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Tema: «La Iglesia medieval creía que la locura era una posesión diabólica»

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    «La Iglesia medieval creía que la locura era una posesión diabólica»

    Desmontando mitos: «La Iglesia medieval creía que la locura era una posesión diabólica».

    ¿Qué dice falsamente la Leyenda Negra?

    “Durante la Edad Media y hasta la Ilustración, los enfermos mentales eran encerrados en mazmorras; y allí, encadenados con grilletes, recibían un trato cruel e inhumano. En su afán por perseguir a los brujos y nigromantes, la Iglesia también persiguió a muchos enfermos mentales cuyas enfermedades (epilepsia, histeria, esquizofrenia, etc.) eran a menudo tachadas de posesiones demoníacas o al menos de origen mágico, de manera que infinidad de perturbados mentales murieron en la hoguera[1]. Es evidente[2] que esta persecución se convirtió en un instrumento no sólo religioso sino también sociopolítico. Además, el dinero y las posesiones del enfermo mental eran confiscados por la Inquisición[3]. Por ello había fuertes intereses centrados en confundir a los dementes con posesos para así confiscar sus bienes…”.

    ¿Fue realmente así?

    La historiografía contemporánea ha demostrado la falsedad de muchos tópicos sobre la medicina medieval. El doctor Horacio Boló[4], prestigioso médico argentino, lleva algún tiempo revisando hechos perfectamente documentados, aunque poco conocidos, sobre la relación entre la medicina medieval y la Iglesia católica. El doctor Boló recuerda que la medicina de la Edad Media se basaba en las teorías del médico griego Galeno y en las universidades donde se enseñaba medicina nadie hablaba del diablo ni de la posesión diabólica como causa de las enfermedades. Es más, muchos teólogos afirmaban que el diablo no tenía poder para producir una enfermedad mental. En el siglo XIII, por ejemplo, Bartolomé, que era monje franciscano y profesor de teología, atribuía la locura a causas naturales e incluso intentó localizar lesiones en el cerebro que pudieran ser la causa de las alteraciones mentales, y sus escritos eran textos muy usados por los estudiantes y no era una excepción: lo mismo pensaban Juan de Salisbury, el escéptico Arzobispo de Lyon, Agobardo, quien mostró la falsedad de la histeria sobre los poderes de los brujos; Abelardo y Pedro de España, polígrafo, botánico y médico, que llegaría a ser Papa (Juan XXI).

    ¿Se enriquecían los inquisidores con los bienes de los locos?

    El doctor Horacio Boló[5] nos explica que cuando alguien era declarado demente sus bienes eran administrados gratuitamente por el rey o el ayuntamiento para evitar que su patrimonio disminuyera. Ni la administración ni los familiares podían apropiarse del patrimonio del enfermo en su propio beneficio. También se procuraba que el patrimonio del enfermo generase beneficios para entregarlos al enfermo en el supuesto de recobrar la cordura. El doctor Horacio Boló nos insiste es que estas medidas no sólo eran aplicadas a ricos y pudientes, ya que existen registros de la época donde se puede ver que el 60 % de los locos así tratados pertenecían a los artesanos, agricultores y trabajadores[6]. No era un privilegio para pocos.

    ¿Qué causas se atribuían a la locura?

    Nadie pensaba que un loco fuese un energúmeno, víctima de espíritus malignos. Según la documentación revisada por Horacio Boló, “en ninguno de los casos registrados aparece el más mínimo rastro de que se hablara del diablo o de cualquier otra explicación sobrenatural. Se atribuía el trastorno mental a enfermedades orgánicas, a traumatismos o a graves situaciones emocionales, por ejemplo, al temor que le inspiraba el padre o por la muerte del cónyuge o un familiar cercano. Algunas veces se pensaba que eran las bebidas alcohólicas la causa del trastorno mental. Incluso en muchos casos se hablaba de causas psicológicas como la melancolía, los problemas de conciencia, la ansiedad, etc.”. Arnaldo de Vilanova (1240-1313), catedrático de la Universidad de Montpellier, describió las alucinaciones y la epilepsia, poseyendo una profunda “comprensión emocional”[7] de los enfermos mentales. En opinión del prestigioso psiquiatra J. J. López-Ibor su tratado sobre los sueños no ha perdido un ápice su validez.

    ¿Qué cuidados ofrecía la Iglesia a los psicóticos?

    Lejos de ofrecer exorcismos para curar a los enfermos mentales la Iglesia se esforzó por rehabilitar moral y socialmente a los enfermos mentales. Según Boló[8] “desde antes del siglo XII en la ciudad de Gheel, ciudad de Bélgica cercana a Amberes, sus habitantes llevaban a sus casas y cuidaban a los enfermos mentales que acudían en peregrinación al santuario de St. Dympha. La Edad Media tuvo una actitud muy tolerante hacia los enfermos mentales… eran atendidos en los hospitales y en los monasterios”. El primer hospital psiquiátrico del mundo como tal lo conocemos fue creado por el español padre [9]Jofré,[10] un humilde mercedario que había dedicado su vida a emancipar los esclavos cristianos cautivos en tierras musulmanas. En 1409 salvó a un loco que era apedreado por unos gamberretes adolescentes. Este mercedario, actualmente en proceso de canonización[11], no se contentó con eso y al día siguiente denunció en la catedral de Valencia la triste situación de los enfermos mentales. Su sermón dio lugar a que de la iniciativa surgiera el proyecto que permitió inaugurar en España[12] el primer hospital psiquiátrico[13] moderno del Mundo. Bajando del púlpito, se le ofrecieron 11 mercaderes valencianos, presididos por Lorenzo Salom[14], para ayudarle. El manicomio se constituyó bajo la advocación de “Nostra Dona Sancta Maria dels Folls Innocents e Desamparats”. El primer sanatorio mental que dio un trato humano al alienado[15] mental: política asistencial de “puertas abiertas”: los enfermos podían entrar y salir, actividades en la vida social, baños en las playas durante el verano, terapia ocupacional (cuidado del huerto del hospital, bordados para las mujeres internas), higiene y tratamiento médico, prohibición de cadenas y grilletes copiada por el psiquiatra ilustrado francés Philippe Pinel: ¡400 años después! Varios historiadores de la medicina confiesan[16]: «la cuna de la Psiquiatría estuvo en España, donde se construyeron los primeros edificios convenientes y adecuados para hospitalizar a dementes» (Alexander y Selesnick, 1970), «fueron los psiquiatras españoles en Valencia en 1409 los primeros en retirar las cadenas e instituir el tratamiento moral. Uno de los éxitos que pertenece exclusivamente a los españoles es el tratamiento moral para combatir las afecciones mentales y el establecimiento en el siglo XV de edificios confortables y adecuados » (Hernández Morejón, 1842). El modelo español[17], consustancial a la Doctrina Social de la Iglesia, influyó enormemente en la psiquiatría gala nacida de la Revolución francesa y en la reforma psiquiátrica inglesa de finales del siglo XVIII de Tuke. Nos dice Pinel[18] en su Tratado de la Manía (1809): « Pero todavía tenemos que envidiar a una nación vecina un establecimiento que no sabré alabar debidamente, y que es superior a todos los de Inglaterra y Alemania. Con efecto, la España tiene abierto en Zaragoza un asilo para todos los enfermos, y especialmente para los locos de todos los países, de todos los gobiernos y de todos los cultos, con esta sencilla inscripción: Urbi et orbis».

    ¿Fue el misógino Malleus Maleficarum el primer manual de enfermedades mentales?

    Vaya disparate anticlerical. A modo de aclaración al lector lego en esta cuestión, reproducimos parte de la entrada de la Wikipedia acerca de la caza de brujas:
    “La llamada caza de brujas por excelencia se realizó a comienzos de la Época Moderna sobre todo en Europa Central […]. En la persecución de 1450 – 1750 (con un máximo entre 1550 y 1650) se trataba sólo en parte de una acción eclesiástica contra la herejía, principalmente se trataba de un fenómeno de histeria colectiva contra la magia y la brujería, que convirtió la magia en un delito y tuvo como consecuencia recriminaciones, denuncias, procesos públicos en masa y ejecuciones”.

    Y en lo relativo al Malleus Maleficarum:

    “Es el más famoso de todos los libros sobre brujería, escrito probablemente en 1486, convirtiéndose en el manual indispensable y la autoridad final para la Inquisición, para jueces y magistrados, para sacerdotes tanto católicos como protestantes, a lo largo de los tres siglos siguientes a su publicación, en la lucha contra la brujería en Europa. […]. El Malleus Maleficarum o Martillo de las brujas fue compilado y escrito por dos monjes inquisidores dominicos, Heinrich Kramer, también conocido como Heinrich Institoris, y Jacob Sprenger”.
    Dicho esto, los anticlericales nunca mencionan que el Malleus[19] fue rechazado por los teólogos de la Universidad de Colonia y que estos condenaron el libro por su misoginia, su morbosidad, su desprecio por los derechos procesales de los acusados, además de ser supersticioso e incompatible con la doctrina católica sobre Satanás y los demonios. Las afirmaciones de Kramer de que cuatro profesores habían aceptado su texto, pudieron, como reconoce la misma Wikipedia, haber sido falsificadas. Y de hecho este dominico fue denunciado por la Inquisición en 1490. Además En muchas ocasiones el clero habló con autoridad para prohibir las persecuciones de brujas. Entre ellos pontífices y santos católicos: San Agobardo, arzobispo de Lyon, escribió “Contra insulsam vulgi opinionem de grandine et tonitruis” (contra las necias creencias de la gente sobre el granizo y el rayo) (P.L., CIV, 147); el Papa León[20] VII escribió en el 936 una carta al arzobispo Gerhard obligándole a instruir a las autoridades locales a no ejecutar a los acusados ​​de brujería. En su carta hizo mención específica del hecho de que la nueva ley bajo el cristianismo mandó misericordia, mientras que la ley pagana había ordenado la muerte: pesar de que por la antigua ley, esas personas fueron condenadas a muerte, el derecho eclesiástico les perdonó la vida para que puedan arrepentirse. El Papa Gregorio VII[21] en 1080 escribió al rey Harald de Dinamarca quejándose de que los daneses tuviesen la costumbre de hacer a ciertas mujeres responsables de las tempestades, epidemias y toda clase de males, y de quemarlas vivas por ello. El Papa ordenó prohibir de inmediato estas ejecuciones y dio instrucciones para educar al pueblo danés que perseguir a supuestas brujas era supersticioso y cruel.
    * * *

    Conclusión: la Iglesia nunca confundió la locura con la posesión diabólica. Por el contrario se esforzó por tratar a los dementes de forma científica y humanitaria.

    Alfonso Taboada Portal

    [1] http://psiquiatrianet.wordpress.com/...la-edad-media/
    [2] http://psiquiatrianet.wordpress.com/2009/11/03/
    [3] http://psiquiatrianet.wordpress.com/2009/11/03/
    [4] http://www.elmanifiesto.com/articulo...idarticulo=745
    [5] http://www.elmanifiesto.com/articulo...idarticulo=745
    [6] http://www.elmanifiesto.com/articulo...idarticulo=745
    [7] J. J. López-Ibor
    [8] Tomado de ¿Cómo trataban a los locos en la Edad Media?
    [9] El amor del padre Jofré por los excluidos no se limitaba a los locos. El Padre Jofré, junto a San Vicente Ferrer, fundó el primer orfanato para niños abandonados, y también dedicó atención a la rehabilitación de mujeres marginadas y prostituidas.
    [10] Padre Jofré, Métodos de curación
    [11] En proceso de canonización el fundador de la primera institución psiquiátrica del mundo: Padre Jofré
    [12] El ejemplo valenciano de Jofré se extendería pronto: Barcelona, 1412; Zaragoza, 1424; Sevilla, 1436; Palma de Mallorca, 1456; Toledo, 1486; Valladolid, 1489)
    [13] Artículos especiales – Actas Españolas de Psiquiatría (escrito por J. J. López-Ibor)
    [14] Tanto los monarcas aragoneses como los romanos pontífices apoyaron de forma entusiasta estos esfuerzos humanitarios. Benedicto XIII concedió, el 16 de febrero de 1410, su bula fundacional y Martín el Humano su Real privilegio. El papa León X expidió la correspondiente Bula, el 21 de junio de 1514, a la que sucedieron después otras ampliatorias y confirmatorias de Julio III, Paulo IV, Pío IV, San Pío V, Gregorio XIII y Sixto V, además de la confirmación de todos los privilegios concedidos por sus antecesores hecha por el emperador Carlos V. En las Cortes de 1585, a petición de los tres Brazos, concedió el rey al Hospital la consideración de pobreza para todos sus asuntos y Felipe V le confirmó en todos sus privilegios ampliándole en otros nuevos concediendo la franquicia de todo impuesto. La caridad cristiana del pueblo valenciano se volcaron en el mismo dotándole con herencias, bienes raíces, legados, limosnas, colectas, subvenciones, fiestas, espectáculos, juegos…
    [15] Ver la voz Asylums and Care For the Insane en la Catholic Encyclopedia
    [16] Artículos especiales – Actas Españolas de Psiquiatría (escrito por J. J. López-Ibor)
    [17]Artículos especiales – Actas Españolas de Psiquiatría (escrito por J. J. López-Ibor)
    [18] Artículos especiales – Actas Españolas de Psiquiatría (escrito por J. J. López-Ibor)
    [19] Jenny Gibbons: The Malleus Maleficarum
    [20] Early Christian resistance to witch hunts
    [21] Early Christian resistance to witch hunts

    Fuente.
    César Ignacio dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: «La Iglesia medieval creía que la locura era una posesión diabólica»

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    ¿Cómo trataban a los locos en la Edad Media?
    Dr. Horacio Boló

    Ante esta pregunta creo que sin excepción todo el mundo diría que se los consideraba poseídos por el diablo, que estaban embrujados y que muchas veces se los quemaba en la hoguera. Por supuesto que esta afirmación también es la que encontraríamos en casi todos los libros de historia de la psiquiatría, donde se nos dice que toda esa época estaba impregnada por la superstición y el trato de los enfermos mentales era muy cruel e incluso se abusaba de ellos, si bien se reconocen algunas excepciones. De acuerdo con la ideología que impregna la mayoría de la historiografía se afirma que recién en el siglo XVI se empieza a enfocar estas enfermedades con criterio científico.

    En 1973 comienzan a aparecer las investigaciones que demuestran que, al tratar la enfermedad mental en la Edad Media, estos pseudo-historiadores omiten y deforman las evidencias históricas.
    Toda la medicina de la Edad Media se basaba en las teorías de Galeno y en las universidades donde se enseñaba medicina nadie hablaba del diablo ni de la posesión diabólica. Es más, muchos religiosos afirmaban que el diablo no tenía poder para producir una enfermedad mental. En el siglo XIII, por ejemplo, Bartolomeo, que era monje franciscano y profesor de teología, atribuía la locura a causas naturales e incluso intentó localizar lesiones en el cerebro que pudieran ser la causa de las alteraciones mentales y sus escritos eran textos muy usados por los estudiantes y no era una excepción: lo mismo pensaban Juan de Salisbury, el Arzobispo de Lyon, Agobardo, Abelardo y Pedro de España, que era médico y llegaría a ser Papa (Jun XXI) Es a partir del siglo XVI, pleno Renacimiento, que la posesión diabólica empieza a tener importancia y es en el siglo XVII que la caza de brujas llega a su punto más alto. En el siglo XVII, en pleno Iluminismo, se piensa que lo que distingue al hombre del animal es la razón y que, por lo tanto, si éste pierde la razón hay que tratarlo como a una bestia. Los hospitales de Bedlam en Londres y la Salpetrière en París son un ejemplo de esta mentalidad.

    Veamos como eran tratados realmente los locos en la Edad Media.

    Cuando se declaraba que alguien estaba loco sus bienes pasaban a ser administrados por el Rey, quien se responsabilizaba de cuidarlos, siendo responsable de que no se deterioran ni destruyeran y que siguieran generando beneficios a fin de afrontar los gastos durante la enfermedad y le fueran luego entregados al enfermo si mejoraba. No podía tomar nada en su propio beneficio.

    Algo que vale la pena destacar es que estas medidas no sólo eran aplicadas a las clases acomodadas, ya que existen registros de la época donde se puede ver que el 60 % de los locos así tratados pertenecían a los artesanos, agricultores y trabajadores. No era un privilegio para pocos.

    Aquellos que se pensaba que estaban locos eran examinados por una comisión integrada por “miembros de la comunidad a la que pertenecía el presunto enfermo, los que debían ser buenas personas y leales”. Esta comisión evaluaba si el paciente se orientaba correctamente, su memoria y su capacidad intelectual. Por ejemplo se le decía que nombrara los días de la semana, con quién estaba casado, que nombrara a las personas que conocía. Se les mostraban monedas y se les pedía que hicieran cálculos elementales con ellas. Se analizaba sus vida cotidiana y sus hábitos. En ninguno de los casos registrados aparece el más mínimo rastro de que se hablara del diablo o de cualquier otra explicación sobrenatural. Se atribuía el trastorno mental a enfermedades orgánicas, a traumatismos o a graves situaciones emocionales, por ejemplo, al temor que le inspiraba el padre o por la muerte del cónyuge o un familiar cercano. Algunas veces se pensaba que eran las bebidas alcohólicas la causa del trastorno mental. Incluso en muchos casos se hablaba de causas psicológicas como la melancolía, los problemas de conciencia, la ansiedad, etc.

    El cuidado de los locos en general estaba a cargo de la comunidad. Por ejemplo, desde antes del siglo XII en la ciudad de Gheel, ciudad de Bélgica cercana a Amberes, sus habitantes llevaban a sus casas y cuidaban a los enfermos mentales que acudían en peregrinación al santuario de St. Dympha. La Edad Media tuvo una actitud muy tolerante hacia los enfermos mentales que en general eran cuidados por sus parientes. La Comuna se hacía cargo de los gastos muchas veces y, cuando esto no era posible, eran atendidos en los hospitales y en los monasterios. Pensemos que en Inglaterra en el siglo XII se fundaron nada menos que 166 hospitales. El primer hospital dedicado exclusivamente al cuidado de los enfermos mentales se creó en España en el año 1409; estaba dirigido por un sacerdote y avalado por un documento del Papa. Se creó una fraternidad para recaudar fondos para su mantenimiento. En otras ciudades eran financiados por los comerciantes pudientes.
    ¡Qué lejos de lo que nos han contado y de lo que nos pintan novelas que nada tienen de históricas!

    Dr. Horacio Boló
    Médico hematólogo, científico e investigador.


    Bibliografía consultada: A reapprisal of Psychiatry in the Middles Ages. Archives of General Psychiatry, vol 29, agosto de 1973, págs. 287-289 y Medieval and Early Modern Theories of Mental Illness. Archives of General Psychiatry, vol 36, abril de 1979, págs. 477-483

    Fuente.
    César Ignacio dio el Víctor.

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