Fuente: Franco y la Iglesia, Luis Suárez Fernández, Homo Legens, Madrid, 2011, página 147.
No vamos a entrar en detalles acerca del escándalo descubierto por la Policía en Septiembre de 1952 referente al Obispo de Calahorra. Se guardó absoluto silencio y se dejó que el Papa tomara las medidas que, con la prudencia de siempre, considerara oportunas. Es un rasgo de conducta que los españoles tienen derecho a conocer, aunque no a juzgar.
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Última edición por Martin Ant; 06/04/2019 a las 16:34
Fuente: ABC, 19 de Octubre de 1996, página 50.
ASÍ SE ESCRIBE LA HISTORIA
Por Antonio Arizmendi
Hay un episodio, de los más importantes de los últimos años, que está a punto de pasar tergiversado a la Historia de España, por lo que de él deja escrito el historiador inglés Paul Preston, supongo que por seguir la fuente «Memoria breve…» de Manuel Fraga, al que también sigue Eslava en «El sexo de nuestros padres».
En el año 1942 el Obispo de Calahorra Don Fidel García Martínez escribió una Carta Pastoral condenando la doctrina nazi, por ser contraria a las enseñanzas de la Iglesia. En el año 1947, por una carta pública, puso en duda la legitimidad del Referéndum de dicho año sobre la Sucesión a la Corona. Desde los años 1943/1944 empiezan a circular rumores y habladurías, salidas de los puntos más diversos de España, sobre la vida licenciosa de Don Fidel. Éstos culminaron, ya cerca de 1952, con que lo habían encontrado en la habitación de un hotel en una casa de citas de Barcelona con una señora. En ese año renuncia a su Diócesis, y fallece en el olvido el 10 de Febrero de 1973 en el Hogar Sacerdotal del Seminario de Logroño.
Manuel Fraga en su «Memoria breve…» en 1980, habla de él, haciendo historia, en la narración de su día 30 de Enero de 1964. Dice literalmente:
Están hablando Franco y Fraga sobre el Proyecto de Ley de Prensa, que Franco había leído y subrayado: «estaba lleno de dudas; comprendía lo serio e irreversible de la operación. Hacía preguntas curiosísimas: “¿qué haríamos si volviese a ocurrir lo del Obispo de Calahorra?”», y agrega Fraga de su cosecha: «(un pequeño escándalo de faldas en un hotel de Barcelona). A todo fui contestando como pude… etc».
De este dato, deduce el señor Preston lo que dice en la página 887 de la quinta edición, que es la que tengo a la vista, de su obra «Franco»: Que el 23 de Enero de 1964, Fraga le entregó a Franco un Proyecto de Ley de Prensa. Cuando se reunieron cinco [sic] días después para comentarlo, Franco expresó sus dudas sobre la liberalización de la política de información. Le preocupaba lo que pudiera hacer una Prensa más libre con algo como el incidente ocurrido hacía poco, en el que el Obispo de Calahorra había sido sorprendido en una habitación de hotel con una mujer. Cuando esto sucedió, simplemente «había impuesto el silencio». Total, que la Historia explica, según Preston y Fraga (Eslava también lo sigue), que el Obispo de Calahorra fue encontrado en la cama, según se infiere de lo escrito, poco antes del 30 de Enero de 1964, y que Franco impuso el silencio en beneficio de la Iglesia o del mismo Obispo.
Nada más lejos de la realidad. Ni Fraga ni Preston saben que el Servicio de Información Militar de Franco le dio, a petición del anterior Jefe del Estado, a finales de 1963, cuenta del resultado de las averiguaciones que había hecho.
Preston interpreta mal lo que escribe Fraga, que, como no sabe lo que sabía Franco, da por sentado que la preocupación de su Jefe es por lo pasado y no por lo presente. Franco está pensando en que las informaciones que le han dado sus servicios militares, ésas sí, poco antes de finales del año 1963, no se podían mantener ocultas con un régimen de libertad de Prensa.
El «hacía poco» de los historiadores, no se puede referir a unos hechos ocurridos hace doce o trece años, sí a los descubiertos días o meses antes.
Don Fidel no era Obispo de Calahorra en 1964. Había renunciado a su Diócesis en 1952. Le sustituyó Don Abilio del Campo, que era amigo de Franco y del que nada se murmuró. Lo que sí «hacía poco» es que le habían informado a Franco del montaje que le habían hecho a Don Fidel doce años antes. El «¿qué haríamos si volviese a ocurrir lo del Obispo de Calahorra?» de Franco, no se puede referir más que al descubrimiento de la chapucería. Como Fraga no sabía más que lo de la habitación del hotel de Barcelona a principios de los cincuenta, es disculpable el equívoco. Además, Franco no impuso el silencio al hecho del hotel de Barcelona ocurrido doce o trece años antes. Entonces no hizo sino dejar que se propagara la noticia por toda España, con más difusión que si lo hubiera publicado la Prensa. Lo que sí fue celosamente guardado, fue el resultado de las noticias que le había comunicado su Servicio de Información Militar.
El error de Fraga es patente, y Preston, que incluso en Inglaterra hubiera encontrado alguna pista, se deja arrastrar por la página 99 de las «Memorias» del ex Ministro. Las preguntas curiosísimas que hacía Franco a Fraga, eran para saber si conocía el resultado de la información que a él, directamente, le habían entregado los militares hacía muy poco tiempo. Ya, al recibir el mensaje, había dicho (lo sé, no es un juicio subjetivo) «esto, cuanto más tarde se sepa, mejor». Con las preguntas curiosísimas estaba examinando a Fraga. De todo el contexto de la narración del día 30 de Enero de 1964 del libro de Fraga, se deduce que no sabía si su Jefe subía o bajaba.
Para Franco, lo de Barcelona era agua pasada. Su preocupación era que, con un régimen de libertad de Prensa, no podrían silenciar cosas como «lo del Obispo de Calahorra» si se repitieran. La información de los Servicios Militares se hizo porque el Obispo de Calahorra, en 1962, se la pidió a Franco.
Franco se la concedió, se hizo, y naturalmente resultó que «lo del Obispo de Calahorra» había sido un montaje para eliminar a Don Fidel, para lo que se habían utilizado «dobles», manipulado prostitutas, falseado documentaciones, etc. Franco debió saber el resultado de la investigación a finales de 1963. Quedó claro que el personaje que visitaba las casas de lenocinio de Barcelona, presentándose ostentosamente como el Obispo de Calahorra, y que fue sorprendido en la habitación de un hotel con una señora, no era o no eran Don Fidel, sino un «doble» o varios en sucesivas ocasiones.
También se falsearon atestados policiales, habiéndose fabricado unas apariencias de pruebas con otro Fidel García Martínez, que, naturalmente, tampoco era el Obispo. Asimismo, se dijo que el señor Obispo había sido visto en la Feria de Sevilla, en los toros y en una sala de fiestas, con dos señoras, una morena y una rubia, por uno de Calahorra que lo difundió por todas partes. Pienso que también lo engañaron con el «doble».
El Doctor Modrego, Arzobispo de Barcelona, aportó «la prueba» que le ofrecieron las autoridades policiales de Barcelona, que sabían que eran falsas, a la Junta de Metropolitanos (entonces aún no existía la Conferencia Episcopal), y le conminó a Don Fidel a que se defendiera. Don Fidel no quiso entrar en el juego, y sólo dijo que no se quería defender y que todo era por haber escrito la Pastoral, y presentó su renuncia a la Diócesis en 1952. La Pastoral sólo fue leída en las Parroquias de la Diócesis de Calahorra y causó gran rechazo en la clase política.
Este Obispo era partidario de la separación de la Iglesia y del Estado; en definitiva, representaba dentro de la Iglesia, en aquella época, y no digamos frente a la clase política dominante, una postura que en nada se parecía a la del nacionalcatolicismo hegemónico. La Pastoral no fue publicada más que en el Boletín de la Diócesis.
Se prohibió su difusión en la Prensa. Tuvo más resonancia en el extranjero que en España, y por la BBC se hizo un comentario, naturalmente alabándola –era 1942–, con una referencia, textual, a la «actitud viril del Obispo de Calahorra». Esto lo recojo porque por lo de la virilidad iba a venir el montaje. El que recibió el encargo de transmitir a Franco el resultado de la información favorable a la inocencia de Don Fidel, recibió la orden del anterior Jefe del Estado de que «esto, cuanto más tarde se sepa, mejor». Se cumplió lo ordenado. Don Abilio del Campo no fue informado; con esto no quiero decir que no supiera la verdad. Murió no mucho después mudo, pues, por una enfermedad del cerebro, perdió la facultad de hablar. Ahora ya, que han pasado más de treinta años desde que oficialmente se descubrió la verdad, y más de cuarenta de la infamia, la Historia parece que también quiere ir contra Don Fidel García Martínez.
Pues no, señores Preston, Fraga y Eslava; sepan que a Don Fidel no lo cogieron en la cama en un hotel de Barcelona con una señora, ni poco antes de 1964, ni nunca. A un «doble» de Don Fidel sí lo cogieron doce o trece años antes. Sólo si hubieran consultado el año de nacimiento de Don Fidel, Obispo, no hubieran escrito lo que escribieron. El inteligentísimo Obispo de Calahorra había nacido en el año 1880. Echen cuentas de los años que tenía en 1964 y en 1952. También deben saber que el asunto no fue un lío de faldas de poca importancia, sino uno de los episodios más tristes e importantes de los últimos años de la Historia de España. Una conspiración para eliminar a un Obispo de la Iglesia que defendía la Doctrina del Derecho Constitucional Cristiano, y por los procedimientos utilizados por los comunistas y los nazis.
Sepan también que Franco no silenció el escándalo de Barcelona del año 1952. Lo que Franco silenció fue lo que se había descubierto en 1963. Y sus recelos ante la libertad de Prensa eran porque le preocupaba que se descubrieran unos hechos que le hubieran perjudicado con ese sistema de información.
De la página 99 de las «Memorias» de Fraga ha salido otra vez el Obispo de Calahorra como un libertino de más de ochenta años. Y Preston ha seguido a Don Manuel Fraga. Y Eslava. Así se escribe la Historia.
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