Estamos de acuerdo en que hay que distinguir entre imposición de la Fe por la fuerza e inspiración cristiana de las leyes.
El problema está en que siendo tan clara y obvia la distinción, ninguna instancia política, social o religiosa, NINGUNA, quiere deshacer el malentendido, tras el Vaticano II.

Hablar de "leyes católicas" es desde entonces, en ambientes eclesiásticos y católicos es como "mentar la soga en casa del ahorcado"; mejor dejar que el malentendido circule para no tener que poner a obispos y jerarquía en un compromiso...

¡¡La inquisición, la inquisición... otra vez la inquisición...!! dirían a esa propuesta masones, socialistas y obispos; los primeros por ignorancia y odio y los últimos... por cobardía, pero todos mintiendo.

Ya sabemos que, visto lo visto, las leyes deben quedar siempre en manos de masones y liberales, aunque se diese un 99% de población católica.

Con eso esta dicho todo sobre la tiranía silenciosa que padecemos (y parece que, por lo visto, no tan a disgusto).