La tiranía del Estado laicista y el odio contra la Religión
La tiranía laicista, que pretende imponer por el rigor de las leyes aun su propia concepción individualista de la Religión, contra lo que ésta es en sí misma y tal y como es profesada por los creyentes, aspira todavía a confinarla a lo íntimo de las conciencias, al santuario de la familia y al sagrado de los templos, a fin de poder constreñirla mas en sus modos de influencia personal y colectiva (porque no nos engañemos, de eso se trata), hacer arduo el proselitismo cristiano especialmente en la juventud, y dar mas fácil acceso al ateísmo social, que es la fórmula imperativa del nuevo cesarismo espiritual del Estado ERIGIDO EN DIRECTOR DE LAS CONCIENCIAS Y SOBERANO ABSOLUTO DE LA CULTURA PÚBLICA.
Solo con odiosa tiranía, puede el Estado poner limitaciones a la función docente de la Iglesia, cuyo origen radica en una ley divino-positiva, y a su expansión cultural que constituye una exigencia ineludible de su esencial carácter educativo sin el cual se desvirtuarían su naturaleza y personalidad propias.
Por su realidad de sociedad perfecta y absolutamente suprema en su esfera propia, LA IGLESIA ES INDEPENDIENTE DE TODA POTESTAD TERRENA TANTO EN EL ORIGEN COMO EN EL EJERCICIO DE SU MISIÓN EDUCADORA. POR EL OBJETO DIRECTO DE SU MISIÓN DOCENTE (PROPAGACIÓN DE FE Y FORMACIÓN DE COSTUMBRES), COMO PARTÍCIPE QUE ES LA IGLESIA DEL MAGISTERIO DIVINO, LLEVA EN SÍ MISMA ARRAIGADO EL DERECHO INVIOLABLE A LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA (derecho recogido asimismo en este esperpento de Constitución, el cual debe estar garantizado por el Estado).
Por los graves deberes que la profesión de cristiano impone a los padres de familia en orden a la educación religiosa y moral de sus hijos, cuyo ejercicio constituye un elemento esencial de la libertad de las conciencias, así como es la dirección y salvaguardia de los mismos por parte de la Iglesia uno de los mas incontrastables derechos confesionales, tienen los padres de familia, y con mayor razón la Iglesia, la facultad y el derecho ante el Estado, de reclamar y asegurarse de que en las escuelas así públicas como privadas no se dará a lo menos nunguna enseñanza contra las convicciones y creencias de los católicos.
Ellos mismos, los civilizados incivilizados pretenden asumir el papel de aquéllos que se adelantaron a nuestros tiempos en la instauración de métodos y organizaciones ejemplares, y de generosas empresas encaminadas a la perfección cultural y a la democratización de la enseñanza. A la fecunda actividad docente de las Órdenes Religiosas, debe Europa (otrora la Cristiandad) uno de los principales fundamentos de su actual civilización. Pero el ser humano nunca cambia y así como el ángel de luz se rebeló contra Dios, el hombre se rebela contra el hombre.
NO, no nos equivoquemos, HOY, NO SE TRATA UNICAMENTE DE UN COMBATE ENCARNIZADO DEL LAICISMO CONTRA LA IGLESIA Y SUS INSTITUCIONES. NEGADA LA LIBERTAD DOCENTE DE LA IGLESIA (COMO PRETENDEN LOS TIRANOS Y SUS CÓMPLICES POR ACCIÓN U OMISIÓN), RECIBE UN GOLPE CERTERO Y DECISIVO EL DERECHO NATURAL DE LOS PADRES DE FAMILIA A REGIR LA EDUCACIÓN E INSTRUCCIÓN DE SUS HIJOS.
El producto de ese odio, es que los católicos, a un mismo tiempo y en un mismo ataque, ven vulnerados los derechos sagrados de su Religión y los de su personalidad civil como padres de familia.
A todos ellos, les recordamos por tanto estas palabras, en el desaliento y en la apatía, en la aflicción y en la desesperanza, con que León XIII y Pío XI les amonestaron: “LOS PADRES TIENEN DE LA MISMA NATURALEZA EL DERECHO DE EDUCAR A SUS HIJOS, PERO TIENEN ADEMÁS EL DEBER DE PONER SU INSTRUCCIÓN Y EDUCACIÓN DE ACUERDO PERFECTO CON EL FIN PARA EL CUAL HAN RECIBIDO SU PROLE CON BENEPLÁCITO DE DIOS. LOS PADRES DEBEN, PUES, EMPLEAR TODAS SUS FUERZAS Y UNA PERSEVERANTE ENERGíA EN RECHAZAR TODA SUERTE DE INJUSTICIAS EN ESTE ORDEN DE COSAS, EN HACER RECONOCER, POR MODO ABSOLUTO, SU DERECHO A EDUCAR A SUS HIJOS CRISTIANAMENTE, SEGÚN ES SU DEBER, Y SOBRE TODO EN APARTARLOS DE LAS ESCUELAS, EN QUE CORREN EL PELIGRO DE RECIBIR EL VENENO DE LA IMPIEDAD.”
EL BANDIDO REALISTA
El liberalismo actúa con la astucia del Demonio en su labor nefasta de demolición de la Religión. La arrincona y la debilita, pero no con la burda maniobra de la prohibición, sino usando la nefanda máscara de la "tolerancia" y la neutralidad.
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