Devocionario del Requeté
Presentamos hoy, día de la Inmaculada Concepción, Patrona Mayor de las Españas y Patrona del Requeté, el Devocionario de éste en el facsímil de un ejemplar curtido en la Sierra de Guadarrama durante la Cruzada de Liberación 1936-1939. Refleja y nutre a un tiempo el espíritu de miles de carlistas encuadrados en la organización militar de la Comunión Tradicionalista: el de aquellos que morían en defensa del hogar, la patria, el santuario, repitiendo la gesta de los macabeos. Según el prólogo de una edición de 1979, los requetés morían con «la oración en sus labios y el Devocionario apretado entre sus manos».
Este espíritu fue recogido por López-Sanz en Navarra en la Cruzada, donde narra cómo un requeté prisionero en Rentería, decía: «Por favor, dadme la boina que quiero morir con ella puesta como el mejor salvoconducto para presentarme delante de Dios, por quien muero». Y otro de Fustiñana: «Si me matan no llores porque moriré por los tres ideales santos que son Dios, Patria y Rey». No morían ni por el sistema métrico decimal, ni por un salario, ni por una utopía.
El origen del Requeté se remonta mucho más allá de la II República. Durante su exilio, el Rey Don Jaime de Borbón conoció las hazañas de los Camelots du Roi, organización de la Acción Francesa, que destacaba en la lucha callejera en defensa de la causa a la que se habían entregado, que evolucionaba cada vez más hacia un cierto tradicionalismo. Viendo las ventajas de aquel nuevo encuadramiento y de sus métodos, Jaime III decidió la creación de un grupo similar dentro del Carlismo, pero no sólo encaminado a los choques callejeros, sino también de tipo militar. Para su instrucción se puso al frente el General Llorens. Antiguos oficiales y jefes de los Reales Ejércitos de Don Carlos VII ampliaron la formación.
A don Manuel Fal Conde, Jefe Delegado del Rey Don Alfonso Carlos (luego seguiría siéndolo bajo la regencia de Don Javier de Borbón y en la primera etapa del reinado de éste) debemos este Devocionario, además de la Ordenanza del Requeté (su parte doctrinal; los aspectos propiamente militares de las Ordenanzas y Reglamentos del Requeté son obra del bilaureado General José Enrique Varela Iglesias) y la Ordenanza de las Margaritas. En el Devocionario del Requeté supo combinar el sano espíritu popular español, la mística militar y la más recia teología. Así, mientras que en las conmemoraciones fúnebres europeas se iba imponiendo el homenaje al soldado desconocido, Fal Conde —hostil al carácter laicista tanto de estas nuevas ceremonias de origen francés, como de las que poco después intentarían imponerse en la España nacional con el calco italiano de «caídos» y «¡presentes!»—, encontró un atractivo e impactante lema: «Ante Dios nunca serás héroe anónimo».
No vamos a detenernos ahora en el papel del Requeté en la Cruzada 1936-1939, ni en el intento de asimilarlo y suprimirlo que se llevó a cabo en la etapa más totalitaria del franquismo. El Requeté nunca desapareció del todo. A pesar del enorme tributo de sangre entregado en la guerra, sus veteranos no sólo formaron hermandades piadosas y equipos deportivos. El Requeté activo se reorganizó en la clandestinidad y para la década de 1950 era ya otra vez una fuerza considerable. Si hasta en tiempo de guerra eran exigentes las condiciones de admisión a sus filas, en la paz se reservaban a los mejores y más ejemplares militantes de la Comunión Tradicionalista. El encuadramiento e instrucción eran además obligatorios para los miembros varones de la AET (Agrupación Escolar Tradicionalista, o Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas, según lugar y épocas), que cumplían una especie de milicia universitaria adicional.
En la década de 1960 ya desfilaba abiertamente en Montejurra y otras concentraciones carlistas. Durante todo este tiempo el Requeté también participó en numerosas acciones de resistencia, por ejemplo contra la propaganda protestante.
Descoyuntado, como toda la organización carlista, por Carlos Hugo y sus colaboradores, después de utilizado para sus oscuros manejos, el entonces Príncipe de Asturias, actuando él mismo como Jefe Delegado supuestamente en nombre de su padre Don Javier, decidió la disolución del Requeté durante su rápido tránsito final del colaboracionismo franquista al socialismo autogestionario. Los modos tercermundistas que entonces intentó imponer no eran compatibles con la recia organización militar. Tampoco tuvo éxito este nuevo intento de supresión. Jefes y oficiales del Requeté que permanecieron fieles lo reconstruirían, bajo el delegado nacional José Arturo Márquez de Prado, por orden de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, cuando éste tomó la bandera de la Causa.
Las circunstancias de las décadas de 1970 y 1980 no eran las mismas. Ante las dificultades de mantener una organización digna y operativa del Requeté, Don Sixto Enrique decidió suspender sus actividades. Suspendidas siguen. Hasta que el Abanderado lo decida, no hay hoy Requeté activo en España.
Para acceder al Devocionario del Requeté en formato pdf, pulsar sobre el siguiente enlace:
Devocionario del Requeté « Comunión Tradicionalista
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