Senor, Excelente Articulo.
Lo escribio usando los conceptos del enemigo, muy pocos Tradicionalistas se toman la molestia de estudiar psiconalisis.
Como puedo comprender el Deseo como antitesis de la Identificacion?
atentos saludos,
A.
Este es un extracto de un artículo que he escrito, "Metafísica del Homosexualismo", y que en breve se publicará en el portal de Esclat. Pretendo con ello desvelar el fenómeno homosexualidad más allá de las definiciones folclóricas , simpáticas o provenientes de disciplinas profanas como la biología, la sexología o la psicología necia. El fenómeno no es un tema baladí, es un asunto mucho más crudo de lo que parece y merece ser vislumbrado con ojos más fieles que los amantes del circo y del teatro del mundo. El homosexualismo no es una "opción" ni siquiera un condicionamiento genético, el homosexualismo tampoco es una cuestión específicamente sexual y mucho menos la limitada a la sexualidad entre individuos del mismo sexo, tales son las descripciones ingenuas, estrechas o excesivamente generosas del fenómeno en tanto que lo vienen a colocar en el mundo como una cosa entre tantas sin especial especificidad. Homosexualismo es la fuente de toda perversión, y solo quien vea esto puede luego habérselas con el ser del fenómeno. Raíz de perversión que ni mucho menos se limita a lo sexual; por ello lo menciono como ejemplar supremo del Mal. Ahí va el extracto, que aunque extenso, espero lleve el dardo al centro de la diana:
"El homosexual siente abominación por la Madre. La Madre no es su madre. Sino que a través de su madre adviene el arquetipo de la mujer que funda luego su relación con las mujeres fenoménicas. Si este arquetipo no se vislumbra en su ser jamás se supera y se convierte en el diablo que persigue al condenado. Ver el ser de la mujer a través de la madre, es reconciliarse con la misma, y esto es acabar con el juego que realiza la Realidad neurótica ( homosexual ) de afirmar por medio de la negación y de negar por medio de la afirmación.
La escisión edipiana del homosexual es la siguiente: el amor en tanto que identificación y el deseo en tanto que corrupción de esa identificación van a la par. El uno es posible gracias al otro pero por ello mismo ambos son imposibles. Solo cuando el deseo perverso de la corrupción finaliza y el amor narcisista de la identificación se finiquita pueden advenir un deseo y un amor no imposibles, no contradictorios, sino genuinos, superando la telaraña del arquetipo materno en el que se encuentra el homosexual neurótico. Este amor y deseo posibles ( verdaderos ) y por ello los únicos y eternos ( de los que no se apercibe el extraviado ) no merecen ser llamados amor y mucho menos deseo por lo gastadas de esas palabras. Fraternidad, paz y amor cristiano lo definen mucho mejor. El sacramento cristiano del matrimonio permite sancionar un amor que va mucho más allá del goce sadomasoquista ( identificación-deseo ) , puesto que se funda en la superación del arquetipo Madre y une lo que estaba separado. Pues Dios hizo a la mujer y al hombre una sola carne. El verdadero amor es el hermanamiento de los contrarios y por ello la disolución de la contradicción, de la duda, la disipación de todo mal. Pero ese amor es eterno y para advertirlo es preciso darse cuenta de que siempre está ahí pues Dios ama. Esto es revelado con la pasión , muerte y resurrección de Jesucristo.
Decir que el homosexual no supera el arquetipo Madre es decir que no ha dejado nunca de desearla ( sea consciente o inconscientemente ) y por ello mismo no ha dejado nunca de identificarse con ella ( sea consciente e inconscientemente ). Su forma neurótica de pagar la culpa de la identificación es cometiendo la culpa del deseo. Y su forma neurótica de pagar la culpa del deseo es cometiendo la culpa de la identificación. Así es afeminado e invertido profundo paga su culpa con un aparente deseo de mujeres. Y el deseoso profundo de mujeres ( del arquetipo Madre ) paga la culpa y salva a la Madre ( y con ella a todas las mujeres ) por la mascarada de la identificación que puede llegar al travestismo. Pero tanto el que en el plano consciente desea afanosamente como el que en el plano consciente es un afeminado o travestido no han escapado de la rueda del deseo y de la identificación. El que desea se proyecta falsamente en el padre como coartada para recuperar indirectamente a la madre sustituyéndola por otra mujer. No hace más que cambiar un fenómeno por otro ( una mujer por otra ) pero el arquetipo sigue presente, no se ha superado. El que no desea mujeres se proyecta también falsamente en el padre por medio del odio, o simplemente proyecta una falsa identificación con la madre que le permite seguir deseándola de forma soterrada. Cómo? Deseándose a sí mismo. Por ello todo narcisista ( y del mismo modo todo travestido ) son homosexuales. La mascarada del autoerotismo permite seguir anclado en la madre ( aunque no se reconozca ). Y la madre que adula al hijo autoerótico logra retenerlo en su nido. La mascarada del donjuanismo o deseo afanoso permite por su parte ser odiado por la Madre ( es decir por la mujer ) y con ello mantener soterrada la identificación ( el saberse a sí mismo como Madre, como mujer y por ello como invertido: homosexual ).
La inversión consiste en negar al ser, en la perdida del ser que es la perdida del Falo, y sustituir al ser por un juego neurótico de pares contrarios anclados en la madre que son el fundamento del deseo y de todo aberrosexualismo.
Invertir es la incapacidad para con la autenticidad. Ser auténtico es poder ser; dejar al ser ser. El hombre es auténtico si es hombre. Esto es, si asciende por encima de la pezuña hendida del arquetipo Madre ( Idea de la que salen todas las mujeres como su encarnación ) con lo cual va más allá del Padre ( que juega un papel secundario de mascarada que permite un juego indirecto con la madre, es decir, permite ocultar la ligazón con la madre y aparentar tener el Falo ) y recupera el Falo, que es el Ser perdido. El Falo es la virilidad trascendente : el paraíso que se perdió con la falta. La falta es el incesto. Y el incesto como se ha visto es de naturaleza homosexual ( identificación y amor/odio hacia la madre ). La prohibición del incesto no debe entenderse como la prohibición represora que se impone el neurótico para seguir transgrediendo sino como la exigencia para evitar la falta y dejar que el ser ( el falo ) advenga. Pero solo cuando el hombre es auténtico y se pone delante de su ser , puede poner a la mujer en su sitio y dejarla ser en tanto que mujer y no mediatizarla por su delirio neurótico-homosexual. Es entonces cuando puede amar y con ello salvar a la mujer. Por ello el homosexual es incapaz de amar, en el sentido verdadero de la palabra. Y solo desea o tiene afán de posesión, se identifica o satisface su goce narcisista.
Hemos visto que el narcisismo, el donjuanismo, el travestismo, el deseo afanoso y con ello todas las perversiones así como la mojigatería y el afeminamiento no son más que fenómenos del epifenómeno homosexualidad que es la esencia del incesto.
Es por ello por lo que se puede decir ya con fundamento que la homosexualidad es raíz de todo mal en tanto que movida por su cólera destructiva, edipiana, solo repitiendo la culpa y regocijándose con ella ( con malicia y perversión, de ahí el “orgullo” homosexual ) puede habérselas con ella. Lejos de estar ante un sincero arrepentimiento estamos ante la soberbia del pecador. El afán destructor ( destruirse a sí mismo y a la madre-mujer en tanto que negándose a sí mismo mediante la negación de la mujer y con ello la negación de la armonía y el orden tradicional de los sexos ) es el que mueve al homosexual y a su primo el perverso. Negarse a sí mismo es permanecer anclado en las tinieblas del útero materno y no trascenderlas. Es el poder uránico el que viene a salvar de ese extravío telúrico. La identificación con la madre presupone el mundo dual. Impide abrirse a lo que viene. El deseo incestuoso obra otro tanto. Deseo e identificación estuvieron un día unidos en las tinieblas del útero. La perdida de esta unidad constituye el lamento del neurótico y el origen de su rebelión. Pero esta unidad en la madre y en la tierra era la caída en la generación. Y la caída en la generación es el arrastrar el delito cometido por el primer hombre. Que no es otro que querer suplantar a dios, es decir , negarlo, es decir, envilecerse con el olvido de Dios y de la Ley. La generación es el polo oscuro de la vida, el matriarcado. Y el matriarcado rige cuando los hombre se apartan ( se olvidan ) de la Ley, que es la Verdad, que es el Origen, que es la Luz.
La rebelión homosexual es una rebelión matriarcal. El homosexual mata en sí el hombre que el mismo es y con ello le rinde tributo a la mujer ( prefigurada en la matriz madre ). Rendirle tributo a la mujer es su modo de pagar la culpa de ser hombre. Evita ser hombre porque quiere ser mujer. Y no se da cuenta de que la culpa consiste en querer ser mujer y no ser hombre. Si fuera hombre no se mataría a sí mismo ( como edipo ) y no reviviría sin darse cuenta el crimen cometido del incesto. Para salir de ese encadenamiento esquizofrénico es menester recordar el delito cometido. Pero recordarlo es ya pagar la culpa. Porque es reconocer el delito como delito. Y entonces adviene la conciencia de culpa y con ello el fín de la culpa ( la redención ). Y esta conciencia de culpa es la que evita asumir el homosexual y el criminal y más bien les mueve un placer mórbido de regocijarse con ella, no querer asumirla, es decir, no querer trascenderla. Dejar de desear a la madre, y con ello, dejar de desear a la mujer ( es decir, de estar movido por el afán sexualista de la corrupción de la identificación de la que se es preso y que se pretende sortear, y con ello mantener, mediante su hipócrita negación o envilecimiento ) es dejar de querer ser como la madre ( como la mujer ) y con ello dejar de amar enfermizamente a la mujer o madre y con ello, estando más allá del deseo y de la imitación egoica, es ser hombre en sentido estricto: quietud, suficiencia, unificación más allá de la escisión y lo cambiante, amor puro y entereza regia. Sin corrupción, sin deseo, sin mimetismo pusilánime el hombre se reconcilia con la mujer y Adán remeda la culpa cometida por Eva que le arrastró al fango del cenagal diabólico.
La mujer toma consciencia del Ser y deja de ser una proyección sadomasoquista del hombre, toma entidad, retornando al origen, esto es, torna a ser una con él e iluminada por él.
La Modernidad no es una época de la historia , es la culpa que se resiste a hacerse consciente ( y con ello ser finiquitada ) , es decir, la culpa soberbia que niega la revelación, y que más que nunca ha oscurecido el espíritu en nuestros días.
Asistimos pues a un regreso al cenagal, a un regreso al lugar del crimen. Asistimos a un regreso inconsciente del trauma reprimido. El Matriarcado constituye el triunfo de la subversión moderna, edipiana, contra la Luz y la claridad del Patriarcado ( de la autenticidad del hombre que funda la civilización y deja en su lugar a la mujer ).
Con el Matriarcado todo lo imposible es posible. Puesto que es el mundo al revés, la subversión, el Mal se deleita concibiéndose a sí mismo como real o único ser ( utopía revolucionaria ) y su espíritu antagonista, rebelde, subversivo le lleva a la destrucción de todo lo que sea luz sobre las sombras, de toda unidad, de toda razón. De ahí el delirio irracional del relativismo de un Foucault pero también de la degradación utópica de un Willhelm Reich ( ambos, todo hay que decirlo, homosexuales ). Pero el matriarcado solo es posible en tanto que el hombre lo permite, esto es, recapitula.
Negar la responsabilidad, la toma de consciencia es caer en la superchería, en el dogmatismo del dualismo : el homosexual, el narcisista, el perverso, conciben un mundo dual marcado por la escisión que padecen con el útero materno , su afirmación solo se realiza en su negación. Viven de la guerra perpetua al otro. Pero no se dan cuenta de que él y el otro ( lo femenino del mundo ) son ya siempre lo mismo. No querer reconocerlo es, paradójicamente, afanarse por suplantar a lo femenino ( dejando de ser hombre ) o afanarse por desearlo ( es decir mancillarlo ) lo cual satisface el goce masoquista del que oculta el delito de querer suplantar lo femenino y que por ello necesita ser castigado. Toda suplantación es ya un castigo, un querer morir. Robar al otro su ser es dejar de ser uno mismo. Por ello sadismo y masoquismo van a la par. El homosexual es un suicida delirante. Darse cuenta de que la otredad y la mismidad son en el fondo lo mismo es salir del útero materno ( dualidad ) y del mundo de la máscara y el reconocimiento y es asomar la cabeza al límpido cielo de la Idea, de Dios, donde no hay lucha encarnizada ni inmolación sino paz imperial por encima de las disputas, mascaradas, habladurías, falsas ilusiones terrenas y supercherías.
En lo político los nacionalismos, el resentimiento izquierdista del esclavo y la necesidad abstracta de una Revolución ( que parte de un imposible: la negación de la libertad en su búsqueda, en tanto que parte de su ausencia, cuando de hecho lo real es lo contrario: somos libres ya de suyo y esto adviene con la revelación con lo que la Revolución y su afán maniqueo no trae libertad sino Muerte que es la única forma en la que lo imposible o utopía se realiza, no por otra razón los resentidos del Mayo del 68 solían gritar “socialismo o barbarie “ y en efecto, era barbarie ) son la concreción del Matriarcado y carecen del espíritu imperial, trascendente , fálico , viril que más allá de la dualidad, del sectarismo y del egoísmo femenil y homosexual ve la Luz de la verdadera Libertad: el Ser en su epifanía."
Arriba Cristo Rey!
Senor, Excelente Articulo.
Lo escribio usando los conceptos del enemigo, muy pocos Tradicionalistas se toman la molestia de estudiar psiconalisis.
Como puedo comprender el Deseo como antitesis de la Identificacion?
atentos saludos,
A.
No puedo estar de acuerdo en practicamente ninguna de las ideas expuestas en su articulo .
1º Yo encuentro que habría que hacer una distinción en cuanto a los motivos que conducen hacia un comportamiento homosexual . De tal modo que podríamos definir como homosexual ,a quien sin necesidad de comportarse como tal ,siente deseos hacia los de su propio sexo . Y por otra parte a quien debido a una vida completamente vinculada al hedonismo ,en esa búsqueda imparable del placer ,rebasa cualquier limite ,pues no es en el acto en sí que obtiene placer sino en rebasar esos limites .
2º En cuanto al primer prototipo o verdadero homosexual su causa vendría determinada no por un odio hacia la madre sino por un amor excesivo en contraposición con un odio hacia el padre o su sustituto masculino . El niño o la niña en su desarrollo de la personalidad debe escoger un modelo a seguir ; los niños escogen en base a su patrón biológico al patrón más fuerte de la pareja ,mientras las niñas al más débil . Ello no les convierte en homosexuales pero si en afeminados o mujeres varoniles cuando sus modelos paternos están descompensados con respecto a sus papeles naturales . Es decir una mujer con un fuerte carácter que ejerce un dominio evidente como voz cantante en la familia y un marido apocado y débil que se somete al mandato femenino sin oponer resistencia . No es casualidad que a tenor del movimiento feminista en nuestras sociedades la aparición de afeminados y mujeres varoniles se haya incrementado de forma notoria . Pero ello no les hace homosexuales . Para que pueda darse la aparición de la homosexualidad debe darse otro factor a sumar . Un desequilibrio afectivo evidente . En el caso de la homosexualidad masculina ,la madre es el único sostén afectivo ,mientras el padre presenta una hostilidad manifiesta hacia el pequeño o una indiferencia absoluta . Ello lleva al infante ,de tierna edad ,no sólo a adoptar maneras sino a querer ser como la madre en todos los sentidos y a odiar a su padre en la misma medida . La consecuencia es la negación de su parte masculina ,la intensidad del odio determina el tipo de homosexualidad desde el odio simple del marica hasta el complejo del travestido .
Otro punto a desarrollar es la interrelación necesaria entre el homosexual nato y el degenerado. Pues el primero ,debido a la causa de su desviación siempre adopta el papel femenino en la relación homosexual ,lo que se conoce comúnmente como "muerde almohadas". Por el contrario el desviado por vicio o degeneración siempre adoptara el papel masculino . De ello se deduce la interrelación necesaria de ambas tipologías en la relación homosexual .
Última edición por TOMÁS MORO; 17/01/2011 a las 04:43
La homosexualidad, como cualquier fenómeno psicológico, es compleja en sus causas, pero suscribo la teoría de "Tomás Moro"; claramente hay en muchos casos un rechazo hacia el universo masculino, bien por omisión, por falta de una figura paterna por un alejamiento de la misma o bien un rechazo activo y consciente. Pero, paradójicamente, dadas sus inclinaciones femeninas y su cercanía con el sexo opuesto, veo también un cierto miedo a la mujer. Pero yo no me quedaría ahí. También hay obvias muestras de narcisismo (el homosexual no solo se enamora de una figura masculina, sino que además en muchos casos se enamora de su propia imagen; veanse casos como los llamados "osos" o los homosexuales "metrosexuales", que buscan específicamente otros hombres que compartan su mismo aspecto físico y forma de vestir [valga como ejemplo una pareja de "osos" avistada recientemente que no solamente eran físicamente casi idénticos sino que iban conjuntados como gemelas de cinco años, con gafas, bolso, iPod, etc iguales]) y síndrome de Peter Pan, rechazando el rol de hombre adulto como padre y esposo (véase un grupo de tres "hombres" de unos treinta años recientemente avistados en el Metro de Madrid que preparaban como preadolescentes hiperexcitadas sus compras para Carnaval, cuando pensaben disfrazarse de no se qué grupo musical de chicas dedicado un público de niñas prepubescentes).
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