El texto original puede verse aquí.


Crítica de la conferencia de Christopher Check sobre Galileo.

Por Robert Sungenis


En Septiembre de 2014, Christopher Check, de Catholic Answers, dio una conferencia de una hora a un grupo de católicos en Arlington, Virginia, titulada, “Galileo a juicio: Por qué la Iglesia tenía razón.” Si bien en los muchos años anteriores ha habido un consenso católico mediante el cual se había entendido que la Iglesia se equivocó con Galileo, el Sr. Check representa una nueva táctica: declarar que la Iglesia tuvo razón aún cuando él cree que estuvo equivocada.

Aunque la disertación del Sr. Check parecía mantener al auditorio embelesado por la cantidad de hechos muy interesantes que aquélla contenía concernientes al caso Galileo que no son de conocimiento general, fue sólo al final de su conferencia en donde encontramos la verdadera razón por la que él comenzó una gira de conferencias afirmando que la Iglesia tuvo razón. Básicamente, el Sr. Check hizo lo que un gran número de apologistas de Galileo han estado haciendo siempre desde que el Cardenal Ratzinger sugirió una nueva forma de aproximarse al caso en su discurso en Parma, Italia, en 1990. La intención es hacer una separación entre los actos pastorales de la Iglesia y sus decretos doctrinales. Esto permite al apologista sostener que la Iglesia, en base a motivos pastorales, tuvo razón en parar los pies a Galileo, aún cuando la Iglesia estaba totalmente equivocada en los asuntos doctrinales, bíblicos y teológicos en relación con la tesis de Galileo. Tal y como lo presentaba el Sr. Check, “ésta fue una decisión pastoral hecha por el Cardenal Belarmino”, en lugar de ser una decisión doctrinal. Check añadió a continuación que “todo el mundo sabía lo que la Iglesia estaba haciendo”, dando a entender con esto que, sin que ningún clérigo del siglo XVII realmente dijera nada semejante, todo el mundo creía que Galileo tenía razón y, de esta forma, todo el mundo estaba de acuerdo en que la única cosa que la Iglesia podía hacer era la de simular o dar una apariencia de que estaban condenando a Galileo cuando realmente todo el tiempo creían que él estaba en lo cierto. En esencia: que la respuesta de la Iglesia a Galileo no fue más, en estimación del Sr. Check, que una puesta en escena.

Pero quizá esta nueva apologética pueda remontar su origen más lejos hasta llegar al Cardenal Newman, el cual, de acuerdo con el Sr. Check, dijo que resultaba aceptable para la Iglesia de los tiempos de Galileo “mostrarse solícita con el popular sentido religioso” del pueblo para que así éste no se desalentara por el hecho de averiguar que la Iglesia había estado interpretando las Escrituas erróneamente durante los dieciseis siglos anteriores a Galileo y que la Iglesia incluso no había reconocido su error hasta que Galileo les corrigió. El Sr. Check cita al Cardenal Newman diciendo que “Galileo puede que tuviera razón” y que la decisión de la Iglesia contra él “fue prudente, no deshonesta”.

Desafortunadamente, éste es el tipo de apologética deformada en la que los católicos se ven forzados a revolcarse cuando aceptan la afirmación de la ciencia moderna de que el heliocentrismo es el sistema verdadero del cosmos. La Iglesia se convierte, así, en una institución engañosa o con duplicidad, la cual únicamente está interesada en salvar su cara o reputación, y de esta forma se ve forzada a recurrir a la estratagema de la “pastoral” para así hacer parecer como si estuvieran preocupados por las almas de la gente cuando en realidad sus clérigos estarían derrumbando la doctrina tradicional de la Iglesia y, de esa forma, estarían dando veneno a su rebaño. Soprendentemente, ni el Sr. Check ni nadie de su auditorio parecían tener ningún problema con esta apologética especiosa e hipócrita.

Las cosas parecieron ir yendo de forma muy fluida y llana para el Sr. Check durante su conferencia y durante el tiempo de preguntas y respuestas. Las primeras preguntas no fueron de mucho calado en absoluto. Pero la atmósfera cambió rápidamente en la última pregunta misma formulada por un hombre llamado “Robert” de, irónicamente, San Diego, California, que es donde tiene el domicilio Catholic Answers, que es para quien trabaja el Sr. Check. Ya que el Sr. Check había estado proponiendo toda la noche que el caso Galileo no tenía nada que ver con la doctrina y todo que ver con un intento de la Iglesia de proteger al pueblo católico de quedar desalentado, “Robert” envió esta pregunta por email diciendo:

“¿Cómo es que esto no es un asunto de doctrina si Galileo fue considerado vehementemente sospechoso de herejía?”

… Robert añadió a continuación que cuando uno es sospechoso de herejía eso significa que su posición es ofensiva para la Fe. Fue como si una bomba explotara en el auditorio. El Sr. Check fue pillado en el mismísimo dilema que él había estado intentando evitar toda la noche. Pero, en otro sentido, no creo que el Sr. Check se sorprendiera enteramente por la pregunta. Todo estudioso del caso Galileo que se precie tendrá inevitablemente que vérselas con esta cuestión particular en algún momento de sus estudios. Era muy evidente, considerando su respuesta a “Robert”, que el Sr. Check, efectivamente, se las había visto con esa pregunta en el pasado, pero había llegado finalmente a una respuesta autosatisfactoria, y esa respuesta ha sido la precisa razón por la que el Sr. Check está dando conferencias por todo el país afirmando que “la Iglesia tuvo razón.” El Sr. Check respondió francamente a Robert (aunque tartamudeando tan rápidamente en este punto que parecía estar faenando de la mejor manera para tratar de zafarse de este enigma) con las siguientes palabras:

“Las cuestiones de fe y de moral, que son una esfera muy limitada del Magisterio que la infalibilidad del Santo Padre cubre…”

y el caso Galileo…

“…no es una materia de doctrina porque (interrumpido por tartamudeo y risa) no forma parte de la doctrina la forma en que es construido el universo ni la forma en que son construidos los puentes; y gracias a Newton el cual nos mostró cómo construir puentes… éstas no son cuestiones doctrinales.”

Cuando escuché este especioso sinsentido viniendo de las cuerdas vocales del Sr. Check, en un sentido me sentí extremadamente apenado por este hombre. Los apologistas de Galileo se las han estado viendo durante siglos con cómo explicar que, si la Iglesia ha sido siempre guiada por el Espíritu Santo, ¿cómo podría, por un lado, haber abandonado el Espíritu Santo Sus responsabilidades y, por otro lado, cómo podría la Iglesia habérse negado a escuchar al Espíritu Santo si, en efecto, sus doctrinas han de ser preservadas para siempre y no han de prevalecer las puertas del infierno? El Sr. Check no abordó esta importantísima cuestión, pero sin embargo tiene su origen directo en la promesa de Jesús en Juan 16:14 de que el Espíritu Santo conduciría a la Iglesia a TODA la verdad (no solamente a alguna verdad o únicamente durante un cierto tiempo). Era obvia la razón por la que el Sr. Check evitó abordar esto, ya que él había dado a entender que, si bien el Espíritu Santo se encarga de las decisiones “doctrinales” de la Iglesia, los prelados de la Iglesia poseen el control de las decisiones “pastorales”, y, de esta forma, sólo las primeras son infalibles. De ahí que, optando por la solución “pastoral” se consigue sacar del atolladero al Espíritu Santo, ciertamente, y carga el muerto a los clérigos de los tiempos de Galileo, a los cuales, a juicio del Sr. Check, no se les podría culpar de todas formas ya que ellos simplemente estaban tratando de ser buenos pastores y de mantener a sus feligreses fuera del peligro de caer en un desaliento. A partir del astuto juego de manos del Sr. Check, se nos hace de esta forma desviar nuestra atención de considerar que esos papas y cardenales del siglo XVII realmente mintieron a sus feligreses para salvar sus propias caras. Esa sinuosa posibilidad fue simplemente barrida y ocultada bajo la alfombra por el Sr. Check, y nadie en la audiencia pareció darse cuenta de su barrido.

Permítasenos analizar más detalladamente las anteriores palabras del Sr. Check. Cuando él dice, “Las cuestiones de fe y de moral, que son una esfera muy limitada del Magisterio que la infalibilidad del Santo Padre cubre”, observamos remanentes de la vieja pero leal apologética que es usada frecuentemente en la apologética del caso Galileo, es decir, puesto que el papa no declaró por ninguna declaración infalible la oposición de la Iglesia contra Galileo y el heliocentrismo, entonces nada de lo que fue condenado en relación a Galileo tiene relevancia vinculante alguna hoy en día. Nadie tiene en cuenta que la doctrina de la infalibilidad papal no se abordaría o definiría aún hasta 250 años después en 1870, ni que, puesto que la mayoría de los estudiosos de Galileo admiten que ni el Papa Pablo V ni Urbano VIII consideraron reformables sus condenaciones contra Galileo, los apologistas Católicos sacarán invariablemente la carta de la infalibilidad siempre que surjan presiones doctrinales delicadas de ese tipo.

Sea como fuere, el Sr. Check tampoco mencionó el magisterio Ordinario ni el consenso de los Padres de la Iglesia, ni incluso la tradición de 1600 años de la Iglesia, los cuales todos ellos fueron sólidamente geocéntricos y, puesto que esa enseñanza fue continuada de manera ininterrumpida, es considerada “infalible” no sólo por la Iglesia tradicional sino incluso también conforme a los estándares del Vaticano II (véase Lumen Gentium 12 y 25). Fue casi como si el Sr. Check rechazara deliberadamente la tradición y no quisiera que el auditorio se percatara de ello. En su lugar, por el contrario, el único Evangelio que el Sr. Check aceptaba como infalible era el consenso científico popular de que el heliocentrismo es el único modelo posible de la cosmología, aún cuando él no presentó ninguna prueba en favor de lo que ha venido a ser su premisa fundacional o fundamental.

Tal y como están las cosas, la presunción del Sr. Check de que las “cuestiones de fe y de moral son una esfera muy limitada del Magisterio” es totalmente errónea. El magisterio de la Iglesia se ha estado ocupando del trabajo de determinar la fe y la moral desde su inicio. Todo lo que uno necesita hacer es leer el enorme tratado de Denzinger, Las Fuentes del Dogma Católica [Nota mía. Es el título inglés de la famosa obra Enchiridion Symbolorum et Definitionum], para descubrir una amplia muestra de incidentes o episodios en los que la Iglesia ha abordado o tratado prácticamente con casi todos los matices de la fe y la moral a través de los siglos. Al final, parecía que el Sr. Check trataba de decir cualquier cosa que pudiera para tratar de hacer que pareciera como si el caso Galileo no fuera un asunto de doctrina pues, de lo contrario, por supuesto, toda su tesis, y de esta forma todas sus series de conferencias de costa a costa, se desvanecerían.

A continuación, el Sr. Check dijo que el caso Galileo “…no es una materia de doctrina porque (…) no forma parte de la doctrina la forma en que es construido el universo ni la forma en que son construidos los puentes; y gracias a Newton el cual nos mostró cómo construir puentes… éstas no son cuestiones doctrinales.” En primer lugar, por supuesto, el Sr. Check debe, pues, saltar justo por encima del hecho de que puesto que Galileo fue convicto de ser “vehementemente sospechoso de herejía”, lógicamente, pues, la Iglesia debió de haber emitido el pronunciamiento o calificación de la herejía antes de que Galileo fuera declarado convicto de ella, pues de lo contrario él nunca podría haber sido “sospechoso” de ella. Aunque tales pronunciamientos o calificaciones trataban únicamente de doctrina y no de cuestiones pastorales, sin embargo, el Sr. Check no tenía explicación ninguna para la contradicción que él estaba planteando.

En segundo lugar, el Sr. Check debe también saltar justo por encima del hecho de que el Cardenal Belarmino ya había tratado con la cuestión de “la forma en que es construido el universo” y, de esta forma, había aclarado a Galileo que el problema real era que cuando la Escritura daba información específica acerca de qué giraba alrededor de qué, era exactamente igual de verdadero que cuando la Escritura decía que Jacob tuvo doce hijos o que Jesús resucitó de entre los muertos. Éstos eran hechos históricos de la Escritura, y como tales, eran doctrina. Cualquiera que negara estos hechos históricos necesariamente estaría negando la inerrancia de la Escritura (o, como lo llamaba Belarmino, eran materia de fe ex parte dicentis), todo lo cual constituía la única y verdadera cuestión entre la Iglesia y Galileo. El Sr. Check no menciona nunca siquiera este aspecto crucial de la controversia de Galileo, mucho menos instruye al auditorio acerca de su relevancia extrema en el debate.

En tercer lugar, la elocuente e insustancial referencia del Sr. Check a Isaac Newton como el “constructor de puentes” que mostró a la Iglesia por qué estaba equivocada al condenar el universo de Galileo, es igualmente especiosa. Aunque el Sr. Check dijo al auditorio que su padre fue un “físico nuclear”, resultó patente que ni el Sr. Check ni su padre que le tutoreó en física han tomado nunca las ecuaciones de Newton llevándolas hasta sus lógicas consecuencias. Por un lado, si la mecánica de Newton se limitara exclusivamente al Sol y a la Tierra y no tuviéramos en cuenta todas las estrellas y galaxias que se han descubierto desde los tiempos de Edwin Hubble en los años ´20, entonces, sí, parecería que la Iglesia estuvo equivocada y que Galileo tenía razón. Pero por otro lado, igual que la astronomía de hoy en día cree que el Sol está regido por la gravedad de la Vía Láctea alrededor de la cual gira a 600 millas por hora [Nota mía. 600 millas/h = 965,6 kilómetros/h], así también sabemos que el pequeño sistema visualizado por Newton que hacía independientes al Sol y a la Tierra del resto del universo es falaz de acuerdo con la moderna cosmología. Doscientos años después de Newton, el físico Ernst Mach explicó que la gravedad del universo, particularmente la de sus estrellas y galaxias, manifiestan una tremenda fuerza en nuestro pequeño sistema Sol-Tierra, argumentando hasta el punto de decir que cuando alguien se cae o desprende de un tiovivo que está girando es debido a la gravedad de las estrellas. De hecho, Mach admitió que si usamos las leyes de la mecánica de Newton, podríamos fácilmente decir que todo el universo rota alrededor de la Tierra, de tal forma que la Tierra pueda ocupar el centro de masas del universo (siendo el “centro de masas” una de las enseñanzas más importantes de Newton). Einstein dijo lo mismo. Su teoría de la Relatividad Especial de 1905 hacía que todo movimiento fuera relativo, y su teoría de la Relatividad General de 1915 decía que era igual de posible que el universo rotara alrededor de una Tierra fija que el que la Tierra rotara dentro de un universo fijo. O bien el Sr. Check era inconsciente de estos desarrollos científicos o bien los ocultó deliberadamente a su auditorio. El único hecho científico al que el Sr. Check hizo referencia en su conferencia (por el cual le doy mi elogio) era que el paralaje estelar (la respuesta popular usada incluso hoy en día por astrónomos modernos para intentar probar el heliocentrismo) no podía probar el heliocentrismo, ya que el modelo geocéntrico de Tycho podía explicarlo igual de bien, además de ser capaz de explicar también las fases de Venus.

Si el Sr. Check hubiera estado únicamente igual de abierto acerca de la reprocidad del sistema de Newton, como lo estuvo con el del sistema de Tycho, habría hecho un avance crucial en la apologética católica sobre el caso Galileo y habría venido a conocer la verdadera razón por la que la “Iglesia tuvo razón”. Por desgracia, el Sr. Check no pudo seguir sus argumentos hasta sus lógicas consecuencias ya que sus superiores ya han decidido que no se permita ningún universo geocéntrico en el catolicismo moderno, sin importar lo que muestren las evidencias. Desafortunadamente, los católicos modernistas se han ido a dormir a la misma cama con la élite científica propugnadora del Big Bang y ningún grupo quiere que ningún intruso geocentrista perturbe la fiesta de pijamas.

Finalmente, el Sr. Check cometió algunos otros errores y omisiones en su conferencia. Él afirmó que la Iglesia usó el modelo de sistema solar de Copérnico para ajustar el calendario Juliano. Pero aunque el Papa León llamó a Copérnico para ayudar a ajustar el calendario (lo cual Copérnico creía que podía hacerlo si el Sol y la Tierra intercambiaban sus posiciones), la realidad es que el modelo de Copérnico no contribuyó en nada para ajustar el calendario. De hecho, si la Iglesia hubiera utilizado el modelo de Copérnico, habría hecho peor aún el calendario, ya que Copérnico no pudo nunca conseguir que su modelo funcionara correctamente. Aunque el Sr. Check menciona dos veces que Galileo usó órbitas circulares perfectas para su modelo, él nunca mencionó el hecho de que Copérnico hizo lo mismo, y ésa fue la principal razón de que ni el modelo de Galileo ni el de Copérnico funcionaran nunca. El Sr. Check también omite mencionar que para poder conseguir que su modelo incluso se acercara a la exactitud del de Ptolomeo, Copérnico tuvo que añadir 48 epiciclos. Para el momento en que Copérnico lo tuvo hecho, ¡él tenía más epiciclos que Ptolomeo!

Otro ejemplo en el que el Sr. Check dio un análisis erróneo fue en su intento de hacer parecer como si la única razón por la que el Papa Urbano VIII atacó a Galileo por hereje fuera porque Galileo había ridiculizado al papa cuando puso sus palabras en boca del ignorante Simplicio en la última página del Diálogo. Ésta ha sido una apologética católica común durante muchos años, por lo que no culpo al Sr. Check de haberla inventado. Todo lo que se necesita decir aquí es que los historiadores de Galileo están ahora de acuerdo en que la causa de la condena no fue por motivos de un papa ofendido. Por el contrario, una búsqueda extensiva en los archivos de Galileo revelan que el Papa Urbano atacó a Galileo por la misma razón por la que lo hizo San Roberto Belarmino: porque la doctrina de Galileo suponía un ataque contra la inerrancia de la Sagrada Escritura y, de esta forma, suponía un ataque directo contra la veracidad de la misma Iglesia Católica. Esta resolución de Urbano VIII aparece claramente evidente en el intercambio de cartas a lo largo de un año que él tuvo con el Gran Duque de Toscana, Cosimo II de Medicis, en 1631, dos años antes de que Galileo fuera declarado convicto.

El Sr. Check también dijo lo siguiente: “el papa nunca declaró al geocentrismo como una doctrina, aunque tampoco hizo nunca del heliocentrismo una doctrina.” Si bien es cierto que ningún papa ha declarado al heliocentrismo como una doctrina, el papa condenó, en términos inequívocos, el heliocentrismo como “formalmente herético” y/o “erróneo en la fe”. Después de la condena, Urbano VIII envió cartas oficiales a todos los nuncios papales y universidades de Europa anunciándoles, y exigiendo su fidelidad a lo que había dirigido y aprobado en el juicio de Galileo de 1633. Como tal, no puede tomarse a la ligera el hecho de que dos papas aprobaran las recomendaciones de sus Santos Oficios para denunciar al heliocentrismo como herético.

Pero el Sr. Check, y la mayoría de los apologistas católicos de hoy, quieren ocultar o excusar al papa de una implicación semejante afirmando que cualquiera que fuere su implicación en la condena de Galileo, a menos que fuera hecha mediante un pronunciamiento infalible formal, no se la ha de considerar como una cosa que represente algo importante para la sensibilidad del católico y, por tanto, puede ser dejado a un lado. Ellos acuden a estas medidas desesperadas, por supuesto, porque ellos comienzan siempre con la premisa de que la Iglesia se equivocó al condenar a Galileo y al heliocentrismo. Y puesto que, tras tomar esa decisión crucial sin embargo todavía han de seguir protegiendo al papa a toda costa (pues de lo contrario la Iglesia Católica se destruiría en un momento si un papa fuera encontrado habiendo sostenido oficialmente un error), es por ello que ningún nivel inferior de autoridad que el papa hubiera podido haber emitido o aprobado deberá considerarse ni autoritativo ni relevante.

Cualquiera que conozca el prodecimiento oficial o protocolo católico, sin embargo, sabe que una argumentación semejante simplemente se vuelve en contra de aquéllos que la utilizan. De ser así, no sólo limitaría la doctrina católica vinculante para los católicos solamente a los dos casos en que un papa ha declarado infaliblemente una doctrina (esto es, la Asunción de María en 1950 y la doctrina de la infalibilidad papal en 1870), sino que también pone invariablemente en cuestión cualquier otra decisión papal que haya sido formulada en un nivel inferior de autoridad, aparte de ignorar el magisterio Ordinario que enseñó el geocentrismo durante dieciseis siglos antes de Galileo, así como igualmente el consenso de los Padres de la Iglesia que engendraron las creencias y prácticas del magisterio Ordinario.

Al final, los apologistas modernos de Galileo, como Christopher Check, cuelan el mosquito y se tragan el camello. Sus mismos esfuerzos por salvar a la Iglesia terminan por destruir a la Iglesia. No solamente hacen de los clérigos católicos del siglo XVII unos mentirosos que mentían para salvar sus propias caras, sino que virtualmente destruyen la autoridad del papado, así como al magisterio Ordinario y al consenso de los Padres de la Iglesia. Todo esto ha tenido lugar porque ellos han puesto su íntegra confianza en el consenso popular de la ciencia moderna como el determinante infalible en relación a cómo van los cielos; en lugar de considerar a la Iglesia (por no decir al Espíritu Santo) como el determinante infalible de los límites de la ciencia natural.

Robert Sungenis

24 de Septiembre de 2014.



Fuente: GALILEO WAS WRONG