Fuente: Misión, 19 de Febrero de 1944, página 4.
El Cardenal Segura condena los principales errores modernos
Declaración Pastoral al Clero y Fieles del Arzobispado
Venerables Hermanos y amados Hijos:
Es ahora una de Nuestras principales preocupaciones pastorales la de llevar a exacto cumplimiento cuanto ha quedado establecido como ley diocesana en el Sínodo recientemente celebrado, en los días 18, 19 y 20 del pasado mes de Noviembre.
De ahí que hayamos pensado, delante de Dios, exponer principalmente durante el año próximo, con alguna mayor amplitud, determinados puntos de doctrina o de legislación de la Iglesia, a los que se refieren las Constituciones del Sínodo Diocesano, en el Capítulo II de la Primera Parte, sobre la doctrina cristiana.
Es adecuado el precaver a los fieles de los errores modernos principales, que se esparcen en la Diócesis en la actualidad, y que, si bien en las nueve Constituciones de este Capítulo se habla en concreto de alguno de estos errores principales, hemos creído un grave deber Nuestro pastoral especificar un poco más esta doctrina fundamental en la práctica de la vida cristiana.
Errores condenados por la Iglesia
El olvido en que tenemos, venerables Hermanos y amados Hijos, las enseñanzas dadas en diversas ocasiones por nuestra Santa Madre Iglesia, es causa de que no nos demos cuenta de muchos errores que se esparcen especialmente, lo mismo en los periódicos y revistas que en las publicaciones todas de nuestros días, y que van adquiriendo como carta de naturaleza en las costumbres de nuestra época.
Por eso juzgamos que es necesario recordar, al menos en síntesis, las principales doctrinas contenidas en estas públicas condenaciones de errores.
En 8 de Diciembre de 1864, publicaba el Papa Pío IX su memorable Encíclica «Quanta cura», y agregaba a continuación su inmortal «Syllabus» que abarca los principales errores de nuestra edad, condenados en las Alocuciones Consistoriales, Encíclicas y otras Cartas Apostólicas de nuestro Santísimo Padre Papa Pío IX, condenándose expresamente los errores referentes al Panteísmo, Naturalismo y Racionalismo absoluto; los que entraña el llamado Racionalismo moderado y los del Indiferentismo y Latitudinismo; los errores del Socialismo, Comunismo y Sociedades clandestinas, Sociedades bíblicas y Sociedades clérico-liberales; los errores acerca de la Iglesia y de sus derechos; los que se refieren a la sociedad civil, ya considerada en sí misma, ya en sus relaciones con la Iglesia; los errores tan esparcidos de Ética natural y cristiana, del matrimonio cristiano, del Principado civil del Romano Pontífice y del moderno Liberalismo.
Los ochenta errores condenados en las ochenta proposiciones que componen el «Syllabus» son, en casi su totalidad, derivaciones del Liberalismo, secuela del Protestantismo, que tantos estragos ha causado en nuestra Patria.
No tenemos por qué reproducir de nuevo esos ochenta errores terminantes, ya que el «Syllabus» está en manos de todos los sacerdotes, y pueden y deben, cuando se presente ocasión, prevenir al pueblo contra él.
El modernismo
Lo verdaderamente extraño es que, en los tiempos actuales, se combata al Liberalismo político y queden en pie, y aun se implanten, los errores del Liberalismo en todos los demás órdenes.
A estos errores del Liberalismo, que han venido a degenerar en las aberraciones más absurdas del Indiferentismo, del Racionalismo, del Panteísmo y del Naturalismo, han seguido otra clase de errores sumamente perniciosos, acerca de los cuales ha tenido la Santa Sede que llamar la atención de los Prelados y de los fieles, y son los errores del llamado MODERNISMO, condenado en repetidas ocasiones por la Iglesia, de un modo especial en el «Motu proprio» «Sacrorum antistitum», de Su Santidad Pío X, de 1910, y en el Decreto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio de 3 de Julio de 1907.
En este Decreto se reprobaban y proscribían sesenta y cinco proposiciones peligrosísimas para los fieles, y que han causado verdaderos estragos a muchas almas.
No podemos quedarnos tranquilos creyendo que el conjunto de herejías que abraza el Modernismo ha desaparecido por la acción del tiempo y por la condenación de la Iglesia.
Muchos errores de los que se contienen en esas sesenta y cinco proposiciones modernistas condenadas, serpean en nuestros días insidiosamente en muchos escritos. Baste citar la última de las proposiciones, que revela el espíritu satánico que anima al Modernismo.
«El catolicismo –dice– de nuestros días, no puede armonizar con la verdadera ciencia, si no se transforma en un cierto cristianismo no dogmático, o sea, en un protestantismo lato y liberal».
Ni siquiera con este nuevo «Syllabus» podemos decir que han terminado los errores que como cizaña sembró el adversario del mal en el campo de la Iglesia.
Estos secuaces de Lucifer no descansan un momento; por eso es necesario estar siempre alerta y advertir a los fieles los graves peligros que surgen en las nuevas perniciosas doctrinas que se propagan.
El racismo
Cúmulo de errores gravísimos en materia de fe y costumbres encierra el llamado RACISMO, que ha obligado a la Santa Sede a llamar de nuevo la atención de los fieles sobre las afirmaciones erróneas que contiene.
El día 13 de Abril de 1938, la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades de Estudios se dirigía oficialmente al Emmo. y Rvdmo. Señor Cardenal Baudrillart, Rector del Instituto Católico de París, y, por su medio, a las Universidades y Facultades católicas del mundo, comunicándoles las debidas instrucciones para defender la verdad contra las afirmaciones erróneas del Racismo germánico.
Encierra este documento nueve proposiciones, que contienen otros tantos errores peligrosísimos, que han circulado en diversas clases de publicaciones en nuestra Patria.
La principal aflicción del Santo Padre, se dice en el referido documento, proviene de que, para encauzar una tan grande injusticia, se hacen intervenir calumnias desvergonzadas y por doquiera se difunden las más perniciosas doctrinas, falsamente coloreadas con el nombre de ciencia, al objeto de prevenir los espíritus y extinguirles la verdadera religión.
Ante tal situación, la Sagrada Congregación de Estudios ordenó a las Universidades y Facultades católicas que aporten toda su actividad y su fuerza para defender la verdad contra la invasión del error.
Las aserciones insostenibles del Racismo son las siguientes:
«1.ª Las razas humanas, por sus caracteres naturales e inmutables, de tal modo son diferentes, que la más humilde de entre ellas está más lejos de la más elevada, que de la especie de animal más alta.
2.ª Es necesario, por todos los medios, conservar y cultivar el vigor de la raza y la pureza de la sangre: todo lo que conduce a este resultado es, por lo mismo, honesto y permitido.
3.ª De la sangre, sede de los caracteres de la raza, como de su fuente principal, se derivan todas las cualidades intelectuales y morales del hombre.
4.ª El fin principal de la educación es desenvolver los caracteres de la raza e inflamar los espíritus de un amor ardiente a la suya propia, como a bien supremo.
5.ª La Religión está sometida y debe adaptarse a la ley de la raza.
6.ª La fuente primera y la regla suprema de todo orden jurídico es el instinto racial.
7.ª Sólo existe el Cosmos o Universo, como ser viviente; todas las otras cosas, entre ellas el hombre, no son sino formas diversas, que se amplifican en el curso de las edades, del Universo viviente.
8.ª El hombre no existe sino por el Estado, y para el Estado. Todo lo que él posea, en derecho, se deriva de una concesión del Estado.
9.ª A estas proposiciones tan detestables, fácilmente podrán añadirse otras.
El Santo Padre, Prefecto de nuestra Congregación, tiene la seguridad, Emmo. Señor, de que nada omitiréis para llevar a su perfecto cumplimiento las prescripciones contenidas en esta carta».
El totalitarismo
Finalmente, entre los errores modernos que han arraigado de un modo extraordinario en los últimos tiempos, deben de fijarse los que atentan a la justa y cristiana organización de los pueblos, y de los cuales pueden derivarse, y de hecho se derivan, funestas consecuencias.
Esos principios erróneos están expresa o virtualmente condenados en repetidos documentos de la Santa Sede, principalmente en la Encíclica «Inmortale Dei» de León XIII, de 1 de Noviembre de 1885, acerca de la constitución cristiana de las sociedades.
Síntesis de todos estos errores es la proposición octava poco ha indicada por la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades de Estudios, que dice:
«El hombre no existe sino por el Estado, y para el Estado. Todo lo que él posea en derecho, se deriva únicamente de una concesión del Estado».
Al conjunto de doctrinas que constituyen esta paganización de los pueblos, y en las que se basa este principio erróneo, se le denomina con el nombre de TOTALITARISMO.
Proposiciones de este sistema son las siguientes:
«El Estado, como voluntad ética universal, es creador del derecho» [1].
«El Estado es un «absoluto» ante el cual los individuos y los pueblos son el «relativo»» [2].
«El Estado es una compleja e indestructible unidad, que no tolera soberanía que no tenga dentro de sí mismo; que no admite otro imperio que el que de él promana».
«Todo en el Estado. Nada fuera del Estado. Nada contra el Estado» [3].
Exhortación paternal
Bastará esta ligera indicación, mis venerables Hermanos y amados Hijos, para daros a entender claramente que, según el consejo del Apóstol San Pedro, en su primera Carta, es necesario estar vigilantes (I Pet., V, 8) para no vernos sorprendidos por el error, que por doquiera nos cerca, no olvidando que, según enseñaba San Ignacio de Loyola en su «Meditación de las dos Banderas», es táctica de Satanás «la de echar redes y cadenas» con las cuales aprisionar primero las inteligencias y después las voluntades, arrastrando hacia el mal.
No es completo el índice de todos los errores modernos el que acabamos de indicaros; mas la índole de esta Declaración Pastoral no Nos permite mayor extensión.
Tened presentes con frecuencia las doctrinas de los Documentos Pontificios citados, y os veréis libres de los errores funestísimos, que pueden conduciros a la perdición.
Sevilla, 30 de Diciembre de 1943.
El Cardenal Arzobispo de Sevilla
[1] Nota mía. Véase la página 61 de El Fascismo, de Benito Mussolini, Librería de San Martín, 1934: El Fascismo (Benito Mussolini).pdf.
[2] Nota mía. Véase la página 93 de la referida obra.
[3] Nota mía. Véase página 72 de la citada obra.
Marcadores