasta el límite de rebajarse a una de sus criaturas y dejarse asesinar por puro Amor y pura Misericordia para redimirnos a todos y cumplir así la Promesa que hiciera a su Pueblo; el Islâm no es el culmen del monoteísmo, sino un culto anatema más y, si has sido cristiano antes que musulmán, te aconsejo echar un vistazo a Gálatas 1:6-10 (escrito por San Pablo, alguien poco querido en círculos islámicos, ciertamente).


    Yo solo quiero que gente como tu investigue por su propia cuenta la verdad, no quiero que creas en lo que digo, porque yo lo digo.

    Dios es la Verdad, por esa razón no puedo sino buscar la Verdad donde quiera que vaya. A mí me gustaría hacerte una pregunta (no necesito que me digas la respuesta, es solo para ti): "Si comprendieses que en realidad el Islâm es contrario a Dios... ¿serías consecuente y lo abandonarías o te quedarías e intentarías relativizarlo a placer?


    quiero que investigues tu, y gente como tu, por tu propia cuenta la verdad y elegir cual camino seguir.

    "Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida". Jesucristo.


    el profeta muhammad(que la paz y bendiciones de alah sean con él), fue profetizada su llegada por el profeta jesus(la paz y bendiciones de alah sean con él).

    Supongo que para afirmar eso te basas en la surah (frase coránica) 61:6 que dice: "Y cuando Is'â, hijo de Maryem, dijo: «¡Hijos de Israel! Yo soy el que Allah ha enviado como confirmación de la Taurât anterior a mí, y como nuncio de un Enviado que vendrá después de mí, llamado Ahmad».


    Tal vez su "llegada" fuera profetizada por el Is'â ben al-Maryem (¡¿hermana de Moisés?!) del Corán; pero no por Jesucristo, hijo de la Santísima Virgen María. Amén de que esa “tradición”, procede de los textos gnóstico-mistéricos de la secta nestoriana, citada anteriormente.


    Del mismo modo, los musulmanes, instigados por las suras 26:196 y 5:13; se empeñan en buscar “restos” de profecías sobre Muhammad en las Sagradas Escrituras. Bien, estos son algunos de los versículos bíblicos normalmente empleados para defender la presencia de Muhammad en los Libros Sagrados: Deuteronomio 18:18/ 18:19/ 18:18-20/ 18-22/ 33:1-2. Génesis 21:21/ 21:13-18/ 25:13. Isaías 42:1-13/ 42:2-11/ 21:13-17. Habacuc 3:3. San Juan 14:26/ 16:7/ 14:16-17/ 16:8-11/ 16:13/ 14:26/ cap. 14, 15; 16. San Mateo 21:19-21/ 21:44. Hechos 2:1-4. Salmos 118:22-23. Cantar de los Cantares 5:16; etc.


    Puedo desmontártelos uno a uno si quieres.


    y en la mismísima biblia esta su nombre, Muhammad EL PROFETA ILETRADO.

    Esa afirmación imagino que está basada en un versículo del Profeta Isaías, en concreto el 29:12; sin embargo, ese no es más que un fragmento castrado de su versículo correspondiente. Veamos que dice el versículo completo de Isaías 29:9-12: "Os detenéis y esperáis; os ofuscáis y cegáis; embriagados, y no de vino; titubeáis, y no de sidra. Porque Edonai extendió sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró vuestros ojos: cubrió de sueño a vuestros profetas y principales videntes. Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado. Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto; él dirá: No sé leer."


    Como podemos ver, en este versículo el profeta Isaías nos explica como los israelitas (inclusive sus profetas y sabios) están adormecidos por Dios por causa de sus pecados, de modo que cualquier tipo de visión fuese para ellos como un libro sellado (imposible de abrir), o como si fuese leído por un iletrado (imposible de entender). De hecho, si nos damos cuenta, podríamos seguir con esto diciendo: “si se diera al que no sabe leer, diría, no sé leer; si se diera a un suizo, diría, no entiendo el idioma; si se diera a un cerrajero, diría, no tengo la llave que abra el sello; si se diera a un niño, diría, ¡mamá!” etc. Si Muhammad fuera uno de los judíos (y digo bien) analfabetos a los que se hace referencia aquí, según este versículo es por el peso de sus pecados y porque representa su ceguera frente a la inspiración de Dios.


    Con respecto a lo del nombre "Muhammad" (Mahoma) en la Biblia: En realidad, esa palabra no existe en las Sagradas Escrituras, sin embargo, los musulmanes afirman que aparece en el Cantar de los Cantares del Rey Salomón, concretamente en el versículo 5:16 que dice: "Su paladar es dulcísimo: y todo Él deseable. Tal es mi amado, tal es mi compañero, oh hijas de Jerusalén". Los musulmanes afirman que en el hebreo original, la palabra "deseable" hace referencia en realidad a Muhammad pues esto es lo que, en una transliteración aproximada, dice el versículo mencionado: "Chikkov mamtakkim vechul'ov machamaddim zeh dovdi ve'zeh re'i benovt yerushalim"; correspondiéndose la palabra "machamaddin" con "deseable". Los musulmanes afirman que donde aparece "machamaddin" es en realidad “Muhammad”; sin embargo, esto no es sino una falacia (y un desconocimiento pleno de la gramática hebrea), ya que la palabra “machamaddin” es la forma plural de la palabra hebrea “machamad”. De este modo, si en el versículo bíblico 5:16 aparece realmente el nombre de Muhammad, y siguiendo el estilo de traducción que los musulmanes acostumbran a hacer, deberíamos leer algo tal que así: “Su paladar es dulcísimo y todo él Muhammades. Tal es mi amado…” En definitiva, un sinsentido.


    Por otro lado, me he topado con musulmanes que afirman que en el Cantar de los Cantares se describe a Mahoma como el “esposo”; sin embargo, si leemos el Cantar de los Cantares entero y sin castrar, comprobaremos sin mucho esfuerzo que en realidad el Esposo no es otro que Dios y la Esposa no es otra que el Pueblo de Israel; y que en estos versículos se describe (Salomón heredó la técnica poética de su padre David, sin duda) la relación de Dios con su Pueblo por medio de su Alianza y Mesías prometido.


    Como decía un conocido hebreo: “¡Ya no vamos ni a poder hablar nuestro idioma por miedo a que nos increpen con que decir “¡que batido más sabroso!” sea una profecía de Mahoma!”.


    mi unico objetivo es hacer llegar el mensaje a cuanta más gente posible, luego que cada uno elija cual es el mejor camino.

    "Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida" Jesucristo.


    saludos y que la paz sea contigo (Salâm).

    En realidad, la palabra al-Salâm (mal traducida como “paz”) tiene, al igual que la palabra Islâm, un origen pre-islámico y bélico, pues se aplicaba al tiempo de descanso entre guerra y guerra durante las luchas tribales que se desarrollaban en la península arábiga con asiduidad; de ahí su significado de “ausencia de lucha (entre luchas)” y el sueño utópico del Islâm de una ausencia de lucha completa por medio de la imposición del Islâm en el mundo (Dar al-Islâm o Dar al-Salâm). Muchos musulmanes lo niegan, por supuesto, argumentando que la surah 43:88-89 en realidad aboga por una situación de tolerancia y cordialidad con los no-musulmanes; sin embargo, parafraseando al comentarista coránico Ibn Kazir sobre este ayât: “los no-musulmanes habrán de saber que salâm no es más que una advertencia de Allah hacia ellos: el castigo de Allah, que no podía ser rechazado, recaería sobre ellos y, la religión de Allah (Islâm) y su palabra (Corán) eran supremas. Por consiguiente, la Jihâd y los esfuerzos estaban indicados hasta que la gente se plegara multitudinariamente a la religión de Allah y hasta que el Islâm se extendiera de este a oeste”.


    Un saludo.


    Arwing Rox


    ____________
    Pd: al cabo de unas semanas, le pregunté a mi amiga si había recibido alguna señal de vida por parte de aquel individuo y me comentó llena de júbilo que no había vuelto a ser molestada




    Políticamente Incorrectos: Respondiendo a un musulmán.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

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