CARTA DEL SUPERIOR GENERAL A LOS MIEMBROS DE LA FRATERNIDAD SAN PÍO X DE ABRIL DE 2012
+ Menzingen, 18 de abril de 2012
Queridos miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X:
En un correo fechado el 15 de abril de 2012, he respondido a la solicitud de aclaración que el Cardenal William Levada me había hecho el pasado 16 de marzo, sobre el Preámbulo doctrinal que me había sido entregado el 14 de septiembre de 2011. Como indica el comunicado de prensa de la Comisión Ecclesia Dei con fecha de hoy, el texto de esta respuesta “será examinado por el Dicasterio [Congregación para la Doctrina de la Fe] y luego sometido al juicio del Santo Padre”.
Mi respuesta no es el texto del Preámbulo, aunque con “algunas modificaciones no substanciales” como había anunciado precipitadamente un vaticanista de La Stampa. Más en concreto, el Padre Federico Lombardi, director de la sala de prensa de la Santa Sede, había declarado: “Esta respuesta es diferente a las anteriores, que habían sido consideradas insuficientes. Contiene las peticiones o propuestas de precisiones sobre el texto del preámbulo doctrinal propuesto para firmar. Naturalmente, es algo que requiere un examen, que hará la Congregación, y, finalmente, el Papa. Mientras no tengamos la respuesta de la Congregación y del Papa, no podemos considerar que se haya llegado a un resultado definitivo.” Luego habla de un plazo de tiempo, algunas semanas, antes de recibir una respuesta definitiva.
Esta respuesta doctrinal, que versa sobre la fe católica, sobre la naturaleza y el funcionamiento del Magisterio y su relación con la Tradición, se inspira en el principio del que les había hablado a ustedes en la última editorial del Cor Unum: “Que no se pida a la Fraternidad concesiones en lo concerniente a la fe o a lo que de ella emana (liturgia, sacramentos, moral, disciplina)”. Por desgracia, todavía no se puede comunicar el texto mismo, en razón de la discreción requerida y del examen que la Santa Sede está realizando todavía. Sea aceptado o sea rechazado, lo comunicaré a ustedes lo más pronto posible.
En caso de que las autoridades romanas acepten nuestro texto doctrinal, éstas prevén otorgarnos una estructura jurídica que concedería a nuestra Fraternidad y a las obras de la Tradición “una real libertad y autonomía de acción”, para “permitirle vivir y desarrollarse concretamente”, según el otro principio enunciado en el Cor Unum.
Todos han de pedir en sus oraciones a Nuestro Señor y a su Santísima Madre para la Fraternidad San Pío X la gracia de no tener en vista sino la realización del lema de nuestro santo Patrono: Instaurare omnia in Christo.
+ Bernard Fellay
CARTA DE MONSEÑOR FELLAY AL PAPA BENEDICTO XVI EL 17 DE JUNIO DE 2012
Introducción:
La Sapinière publicará diversos textos del último Cor Unum n° 104 de marzo de 2013. Se trata del famoso Cor Unum que fue anunciado en la carta circular de Menzingen de fecha 7 de marzo de 2013, la cual contiene como estaba previsto “la Declaración Doctrinal” de Monseñor Fellay del 15 de abril de 2012, así como diversos anexos y “la palabra del Superior General”.
El Cor Unum es “el lazo interno de los miembros de la FSSPX”. Por su naturaleza, Cor Unum es una revista destinada exclusivamente a los miembros. Como consecuencia, está prohibido comunicarla o permitir su lectura a personas no miembros de la Fraternidad”.
Nuestros lectores comprenderán que solamente el peligro de un acuerdo o la deriva liberal de la Fraternidad nos autoriza a pasar por alto esta prohibición.
Para comenzar, he aquí los correos intercambiados entre Monseñor Fellay y el Papa Benedicto XVI en junio de 2012, luego del rechazo de Benedicto XVI de la Declaración doctrinal de Monseñor Fellay del 15 de abril de 2012.
Estos textos son muy reveladores, sobre todo la carta que presentamos a continuación, de Monseñor Fellay.
Un comentario de esta carta terrible, muy reveladora, está en preparación y será publicada muy pronto por La Sapinière.
CARTA DE MONSEÑOR FELLAY AL PAPA BENEDICTO XVI EL 17 DE JUNIO DE 2012
FRATERNIDAD SACERDOTAL
SAN PIO X
A Su Santidad el Papa Benedicto XVI.
Santísimo Padre,
Usted me ve confundido, en el momento en que le tocan rudas pruebas y respecto de las cuales le aseguro mis pobres oraciones, de presentarle un problema suplementario más que consolaciones.
En efecto, el miércoles 13 de junio por la tarde, el Cardenal Levada me entregó, durante un encuentro que fue cordial, una declaración doctrinal que yo no podré firmar. No tomando en cuenta la súplica de no retocar la proposición que yo había entregado, a causa de las consecuencias que esto acarrearía, el nuevo texto retoma casi todos los puntos del Preámbulo de septiembre de 2011 que planteaba dificultades y que me ví forzado a descartar.
Desgraciadamente, en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no pasará.
Reconozco no saber que pensar. Creí comprender que usted estaba dispuesto a dar largas a la resolución de los desacuerdos todavía en curso sobre cierto puntos del Concilio y de la reforma litúrgica, un poco como en el Concilio de Florencia se pasó por alto la cuestión del divorcio por causa de adulterio con los griegos para llegar a pesar de todo a la unión, y yo me comprometí en esta perspectiva a pesar de la oposición bastante fuerte en los rangos de la Fraternidad y al precio de trastornos importantes. Y tengo toda la intención de continuar haciendo todos mis esfuerzos para proseguir por este camino con el fin de llegar a las clarificaciones necesarias.
Ahora parece que me equivoqué y que verdaderamente se pide la aceptación total de los puntos litigiosos antes de ir más adelante… Si alguna de mis recientes declaraciones añaden una nueva dificultad, lo lamento, pero fue también por razón de claridad.
Además, vista la oposición masiva que se prepara en ciertos medios de la Iglesia que piensan volver imposible la actividad de la nueva prelatura, vista la presión incluso de ciertos Estados, me pregunto cómo el proyecto podrá ser realizado en estas circunstancias.
Me parece que solamente usted puede todavía cambiar el curso de los acontecimientos que se perfilan. Evidentemente no se trata por mi parte de ejercer cualquier presión, sino simplemente de exponerle los hechos y de saber si me equivoco en cuanto a sus intenciones sobre nuestra situación. Si usted lo considera oportuno, en este momento tan delicado, me atrevo a pedir de vuestra bondad una audiencia (lo más discreta posible) a fin de escuchar de vuestra boca vuestra apreciación respecto de nosotros.
Dígnese Vuestra Santidad en creer en mi devoción filial y en mi deseo más caro de servir a la santa Iglesia.
Menzingen, domingo 17 de junio de 2012
+Bernard Fellay
CARTA DEL PAPA BENEDICTO XVI A MONSEÑOR FELLAY EL 30 DE JUNIO DE 2012
A Monseñor Bernard FELLAY
Superior general de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X
En la carta del 17 de junio de 2012, usted me dio parte que usted no podrá firmar la Declaración Doctrinal que le entregó su Eminencia el cardenal Levada durante su encuentro del 13 de junio de 2012. Permítame darle parte a mi vez de la decepción que suscita en mi tal noticia. Además, un documento interno de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, difundido en los medios el 26 de junio de 2012, deja entender que yo hubiera estado satisfecho de la Declaración doctrinal propuesta por la Fraternidad el pasado abril, pero que las modificaciones aportadas a este texto lo habrían hecho “claramente inaceptable” para usted.
La Declaración doctrinal en cuestión, preparada por la Congregación para la Doctrina de Fe, así como por la Comisión Pontifical Ecclesia Dei y aprobada explícitamente por mí antes de entregarla a usted, integra los elementos juzgados indispensables para estar en condiciones de pronunciar la Profesión de fe y el Juramento de fidelidad para asumir un cargo ejercitado a nombre de la Iglesia, garantes de la plena comunión eclesial. Estos elementos son esencialmente la aceptación:
- Del Magisterio como intérprete auténtico de la Tradición Apostólica;
- Del Concilio Vaticano II como parte integrante de la dicha Tradición, quedando a salvo la posibilidad de una discusión legítima sobre la formulación de puntos particulares de los docuementos conciliares;
- De la validez y licitud del Novus Ordo Missae
En el momento en que se abra el Capítulo general de vuestra Fraternidad, no puedo sino alentar a esta asamblea a aceptar estos puntos como necesarios para una reconciliación en el seno de la comunión de la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
Elevando mis plegarias a Dios en este sentido, le suplico aceptar, Monseñor, la seguridad de mis sentimientos respetuosos y devotos.
Vaticano, el 30 junio de 2012
Benedicto XVI.
MONSEÑOR FELLAY: NOTA SOBRE LA DECLARACIÓN DOCTRINAL DEL 15 DE ABRIL DE 2012. (COR UNUM 104)
Marzo 2013
El contexto es el siguiente: esta Declaración aparece el 15 de abril, luego de la carta del cardenal Levada del 16 de marzo, en respuesta a nuestra carta del 12 de enero. En su respuesta, el cardenal Levada expresa el rechazo por parte de las autoridades romanas de nuestra proposición de reemplazar su Preámbulo doctrinal por la Profesión de fe tridentina acompañada con la adhesión a Pastor aeternus y al n° 25 de Lumen gentium comprendido a la luz del Magisterio preconciliar (“según el juramento anti-modernista”). El cardenal Levada añadió que nuestro rechazo del Preámbulo doctrinal aprobado por Benedicto XVI equivalía a una ruptura de la comunión con el Pontífice romano, lo que provoca sanciones canónicas incurridas por el cisma.
Desde el principio, lo que nos guía en nuestras relaciones con Roma, es el principio de la fe: sin la fe es imposible agradar a Dios (cf. Hebreos, 11,15). No podemos aceptar que se nos arrebate, ni siquiera que se nos debilite nuestra fe recibida en el bautismo. Si nosotros queremos permanecer católicos, este es el principio al cual debemos sujetarnos y sobre el cual nosotros basamos toda nuestra acción. Poner en la balanza este principio para obtener cualquier ventaja práctica, incluso un reconocimiento canónico, siempre ha estado excluido.
Evidentemente, algunos no prestaron atención al hecho que yo siempre expresé que un acuerdo práctico jamás hubiera tenido lugar si las condiciones sine qua non emitidas por nosotros varias veces, tanto en las diferentes tomas de posición como en la segunda respuesta a la Congregación para la Doctrina de la Fe (12 de enero de 2011), que retomaba las mismas palabras de Monseñor Lefebvre, no fueran realizadas. Y que, incluso si el documento de abril hubiera sido aceptado, esto no hubiera sido suficiente para la conclusión de una normalización canónica. Uno de los puntos capitales de estas condiciones sine qua non fue y sigue siendo el libre ataque y la denuncia de los errores en la Iglesia, comprendiéndose aquellos que provienen del Concilio.
En el momento de entregarnos la carta del 16 de marzo, el cardenal Levada nos hizo comprender que las autoridades romanas pensaban que la Fraternidad rechazaba completamente el magisterio de todos los papas, así como todos los actos del magisterio, desde 1962. Porque según él, no le otorgábamos ningún valor a estos actos en los hechos, a pesar de todo lo que pudiéramos decir. Esta acusación es falsa y es importante refutarla, ya que así como aceptamos ser injustamente condenados por nuestra fidelidad a la tradición bimilenaria, no aceptamos ser acusados de una ruptura con Roma, lo que nuestro fundador siempre rechazó. Esta es la línea de cresta que nos fijó, por encima de la tentación de una adhesión a los errores conciliares (lo que nosotros descartamos en la carta del 12 de enero, y de la que no se libró el cardenal Levada), pero también por encima de la tentación sedevacantista (que fue lo que intentamos hacer en esta declaración doctrinal).
Este contexto muestra que la declaración doctrinal no pretendió ser la expresión exhaustiva de nuestro pensamiento sobre el Concilio y el magisterio actual. Ella no sustituye nuestra posición doctrinal, tal como fue expuesta durante los dos años de conversaciones doctrinales, quería solamente complementarla en un punto en particular: la acusación de cisma. Es por esto que esta declaración se esforzó en dar ejemplos de nuestra sumisión a la autoridad magisterial en sí (in se), pero manteniendo nuestra posición a muchos de los actos planteados por ella actualmente (hic et nunc). Para mostrar nuestro reconocimiento de la autoridad romana, concerniente a las reformas conciliares, hemos retomado varios puntos del texto de Monseñor Lefebvre, en 1988, porque no quisimos retomar los del “preámbulo doctrinal” del cual rechazamos el contenido en nuestra respuesta del 12 de enero, como el cardenal Levada lo reconoció en su carta del 16 de marzo.
Nuestra posición es ciertamente delicada, ya que no queremos ser ni heréticos, ni cismáticos, por lo que propusimos un texto dividido en dos partes, la primera enunciando los principios generales y condicionando total y absolutamente la segunda parte que abordó los puntos particulares del concilio Vaticano II y de las principales reformas que salieron de él. Para impedir cualquier ambigüedad en esta segunda parte –ambigüedad que ya habíamos denunciado en nuestra respuesta del 12 de enero de 2012 (ver Cor Unum 103 pág. 52 y siguientes), - parecía suficiente recordar fuertemente que el magisterio no puede de manera alguna apoyarse sobre sí mismo o sobre la asistencia del Espíritu Santo para poder enseñar una novedad contraria al magisterio constante de la Iglesia.
Estando excluida la posibilidad de la novedad o de la contradicción con la enseñanza anterior, por lo mismo toda ambigüedad quedó descartada en cuanto a nuestro juicio sobre el Concilio, comprendiendo la famosa “hermenéutica de la reforma en la continuidad”, inaceptable. En retrospectiva, constatamos que nuestro pensamiento no fue comprendido en este sentido por varios miembros eminentes de la Fraternidad, quienes vieron una ambigüedad, una adhesión a la tesis de la hermenéutica de la continuidad, que nosotros siempre hemos rechazado.
Por su parte, las autoridades romanas no vieron en esta declaración una adhesión a la hermenéutica de la continuidad. Es por eso que, después de haber establecido en un documento de trabajo una tabla comparativa precisa de las divergencias entre su Preámbulo del 14 de septiembre de 2011 y nuestra declaración del 15 de abril de 2012, ellas desplazaron y modificaron el sentido de los añadidos que nosotros habíamos aportado y que juzgamos indispensables, luego ellas añadieron pasajes que nosotros suprimimos y que juzgamos inaceptables. Este es el texto que nosotros enviamos el 13 de junio de 2012.
Podemos notar así, entre lo que fue desplazado y modificado: en el n° III-6, en donde nosotros reconocemos la validez del NOM en sí y la legitimidad o legalidad de la promulgación (como Monseñor Lefebvre en 1988), encontramos en el texto del 13 de junio el reconocimiento de la validez y de la licitud del NOM y de los sacramentos desde Paulo VI y Juan Pablo II.
Entre lo que ha sido añadido, se notarán múltiples referencias tanto al nuevo catecismo como a la hermenéutica de la continuidad; así en el N° III-5, lo que nosotros escribimos de la libertad religiosa: “cuya formulación es difícilmente conciliable con las afirmaciones doctrinales precedentes del Magisterio” se convierte en: “cuya formulación podría parecer a algunos difícilmente conciliable…”. En el mismo número III-5, la explicación teológica de las expresiones del Concilio que no parecen conciliables con el Magisterio anterior de la Iglesia se convierte en una explicación “notablemente para ayudar a comprender su continuidad con el Magisterio anterior de la Iglesia”, excluyendo así toda crítica.
Después de haber enviado a Roma los textos del Capítulo general de julio pasado, conocí a Monseñor Di Noia el 28 de agosto de 2012, y le informé que yo retiré nuestra proposición del mes de abril, la cual en lo sucesivo ya no podía servir como base de trabajo. Queda el Preámbulo doctrinal del 14 de septiembre de 2011 retomado en sustancia el 13 de junio de 2012, y nuestra doble respuesta: las cartas del 30 de noviembre de 2011 y la del 12 de enero de 2012 por una parte; la declaración del capítulo del 14 de julio de 2012 con las condiciones requeridas antes de todo reconocimiento canónico por la otra parte.
+ Bernard Fellay
Visto en: APOSTOLADO EUCARISTICO
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