Contra la
festividad de la Inmaculada, 8 de diciembre, se arguyó todo, especialmente su cercanía con al aniversario de la aprobación en referéndum de la Constitución Española, dos días antes. Sin embargo, el pueblo que 500 años antes del dogma ya festejaba la Concepción sin mancha de Santa María, y corría a boinazos a los teólogos que osaban negarlo (el genial
Vittorio Messori ha narrado
esta jugosa historia con pelos y señales), se negó en redondo, y
González tuvo que dar marcha atrás ante la más que previsible pérdida de votos que podría acarrearle.
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