Rebeldes contra la tiranía china
Ofrecemos un extracto de «El año del Gallo» que denuncia la vulneración de los derechos humanos
En la noche del 3 de junio, si su hijo de diecisiete años no hubiese salido, contra la opinión de su madre, a reunirse con sus amigos en la plaza de Tiananmen, Ding Zilin sería hoy una respetable profesora de cabellos blancos, jubilada de la universidad. Pero el 4 de junio por la mañana tuvo que reconocer el cadáver de su hijo Jiang Lianjie en un hospital de Pekín, acribillado por los disparos. Dieciséis años más tarde, su madre todavía quiere comprender por qué el Partido ha matado a su hijo, quién ha disparado y por orden de quién. Jamás le ha respondido nadie.
Durante los años que siguieron al tiroteo, Ding Zilin, destrozada, sólo pensó en suicidarse; se sentía culpable de haber dejado salir al joven Jiang. También pensó en la posibilidad de que su hijo hubiese cometido un acto irreparable que fue la causa de su muerte. Como el gobierno había prohibido que se hablase de los acontecimientos de la plaza de Tiananmen, Ding Zilin ignoraba que otros padres, en el mismo aislamiento, compartían con ella el pesar y la incomprensión. Pasaron dos años antes de que se enterase de que la Cruz Roja internacional calculaba que el número de víctimas del 4 de junio ascendía a 2.800 y cifraba el de heridos en una cantidad equivalente. ¿Quiénes eran, dónde estaban? Muchas familias no volvieron a tener noticias de sus hijos, de sus familiares, de sus amigos; la mayoría de los cadáveres parecían haberse volatilizado. El duelo era imposible, condenando a esos desaparecidos a errar perpetuamente y a sus padres a una desesperación sin fin. Y no se trataba sólo del pasado. El mismo método volvió a aplicarse en diciembre de 2005 después de la masacre de los aldeanos de Dongzhou: la policía hizo desaparecer los cuerpos para que no fuese posible hacer el recuento del número de víctimas ni conocer las causas exactas de su muerte.
En 1991 el primer ministro Li Peng, que había ordenado la masacre de acuerdo con Deng Xiaoping, el líder real de China, dio a conocer la posición definitiva del Partido, desde entonces invariable: la lista de víctimas no será publicada porque las familias desean mantener el silencio y el secreto. Esa mentira abusiva hizo salir a Ding Zilin de su postración y la transformó en la luchadora que no ha dejado de ser desde entonces. Escribió al primer ministro para decirle que las familias de las víctimas no deseaban el silencio, sino la verdad; e hizo partícipe de su indignación a un periodista de Hong Kong, que informó sobre el contenido de la carta. Entonces se desencadenó la mecánica de la represión; ella y su marido, también profesor, fueron detenidos, interrogados, amenazados, hostigados, vigilados y jubilados de su oficio. Base de la acusación: «ofensa a los sentimientos del pueblo chino». Pero hay un sentimiento que Ding Zilin y las personas de su generación ignoran: el miedo. Han vivido demasiados horrores, demasiadas campañas de exterminio, demasiadas revoluciones y purgas como para seguir sintiendo miedo.
Ding Zilin dedica sus escasas fuerzas a elaborar una lista de las víctimas de Tiananmen. Una tarea ardua, casi imposible, porque la mayoría de los estudiantes procedían de otras provincias y sus familias se encuentran dispersas en el conjunto del país. Y las víctimas fueron no sólo estudiantes; también perecieron bajo la metralla transeúntes, obreros que rabajaban en las obras cercanas, campesinos que llevaban sus verduras y hortalizas a la capital, médicos venidos para asistir a los manifestantes. No fue un acto de represión, sino una masacre. Cuando Ding Zilin consigue localizar a la familia de una de las víctimas, le espera la labor de persuadirla; ¿aceptará reconocer la desaparición, ha visto el cadáver del desaparecido o ha sido enterrado en secreto por los militares? Los agentes de la Seguridad vigilan todos los movimientos de Ding Zilin y las familias con las que establece contacto son visitadas a su vez por policías de civil que no dan a conocer su identidad ni su cargo pero que interrogan, amenazan, hostigan.
Hasta este año del Gallo, Ding Zilin sólo ha podido reunir 189 nombres, que figuran en un folleto publicado en Hong Kong acompañados de la fotografía de los desaparecidos, vivos y muertos, cuando la imagen existe. Tal es el esbozo de un futuro memorial, en una lucha que recuerda las de las madres de desaparecidos en Argentina o en Chile. Pero mientras el mundo entero apoya a las madres de Buenos Aires o de Santiago, Ding Zilin está muy sola; recibe escasos apoyos de Occidente. Sola en China, trata de hacer llegar alguna ayuda material a los padres de las víctimas carentes de recursos; es el caso de los hogares obreros o campesinos en que han matado al cabeza de familia o al hijo mayor. Para ellos, Ding Zilin recauda algo de dinero en la misma China. ¿Sus compatriotas desconocen la compasión? Ella trata de excusarlos alegando que tienen miedo de ser atrapados por la mecánica represiva. Y el régimen comunista, al destruir las antiguas redes de solidaridad religiosa, al idolatrar el éxito material, ha creado una sociedad nueva, sin generosidad.
La ayuda llega del extranjero, de los chinos de ultramar, en forma de modestas transferencias de fondos que han valido a Ding Zilin y a su marido ser acusados de tráfico de divisas y encarcelados durante dos meses. Ding Zilin redistribuye esas donaciones a las familias necesitadas, pero a continuación los agentes de la Seguridad van a visitarlas para convencerlas de que su benefactora se queda con la mayor parte de los fondos que le llegan del exterior; así, la calumnia se suma a la amenaza y, lamentablemente, a la obligación de justificarse.
A lo largo de este año del Gallo, entre los jefes de Estado extranjeros que se sucedieron en Pekín, se contó el presidente francés, que solicitó el levantamiento del embargo sobre las ventas de armas que se había decidido en Occidente tras la masacre de Tiananmen. Para justificar el brusco cambio de Francia, Jacques Chirac sostuvo este argumento: «Se ha pasado la página». Pero esto no es cierto, porque mientras Ding Zilin y otros que prosiguen con su lucha no hayan reunido los nombres de las víctimas y podido celebrar sus exequias, nunca se habrá dado vuelta a la página y el Estado chino no será un Estado normal. (...)
Encarcelados y silenciados
Las siguientes son algunas noticias sobre China recogidas a lo largo del año del Gallo, casi más secretas que las anteriores, publicadas en la prensa local o en páginas web. Ninguna ha aparecido en los medios de comunicación occidentales. ¿Por considerarlas de escasa importancia? ¿O porque no corresponden a aquello que los occidentales quieren escuchar de China? Zheng Enchong, un abogado de Shanghai de 54 años, es condenado a tres de años de cárcel por haber revelado «secretos de Estado». En realidad preparaba el expediente de reclamación de familias expropiadas ilegalmente por un promotor inmobiliario cercano al Partido. Zheng fue encarcelado en una prisión de alta seguridad y no tiene autorización para recibir a su abogado.
En el curso del primer semestre de 2005, 4.000 asociaciones y 18.000 individuos han presentado reclamaciones ante el ministerio de la Construcción chino por la confiscación ilegal de sus tierras. En el mes de septiembre fueron detenidos en la ciudad de Pekín 36.000 peticionarios perjudicados por las confiscaciones de tierras.
En el pueblo de Shijiahe, en la provincia de Henan, la policía dispersó con balas de goma a un grupo de campesinos que se oponían a la confiscación y la destrucción ilegal de sus casas; la policía contó con la ayuda de gamberros contratados expresamente. El departamento de policía de Shanghai creó una comisaría de urgencia encargada de reprimir las «amenazas políticas» que empleará a 180 personas equipadas con «material de vigilancia de alta tecnología».
El tribunal de Luwan, en el distrito de Shanghai, prohibió el acceso a la sala de audiencias a un grupo de demandantes y a sus abogados, constituidos en partes civiles contra un promotor inmobiliario acusado de haber destruido su barrio ilegalmente; en su ausencia, el tribunal dio la razón al promotor. La compañía telefónica del Estado China Mobile suprimió veintidós servicios de SMS que permitían a los usuarios difundir «mensajes pornográficos»; la difusión de esos mensajes por internet o por SMS puede ser castigada con pena de prisión perpetua. La vigilancia de los SMS se realiza mediante un programa de censura que incluye mil palabras; entre ellas, además de la jerga sexual, se encuentran Falungong, Tiananmen, presos políticos, centro de corrección, Taiwán, Tíbet, Xinjiang, frontera chino-rusa, corrupción, ultranacionalismo y también verdad e idea.
La víspera de la reapertura del templo budista Dari Ruali Xingyuan, en Mongolia Interior, restaurado gracias a donaciones procedentes del extranjero, el líder espiritual que debía presidir la ceremonia fue arrestado por la policía por «incitación a la superstición». Du Hongqui, obrero en la fábrica Mingguang, en Chogquing, que protestó contra los despidos anunciados por el director, fue condenado a tres años de cárcel por «atentar contra el orden social».
Tráfico de bebés
En la provincia de Fujian la policía detuvo a una banda de traficantes de bebés y recuperó 53 niños que habían sido comprados a sus padres por 2.000 yuanes cada uno y revendidos por 15.000. La misma red vendía igualmente niñas de distintas edades para servir de esposas, prostitutas o criadas. Xiao Weibin, redactor jefe de la revista Dong Zhou Gon Jin, en Cantón, fue despedido por haber permitido la publicación de un artículo escrito por un antiguo jefe del Partido Comunista que recomendaba una reforma política basada en la separación de poderes según el modelo occidental.
Diez mil jubilados de la industria textil se manifestaron en Bengbu, en la provincia de Anhui, para protestar contra la reducción de la pensión que recibían y por la falta de cobertura médica. El China Daily calcula en 360.000 millones de yuanes los salarios que las empresas privadas y públicas deben a los trabajadores emigrantes. El vicepresidente de la República, Zeng Peiyan, habría exigido que el pago de esos salarios se hiciese efectivo de aquí... ¡a fines de 2005!
Huang Jinquin fue condenado a doce años de cárcel por el tribunal de Changzahou por «tentativa de subversión». Este periodista había difundido por internet textos inspirados en la defensa de los derechos humanos.
El foro de discusión a través de internet de la Universidad de Pekín «YiTaHuTu (Magnífico desorden)» fue cerrado por las autoridades; quienes participaban en este foro hablaban de temas sensibles como la corrupción, los derechos humanos y Taiwán. La oficina para la «disminución de la pobreza» próxima al gobierno ha concedido su premio de la eliminación de la pobreza a nueve organizaciones privadas merecedoras del mismo. El gobierno ha anunciado que en diez años la pobreza será erradicada de China.
Y por último, una buena noticia: el procurador ante el Tribunal Supremo ha inculpado a 1.780 funcionarios y magistrados por atentados contra los derechos humanos, entre los que se incluyen robos de bienes, detenciones ilegales, torturas, abusos cometidos con los presos, actos que ocasionaron la muerte y fraudes electorales. Estas inculpaciones son el fruto de la nueva enmienda a la Constitución que en el año 2004 introdujo la protección de los derechos humanos. Parece vislumbrarse una luz...
Título: «El año del gallo. Chinos y rebeldes».
- Autor: Guy Sorman.
- Edita: Editorial Fundación FAES S. L. U.
- Sinopsis: El autor recorrió China y habló con los rebeldes y disidentes que sobreviven en el gigante asiático para desmontar algunos de los tópicos y falsedades que circulan, como el mito de la bonanza de la economía china. Además, aporta datos sobre el tremendo déficit de derechos humanos que sufre el país con numerosos ejemplos en los que se destaca la falta de libertad y la necesidad de una democracia que nunca llega. Sorman propone una demoledora conclusión: China no es un régimen democrático: es un régimen comunista que ha adaptado su lenguaje, pero sólo su lenguaje, al mercado.
www.larazon.es
Última edición por Miquelet Chaira; 07/05/2007 a las 00:39
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