Carta del Cardenal Belarmino a Foscarini
Fuente: Carta a Cristina de Lorena, y otros textos sobre ciencia y religión, Galileo Galilei. Traducción, introducción y notas de Moisés González García. Alianza Editorial. S.A., Madrid, 2006. Páginas 162-165.
Carta del cardenal Roberto Belarmino a Paolo Antonio Foscarini
Al Muy Reverendo Padre P. A. Foscarini, Provincial
de los Carmelitas de la Provincia de Calabria.
Roma, 12 de abril de 1615
Muy Reverendo Padre mío:
He leído con gusto la carta italiana y el escrito latino que Vuestra Paternidad me ha enviado; le agradezco la una y la otra, y confieso que están ambas llenas de ingenio y de conocimiento. Pero puesto que me pide mi parecer, lo haré con mucha brevedad, porque usted tiene poco tiempo para leer y yo poco tiempo para escribir.
Primero. Digo que me parece que V.P. y el señor Galileo obran prudentemente al contentarse con hablar hipotéticamente (ex suppositione) y no absolutamente, como yo siempre he creído que había hablado Copérnico. Pues decir que supuesto que la Tierra se mueve y que el Sol está inmóvil, se salvan mejor todas las apariencias que suponiendo las excéntricas y los epiciclos, está muy bien dicho, y no supone peligro alguno; y esto le basta al matemático. Pero querer afirmar que el Sol está ubicado realmente en el centro del mundo y sólo gira sobre sí mismo sin correr de oriente a occidente, y que la Tierra está en el tercer cielo y gira con suma velocidad en torno al Sol, es cosa que encierra el peligro no sólo de irritar a todos los filósofos y teólogos escolásticos, sino también de dañar a la Santa Fe, al hacer falsas las Sagradas Escrituras, porque V.P. ha hecho ver que hay muchas formas de exponer las Sagradas Escrituras, pero no las ha aplicado en particular, pues, sin duda, habría encontrado grandísimas dificultades si hubiese intentado explicar todos aquellos pasajes que usted mismo ha citado.
Segundo. Digo que, como usted sabe, el Concilio prohíbe explicar las Escrituras contra el consenso común de los Santos Padres; y si V.P. quisiera leer no solamente los Santos Padres, sino también los comentarios modernos sobre el Génesis, sobre los Salmos, sobre el Eclesiastés y sobre Josué, advertirá que todos están de acuerdo en explicar literalmente (ad literam) que el Sol está en el cielo y gira a gran velocidad en torno a la Tierra, y que la Tierra está muy alejada del cielo y está inmóvil en el centro del mundo. Considere ahora usted, con su prudencia, si la Iglesia puede resignarse a que se dé un sentido contrario al de los Santos Padres y todos los comentaristas griegos y latinos. Y no se puede responder que esto no es materia de fe, porque si no es materia de fe ex parte obiecti, es materia de fe ex parte dicentis; y así sería herético el que afirmase que Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce, como quien dijese que Cristo no nació de una virgen, porque lo uno y lo otro lo dice el Espíritu Santo por boca de los Profetas y de los Apóstoles.
Tercero. Digo que si hubiera una verdadera demostración de que el Sol está ubicado en el centro del mundo y la Tierra en el tercer cielo, y que el Sol no gira en torno a la Tierra, sino que la Tierra gira en torno al Sol, entonces sería necesario ir con mucho cuidado al explicar las Escrituras que parecen contrarias, y decir más bien que no las entendemos, que decir que es falso lo que se demuestra. Pero no creeré que se dé tal demostración, hasta que no me sea presentada. No es lo mismo demostrar que, supuesto que el Sol esté en el centro y la Tierra en el cielo se salvan las apariencias, que demostrar que verdaderamente el Sol esté en el centro y la Tierra en el cielo. Creo que la primera demostración puede darse, pero de la segunda tengo muy serias dudas, y en caso de duda no se debe dejar la Sagrada Escritura, tal como ha sido explicada por los Santos Padres. Añado que aquel que escribió: «Sale el Sol y se pone y retorna a su lugar», etc. (Oritur Sol et occidit et ad locum suum revertitur), fue Salomón, el cual no solamente habló inspirado por Dios, sino que fue un hombre sobre todos los demás sapientísimo y doctísimo en las ciencias humanas y en el conocimiento de las cosas creadas, y toda esta sabiduría la obtuvo de Dios, por lo que no es verosímil que afirmase una cosa contraria a la verdad demostrada o que se podía demostrar. Y si se me dice que Salomón habla según la apariencia, que es que a nosotros nos parece que el Sol gira, mientras que en realidad es la Tierra la que gira, de la misma forma que a quien se aleja de la playa le parece que la playa se aleja de la nave, responderé que quien se aleja de la playa sabe muy bien que le parece que la playa se aleja de él, no obstante sabe que eso es un error y lo corrige, viendo claramente que es la nave la que se mueve y no la playa; pero en cuanto al Sol y la Tierra, no hay ningún experto que tenga necesidad de corregir el error, porque claramente experimenta que la Tierra está inmóvil y que el ojo no se engaña cuando juzga que el Sol se mueve, como también no se engaña cuando juzga que la Luna y las estrellas se mueven. Y esto basta por ahora.
Saludo afectuosamente a V.P. y le pido a Dios
que le dé toda clase de felicidad.
12 de abril de 1615, de V.P. muy R.,
como hermano el Card. Bellarmino
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