5. Los Protocolos de los Sabios de Sión
Pero una cosa es reconocer las cualidades, altas en su línea, de los judíos, y otra gritar por el hecho de existir esas cualidades que sean perversos y sin inteligencia cuantos en los conflictos y vicisitudes de la vida choquen con ellos.
Ese pueblo tendrá, por ley de humana naturaleza, para cada cualidad laudable un defecto con las mismas o más grandes dimensiones de sentido contrario.
No basta decir que los Protocolos de los Sabios de Sión son una invención maligna; los tuvimos siempre en nuestro modesto sentir como Maritain “por una pieza forjada”.
Pero dada la apreciable duración de su existencia y la intelectualidad de la raza judía, hubiera sido necesario haber probado ya evidentemente que cuanto se contiene en los Protocolos de malévolo, destructor y corrosivo no le conviene a la actuación ni puede ser plan de los judíos; porque si la actuación de los judíos como se percibe en el mundo está de acuerdo con el plan diseñado por los Protocolos, poco importa que éstos sean auténticos o fingidos.
El mundo al contrastar la actuación mundial de los judíos con los Protocolos y verlos concordes en finalidades, espíritu y estrategia, seguirá creyendo, sin dejar de ser inteligente, que actividad conjunta de los judíos y plan de los Protocolos son una misma cosa.
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