Engaño y desengaño de las causas segundas
Detalle de la empresa de la hormiga, de las Empresas morales de Juan de Borja (1680)
Publicado Por: LA ESPERANZA enero 19, 2023
Hay un engaño metafísico detrás de todo culpable desorden moral, sea personal o social. No es un yerro involuntario, de esos que no destruyen la buena voluntad, sino una ofuscación malvada, que procede de la soberbia original, y es una ofensa contra el orden del ser. Es el error más primigenio de todos.
Nos referimos a esa vana pretensión de las causas segundas por la cual pretendenpoder actuar como causas primeras: quieren ser dioses, quieren ser fuente absoluta de sus propios bienes, quieren ser luz y criterio de sus propios límites, quieren ser regla y medida de su propio querer. Es el error de la libertad negativa, que Danilo Castellano, con acierto, pone en el meollo de la Modernidad. Ser como dioses es el ensueño fundante del hombre moderno. Es el engaño metafísico por excelencia: el ser creado quiere ser autocreador.
Es hora ya, sin embargo, de que las causas segundas, personales y políticas, particulares y públicas, se desengañen. Hay que abandonar esta falsa pretensión de endiosamiento, admitir que dependemos totalmente de Dios; que sólo actuamospor nosotros mismos cuando somos movidos por Él, natural o sobrenaturalmente. Pues sólo Él es omnipotente, sólo Él sabe mover a la criatura racional de forma ajustada a su naturaleza libre, para que obre como puede y debe obrar.
¿Habrá algún tipo de esperanza para una sociedad que cree poder ser causa primera de sus bienes? No, pues sólo le queda confiar en sus vanas pretensiones de absoluta autonomía, disfrazadas de apoyo popular; y en quimeras imposibles: porque ni las criaturas racionales son agentes primeros, ni sus comunidades lo son tampoco.
Hay que desengañarse. La patria, por sí sola, no es patria. Es patria, por sí misma, con el auxilio de la Causa Primera, que mueve los hilos de su providencia para premiar con bienes temporales y eternos la humildad de sus criaturas. Éstas, como las hormigas en el hormiguero, sólo contribuyen al bien común del conjunto cuando actúan como causas segundas, no cuando pretenden ser causas primeras.
Juan de Borja
Los males comienzan cuando, siguiendo la alegoría de don Juan de Borja en sus Empresas morales, a las hormigas les salen las alas y pretenden vivir por sí solas, desintegradas del orden causal del hormiguero, buscando afanosas su bien particular y no el común, como si pudieran ser el moviente principal de su vida, a expensas de cualquier viento de mala fortuna.
Es entonces cuando las alas son, para este laborioso insecto, su fatal perdición, y de miembro fructuoso de la comunidad, se convierte en factor de males y desórdenes. Ya sólo ambiciona, en el colmo de la contradicción, reclamar y contrarreclamar su soberanía, como si pudiera dársela el Estado. ¿Acaso el Hormiguero es causa primera? Sólo Dios es fuente principal de bienes, sólo Dios es Causa Primera, sólo en Dios hay esperanza para las causas segundas, más libres cuanto más bienes reciben del Primer Motor. Éstas deben obrar con temor y temblor los bienes heroicos en orden al bien común, pero no como si fueran divinidades autosuficientes. La criatura no es el Creador.
La bandera tradicionalista, por eso, es defensora de verdades metafísicas, lucha el combate por las esencias, libra la buena batalla del orden del ser. Porque ha aprendido de sus mayores, curtidos en guerras y sacrificios, que se debe confiar en Dios antes que en el hombre.
David Mª González Cea, Cádiz
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