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Tema: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    Breve síntesis de un largo documento

    Enviado por Moderador el Mié, 11/27/2013 - 17:52.





    Introducción y puntualización de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium



    Augusto del Río



    El conocido autor de "El Drama Litúrgico", Augusto del Río, nos ha preparado una reseña del primer documento doctrinal salido de la pluma del papa Francisco, la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Por razones didácticas se ha preparado con un análisis general muy breve y dos puntualizaciones, que el autor llama "señales negativas" y "señales positivas". Parece indispensable leer este trabajo a fin de tener un marco referencial de lo expuesto en el documento pontificio, en particular a los que no somos especialistas en teología.

    Análisis general

    Es un documento larguísimo (en pdf son 224 páginas)

    jamás se refiere a Jesucristo con el término “Redentor”. Hay sí una referencia a los brazos “redentores” del Señor (N°3). Utiliza siempre “Resucitado” para referirse a Jesucristo. Jamás es Nuestro Señor Jesucristo, “Nuestro Señor” la utiliza una vez.

    No hay una sola referencia al pecado original. Jamás a la falta original que necesitó de la redención para ser sanada. Jamás ninguna referencia a la situación de miseria del hombre sin Cristo.

    El anuncio esencial es: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad. Pero nunca se aclara de qué se nos tiene que salvar. Y muchas veces queda confuso con un anuncio de promoción humana.

    Hay una permanente descalificación del Anuncio como un anuncio de VERDADES CONCRETAS.

    Descalificación de las fórmulas “rígidas”, “precisas”, “ortodoxas” que nunca pueden encerrar el Anuncio. Esos esquemas son “aburridos”.

    De hecho no hay ninguna referencia a que el Anuncio implique creer ALGO CONCRETO Y DETERMINADO.

    Jamás hay una referencia a que hay que CONVERTIR a los demás. Y recuérdese que se está hablando de un documento sobre la Evangelización.

    Todas las referencias son sobre convertirse uno, convertirse la Iglesia para que anuncie más eficazmente, convertirse los agentes de pastoral. jamás una referencia al problema de la salvación de aquellos que están en las falsas religiones (obviamente jamás se las califica así).

    Se menciona a la gracia pero jamás se da una definición de ella. Y menos se la aplica como una fuerza sobrenatural que es absolutamente necesaria para la salvación.

    Jamás se habla de la posibilidad de condenación eterna.

    Muchas veces tira la piedra y esconde la mano porque no aclara a qué ejemplos concretos se refiere.

    Hay una cantidad de afirmaciones que provocan “sensaciones” equívocas y ambiguas respecto a la importancia y el papel de la doctrina o el Magisterio en la historia de la Iglesia.

    Usa continuamente la categoría de Pueblo de Dios para referirse a la Iglesia con la ambigüedad que ello implica.

    Si alguien quiere analizar cuáles son sus fuentes tenga presente que ha citado de la siguiente manera:

    48 veces a Juan Pablo II

    40 veces al Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización

    24 veces a Paulo VI

    20 veces a Benedicto XVI (incluida una cita del cardenal Ratzinger)

    18 veces al Concilio Vaticano II

    12 veces a Santo Tomás pero en ninguna el santo se refiere a la fe, a la verdad y al objetivo de la evangelización.

    10 veces al documento de Aparecida

    9 veces a los Santos Padres

    7 veces al Catecismo de la Doctrina Social de la Iglesia

    4 veces los documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe

    2 veces el documento de Puebla

    2 veces la Conferencia Episcopal de EE.UU.

    2 veces a la Conferencia Episcopal de Francia

    1 vez al CATIC

    1 vez a la Conferencia Episcopal de Brasil

    1 vez a la Conferencia Episcopal de Filipinas

    1 vez a la Conferencia Episcopal del Congo

    1 vez a la Conferencia Episcopal de la India

    1 vez el documento de la Comisión Teológica Internacional El cristianismo y las religiones (1996).

    1 vez a la Acción Católica Italiana

    1 vez a Platón, a Newman, a G. Bernanós, al Kempis, a Sta. Teresa de Lisieux, a Guardini, a “Tucho” Fernández (rector de la UCA) y a Ismael Quiles.


    En particular SEÑALES NEGATIVAS.

    1. Quiere más poder para las Conferencias Episcopales, ALGUNA AUTÉNTICA AUTORIDAD DOCTRINAL (N°32).

    2. Lo esencial es “la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado”. Ni una referencia al sacrificio redentor de Cristo que paga la deuda del pecado del hombre. (N°36).

    3. El evangelio es ante todo responder al Dios amante que nos salva. PERO NUNCA DICE DE QUÉ NOS SALVA. (N°39).

    4. Hace sospechoso cualquier anuncio doctrinal. Porque si no se anuncia al Dios que nos ama resulta que eso es producto de acentos doctrinales o morales que proceden de opciones ideológicas (N°39).

    5. Habla de distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral metiendo todo en la misma bolsa, como si fuera lo mismo la legítima libertad que puede haber en líneas pastorales, igualadas con la libertad que no puede haber cuando se habla de filosofías o teologías las que claramente son obstáculo para una presentación clara de la verdad católica. Y todo justificado “porque si no estaríamos frente a una doctrina monolítica defendida por todos sin matices”. (N°40)

    6. Comete el error garrafal de decir que un lenguaje completamente ortodoxo es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo porque no se adapta al lenguaje que utilizan los fieles (N°41).

    7. Es más, dice enseguida que “con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones LES DAMOS UN FALSO DIOS O UN IDEAL HUMANO QUE NO ES VERDADERAMENTE CRISTIANO. Tira la piedra y esconde la mano porque jamás aclara a qué casos se refiere.

    8. Dice que LA EXPRESIÓN DE LA VERDAD PUEDE SER MULTIFORME, lo que afirma contra la Humani Generis de Pío XII que claramente dice que NO SE PUEDE ABANDONAR LAS FÓRMULAS QUE LA SABIDURÍA PERENNE HA CONSAGRADO PARA LA EXPRESIÓN DE LA VERDAD CATOLICA.

    9. Cita de manera incompleta a Santo Tomás de Aquino cuando éste dice que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios (a la Iglesia) “son poquísimos”. Santo Tomás se refería a la comparación entre los preceptos gravosos de la Antigua Ley y el yugo ligero de Cristo. Pero Santo Tomás dice que son poquísimos los que Cristo agregó a la Ley de los 10 Mandamientos. Por el contexto el papa da la sensación errónea de que son tan pocos los preceptos que no hay que insistir tanto en ellos y que pueden ser un obstáculo si queremos una predicación que llegue a todos. (N°43). Además NO MENCIONA EN NINGÚN LUGAR LA LEY NATURAL IMPRESA POR DIOS EN NUESTRA CONCIENCIA.

    10. “Tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera” (N°47). No aclara cuáles serían esas razones cualesquiera y ya La Nación ha interpretado que se refiere a los divorciados vueltos a casar que quieran acceder a la comunión.

    11. Habla de no ser “controladores de la gracia” y que la Iglesia no es una aduana, cuando sabe perfectamente que Cristo ha dicho que no debe tirarse perlas a los cerdos y la Iglesia siempre ha cuidado que lo sagrado no sea pisoteado. (N°47)

    12. Dice que prefiere una Iglesia accidentada y herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro haciendo una típica dialéctica insustancial. Ni lo uno ni lo otro.

    13. Pone la duda sobre las normas de la Iglesia, que según afirma “ nos vuelven jueces implacables” (N°49).

    14. Ataca a los grupos tradicionalistas elípticamente: “formas exteriores de tradiciones de ciertos grupos, o en supuestas revelaciones privadas que se absolutizan” (N°70).

    15. Considera que las advertencias sobre el fin de los tiempos y la apostasía son pesimismos paralizantes. y estériles (N°84) y cita para rebatirlo el famoso pasaje del discurso inaugural de Juan XXIII en el Concilio donde condena a los profetas de calamidades, pasaje que se sabe perfectamente hoy que se refiere al mensaje de Fátima. Lo curioso es que el papa Francisco también habla de no caer en optimismos ingenuos aunque ese mismo discurso cae en ese optimismo.

    16. Repite algunos de de sus típicos “bergoglemas” (uno de tantos del documento) cuando afirma: “Sentimos el desafío de descubrir y transmitir LA MÍSTICA DE ESTAR JUNTOS, DE MEZCLARNOS, DE ENCONTRARNOS, DE TOMARNOS DE LOS BRAZOS… (¿?) (N°87)

    17. Vuelve a pegarles a los tradicionalistas cuando habla de “un neopelagianismo autorreferencial y prometeico” inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado (N°94). Supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario donde se gasta las energías en controlar (N°94).

    18. Otro tiro por elevación al tradicionalismo está en el número siguiente (95) cuando dice que la mundanidad se manifiesta en un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, que prefieren ser generales de ejércitos derrotados

    19. Hace “demagogia” con los jóvenes cuando les atribuye llevar en sí las nuevas tendencias de la humanidad (¿?) (N°108) que nos abren al futuro (¿?)

    20. Ser Iglesia es llevar la salvación de Dios en este mundo, pero nunca aclara de qué tipo de salvación hablamos y de qué tenemos que salvarnos (N°114).

    21. Habla sin precisión de una infalibilidad del Pueblo de Dios (sensum fidei) sin referirse claramente al poder magisterial. (N°119)

    22. Le da un papel desmesurado a la piedad popular que no implica necesariamente una vida sacramental (N°125)

    23. Nuevamente afirma que el anuncio fundamental es: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y amistad. Si esta es la referencia a la Buena Nueva, jamás la contrapone con la Mala Nueva (el pecado original) y la necesidad de que Cristo se ofreciera en sacrificio expiatorio por nosotros. (N°128)

    24. Desprecia nuevamente la precisión terminológica de la fórmulas de la fe: “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se transmite de formas tan diversas que sería imposible describirlas o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables gestos y signos, es sujeto colectivo. (N°129).

    25. Lanza un manto de sospecha sobre cualquier tipo de uniformidad al decir que “no ayuda a la misión de la Iglesia” (N°131).

    26. Se equivoca al atribuir al simple sacerdote el poder de interpretar la Escritura al preparar las homilías, cuando se sabe perfectamente que el sacerdote debe transmitir el contenido de la fe y no ser intérprete (cosa que le corresponde al Magisterio de la Iglesia) N°146.

    27. Parece quitarle importancia a la formación doctrinal nuevamente (N°161).

    28. Nueva alusión crítica contra la predicación de la doctrina “a veces más filosóficas que evangélicas”. El anuncio debe expresar el amor salvífico de Dios, “que no imponga la verdad” (N°165). Parece que no hay ninguna urgencia de que la gente crea porque igual (ya veremos más adelante) puede salvarse de todos modos.

    29. “Hacer resplandecer la verdad y la bondad del Resucitado”, jamás dice “Redentor” (N°167).

    30. Cae en el típico error que ha hecho estragos entre los fieles al proponer un estudio serio y perseverante de la Biblia sin decir nada sobre que estos estudios deben ser dirigidos a la luz del Magisterio de la Iglesia (N°175) y que las personas tienen que saber primero las verdades básicas de la fe, antes que pretender estudiar la Biblia.

    31. En todo el capítulo IV (dimensión social de la Evangelización) hay un tufillo a Teología de la Liberación, no distinguiendo adecuadamente entre la categoría socioeconómica de pobre y la categoría evangélica teológica de pobre. (N°176 y sgtes.) aunque intenta una pobre distinción con la ideología en el N°199.

    32. Cae en el típico error woytiliano y lubaciano de confundir plano natural y sobrenatural al afirmar que “confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana SIGNIFICA QUE CADA PERSONA HUMANA HA SIDO ELEVADA AL CORAZÓN MISMO DE DIOS”. (N°178). No distingue claramente entre la dignidad natural del hombre y el estado de gracia sobrenatural.

    33. Rebaja los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que deben ser enseñados a las sociedades al mero “derecho de los pastores a emitir opinión” sobre los temas que afectan la vida de las personas. (N°182).

    34. Considera que dos grandes cuestiones determinarán el futuro de la humanidad, pero son dos cuestiones de orden puramente natural (la inclusión social de los pobres por un lado, y el diálogo social y la paz por el otro). (N°185).

    35. Nuevamente critica a los “defensores de «la ortodoxia» (así, entre comillas) haciendo dialéctica insustancial. (N°194)

    36. Al mismo tiempo que condena el aborto, dice que se ha hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres, ignorando la cantidad de asociaciones católicas que desde hace décadas asisten a las madres solteras, de las que no dice ni una palabra (N°214)

    37. Usa un lenguaje inapropiado de tinte sociologista: “generar procesos que construyan pueblo” (sic) (N°224).

    38. Hace dialéctica hegeliana cuando alude al diálogo de posiciones enfrentadas, como si eso pudiera aplicarse a la verdad revelada (N°228).

    39. Parece Hegel cuando afirma: “La unidad del Espíritu armoniza todas las diversidades” (N°230). Y no distingue si se refiere a diversidades meramente accidentales o esenciales de la fe

    40. Se niega a usar la categoría filosófica del “realismo metafísico” cuando estaban dadas todas las condiciones para ello al criticar a los idealismos y nominalismos (N°232).

    41. Redacta mal el documento la relación entre las verdades de la ciencia positiva y las verdades de fe, de tal manera que parece que hubiera una subordinación de la fe al conocimiento científico positivo: “cuando … la ciencia … vuelve evidente una determinada conclusión que la razón no puede negar, la fe no la contradice”. (N°243).

    42. Aplica todos los lugares comunes de la obsesión ecumenista (N°244 y sgtes.). EN NINGÚN MOMENTO SE HABLA DE CONVERSIÓN PARA INGRESAR A LA IGLESIA CATÓLICA.

    43. Cae en el error herético de buscar lo que nos une para hacer expresiones comunes de anuncio [de la fe], lo cual disuelve el contenido de la fe (N°246).

    44. Cae en el error herético de considerar que debemos aprender “lo que el Espíritu ha sembrado en ellos [los herejes] como un don también para nosotros” (N°246).

    45. Parece que tenemos que aprender la colegialidad episcopal de los cismáticos ortodoxos (N°246) y la experiencia “de la sinodalidad”.

    46. Sostiene casi todas las afirmaciones de la herejías judeocristiana (N°247 y sgtes.)

    47. “Los judíos no están incluidos entre aquellos llamados a dejar los ídolos para convertirse al verdadero Dios [porque] creemos junto con ellos EN EL ÚNICO DIOS que actúa en la historia, y ACOGEMOS CON ELLOS LA COMÚN PALABRA REVELADA” (N°247). Nótese la enorme herejía aquí dicha. Se niega al Dios trinitario y además se hace alusión directa a la Palabra de Dios que sabemos que es el mismo Cristo, negado por los judíos. Niega entero el proemio del Evangelio según San Juan.

    48. Alude a las persecuciones a los judíos en el pasado por parte de cristianos sin decir palabra sobre las persecuciones de los judíos a los cristianos (N°248).

    49. Afirma que “Dios … provoca tesoros de sabiduría que brotan del encuentro del pueblo judío con la Palabra divina”, cuando sabemos que esa Palabra es justamente lo que ellos niegan (N°249).

    50. Afirma erróneamente que podemos leer juntos los textos de la Biblia hebrea cuando se sabe que el texto talmúdico ha adulterado la Biblia para poder negar más fácilmente las profecías que se refieren a Cristo y además lo ha mutilado (N°249). Esa mutilación (eliminación de los “deuterocanónicos” en la versión de Jerusalén se trasladó a las llamadas Biblias protestantes

    51. Afirma erróneamente que los islámicos adoran CON NOSOTROS a un Dios único (N°252).

    52. Afirma que el Islam auténtico no es violento, lo cual es enormemente discutible (N°253).

    53. Cita el espantoso documento de la Comisión Teológica Internacional sobre las religiones donde afirma: que los no cristianos, por la gratuita iniciativa divina, y fieles a su conciencia (sin agregar “recta”), pueden vivir “justificados mediante la gracia de Dios” (N°254) lo cual hace bastante inútil por cierto las misiones.

    54. Afirma la herejía según la cual los ritos y signos de las religiones falsas “pueden ser cauces QUE EL MISMO ESPÍRITU SUSCITE para liberar a los no cristianos del inmanentismo ateo o de experiencias religiosas meramente individuales” (N°254).

    55. En particular SEÑALES POSITIVAS

    1. no se debe enseñar lo moral descontextualizado (N°34) del anuncio principal.

    2. No se debe hablar más de la Ley que de la Gracia (N°38) pero no explica lo que es la gracia y por qué es tan necesaria.

    3. La ética cristiana (no dice ética católica o moral católica) no es una ética estoica ni [“únicamente” debería agregarse] un catálogo de pecados y errores.

    4. Hace una correcta descripción pero llena de lugares comunes de la injusticia de la situación económica mundial, sometida al poder del dinero y a los principios liberales del libre mercado. Pero nunca habla de la usura. (N°52 al 60)

    5. Desautoriza la “teoría del derrame” (N°54), leyenda del capitalismo liberal.

    6. Habla de la globalización de la indiferencia (N°54)

    7. Habla del “fetichismo del dinero y la dictadura de la economía (N°55)

    8. Critica a los que niegan el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común (N°56).

    9. Afirma que tras estas actitudes se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios (N°57).

    10. Aunque no habla de la usura, pide una reforma financiera en donde el dinero sirva y no gobierne (N°58).

    11. Critica la exacerbación del consumo (N°60)

    12. Condena el relativismo moral (N°64).

    13. Habla del complejo de inferioridad de los agentes pastorales que los lleva a relativizar u ocultar su identidad cristiana y sus convicciones (N°79).

    14. Reconoce una “desertificación espiritual” (N°86) fruto de sociedades que quieren construirse sin Dios o que destruyen sus raíces cristianas.

    15. No está en discusión el sacerdocio reservado a los varones, pero insiste en buscar formas de reconocer el lugar de la mujer (N°104).

    16. Pide una mejor selección de los candidatos al sacerdocio porque los seminarios no se pueden llenar por cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas (¿contra los homosexuales en los seminarios católicos?) (N°107).

    17. Brinda una serie de consejos útiles para las homilías (N°135 y sgtes.)

    18. Dice que la opción por los pobres debe traducirse PRINCIPALMENTE en una atención religiosa privilegiada y prioritaria (N°200).

    19. Condena la “mano invisible” del mercado (N°204).

    20. Habla contra el aborto (N°213).

    21. Dice que “no cabe esperar que la Iglesia cambie su postura sobre la cuestión” (¡menos mal!) N°214.

    22. “Los creyentes tampoco pueden pretender que una opinión científica que les agrada, y que ni siquiera ha sido suficientemente comprobada, adquiera el peso de un dogma de fe” (¿contra el evolucionismo?) (N°243).


    Nota aclaratoria: ¿Qué es el sensus fidelium?

    Etim.: Latín: "El Sentido de los fieles"

    Otras expresiones para la misma idea: "consensus fidelium" y "sensus fidei" (el sentido de la fe).

    El Sensus fidelium es una unción especial que posee la universalidad de los fieles para no fallar en su creencia. Es un sentimiento sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando "desde los Obispos hasta los últimos fieles seglares" manifiesta el asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres." Cuando tomamos la universalidad de los fieles en el sentido histórico vemos que si toda la Iglesia, tanto el pueblo como los pastores, han creído (aceptado como revelada) una verdad, entonces no pueden errar. Es infalible. Esto aplica a las doctrinas mas básicas que la Iglesia enseña como reveladas. El concepto del Sensus Fidelis se encuentra en los Padres de la Iglesia.

    El Sensus fidelium no es sinónimo al clamor de la mayoría. Si una doctrina ha cumplido esta condición de infalibilidad en el pasado, y el pueblo de otra época posterior la llega a dudar o negar, esto no hace que la doctrina deje de ser infalible. Cuando el Papa nos recuerda de estas verdades no es necesario que haga una nueva solemne definición.

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    Texto completo de la exhortación apostólica






    Fuente: PANORAMA CATÓLICO INTERNACIONAL
    Última edición por Martin Ant; 29/11/2013 a las 18:59

  2. #2
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    Re: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    A Francisco le aplauden los subversores Hans Küng está entusiasmado con Evangelii Gaudium

    Hans Küng, ultra-heterodoxo y "fan" de Francisco

    Esta semana The Tablet, el periódico católico-liberal con más difusión en el Reino Unido, le ha prestado otra plataforma mediática al archi-progresista Hans Küng. El católico disidente por excelencia ha aprovechado su oportunidad para poner al Papa Francisco por las nubes, a la vez que ha criticado duramente al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller.
    Según Küng, la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium de Francisco será recibida con aprobación generalizada, también desde fuera de la Iglesia, y donde le caerán críticas será por su reiterada condena del aborto y por mantener la prohibición de la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar. Hay que destacar la premisa que Küng da por hecho; si los herejes, ateos, judíos y musulmanes aplauden al Papa, significa que va por buen camino, mientras que cualquier crítica recibida desde fuera de la Iglesia implica que algo malo está haciendo. Es la falsa tolerancia hoy en boga, cuyo único dogma es no ofender a nadie (exceptuando a los malvados tradicionalistas, por supuesto).
    Küng establece una dicotomía interesante para explicar por qué Francisco no avanza todo lo rápido que quisieran los liberales. El que está frenando la “reforma” de la Iglesia, en la imaginación de Küng, es Müller, el representante del “dogmatismo”. A este prelado, que en realidad es otro modernista disfrazado de conservador, Küng dedica las siguientes “perlas” dialécticas:
    - En una extensa contribución al Osservatore Romano (23 de octubre, 2013), Müller demuestra su postura ultra-conservadora (¡!) al insistir en excluir de los sacramentos a los divorciados y vueltos-a-casar, quienes, a no ser que vivan juntos como hermanos (¡!), están en un estado de pecado mortal, debido a la naturaleza sexual de su relación.
    - El Papa quiere avanzar; el prefecto de la CDF pone el freno.
    - El Papa piensa en la gente; el prefecto piensa sobre todo en la doctrina católica tradicional. (¿No era ese su trabajo?)
    - El Papa quiere que el próximo sínodo de obispos sobre la familia en octubre de 2014 encuentre soluciones prácticas basadas en las opiniones de los laicos; el prefecto tira de argumentos dogmáticos para poder mantener el estatus quo inmisericorde.
    Todos estos disparates producirían risa, si no fuera porque las torpezas teológicas de Küng ahora gozan de una magnífica salud entre la jerarquía de la Iglesia. Pero esta dicotomía Francisco-Müller es difícil de tragar. Bien se pudiera pensar que no fuera otra cosa que la estrategia de poli bueno-poli malo. Es un viejo truco; dos timadores adoptan papeles aparentemente contrarios, pero en realidad persiguen el mismo objetivo; robarle la cartera a su víctima. Ocurre algo similar en la política con la izquierda y la falsa derecha. Los de la izquierda insultan y critican a los del otro bando, fingiendo tener diferencias ideológicas irreconciliables, cuando en realidad son el mismo producto con distintas etiquetas. Los ciudadanos que huyen horrorizados de la izquierda, creen encontrar refugio en la falsa derecha, que prosigue con las mismas políticas que antes, pero con otro envoltorio.
    Pero la experiencia del desastre posconciliar ha servido de algo: no hay que fiarse ni de polis-buenos, ni del polis-malos.Y de Küng, mejor no hablar. Y es que al fin y al cabo… por sus frutos los estamos conociendo a todos…

    Hans Küng está entusiasmado con Evangelii Gaudium | Tradición Digital

  3. #3
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    Re: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    INSANABLE EXTEMPORANEIDAD DE LA «EVANGELII GAUDIUM»

    No hace falta dejar decantar la temible Exhortación Apostólica del pope Francisco para comprobar el espesor de la borra, del limo remanente. Aguas ciertamente no para beber, de turbiedad acaso par a las del Ganges, con sus miríadas de bañistas que acuden a rendirle su tributo en sudor y deyecciones. Parejamente es como vienen a concitarse aquí, en un solo volumen, varios de los exabruptos soltados por Bergoglio en estos casi nueve siglos de su pontificado. Reiteración que no es sino señal de lo acotado de sus cavilaciones.


    Alguno notó que era el documento más extenso escrito por los últimos papas, cosa sorprendente si quien lo emana es el pontífice peor hablado en siglos, tal vez de la historia. Otro señaló la ausencia total de citas del Magisterio anterior al Vaticano II, omisión tan taimada como previsible. Quien observó que, para tratarse de un texto supuestamente enfocado en la evangelización, no contiene ni la menor alusión a los novísimos ni al destino eterno del hombre, temas siempre reputados como medulares en la predicación de la Buena Nueva. Y finalmente, y a propósito de ese críptico párrafo 222 en el que el collage verbal de Bergoglio alcanza el prodigio de poner al magisterio eclesiástico bajo la tutela de Heidegger -con suerte dispar, según los entendidos-, no faltó quien advirtiera que oponer "plenitud" a "límite" comportaba, junto al más craso desconocimiento de Aristóteles, «la peor metafísica jamás puesta en un documento pontificio». En un vecino blogue este párrafo suscitó, entre tantos otros, un comentario que merece ser reproducido, firmado por Ludovicus:

    Es notable el efecto espejo de la prosa bergogliana. Hay una cierta genialidad en caracterizar como "pelagianos" a quienes si algo no son, efectivamente, es pelagianos. Y al mismo tiempo, ¿qué es toda esta inmanencia populista sino pelagianismo?
    Ahora agregó una nueva injuria: "prometeicos". Y precisamente, este texto es claramente prometeico. Leyéndolo, uno llega a la conclusión de que si hay un élan fundamental en este pensamiento, no sólo "no es de derechas" como ha dicho, sino claramente progresista. La izquierda puede definirse como la rebelión contra la naturaleza concebida como tal, es decir, creada, y su sustitución por una voluntad prometeica de utopía. La naturaleza se revela como límite significativo, es decir, como delimitación de dinamismos perfectivos que brotan de la esencia. El límite, la forma, es necesaria para la plenitud, por lo que no tiene sentido hablar de una oposición bipolar entre ambas ni de utopía, toda vez que la causa final ya está incoada en la naturaleza desde el origen. Y esto vale tanto para el todo sustancial como para la sociedad. Pretender la utopía sin estar contenido, contento, limitado por la propia naturaleza, núcleo de orientaciones perfectivas, es la clave del pensamiento progre, sea "adolescente", sea propio de una "estrategia sin tiempo" (Mao).
    Lo que implicaría la consumación de un nuevo tránsito en la Iglesia: del naturalismo hoy vigente a la más cruda exaltación de la ideología («la utopía que nos abre al futuro como causa final que atrae», p. 222), pese a los correctivos insinuados unos pocos párrafos después («la idea desconectada de la realidad origina idealismos y nominalismos ineficaces», 233). Aparte de todo lo que se le pueda reprochar al autor de este desdichado texto, esto de ponderar la utopía para luego rechazar el idealismo equivale a escanciar el veneno para ofrecer seguidamente su antídoto. Pecado de inconsecuencia lógica, o de confusionismo deliberado, rastreable por lo demás a profusión en los ágrafa bergoglianos, la tragedia de la presente hora de la Iglesia adopta -a causa de la incurable mediocridad del pontífice increíblemente reinante, obstinado en meter neologismos inconsultos e interjecciones a final de frase (¡eh!)- un tono muy más módico, como de entremés. Como si hubiera que concluir, sin mayor consuelo, que el tarado nos oculta al incendiario.

    Se trata, para no extendernos demasiado en lo textual, de un escrito que enristra muchos de los exabruptos del Obispo de Roma desde el día de su elección, notándose la ya acostumbrada inquina hacia todo lo que huela a doctrina y tradición católicas. Baste apenas un florilegio para dar idea de esto último: «a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, [la diversidad] puede parecerles una imperfecta dispersión», 40; «a veces, escuchando un lenguaje completamente ortodoxo, lo que los fieles reciben, debido al lenguaje que ellos utilizan y comprenden, es algo que no responde al verdadero Evangelio de Jesucristo. Con la santa intención de comunicarles la verdad sobre Dios y sobre el ser humano, en algunas ocasiones les damos un falso dios o un ideal humano que no es verdaderamente cristiano», 45; «más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde (sic) nos sentimos tranquilos», 49; «... el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas o se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado», 94; «no hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable», 129. Creemos innecesario glosar estos pasajes, que hablan por sí solos. Véanse también, a propósito, los números 95, 161, 165, etc.

    Pero lo más digno de atención, supuesto el documento lo menos como sapiens haeresii en muchos de sus pasajes, quizás sea la extemporaneidad de aquellas propuestas en las que, según el caletre del pontífice y sus consejeros, reposarían el acierto y la motivación de la Evangelii gaudium. Las dos más salientes, confrontadas con su contexto histórico inmediato, resultan ser al cabo respuestas febles, exánimes, a los terribles desafíos en plena vigencia. A saber: la zarandeada «opción preferencial por los pobres» y la no menos sacudida invitación al diálogo interreligioso. Veamos la primera.

    Bergoglio atornilla a fondo el «sentido social» de la Redención (178 y ss.), apuntando a la «liberación y promoción de los pobres» como cometido de todo cristiano (187). Y sobre este argumento vuelve una y otra vez, reduciendo visiblemente el mensaje de redención a sus más conspicuos lindes terrenales. La inspiración de su curiosa antropología, en la que el dramatismo derivado del pecado parece no tener lugar -a no ser a partir del solo pecado de las estructuras sociales erróneas-, insta al «desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación» (87). Aparte lo caótico de la concepción que lo anima -a juzgar por su propia confesión-, late aquí un desconocimiento total de la realidad de los pobres de nuestro tiempo. Francisco parece dictar sus remilgos pauperistas para los días de la revolución industrial, del proletariado naciente que, pese a lo desgraciado de su condición, no estaba sometido a la sobredevastación que obran (como añadidura de plomo a la pobreza) el crimen organizado, el tránsito incesante de droga, la cretinización asfixiante de la TV y el reggaeton. Los pobres de nuestras grandes ciudades, los pobres coterráneos de Bergoglio, viven oprimidos por unas causas que, primera y remotamente espirituales, acaban por ser tan seguidamente complejas que ya no se curan con programas socioeconómicos, sino con el llamado inequívoco y universal a la conversión.

    Allí donde proliferó tan hondamente la desesperación no cabe ya la «promoción humana» sino el exorcismo. Que debería administrarse no sólo a los pobres, sino a las incontables multitudes cebadas en superfluidades, cuya conducta perpetúa la exclusión social. Sin una enérgica cruzada, v.g., contra la televisión y el cine, seguirán cundiendo casos como los de aquel violador capturado por la policía por cuarta o quinta vez, que pedía sensatamente lo matasen «porque no podía evitar seguir violando» pese a la aquiescencia de los jueces. O aquel otro narcotraficante que en un alarde de cinismo y sentido común, ambos a dúo, entendió que la solución a la marginalidad estribaba en algo imposible, a saber: «muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo [...] bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones». Graficando el hiato existencial en términos incontestables: «nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad». En las villas miseria, en las que mover droga constituye la única posibilidad de elevación económica, no basta el sentimentalismo sino el ardiente testimonio.

    Pero la Evangelii gaudium no ha sido escrita en atención a la barriga de los pobres, sino del paladar de los burgueses, siempre lo bastante amigos de novedades como para desdeñar fidelidades incómodas, sobre todo a la ortodoxia. Que lo diga cualquiera que haya osado contrariar alguna cursilería de Francisco en la familia, en el trabajo, si no ha comprobado cuánto se aliente con esto, más que el esclarecimiento teológico, un mero épater le burgueois. «La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!» (55). Pero, ¿es usted, o se hace, Santidad? ¿No teme que se lo entienda en clave antropocéntrica, crasamente atea? ¿No hay suficientes interesados en cabalgar sobre la grupa del pontífice para clarinear la buena nueva de la divinización del hombre? «Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz» (56). ¿Puede llamársela de veras feliz por la abundancia de sus haberes? ¿Ni se advierte que el precio habitual para gozar de cuanto hoy se nos ofrece es ni más ni menos que la prostitución, una prostitución universalizada, con muchas variantes, pero que compromete siempre y precisamente la felicidad? ¿O acaso está aquí la clave de su insistencia en el tema, una escondida afirmación inmanentista según la cual la felicidad es la posesión de bienes terrenos? Este es, al cabo, el secreto motor de las izquierdas que contertulian con Francisco: polarización, magnetismo, imantación por las riquezas, siempre embozada por el recurso lloroso a los opuestos (los pobres), para quienes se reclama una mayor participación en aquello reputado como lo unum necessarium. Porque no se trata de denunciar lo consabido hasta la obviedad (la injusticia), sino de recaer como por embudo en el mismo y único argumento incluso hasta exceder lo lícito, reincidiendo en el reproche que se escuchó alguna vez en Betania, el día de una célebre unción.

    La segunda nota de extemporaneidad la da el afán ecuménico, ara en la que acaba por sacrificarse la propia identidad y aun el Evangelio. Afirmar que con los judíos «acogemos la común Palabra revelada» (247) es de una enormidad todavía no explorada -ni con tan pingüe explicitud- por el vacilante magisterio post-conciliar, y es, a la postre, de una categórica falsedad, opuesta a cuanto consta en la Escritura. «Si bien algunas convicciones cristianas son inaceptables para el judaísmo, y la Iglesia no puede dejar de anunciar a Jesús como Señor y Mesías, existe una rica complementación que nos permite leer juntos los textos de la Biblia hebrea y ayudarnos mutuamente a desentrañar las riquezas de la Palabra» (249). Las «algunas convicciones» divergentes son el Credo, a secas. Y la Palabra sobre la que se insiste con insolente equívoco es precisamente aquella (Verbum Dei) que los judíos no acogieron ni acogerán sin antes convertirse. Otrosí dígase del ya clásico «[los musulmanes] adoran con nosotros a un Dios único» (252) cuando ellos no admiten la Trinidad ni la Encarnación, siendo que Mahoma, habiendo enseñado su doctrina con posterioridad al Hecho cristiano del que tuvo pleno conocimiento, pretendió por ello mismo superarlo.

    Como lo dijimos más arriba: no se sabe si deplorar más los errores y equívocos que abarrotan el documento o la mediocridad ostensible de su redacción, indigna de ser atribuida ni aun al portero de los Sacros Palacios. Pero volvamos a aquello que constituye el objeto de los desvelos de los progresistas y -si conquistado- su timbre de honor: hacer consonar el kerygma con el espíritu y el tono de los tiempos corrientes. Lo recuerda la Evangelii gaudium, 41: «los enormes y veloces cambios culturales requieren que prestemos una constante atención para intentar expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad». ¿Qué ocurre mientras nuestros pastores insisten en practicar esa empalagosa bonhomía con judíos e islamitas? Que en Medio Oriente recrudece el odio muslim anticristiano, siendo aquellas latitudes regadas cada día con sangre de mártires, y que en los países de tradición católica la masonería judaica no sólo impone las reglas del juego de la política, sino que continúa una persistente acción desde las sombras contra todo lo que remita a Cristo y a su Iglesia. Las "buenas intenciones" de esta jerarquía medrosa y acomodaticia no han sido correspondidas por sus destinatarios, cuya acción sin contraste amenaza con extirpar el nombre cristiano de la faz de la tierra.

    La patria misma de Bergoglio (donde, si no por auténtica moción espiritual, lo menos por chauvinismo podía esperarse una adhesión bastante amplia e informe a la persona del papa, tal como hasta ahora cunde) viene siendo escenario de violentas agresiones contra iglesias catedrales en varias de sus principales ciudades. Recientemente, en la ciudad de San Juan -y sin merma de que el papa declarara innecesario insistir con la bioética y se reputara incompetente para juzgar a un gay-, una horda rabiosa de lesbianas abortistas le prendieron fuego en la plaza pública a un pelele que representaba al Francisco, para luego avanzar sobre la catedral con la intención de profanarla -profanación fallida gracias a un grupo de jóvenes católicos que acudieron en defensa del templo. Está visto que los enemigos de la Iglesia se pasan por el traste esta política de brazos tendidos

    Temblamos de sólo pensar que a Conferencias Episcopales presididas por hombres como monseñor Arancedo, más bien semejantes al simpático y titubeante cerdito Porky que a los santos obispos Cornelio y Cipriano, pueda atribuírseles «alguna autentica autoridad doctrinal» (32). Y nos horroriza reconocer en el vértice de la Iglesia, codo a codo con Bergoglio, al Tucho Fernández y al rabino Skorka. Nada de ingeniosas ecuaciones entre el Evangelio y el presente histórico: la única coincidencia advertible corresponde a la de la pasión de la Iglesia con la gloria del hampa.

    La Evangelii gaudium, en consonancia con un pensamiento ya largamente instalado en la Iglesia, trueca la soteriología por la eudemonía social, y ni siquiera aporta nada a esta última. No puede evitarse la referencia a I Thess. 5, 3: cum enim dixerint pax et securitas..., ni al célebre diálogo de Soloviev, cuando se alude a aquella obra pronto vertida a todas las lenguas para universal regocijo, escrita por "el Hombre venidero" y titulada «El camino abierto a la paz universal y el bienestar».

    In exspectatione
    Xaxi dio el Víctor.

  4. #4
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    Re: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    Juas, Ben Garrison es un conocido caricaturista progre, pero en internet hay un grupo neonazi dedicado a hacer viñetas antijudías y le ponen siempre su firma para molestarle. La cosa ya ha llegado lejos por lo que veo.

    Evangelii Gaudium, que todavía no he leído entera, es una mezcla de tonterías no novedosas, asi que en eso estamos como siempre, con un buen puñado de novedades nuevas, como es toda la crítica al libre mercado. Asi que quedáos con los párrafos buenos y pasad del resto.
    jasarhez dio el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  5. #5
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    Re: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    Cita Iniciado por Donoso Ver mensaje
    Evangelii Gaudium (...) es una mezcla de tonterías no novedosas, asi que en eso estamos como siempre, con un buen puñado de novedades nuevas, como es toda la crítica al libre mercado. Asi que quedáos con los párrafos buenos y pasad del resto.
    Eso mismo es lo que he decidido hacer yo. Con este Papa, siempre me encuentro en el mismo dilema... y siempre me veo obligado a tomarme lo que dice a beneficio de inventario. Pero no creo que pueda mantenerme durante mucho tiempo viviendo en esta dicotomía. Algún día tendré que resolver el dilema. En lo que a mi respecta, este Papa sería magnífico si haciendo, como hace, unas severas y certeras críticas al capitalismo, también hubiera sabido ser el más férreo defensor de la tradición católica.
    Última edición por jasarhez; 06/12/2013 a las 00:50

  6. #6
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    Re: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    Evangeli Gaudium contra Hispanismo.org

    Estoy leyendo la exhortación de francisco y la verdad es que es triste ver lo que están haciendo los que han tomado el control de la Iglesia.
    A partir del punto 93 francisco se explaya a gusto contra todos los que queremos ser católicos a la antigua usanza.



    No a la mundanidad espiritual
    93. La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de
    religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria
    del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor
    reprochaba a los fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os
    glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de
    Vale el testimonio de Santa Teresa de Lisieux, en su trato con aquella hermana que le resultaba
    particularmente desagradable, donde una experiencia interior tuvo un impacto decisivo: «Una
    tarde de invierno estaba yo cumpliendo, como de costumbre, mi dulce tarea para con la hermana
    Saint-Pierre. Hacía frío, anochecía... De pronto, oí a lo lejos el sonido armonioso de un
    instrumento musical. Entonces me imaginé un salón muy bien iluminado, todo resplandeciente
    de ricos dorados; y en él, señoritas elegantemente vestidas, prodigándose mutuamente cumplidos
    y cortesías mundanas. Luego posé la mirada en la pobre enferma, a quien yo sostenía. En lugar
    de una melodía, escuchaba de vez en cuando sus gemidos lastimeros [...] Yo no puedo expresar lo
    que pasó en mi alma. Lo único que sé es que el Señor la iluminó con los rayos de la verdad, los
    cuales sobrepasaban de tal modo el brillo tenebroso de las fiestas de la tierra, que no podía creer
    en mi felicidad» (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscrito C, 29 vo-30 ro, en Oeuvres complètes, Paris
    Dios?» (Jn 5,44). Es un modo sutil de buscar «sus propios intereses y no los
    de Cristo Jesús» (Flp 2,21). Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de
    personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar
    relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con
    pecados públicos, y por fuera todo parece correcto. Pero, si invadiera la
    Iglesia,
    «sería
    infinitamente
    más
    desastrosa
    que
    cualquiera
    otra
    mundanidad simplemente moral».

    94. Esta mundanidad puede alimentarse especialmente de dos maneras
    profundamente emparentadas. Una es la fascinación del gnosticismo, una
    fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada
    experiencia
    o
    una
    serie
    de
    razonamientos
    y
    conocimientos
    que
    supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda
    clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. La
    otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el
    fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros
    por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a
    cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad
    doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario,
    donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los
    demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en
    controlar. En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan
    verdaderamente.
    Son
    manifestaciones
    de
    un
    inmanentismo
    antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas
    de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangelizador.

    95. Esta oscura mundanidad se manifiesta en muchas actitudes
    aparentemente opuestas pero con la misma pretensión de «dominar el
    espacio de la Iglesia». En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia,
    de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el
    Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las
    necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte
    en una pieza de museo o en una posesión de pocos. En otros, la misma
    mundanidad espiritual se esconde detrás de una fascinación por mostrar
    conquistas sociales y políticas, o en una vanagloria ligada a la gestión de
    asuntos prácticos, o en un embeleso por las dinámicas de autoayuda y de
    realización autorreferencial. También puede traducirse en diversas formas
    de mostrarse a sí mismo en una densa vida social llena de salidas,
    reuniones, cenas, recepciones. O bien se despliega en un funcionalismo
    empresarial, cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones, donde
    el principal beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como
    organización.
    En todos los casos, no lleva el sello de Cristo
    encarnado, crucificado y resucitado, se encierra en grupos elitistas, no sale
    realmente a buscar a los perdidos ni a las inmensas multitudes sedientas
    de Cristo. Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una
    autocomplacencia egocéntrica.
    96. En este contexto, se alimenta la vanagloria de quienes se conforman
    con tener algún poder y prefieren ser generales de ejércitos derrotados
    antes que simples soldados de un escuadrón que sigue luchando. ¡Cuántas
    veces soñamos con planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien
    dibujados, propios de generales derrotados! Así negamos nuestra historia
    de Iglesia, que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de
    lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el
    trabajo que cansa, porque todo trabajo es «sudor de nuestra frente». En
    cambio, nos entretenemos vanidosos hablando sobre «lo que habría que
    hacer» –el pecado del «habriaqueísmo»– como maestros espirituales y sabios
    pastorales que señalan desde afuera. Cultivamos nuestra imaginación sin
    límites y perdemos contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel.
    97. Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos, rechaza
    la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione, destaca
    constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia. Ha
    replegado la referencia del corazón al horizonte cerrado de su inmanencia y
    sus intereses y, como consecuencia de esto, no aprende de sus pecados ni
    está auténticamente abierto al perdón. Es una tremenda corrupción con
    apariencia de bien. Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de
    salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres.
    ¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o
    pastorales! Esta mundanidad asfixiante se sana tomándole el gusto al aire
    puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros
    mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios. ¡No nos
    dejemos robar el Evangelio!

  7. #7
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    Re: Análisis resumido de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    He realizado una búsqueda exhaustiva palabra por palabra del evangeli gaudium, para saber cuantas veces repetía cada palabra y los resultados que he obtenido son bastante esclarecedores. Allá van:

    -evangelio: 93
    -alegría: 91 -culpa: 0
    -amor: 64 -pecado: 10
    -Jesucristo: 40 -Mesías: 1
    - belleza: 18 - castidad: 0
    - salvación: 12 - castigo: 0
    - pueblo: 61 - redentor: 0
    - cristiano: 20 - católico: 2
    - mundo: 62 - cielo: 5
    - Dios: 87 (-infierno: 0 - satanás: 1 - lucifer: 0)
    -libertad: 12 - miedo: 8
    - María: 10 - virgen: 2 - Virgen María: 1
    - santa: 12 - Santa María: 0
    - diálogo: 26 - penitencia: 0
    - social: 38 - conversión: 9
    - tierra: 20 - eterno: 1 -eternidad: 1
    - deseo: 17 - sacrificio: 3
    - personas: 39 - pecador: 1
    - renovación: 13 - redención: 2
    - dogma: 1 -inmutable: 1 -sólida: 4
    - nueva: 42 - nuevo 25 - reforma: 7
    - escuchar: 21 -afirmar: 0
    - pobres: 40 -trinidad 3 (y sólo 1 vez con santisima)
    - vida: 90 - muerte: 11
    - ternura: 11 - condena: 2
    - entusiasmo: 8 - contricción: 0
    - solidaridad: 12 - virtud: 3
    - compromiso: 25 (social) - deuda: 1 (economicamente)
    -misionero/a (35) - apóstol: 3
    -actual: 26 - antigua: 4
    -gozo: 10 -humillación: 1
    - corazón: 55 -santidad: 4
    - PASIÓN DE CRISTO: 0
    Última edición por tintaverde; 07/01/2014 a las 17:48
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